¿Es castigo de Dios?


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El castigo de Dios es un asunto que ha inquietado a muchos a lo largo de los siglos, y algo de lo cual se han valido timadores para obtener ganancia fácil aterrorizando a los incautos.

El ébola sembró el pánico encendiendo la alarma en diferentes partes del mundo, y el COVID-19 puso en vilo a la humanidad en todo el mundo a principios de 2020. 

De hecho, la Biblia predijo pestes para los días previos a la intervención del reino de Dios. Pero lamentablemente, como siempre, un entendimiento superficial de la Biblia sumió a grandes cantidades de personas en la confusión y desesperación. 

Como suele suceder cada vez que ocurre un terremoto, un gran incendio, un desastre natural o un ataque terrorista, en vez de consolar a sus fieles, sus guías religiosos les dan explicaciones que les añade sufrimiento.

Cuando la gente pregunta "¿por qué?", les han dicho cosas como: "Ha sido la voluntad de Dios" o "Es Dios, que está poniendo a prueba nuestra fe", o "Algo malo hemos hecho para merecer lo que está pasando", o "Seguramente uno de nosotros ha cometido un pecado grave", o "No están dando el diezmo que deberían dar", o "Sin desgracias, el mundo no sería mundo", o "Dios está molesto con la humanidad", o "No hay mal que por bien no venga", o "Antes de una gran bendición, tienen que venir cosas así", o "¡Nadie debe cuestionar los caminos de Dios" y cosas por el estilo, que no consuelan a nadie. (Santiago 1:13)

Es cierto que ningún guía religioso tiene la culpa de un desastre natural, pero sí del estado de apatía y sufrimiento que surge en el corazón de quienes lo escuchan cuando ofrece respuestas como las que acabamos de mencionar. La Biblia contiene una explicación consoladora, y no es correcto que se digan en cambio cosas que no tienen asidero en la Palabra de Dios.

Tres razones básicas

Hay tres razones básicas para la mayoría de las dificultades que nos acaecen como humanidad, y cada una tiene que ser entendida en su contexto a fin de que nuestro corazón no llegue a conclusiones erróneas, aumentando el dolor.

1. Nuestra imperfección

Nuestros primeros padres dañaron su conciencia cuando se opusieron a su Creador. Sus hijos ya no pudieron nacer sin los efectos de dicha falta. Sabemos que heredamos muchas cosas de nuestros padres, entre ellas, los principales rasgos físicos y del carácter y la personalidad. Con el paso del tiempo pasamos por experiencias que nos moldean tanto físicamente como en todo otro sentido. Algunas cualidades heredadas permanecen latentes, y quizás nunca se manifiesten, mientras que otras se desarrollan y refuerzan. Cada ser humano se convierte en un ser diferente e individual.

Sin embargo, sabemos que no somos perfectos, lo cual no nos permite rendir al 100%. Cometemos errores que lamentamos. Mejoramos nuestros desempeño, pero reconocemos que siempre terminamos fallando de alguna manera. La programación neurolingüística puede ayudar a uno a desarrollarse más eficientemente, pero no hasta el punto de impedir que cometamos errores. Tarde o temprano, por muy perfectos que nos creamos, terminamos reconociendo esa verdad.

Por lo tanto, algunos de los errores que plagan a la humanidad se deben a la imperfección heredada, es decir, la nuestra y la de los demás. Los científicos trabajan en muchos campos del saber para hallar maneras de mejorarnos a nosotros mismos, pero todavía no avisoran el día en que podamos vivir sin cometer errores. De hecho, nuestro cerebro está diseñado para resolver problemas y dificultades.

Por eso, a veces cometemos errores involuntarios que pueden variar entre un simple tropiezo hasta un accidente grave. Y no pocas veces nos enteramos por las noticias acerca de personas que, en vez de esforzarse por cultivar buenas cualidades y desarrollar sus personalidades en pro del bien, lo han hecho en pro del mal, con consecuencias nefastas.

La disciplina bien regulada es la clave para minimizar este problema. Pero depende de que los padres la impartan en sus hogares desde la tierna infancia. Si se deja a los hijos a rienda suelta, es como disparar una flecha con los ojos cerrados. Puede caer en cualquier lugar, lo cual significa que podría resultar bueno o malo, como jugar a la lotería.

Todo lo que hacemos trae consecuencias. No podemos negarlo. Si tomamos malas decisiones, obtendremos malos resultados. Pero si estudiamos la Biblia y adquirimos la mentalidad de Dios, aprenderemos a sortear los obstáculos y dejaremos de tomar malas decisiones. Se nos abrirá un panorama diferente, de modo que, en vez de seguir haciendo las cosas a nuestra manera, comencemos a hacerlas a la manera de Dios.

El más grande beneficio de hacer la voluntad de Dios es que seremos como él, imitando sus cualidades y comportándonos como él quiere que nos comportemos. Nadie nos engañará, aprenderemos a vivir con una mejor calidad de vida. Nos sacudiremos de los malos pensamientos y sentimientos, y disfrutaremos de una mente libre de rencores y pensamientos suicidas. Gozaremos pensando en la esperanza que Dios nos da, de salvarnos cuando los malvados sean quitados de en medio.

Por lo tanto, nuestra imperfección -y la imperfección de los que nos rodean- es una de las causas de los problemas de la humanidad. No es que queramos fallar, sino de que nadie es perfecto. Por eso cometemos errores, y a veces fatales.

2. La "casualidad" o "suerte"

El libro de los proverbios del rey Salomón dice: "Observé que no ganaban las carreras los que corrían más rápido, ni que ganaban las batallas los más aguerridos, y que ni siquiera los sabios tenían cómo alimentarse, ni los más inteligentes ganaban más dinero, ni los instruidos gozaban siempre de la simpatía de los demás. Porque todos pasaban por casualidades buenas y malas." (Eclesiastés 9:11)

"Suerte" significa "casualidad", una combinación de sucesos y circunstancias que el ser humano no puede prever ni evitar. Es cierto que podemos prever muchas cosas anticipándonos a ellas para disminuir las probabilidades de cometer errores y desaciertos, pero no es posible en todos los casos.

Después de un exhaustivo sondeo para averiguar cuál era la computadora más completa del mundo, científicos llegaron a la conclusión de que se trataba del transbordador espacial. En realidad era una computadora con alas. Pero sabemos que una explosión acabó con la vida de todos los astronautas a pocos minutos del despegue. Un pequeño detalle causó la tragedia. ¿Se pudo prevenir? Tal vez sí, tal vez no. La verdad es que fue una casualidad lamentable.

Cuando alguien le dice a otra persona "¡Suerte!", en realidad está deseándole algo imposible. Porque "suerte" significa "casualidad", y la "casualidad" no se puede controlar, dominar, preparar ni diseñar. Si se pudiera, no sería "casualidad".

Por ejemplo, Muchas veces oímos o vemos publicidad que anuncia un "evento" en el hotel tal. Pero ese es un mal uso de la palabra. Porque un "evento" no se puede preparar, no se puede anticipar, y a veces, ni siquiera se puede imaginar. El diccionario define la "eventualidad" como "una circunstancia incierta o de mera especulación". De modo que la "casualidad" y el "evento" son impredecibles, y eso es lo que significa "suerte".

Es imposible desearle a alguien "¡Que tengas buenas casualidades!". Porque no hay forma de que nuestros deseos, por buenos que sean, influyan en la realidad para que las "casualidades" resulten buenas y se dirijan, precisamente, como si fueran flechas, hacia la persona a quien las deseamos. Eso es un mito y nada más. Ningún ser humano puede crear ni controlar una "casualidad".

En cierta ocasión, un experto en estadísticas calculó cómo ganar la lotería, y lo consiguió. Logró disminuir al mínimo las posibilidades de perder, y ganó la lotería. Lógicamente, requirió mucho tiempo para planificarlo todo, una inmensa inversión y el apoyo de un increíble contingente humano. No fue suerte, sino el producto de un acucioso cálculo de probabilidades.

Las supersticiones se basan en "casualidades" que se convierten en temores. Pero ¿quiénes las inventan o inician? Personas impresionables que transmiten sus temores a personas tan impresionables como ellas. Poco a poco el rumor crece y se arraiga en la idiosincrasia de un pueblo. Por ejemplo, hay lugares donde los gatos negros traen "mala suerte", pero otros donde atraen la "buena suerte". En unas partes del mundo, el número 13 es de "mala suerte", y en otras, de "buena suerte". ¿Cómo se explica eso?

Es cierto que es un poco arriesgado pasar debajo de una escalera. Seguramente arriba hay alguien trabajando. Podemos tropezar y hacerla caer, o quizás la persona está pintando la pared y nos puede tirar un poco de pintura, o si está clavando un clavo, puede caernos un clavo o el martillo. Es una probabilidad. Pero ¿para qué exponernos? Es mejor rodear la escalera y pasar por otra parte. Es cuestión de sentido común. Pero una persona de mentalidad estrecha puede convertir el consejo de papá ("nunca pases debajo de una escalera") en una regla inflexible, y con el tiempo, en una superstición ("pasar debajo de una escalera trae "mala casualidad").

La "casualidad" existe, pero no tiene nada que ver con algo que podamos medir, calcular o desear a los demás. Precisamente por eso se llama "casualidad". No se trata de un maleficio que alguien puede echarle a otra persona. Si así fuera, ¿por qué los brujos no ganan la lotería a cada rato? Tampoco se trata de un beneficio que uno pueda transmitirle milagrosamente a otra persona. Si así fuera, ¿por qué los sanadores por fe no van a los hospitales y curan a todos los enfermos, se paran en la puerta donde llegan las ambulancias y curan a los heridos, y se acabó el problema?

Lógicamente, si te hacen creer que Dios controla todas las casualidades, vas a terminar odiándolo por no intervenir para salvar la situación cuando tienes un problema. ¿Crees que Dios es como Superman, que viene de repente al rescate? Eso solo ocurre en las películas. Si creemos que la realidad funciona de esa manera, sin duda nos molestaremos con Dios. ¡Y eso es lo que quiere el Diablo! Quiere que nos molestemos con Dios, porque así ya no tendremos deseo, tiempo ni espacio para estudiar la Biblia y aprender cómo funciona realmente la vida.

Por tanto, la casualidad es otra causa de los problemas de la humanidad. No es que Dios la mande como castigo. Es simplemente una casualidad.

3. El maligno y su mundo

Si entramos a la casa de una persona limpia y ordenada, veremos todo en su lugar, limpio y reluciente. Si entramos a la casa de un campeón de equitación, veremos trofeos y fotografías de caballos por todas partes. Si entramos a la casa de un gran músico, tal vez veamos un piano, guitarras o hasta un pequeño estudio de grabación. Si entramos a la casa de un enano, veremos que todo es pequeño y está a su alcance. Si entramos a la casa de Dios, ¿qué esperaríamos ver? ¿Guerras? ¿Pestes? ¿Desórdenes? ¿Terrorismo? ¿Terremotos? ¿Incendios premeditados? Ciertamente, este mundo le pertenece a otra persona, no a Dios.

No es una exageración decir que este mundo no le pertenece a Dios. Basta con leer algunos pasajes de la Biblia para saberlo. Por ejemplo, en Lucas 4:5-7 dice que el Diablo  mostró una visión de todos los reinos del mundo a Jesús, y le dijo: "Puedo darte autoridad sobre todos estos reinos junto con toda su gloria, porque a mí me ha sido entregada y tengo autoridad para entregarla a quien yo quiera. Adórame y todo será para ti". Si eso no hubiera sido cierto, Jesús lo hubiese desmentido inmediatamente.

Por lo contrario, en Juan 12:31 y 14:30 leemos que en otra ocasión Jesús reconoció que existía un príncipe o gobernante del mundo', refiriéndose al enemigo de Dios, cuyos nombres son  Diablo, Satanás, la serpiente antigua y el gran dragón. (Génesis 3:1; Apocalipsis 12:9) En su segunda epístola a los Corintios, en el capítulo 4, versículo 4, el apóstol Pablo lo llamó "el dios de este mundo", y es así como lo vierten muchas traducciones de la Biblia. Y en su primera epístola, en el capítulo 5, versículo 19, el apóstol Juan escribió claramente que el mundo entero estaba en poder del maligno. Y está claro que además la Biblia habla de la existencia de un anticristo.

Negar que la Biblia se refiere al enemigo de Dios como una persona espiritual real confunde mucho a las personas y les impide entender mejor la más importante de las causas de las desgracias que ocurren en el mundo. ¿A quién beneficia que se niegue la existencia de cierto cartel de la droga? ¿A quién beneficia que se niegue la existencia de una mafia que controla los puertos? ¿A quién beneficia que se niegue la existencia de una conspiración contra el gobierno? ¿A quién beneficia que se niegue la existencia de un plan para invadir cierto país? La respuesta es simple. No requiere mucha reflexión, ¿verdad?

Apocalipsis 12:12 dice: "¡Ay de la tierra y del mar!" ¿Por qué? Porque el Diablo fue echado a la tierra, furioso porque sabe que ya no le queda mucho tiempo. Pero no solo es Satanás el causante de las cosas malas que ocurren en la tierra. En el capítulo 17, versículos 5 y 6, se menciona claramente a una mujer misteriosa llamada 'Babilonia' que no solo es la 'madre de las prostitutas', sino de todas las cosas horribles que ocurren en la tierra. Juan vio que estaba borracha con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús. Y como si fuera poco, se menciona a una bestia salvaje que pulula por la tierra, haciendo y deshaciendo a su antojo todo por todas partes.

Por supuesto, se trata de símbolos o figuras que representan cosas relacionadas con el reino de Dios, porque todos convergen en un solo pensamiento: destruir el reino. Sin embargo, el final de esa convergencia es que toda la maldad del mundo será envuelta, por decirlo así, en un paquete y será eliminada para siempre. La Biblia es muy clara al decir que los que hagan la voluntad de Dios se salvarán. Lo repite vez tras vez a lo largo de sus páginas. Y no se refiere a una salvación pasajera, sino eterna.

Por lo tanto, el mundo está como está, no porque ha sido la voluntad de Dios, o porque Dios esté poniendo a prueba nuestra fe, o porque algo malo hemos hecho para merecer lo que nos pasa, o porque hemos cometido pecados graves, o porque Dios está molesto con la humanidad, o porque no hay mal que por bien no venga, o porque antes de una gran bendición, siempre vienen cosas malas, o porque nadie puede conocer los caminos de Dios ni cosas por el estilo.

Es cierto que el mundo está al borde del colapso, es cierto que pocos se esfuerzan por conocer y hacer la voluntad de Dios. Es cierto que a veces nuestra fe se refina con las cosas malas que nos sobrevienen. Es cierto que muchas veces hacemos cosas malas y debemos pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo. Es cierto que, como imperfectos que somos, necesitamos disciplinarnos para mejorar como personas. Es cierto que algunos cometen pecados graves y necesitan arrepentirse. Es cierto que Dios está molesto con la mayoría de la humanidad. Es cierto que a veces Dios bendice a los que aguantan los males que les acaecen y nos ayuda a ver las muchas bendiciones que tenemos. Y es cierto que nadie puede conocer los caminos de Dios si no estudia la Biblia.

Pero también es cierto que, como nos dan a entender los versículos analizados en este artículo, la Biblia indica que Dios no es responsable de las cosas malas que nos sobreviene.

Hemos visto que ningún ser humano es perfecto. Todos fallamos por más que nos esforcemos por hacer bien las cosas. También hemos razonado que pueden ocurrir sucesos imprevisibles, eventos y cosas que no están -ni pueden estar- sujetas a ningún control, cosas que suceden por casualidad. A todos -ricos, pobres, veloces, inteligentes, sabios, torpes, ignorantes- nos ocurren imprevistos. Y hemos abierto los ojos al hecho de que el mundo tiene un príncipe o gobernante que controla los asuntos para que reine la confusión, el desaliento, la decepción y la maldad.

La conclusión es: ¿A favor de quién nos pondremos? ¿Seguiremos engañándonos a nosotros mismos diciendo que el maligno no existe? Seguiremos diciendo que Dios no existe? ¿Seguiremos creyéndoles a quienes nos dicen que la causa del sufrimiento humano es la voluntad de Dios, que él nos está poniendo a prueba, que merecemos lo que nos pasa, que Dios está molesto, que no hay bendiciones si primero no vienen las maldiciones, o cosas así?

¿Por qué mejor no estudiar la Biblia, salir de dudas y creerles a quienes se esfuerzan sinceramente por ayudarte a entender la verdad? Y ¿cómo saber si alguien nos está diciendo la verdad? Solo existe una forma: ¡Comprobándolo! Eso significa, como dijimos, estudiar la Biblia con sinceridad y empeño, sin dejarnos llevar por supuestas o medias verdades.

Si alguien te dice: "La Biblia dice que...", pregúntale sin temor: "¿En qué parte de la Biblia dice eso?", y espera que te diga dónde. Si no puede, ¿con qué respalda sus palabras? Se supone que debería darte una respuesta completa. Luego dedica tiempo a estudiar el asunto y reflexionar en cuanto a ello. No te quedes simplemente con su respuesta. Tienes que hacer la tarea. Es la única manera de demostrar que realmente quieres saber la verdad.

¿Algunas vez dijiste "la verdad no existe", "la verdad es relativa", "nadie tiene la verdad absoluta", "soy agnóstico" o "soy ateo"? Si así fuera, pregúntate honradamente por qué estás leyendo esto.
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