¿"Hasta cuándo tengo que perdonar"?
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Algunas personas dicen haber leído la Biblia de tapa a tapa, pero la mayoría de entre ellas quizás lo hicieron superficialmente, es decir, sin buscar el entendimiento correcto. No analizaron el contexto, otras partes relacionadas con el asunto en cuestión. Uno de esos temas es uno de los aspectos del perdón.
Por no haber analizado bien el contexto, continúan perdonando vez tras vez suponiendo que esa es la voluntad de Dios. Pero ¿realmente lo es? Muchos se han preguntado: "¿Hasta cuándo debo permitir una situación que es claramente incorrecta, una actitud que a todas luces no muestra arrepentimiento alguno?
En una parte de la Biblia se dice: "Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte 'Me arrepiento', perdónalo. (Lucas 17:3-4) Pero ¿basta con decir 'me arrepiento'?
En otra se mencionan estas palabras de Jesucristo: "Si presentas tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Primero reconcíliate con él, entones regresa y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:23-24) Pero ¿si tu hermano no quiere perdonarte?
Y en otro lugar, Jesús enseñó a sus discípulos: "Ustedes deben orar así: 'Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno'. Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas." (Mateo 6:9-15) ¿Significa eso que debemos perdonar absolutamente todas las ofensas?
A lo largo y ancho de las páginas de la Biblia se recalca el perdón como la manera como Dios ayuda a los hijos de los hombres a recuperar la vida eterna, don que perdieron debido al pecado de Adán. "Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte. Fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron. (Romanos 5:12) Pero en ningún lugar dice que Dios perdona todas las ofensas.
Por tanto, el perdón no es solo la base para que Dios perdone a la humanidad en general, sino para que perdone nuestros pecados individualmente, como advirtió Jesús en Mateo 6:14. Sin perdón, no existe posibilidad alguna de recibir la vida eterna en el reino de Dios. Por eso debemos cultivar el amor de Dios hasta el punto de ser misericordiosos, no hipócritas. Sin embargo, podría haber pecados que, si los pasáramos por alto, perdonando al ofensor u orando por él, estaríamos pecando contra Dios. (2 Juan 10-11; 1 Juan 5:16-17)
Esa es la razón por la que muchos perdonan cualquier suerte de pecado a sus hermanos. Porque saben que sin perdón no hay perdón de Dios para ellos. Pero ¿realmente han entendido todo el cuadro? Cuando Jesús habló del perdón, ¿eso fue todo lo que dijo? ¿Es que debemos perdonar siempre, toda clase de pecado, con tal de que el pecador diga: "Me arrepiento".
Bueno, eso es lo que han hecho muchas personas cuando su pareja las ha agredido y luego ha regresado pidiendo perdón. "Es que se ha arrepentido", dicen, y perdonan la falta. No son pocos los casos en que, después de reiterados arrepentimientos, el asunto termina con un homicidio. Por eso es tan importante entender lo que Jesús y sus apóstoles enseñaron sobre el perdón.
Preguntémonos: ¿Perdona Dios absolutamente todos los pecados? ¿Perdonó Jesús todos los pecados? ¿Perdonaron los apóstoles todos los pecados? Y ¿abarca el perdón no solo a personas sino a comunidades enteras y/o a entidades? ¿Qué hay de la responsabilidad de comunidad? ¿Hay siempre circunstancias agravantes o atenuantes?
¿Qué es un agravante?
De agravar o aumentar. Según las leyes del hombre, cuando un delito presenta características que revelan responsabilidad y perversidad en el delincuente, se trata de un agravante. Por ejemplo, hubo voluntad de cometer el delito, lo premeditó, preconcibió y calculó con frialdad, peligrosidad y absoluta calma. Por ejemplo, es más peligrosa la persona que asesinó para robar dinero y gastarlo en placeres. Demuestra mayor peligrosidad que uno que lo hizo para defender el honor de su hija. O si se advierte que hubo alevosía, es decir, que se esforzó por quedar impune por medio de socavar la posibilidad de que su víctima se defendiera.
Ensañarse con su víctima prolongando cruelmente su dolor, o valerse de astucia, fraude o disfraz, abusar de su superioridad o autoridad, abusar de la confianza, aprovechar que fue noche, en una zona despoblada, atacar en grupo, atropellar la dignidad de la víctima debido a su edad, sexo o lugar de residencia, o una iglesia, son agravantes.
¿Qué es un atenuante?
De atenuar, disminuir. Según las leyes del hombre, aunque la ley penal menciona razones para disminuir una responsabilidad criminal, no la anula totalmente. Por ejemplo, demencia, la borrachera fue casual, se trata de un menor de edad, no hubo intención, se ocasionó más daño del que se pensaba, obró por motivos morales altruistas o patrióticos, intentó reparar el daño, ofreció una satisfacción al agraviado, confesó voluntariamente e inmediatamente el delito.
Aunque pudo haber intención de envenenar a alguien, la ley penal no puede castigar a alguien por comprar veneno. El deseo de matar no es suficiente base para dársele un castigo máximo. La pena que se aplica al intento es siempre menor que la que se aplica al delito consumado. Se castiga, porque se ha violado la ley, pero la pena es menor porque no hubo víctimas ni daños materiales.
Los países se rigen por leyes diseñadas con base en leyes superiores. Por ejemplo, un país que se suscribe a un convenio internacional, no puede formular leyes que rebasen las condiciones y leyes contempladas en dicho acuerdo. Las naciones miembros de las Naciones Unidas suscriben acuerdos en los que admiten sus estatutos. Si violan el acuerdo, pueden ser sancionados o hasta expulsados. Y lo mismo puede decirse de los que se suscriben a cualquier organización.
La ONU contiene la Carta Universal de Derechos Humanos. Todos los países miembros deben respetar dicha carta. Si un gobierno pisotea los derechos allí contemplados, puede perder su condición de miembro. Los jueces y abogados de los países miembros deben respetar los principios ensalzados en dichos acuerdos. Si dicho documento dice que deben respetarse los derechos de los delincuentes, deben respetarse aunque a las víctimas les parezca una injusticia.
¿Se rige Dios por las leyes del hombre?
La Biblia dice: "Recuérdales a todos que deben mostrarse obedientes y sumisos ante los gobernantes y las autoridades. Siempre deben estar dispuestos a hacer lo bueno: a no hablar mal de nadie, sino a buscar la paz y ser respetuosos, demostrando plena humildad en su trato con todo el mundo". (Tito 3:1-2)
Al igual que sucede con las leyes del hombre, Dios tiene en cuenta los atenuantes y agravantes cuando alguien comete una falta, en cuanto a si fue adrede o casual. Por ejemplo, en algunos casos puede incluso no imputar falta alguna a quienes no tenían conocimiento del bien y el mal desde Su punto de vista.
Un día los fariseos tramaron entrampar en sus palabras a Jesús. Enviaron a algunos que le preguntaron: "Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad, y no te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias. Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al César [al gobierno]?".
Sabiendo que traían malas intenciones, Jesús les contestó: "¡Hipócritas! ¿Por qué tratan de entramparme? Muéstrenme una moneda para el impuesto." Y se la enseñaron. Entonces, les preguntó: "¿De quién es la imagen y la inscripción allí?". Le dijeron: "Del César", a lo cual Jesús les dijo: "Entonces, den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Al oír esto, se quedaron asombrados y lo dejaron en paz y se retiraron.
De modo que la Biblia enseña que debe respetarse a las autoridades y gobernantes, lo cual significa respetar sus leyes y decretos. Pero ¿qué sucedería si una o más de sus leyes o decretos exigiera algo que va contra la ley superior de Dios expresada en la Biblia? ¿Estamos bajo la obligación de obedecer?
Los apóstoles se encontraron en una situación así. Leemos en Hechos de los Apóstoles 5:29-32: "Terminantemente les prohibimos que enseñaran en [nombre de Jesús]. Sin embargo, han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos la culpa a nosotros de la muerte del hombre". Ellos respondieron: "¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!". Y añadieron: "El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero. Pero por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y también lo es el espíritu santo, que Dios ha dado a quienes le obedecen".
Por lo tanto, cuando la ley del hombre entra en conflicto con la ley de Dios, debe obedecerse la ley de Dios, tal como ocurre cuando la ley de un país individual. miembro de la ONU, entra en conflicto con una ley superior de la ONU. ¿Y qué se hace cuando hay un conflicto de intereses? Se recurre a tribunales superiores para que jueces imparciales analicen el asunto y den un veredicto, el cual todos deben respetar.
Al no existir mayor tribunal que el de Dios, todos estamos bajo Su jurisdicción en un sentido natural. Por ejemplo, todos estamos obligados a obedecer la ley de la gravedad. El que la desafíe, deberá atenerse a las consecuencias, que pueden ir desde darse un rasguño hasta perder la vida.
Aunque el perdón de Dios tiene el propósito de reconciliarnos con Él, su perdón tiene límites. Exige ciertos requisitos. En ese sentido, es semejante a lo que ocurre con las leyes del hombre. Por ejemplo, Dios también tiene en consideración si hay atenuantes o agravantes. Extiende su perdón misericordioso a quienes ponen fe en su Hijo Jesucristo, incluso si han dicho algo ofensivo con él. Pero no a quienes hacen o dicen cosas que manifiestan contradecir al espíritu santo.
Jesús dijo: "Les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el espíritu no se le perdonará a nadie. Cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre, será perdonado, pero no el que hable contra el espíritu santo. No tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero".
Con esas palabras, Jesús indica que hay un nuevo mundo venidero, pero que la disposición de Dios a perdonar no pasará por alto el agravante de blasfemar contra el espíritu santo. Queda claro que el perdón de que habló Jesús, cuando dijo: 'Tienes que perdonar a tu hermano', no incluía la blasfemia.
¿Hay otras circunstancias en las que uno puede retener el perdón y, sin embargo, no perder la bendición de Dios? Sí. Jesús lo explicó en Mateo 19:3-9. Unos fariseos se le acercaron y le preguntaron: "¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?". Y él les dijo, citando Génesis 1:27: "¿No han leído que en el principio el Creador 'los hizo hombre y mujer', y dijo: 'Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo'? Así que ya no son dos, sino un solo cuerpo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre".
Ellos replicaron: "Entonces ¿por qué mandó Moisés que un hombre le diera a su esposa un certificado de divorcio y la despidiera?". Jesús respondió: "Moisés les permitió divorciarse de su esposa por lo obstinados que son. Pero no fue así desde el principio. Les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, el que se divorcia de su esposa, y se casa con otra, comete adulterio".
Por lo tanto, el divorcio es posible si la víctima decide poner fin a su matrimonio. Dios concede en tal caso que la víctima retenga el perdón, es decir, que no pase por alto el adulterio de su pareja. El certificado de divorcio es en sí mismo una prueba evidente de que no se pasó por alto el pecado de adulterio, por lo que decidió terminar con la unión.
Notemos que el que decide poner fin al matrimonio no es el delincuente, sino la víctima. Jesús dijo que ese era el único respaldo legal disponible ante Dios para retener el perdón. No se trataba de un pecado contra el espíritu santo, sino contra su pareja matrimonial.
Por lo tanto, tanto en el caso del pecado contra el espíritu santo como en el del adulterio, Dios puede tomar la decisión de no perdonar la falta. Y solo existe una manera de reconciliarse con Dios: Arrepentirse genuinamente, es decir, de manera que realmente quede patente. Si la persona persiste de manera rebelde y terca en el pecado, no puede recibir perdón de Dios. Porque la única base para el perdón es el arrepentimiento.
Por lo tanto, ¿hay que perdonar siempre? Definitivamente que no. Hay varios ejemplos en la Biblia. Por citar solo algunos, en el libro de Apocalpsis, se menciona a varios que nunca recibirán perdón de Dios. Uno es el Diablo, otros son sus ángeles o demonios, otra es Babilonia la Grande y los que la apoyan, otra es la bestia salvaje, y por último, la muerte. Pero también hay notorios delincuentes que pecaron contra el espíritu santo, quienes tienen el mismo destino.
Judas, por ejemplo, a quien Jesús llamó posteriormente "el que nació para perderse" o "el hijo de destrucción", es uno de ellos. Otros son los que tramaron el asesinato de Jesús y atribuyeron su obra al Diablo. Y ni qué decir de aquellos a quienes Dios no perdonó en la antigüedad porque vieron la obra del espíritu santo en la actividad piadosa de los profetas y, sin embargo, los persiguieron y destruyeron. (Hechos de los Apóstoles 7:51-53)
¿Y qué hay de la responsabilidad de comunidad? Dios puede considerar responsable a toda una comunidad si sus miembros apoyan a pecadores por medio de seguir formando parte de la comunidad. Sodoma y Gomorra quedaron como ejemplos de ello. (2 Pedro 2:4-6) "Pero yo soy ecuménico y acepto todas las creencias", dirá alguien. Pero ¿qué dice el espíritu santo? La Biblia contiene incontables relatos de condenas dirigidas a comunidades enteras por no salirse y apartarse.
Por eso, podríamos preguntarnos si en el último día perdonará Dios a las religiones que han blasfemado contra su nombre por medio de ocultarlo de la vista, burlarse de quienes lo santifican, o cometen acciones que causan que otros blasfemen contra Dios? ¿Perdonará a quienes defiendan a quienes tanto por obra o por palabra causan una blasfemia contra Dios? La respuesta es más clara que el agua. Dios ha puesto límites en su Palabra a lo que el hombre puede esperar cuando llegue el fin. Uno no debería querer tener nada que ver con una comunidad que reiteradamente viola la ley del amor.
Y si en el plano individual uno piensa que ha pecado contra el espíritu santo, debe preguntarse: “¿Dije algo que contradijo al espíritu santo, es decir, la manifestación del espíritu santo? Si me he arrepentido, ¿he demostrado con hechos que verdaderamente me he arrepentido? ¿Realmente creo que Dios perdona los pecados? ¿He apostatado de la verdad, rechazando la luz espiritual y la ayuda de Dios?.
Por último, nadie sino Dios, que lee los corazones, tiene derecho de juzgar al hombre respecto a un asunto tan delicado como perder la vida eterna. Dios es el juez final. No nos compete expresar juicio sobre quién vive o quién muere, sobre quién va al cielo y quién no. Solo podemos juzgar sobre aquello que él nos ha permitido.
Por lo tanto, ¿hasta cuándo tenemos que perdonar? Hasta que la misericordia de Dios ya no cubre el pecado. Así como Dios puede liberar a una persona de un matrimonio que ha sido destrozado por el adulterio, para abrirle el camino para que sea feliz, también puede librar al mundo de quienes cometen pecados imperdonables, a fin de dar paso al reino de Dios.¿Te imaginas un paraíso lleno de gente malvada o insensible? ¡Sería tan incongruente!
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