¿Cómo salir de las dudas?



Las plantas y los animales crecen saludables al lado de corrientes de agua, y no menos los seres humanos, sobre todo, en sentido espiritual.

Lamentablemente, a veces, amigos bienintencionados de diferentes religiones le dicen a uno una cosa, pero otros, otra, y uno no sabe a quién creerle. Es como si unos dijeran que el agua está contaminada, y otros, que no hay problema, que puede beberse con confianza. ¿Qué hacer en ese caso?

Bueno, hay que reconocer que, usualmente, uno no sabe a quién creerle cuando no tiene puntos de referencia firmes de los cuales asirse para reorientarse, ya sea porque su escala de valores es un poco confusa, o porque la que tiene no está fundada en la verdad, y, por tanto, sus creencias no pueden mantenerse firmes.

Jesucristo se refirió precisamente a ese asunto cuando concluyó su Sermón de la Montaña, al decir: “Todo el que escucha mi palabra y la pone en práctica, es como el hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa, pero no se derrumbó porque había sido construida sobre roca. Pero el que escucha mi palabra y no la pone en práctica, es un insensato que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa y se vino abajo, y fue grande su ruina". (Mateo 7:24-27)

Eso significa que la verdad tiene la magnífica cualidad de pasar por cualquier clase de prueba o análisis y permanecer en pie, de la misma manera como el oro no puede ser destruido por el fuego de un horno. Si alguien somete el oro a altas temperaturas, solo consigue remover cualquier impureza adherida. No tiene miedo a la presión social, física, intelectual, emocional, psicológica o lo que quieras. Por eso, Jesús dijo a Pilato: ‘Todos los que [quieren oír] la verdad, prestan atención a mi palabra’. (Juan 18:37-38)

Al decir en diferentes ocasiones: ‘La verdad los hará libres’, ‘ yo soy […] la verdad’, y ‘tu palabra es la verdad’, Jesús estaba dando a entender que él no creía en que la verdad era relativa, sino única. (Juan 8:32; 14:6; 17:17)

Por lo tanto, si diferentes personas te dicen cosas diferentes acerca de un mismo asunto, debes preguntarte honradamente si realmente quieres oír la verdad. A Jesucristo lo mataron por decir la verdad, y advirtió a sus apóstoles que el mundo sería capaz de matarlos de la misma por defender la verdad.

¿Cuán serio es el asunto? Por un lado, la presión social sobre uno mismo, y por otro, la presión sobre quienes prefieren seguir creyendo en lo que no es verdad, tanto que serían capaces de bloquear, anular, desterrar y hasta asesinar a cualquiera que se atreva a contradecirles. (Juan 11:49-50) Jesús estuvo dispuesto a ser consecuente con su palabra y llegar hasta las últimas consecuencias por defender la legitimidad de la palabra de su Padre. (Juan 7:15-17) No estaba refiriéndose a obras de bien social, como dar de comer a los pobres, impartir instrucción académica a los ignorantes ni curar a los enfermos o visitar a los reos en cárcel; tampoco a intromisiones en las política de los países que los rodeaban, sino al contenido de las buenas nuevas, al mensaje del reino. (Juan 16:1-4)

Si varias personas te dicen una cosa, y otros, otra, es de tu entera responsabilidad analizar los detalles y tomar una decisión respecto a quién creerle. (2 Pedro 3.15-16) Pero si no analizas nada y solo te inclinas por tus corazonadas o preferencias personales, sin duda seguirás con las dudas hasta el día de tu muerte.

¿Es factible poner todo a un lado?

¿Es factible seguir con las dudas, es decir, ponerlas a un lado, y aún así recibir la bendición de Dios? La Biblia es muy clara en ese asunto, y la muerte de Jesús es la prueba más evidente de que Dios no ve con buenos ojos a alguien que por esquivar el problema, prefiera soslayar su responsabilidad. Veamos algunos pasajes que así lo demuestran.

1 Reyes 18:21 dice: ‘Elías, acercándose al pueblo, dijo: ‘¿Hasta cuándo van a continuar ustedes con este doble juego? Si Yahveh es el verdadero Dios, sigan a Yahveh, pero si Baal [el dios falso de aquel tiempo] lo es, síganlo él. Y el pueblo enmudeció’.

Santiago 1:5-8 dice: ‘Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y Él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproches. Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar que el viento lleva de un lado a otro. El que siempre está dudando, que hoy piensa una cosa y mañana otra, no crea que va a recibir bendiciones del Señor. Porque no es constante en su conducta’.

Mateo 14:31 dice: ‘Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: “¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?”’.

Hebreos 5:12-14 dice: ‘Al cabo de tanto tiempo, ustedes ya deberían ser maestros. En cambio, necesitan que les expliquen de nuevo hasta las cosas más sencillas de las enseñanzas de Dios y han vuelto a ser tan débiles que, en vez de comida sólida, tienen que regresar a la leche. Los que se alimentan solo de leche son como niños de pecho, incapaces de juzgar rectamente. Pero la comida sólida es para los adultos, para los que saben juzgar, porque están acostumbrados a distinguir entre lo bueno y lo malo’.

De modo que ni el Padre ni el Hijo ven con buenos ojos al que duda. De hecho, la Biblia relaciona la duda y la falta de conocimiento con la debilidad en la fe y la inmadurez.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo hacer?

Quédate con lo bueno y descarta lo malo. Sin embargo, siguiendo el principio de Proverbios 3:5, que dice: ‘Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia’.

Si decides que lo bueno o lo malo es lo que más te agrada, no es una buena base para tomar una decisión. Porque la Biblia también advierte: ¡Ay de ustedes, que llaman bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convierten la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convierten lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo! ¡Ay de ustedes, que se creen sabios y se consideran inteligentes!’. (Isaías 5:20-21)
Tienes que decidir sobre la base de lo que Dios considera bueno o malo, no sobre lo que tú consideras bueno o malo. ‘Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya. Así como el cielo está por encima de la tierra, así también mis ideas y mi manera de actuar están por encima de las de ustedes.’ (Isaías 55:8-9) Por lo tanto, para saber lo que Dios piensa de un asunto en particular, debes familiarizarte con sus caminos. No hay otra forma. Tienes que dedicarle tiempo.

De todos modos, en todo caso, sigue la siguiente recomendación apostólica: ‘Sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno. Pero apártense de toda clase de mal’. (1 Tesalonicenses 5:21-22; Efesios 5:17)

No te aprovecharía de ninguna manera defender una creencia que no tiene fundamento. Podrías desmenuzarla, comprimirla, condimentarla, adornarla, agrandarla, compactarla, publicarla, discutirla y hasta matar por ella, pero no te aprovecharía en absoluto. (Romanos 10:1-3; 1 Reyes 18:26-29)

Si quieres agradar a Dios y salir de las dudas de la manera correcta, no puedes quedarte de brazos cruzados, soslayando tu responsabilidad. (Mateo 13:13-17) Debes dedicarle tiempo a la investigación hasta captar el mensaje del reino y salir de las dudas.

“Pero si no me involucro, me sentiré mejor, porque no me parcializo”, tal vez digas. Pero a los ojos de Dios es como si le hubieras dado la espalda a un amigo y no hubieras hecho nada por defender su inocencia. (Marcos 8:38) Eso hizo Pilato. Se lavó las manos y dejó que masacraran y asesinaran a Jesús. (Hechos 7:51-53) ¿Crees que Dios lo eximió de responsabilidad? Lavarse las manos no le dio ningún mérito ante el Padre, porque ante Dios nadie puede lavarse las manos y dejar todo así nomás.

Algunas persona suponen mal que si no se involucran, Dios nos les pedirá cuentas al igual que a sus seguidores fieles. Ese razonamiento no concuerda con lo que dice la Biblia, que vez tras vez indica que todos son responsables ante Dios por la manera como usan su vida. No existe ninguna persona que esté eximida de responsabilidad ante Él. Pensar que no nos pedirá cuentas porque no estamos bautizados, o algo así, es perjudicarnos a nosotros mismos, por no haber aprovechado el tiempo disponible para poner nuestros asuntos en orden.

La mejor manera de salir de las dudas consiste en estrellarse uno cara a cara con la realidad. Lamentablemente, cuando llegue el fin será demasiado tarde para virar el timón y recuperar el tiempo perdido. Eso significa que estrellarse no es la única opción, sino la última. Hay una manera más productiva de hacerlo: ejerciendo fe en las promesas de Dios y de Cristo Jesús. (Apocalipsis 12:10) 

Por eso, si tienes dudas, la respuesta no consiste en zafar el cuerpo, sino en hacerle frente por medio de indagar hasta que todo te quede tan claro como el agua. Porque la Biblia dice que Dios nos considera a todos responsables en cierta medida. (Ezequiel 3:18-19; Lucas 12:47-48; Romanos 2:13-16)

"Como la cierva busca las corrientes de agua, así clama mi alma por ti, Oh, Dios." (Samo 42:1)
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