Mateo 5:27-30

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Al principio, una gotera o grieta pasa desapercibida. Pero con el tiempo empeora, inundando o derribando la casa. En términos generales, podríamos decir que casi todos los problemas podrían compararse con goteras o grietas. Si no se les presta atención, terminan agravándose.

Este artículo es para quienes se esfuerzan por seguir los consejos de la Biblia, en particular respecto a la moderación y regulación de los placeres sexuales, lo que llamamos castidad, pero que les resulta difícil entender algunas cosas.

Citando Éxodo 20:14, Jesús dijo, según una traducción de la Biblia: "Ustedes han oído que se dijo: 'No cometas adulterio'. Pero yo les digo que cualquiera que mira con codicia a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho te causa tropiezo, quítatelo y arrójalo de ti. Porque mejor te resultará perder parte de tu cuerpo que con todo tu cuerpo terminar donde el fuego no se apaga. Y si tu mano derecha te causa tropiezo, mejor córtatela y arrójala de ti. Porque mejor te resultará perder una parte de tu cuerpo que acabar todo donde el fuego no se apaga." (Mateo 5:27-30)

Como representante del Dios de amor, y siendo un modelo perfecto de Su amor, está claro que no estaba siendo sadomasoquista instando a sus discípulos a automutilarse. (Juan 14:9; 16:27-28) Solo estaba usando una hipérbole. es decir, un lenguaje simbólico o exagerando la figura, a fin de destacar cuán serio era el asunto a los ojos de su Padre y la importancia de ejercer autodominio en el delicado campo sexual.

¿Delicado? Sí. Porque la mujer había sido diseñada maravillosamente por el Creador no solo para conocer y disfrutar de los placeres de la vida, sino para potenciar su felicidad por medio de concebir descendencia que se le asemejara en todo el buen sentido de la palabra. (Proverbios 5:15-19; Cant 1:12-13; 4:5; 7:3-8; Lucas 1:31) Eso requeriría cuidar de sus hijos con amor y respeto por su dignidad, enseñándoles a andar en los caminos de Dios, no como robots, es decir, sin libre albedrío, sino como humanos responsables y amorosos. (Malaquías 2:7; Mateo 19:20; 1 Timoteo 1:5) Jesucristo, el maestro de maestros, recalcó el asunto al no soslayar en su enseñanza el punto de vista decente acerca del sexo, dándole la debida importancia, y los apóstoles, que transmitieron al mundo sus enseñanzas, asociaron, entre otras cosas, el sentido de decencia con el comportamiento sexual aprobado por Dios. (Ezequiel 23:1-3; Romanos 1:27)

Entonces, ¿por qué le fue necesario a Jesucristo traer a colación el asunto del sexo de una manera tan magistral? En primer lugar, porque según la ley que Dios había dado a Israel, cada miembro de la pareja debía resultar fiel al otro, es decir, evitar el adulterio. Y no solo se refirió a un acto en sí. De sus palabras se deduce fácilmente que principalmente se refería a los motivos tras acto sexual. Al decir: "Si tu ojo derecho te causa tropiezo, quítatelo y arrójalo" y "si tu mano derecha te causa tropiezo, córtatela y arrójala", estaba destacando la seriedad del asunto. No estaba enseñando a las personas a mutilarse. Eso hubiera sido una pésima interpretación de su parábola, de su autoridad y de su personalidad. Jesús siempre desplegó amor y sabiduría en todo lo que enseñó a sus discípulos.

Y en segundo lugar, era muy importante que sus discípulos tomaran acción rápidamente a fin de distraer su mente en otra cosa, en algo que no exacerbara algún deseo inapropiado o que corrompiera el concepto original de Dios relacionado con el sexo, es decir, con la lealtad de uno hacia su pareja. Usando lenguaje figurado razonó en que, si uno fuese a cortarse una extremidad, no lo haría lentamente ni poco a poco, tampoco por cuotas mensuales. Tendría que hacerlo muy rápido, en un instante y de una vez por todas. ¡Con ello ilustró la velocidad con la que sus discípulos debían distraer el foco de su atención. Si en ellos brotaban pensamientos sexuales codiciosos, no como actos naturales de placer en el marco del matrimonio (Génesis 2:24-25), la pasión egoísta se convertiría en el foco de su atención y estarían cediéndole el control a su debilidad, no queriendo hacer ya nada para evitarlo. O sea, dejarían que el pecado se hiciera cargo, envolviéndolos en una conducta que terminaría llevándolos a realizar acciones alejadas del punto de vista del Padre. (Génesis 4:7; Santiago 1:14-15)

Pero, por favor, no consideres la frase 'cambiar el foco de atención' simplemente como 'mirar hacia otro lado'. Porque uno no cambia el foco de su atención por el simple hecho de voltear la mirada, sino cuando 'dirige o canaliza su energía mental y física hacia un fin u objetivo diferente'. No es cuestión de simplemente mirar hacia otro lado ni de cerrar los ojos, sino de canalizar e invertir su energía en un sentido y objeto completamente distinto.

Es cierto que cerrar los ojos ayuda cuando uno necesita enfocar sus ideas o cuando quiere destacarlas para entenderlas mejor o potenciarlas, pero en este asunto, se trata de canalizar o redirigir la energía con la finalidad de evitar o evadir un peligro al final del camino. ¿Tendría algún sentido práctico o sabio que continuáramos a toda velocidad por un camino que supiéramos que acabaría en un profundo precipicio, con todas sus desagradables consecuencias? Eva hizo eso cuando le creyó al Diablo y sus ojos se recrearon en el fruto del árbol del bien y el mal, viendo que parecía un alimento muy bueno. ¡Supuso que conseguiría sabiduría comiendo su fruto, a pesar de que Adán le había dicho que Dios le había advertido: 'Ni siquiera lo toques, o morirás'. (Génesis 3:1-7) ¿Y qué pasó? Pues, ¡murió, según la advertencia!

Ahora bien, aunque, como vemos, los problemas de Eva no se debieron a un mal uso del sexo, el mal uso del sexo sí llegó a formar parte de la secuela de consecuencias de sus acciones, comenzando con el mal uso de su poder de seducción, al animar a su esposo a pecar contra Dios. Por eso la Biblia no habla del 'pecado de Eva', sino del 'pecado del hombre', Adán. (1 Timoteo 2:14; Romanos 5:12-14)

Mirando la historia de la humanidad en retrospectiva, es innegable que la mar de conflictos, accidentes, crímenes y desgracias resultaron de un mal uso del sexo, especialmente del adulterio. Alguien dijo una vez que 'si exprimiéramos todos los libros, revistas y diarios del mundo, seguramente chorrearía mucha sangre'. De hecho, ¡cuánto sufrimiento se hubiera ahorrado la humanidad siguiendo el consejo de Dios! No de arrancarnos los ojos ni de amputarnos las manos o los pies literalmente, sino de evitar el adulterio. Pero ¿es posible 'arrancarse uno los ojos y las manos' en un sentido figurado? En otra palabras, ¿es posible tener éxito en una batalla contra nuestros propios malos deseos, ya se trate de algo sexual o se otra índole? Jesús creía que sí. De lo contrario, ¿no hubiera sido sádico pedir a sus discípulos que alcanzaran un objetivo que no tenían capacidad para alcanzar? (Juan 15:14)

Para entenderlo mejor analicemos sus palabras como si se tratara de una enseñanza profunda relacionada con la concentración. Por ejemplo, ¿no hemos escuchado a veces la advertencia: "Por favor, apaguen sus teléfonos, o póngalos en función de vibrador, a fin de no distraer la conferencia"? En las escuelas se pide a los estudiantes que apaguen sus celulares o desactiven el volumen, a fin de no distraer a los demás. ¿Y qué hay de las prohibiciones del gobierno respecto a conducir automóvil hablando por teléfono? ¿Por qué lo prohíben? ¿Cuál es el problema, acaso la habilidad de conducir con una sola mano? ¡No! El problema no es la habilidad para conducir con una sola mano. El problema es que nuestro cerebro, cuando presta atención, tiende a concentrarse en un solo punto. ¡Pone su foco de atención en una sola cosa! Si algo lo distrae, podría perder el hilo o caer en una laguna mental. Parece mentira, pero sabemos que algo tan aparentemente insignificante como una mosca podría hacernos perder el hilo de la concentración en cualquier momento.

Pensemos en esto: Cuando uno está prestando toda su atención a su programa favorito de televisión, o está mirando una jugada del partido de fútbol más importante del año, o jugando un videojuego de alta velocidad, ¿cómo suele reaccionar si alguien lo distrae? ¡Con ira! ¿Por qué? Porque aunque siga viendo la pantalla, su cerebro pierde la concentración, modificando el foco de atención. Basta distraerse un instante para perderse la parte más importante del partido o para cometer un error que le haga perder puntos en el videojuego.

¿Qué aprendemos? Que los factores distractivos tienen el enorme potencial de desviar la atención de nuestro cerebro y hacer que pierda la concentración. ¡La distracción es muy poderosa! De hecho, en algunas circunstancias puede usarse como arma para causar tropiezo. Por ejemplo, cualquier experto en artes marciales sabe que uno de los aspectos del éxito al enfrentar a su atacante consiste en tomarlo por sorpresa, es decir, distraerlo, sacarlo de su centro de equilibrio, de su zona de comfort o de concentración, para aventajarlo y aplicarle una técnica defensiva o de contraataque. Y los delincuentes saben que no hay nada como sorprender o distraer a su víctima para desconcertarla. Los magos también usan la distracción para producir sus increíbles espectáculos. La distracción puede usarse a favor o en contra, positivamente o negativamente, constructivamente o destructivamente.

"El arte de la guerra se resume en engañar al enemigo"

Por eso resulta estúpido que alguien ventile sus estrategias en público. Le estaría dando una increíble ventaja a su enemigo, quien seguramente realizaría todas sus acciones sorpresivamente, sin dar ninguna información que sirva de pauta para adivinar su próximo golpe. Según Sun Tzu,  estratega militar chino, a fin de cuentas, todo el arte de la guerra consiste en una sola cosa: Engañar al enemigo. Eso significa que el factor sorpresa y la distracción son fundamentales para ganar cualquier guerra. Sin secretos ni sorpresas no hay distracción, sin distracción no hay engaño, y sin engaño no hay victoria. Sorprender al enemigo es un requisito que cualquier estratega militar tiene que llenar si quiere ganar. Dicho de otro modo, no existe peor táctica que publicar a los cuatro vientos los detalles relacionados con una estrategia. Por la misma razón, el célebre Napoleón decía: "Todo gran capitán debe pensar varias veces al día: '¿qué haré si el enemigo se presenta por el frente, por la derecha o por la izquierda'?". Porque si lo sorprendían, perdía.

¿Te parecería inteligente decirle al ladrón dónde están ubicadas las cámaras de seguridad de una tienda? ¿O qué dirías si la policía publica a los cuatro vientos la noticia de que no hay suficientes policías para brindar seguridad en la zona donde vives? ¿No crees que los ladrones aprovecharían la ocasión para entrar en tu casa? ¿Acaso es novedad que asaltantes hayan vaciado una casa después de que alguien usara las redes sociales para contarles a todos sus amigos que la familia se iría de vacaciones a una isla lejana por tres meses? ¿Y no te ha sucedido que quisiste contar un chiste pero otra persona se adelantó y mencionó cómo termina, aguando el impacto? ¿O no te ha ocurrido que le entregas a un amigo un obsequio envuelto en papel de regalo pero otra persona le dice lo que contiene?

La sorpresa anunciada deja de ser sorpresa, y guardar un secreto es tan importante como la sorpresa misma. Sin secreto no hay sorpresa, sin sorpresa no hay engaño, y sin engaño no hay victoria. Por lo tanto, el secreto, la distracción, el engaño y la sorpresa van de la mano. Todo tienen que combinarse adecuadamente para que resulte en engañar al enemigo.

Es cierto que Jesucristo dijo: "No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse". (Mateo 10:26) Porque todo quedaría finalmente revelado en el momento preciso. Por ejemplo, al profeta Daniel se le ordenó: "Guarda estas cosas en secreto y sella el libro hasta el tiempo del fin". Daniel no sabía en qué terminaría el asunto. Se le advirtió: "Se mantendrán selladas y en secreto hasta que llegue el fin. Muchos serán purificados y perfeccionados, y se limpiarán, pero los malvados seguirán en su maldad, y ninguno de ellos entenderá nada. Solo los sabios entenderán todo". (Daniel 12:4-10) Guardar el secreto, en esa profecía, era parte de la estrategia de Dios, reservada para el tiempo en que arremetiera mediante su Reino contra el imperio del mal.

Sin embargo, ¿qué sucede en una guerra cuando el enemigo se percata de la sorpresa o de la estrategia completa? ¿Está todo perdido? No necesariamente. Aún en ese caso quedaría una carta bajo la manga: la distracción. Hasta en el último momento un general o soldado podría echar mano de un factor distractivo, sacar del punto de equilibrio o confort a su enemigo y voltear el marcador a su favor. ¡Un gran capitán nunca menosprecia el poder del factor distractivo!

Otro ejemplo. ¿Cuál es la misión de un futbolista que patea un penal, sobre todo un penal que definirá el partido? Patear con todas sus fuerzas. Pero es solo un aspecto. El otro es engañar al portero. Y por otro lado, ¿cuál es la misión del portero? ¡Adivinar la jugada, a fin de impedir al gol! La pelota está a solo 11 metros y en pocos segundos saldrá volando a unos 300 Kms por hora. No hay tiempo para pensar. Hay que adivinar. No queda otra. Por eso, a veces vemos que la pelota sale disparada hacia la izquierda y el portero se lanza hacia la derecha, porque el jugador logró engañarlo.

No tiene que ser una gran distracción. A veces se requiere despertar solo una pequeña curiosidad para que el foco de atención del cerebro acepte el nuevo estímulo y se concentre en otra cosa. Por eso, jamás debemos subestimar el poder de la distracción, ni la capacidad del cerebro para distraerse. Por ejemplo, si un niño está entretenido con un juguete y se lo quitamos, chillará hasta que se lo devolvamos. Pero si le entregamos a cambio un objeto brillante, lo intercambiará sin hacer ningún escándalo, y quedará deleitado. ¡De eso estaba hablando Jesucristo en Mateo 5:27-31. No estaba diciendo que la gente se cortara las manos ni se arrancara los ojos. Estaba concentrando toda la atención de sus oyentes, mostrando el poder de la distracción.

Repasemos sus palabras: "Cualquiera que mira con codicia a una mujer". Vale decir que piensa o se emociona en sentido erótico con otra persona (sea varón o hembra). En otras palabras, debemos entender: "Cualquiera que pone su foco de atención en disfrutar una pasión sexual [lógicamente, refiriéndose a alguien que no es su cónyuge]". Aquí Jesús estaba poniendo el énfasis en el foco de la atención! Y al decir: 'Arráncate el ojo derecho', estaba diciendo: "Sé drástico, usa un factor distractivo y cambia el foco de atención". Así de simple. Jesús sabía que los factores distractivos eran poderosos y podían funcionar de maravilla en esos casos, y lo sabemos por todo lo mencionado antes. La distracción tiene tanto poder que puede apartar al cerebro del foco de atención. Y Jesús también sabía que si no se cambiaba el foco de atención inmediatamente, el pecado podía ser envolvente, al grado de que no podría resistirse. La única opción consistía en cambiar el foco de atención del cerebro en el acto.

La distracción es poderosa

Si uno no se concentra en lo que hace, puede tener un accidente grave, ya sea manejando un automóvil a alta velocidad, pilotando un avión, montando skateboard, surfeando las olas, patinando, escalando un nevado, caminando por una cuerda floja, cortando una cebolla, aserrando un tronco, perforando con un taladro, encendiendo un fuego, etc. Por ejemplo, no es sabio cocinar y usar un teléfono móvil o una computadora. ¡Porque hay grandes probabilidades de que se queme la comida! Los móviles y las computadoras tienen un gran poder de atracción sobre el foco de atención del cerebro.

Por la misma razón, pero en sentido positivo, uno puede sacar ventaja de dicho poder respecto al asunto que mencionó Jesucristo y llevar las de ganar. Porque Jesús no estaba pidiendo algo imposible o muy difícil. Solo estaba sugiriéndonos que nos distrajéramos con otra cosa. Así de simple. Usar el poder distractivo a nuestro favor.

Claro, parece fácil decirlo. Pero las palabras de Jesús no hubieran tenido suficiente impacto, ni sus palabras hubieran merecido que se escribieran en un libro si él hubiese dicho: "Distráete con otra cosa". Más bien usó una hipérbole vibrante que ayudara a sus oyentes a pensar profundamente, no en una amenaza de tormento por mutilación, sino en un factor distractivo. ¡Porque conocía el extraordinario poder de la distracción!

Si imagináramos algo erótico y luego imagináramos que nos arrancan un ojo, ¿no sería tan cruda la segunda imagen que nos distraeríamos? ¡Claro que sí! El secreto radica en usar el poder de la distracción. Eso es lo que estaba ilustrando Jesús. Quería atraer la atención de sus oyentes hacia otra cosa. Tal vez por eso fue que el apóstol Pablo aconsejó: "Ni siquiera hablen de la inmoralidad sexual ni ninguna clase de impureza ni avaricia, porque no es propio del pueblo santo de Dios". (Efesios 5:3)

No quiso decir que no se hablara del tema. De hecho, él estaba tocando el tema. Se refería a la manera o forma de tratar el tema. Porque si hablaba del asunto y resultaba en exacerbar las emociones y sensaciones sexuales de sus oyentes, no hubiera cumplido el propósito de Dios.

Por ejemplo, cierto cristiano que estaba arrepentido de todo un pasado de ver imágenes malas, dijo que tenía muchas  grabadas como fuego en su cerebro. ¡No las podía borrar! Ciertos olores, colores, sabores u otros estímulos sensoriales, podía traerle malos recuerdos en cualquier momento. No quería pensar en ello. Pero bastaba que alguien mencionara la palabra "pornografía" para que se desencadenara en su interior la horrible avalancha de imágenes no deseadas haciéndole difícil progresar espiritualmente. Quizás por eso el apóstol dijo que se evitara hablar del asunto. Pero volvamos al poder de la distracción.

Por ejemplo, a diario ocurre una aplicación negativa del poder de distracción. ¿No has oído ni visto casos de accidentes graves en la autopista porque uno de los conductores se distrajo? Muchas veces el problema radicó en lo que había en el foco de atención de su cerebro. Si un conductor pone el foco de su atención en la autopista, todo va bien. Pero si el foco de su atención cambia bruscamente a otro asunto (mirar un anuncio publicitario impactante, contestar el teléfono, tratar de espantar una abeja que se metió por la ventana), puede perder inmediatamente la concentración y aumentar considerablemente el riesgo de tener un accidente. Solo se necesita un segundo de distracción para provocar una desgracia. Por la misma razón, pero en sentido positivo, Jesús sabía que bastaba un segundo para distraer la atención del cerebro y librarse el problema del adulterio y todas sus consecuencias. En realidad, Jesús estaba diciendo: "¡Distráete inmediatamente con otra cosa y evítate problemas!".

¿No nos ha sucedido alguna vez que bastó un segundo para que perdiéramos el equilibrio, resbaláramos, nos cortáramos un dedo, nos electrocutáramos o de otras formas sacáramos a nuestro cerebro de su concentración? Siguiendo el mismo principio, un segundo es más que suficiente para contrarrestar una inundación hormonal que podría degenerar en una experiencia sexual ilícita desde el punto de vista de Dios. Parece mentira, pero así funciona el cerebro, y Dios es el único que tiene derecho de regular y sugerir cómo usarlo para no echarlo a perder. Tal como basta un segundo para tropezar y perder nuestra amistad con Dios, también basta un segundo para evitarnos una montaña de problemas. En este caso resulta corto el dicho "más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto". En realidad, en mucho más abarcador:  "Más vale perder un segundo en la vida que la vida en un segundo".

A veces, algunos necesitan un electroshock (una experiencia horrible) para abrir los ojos de par en par y darse cuenta de que estaban andando por el camino equivocado. Otros tardaron años en darse cuenta pero finalmente lo lograron. Y aún otros se dejaron llevar por la corriente y se acostumbraron tanto a la maldad que les salió un callo en la conciencia y nunca regresaron al camino del bien, segando terribles consecuencias (vergüenza, cárcel, enfermedades, etc.).

Buscar a cualquier precio la efímera satisfacción que proporcionan las hormonas de placer sexual solo para terminar pagándolo con dificultades y enredos que pueden tardar años en solucionarse, si es que se solucionan, no es un proceder equilibrado ni sabio. Sería como comer una deliciosa pizza envenenada, o como amasar una fortuna ilegal disfrutando de comodidades, lujos, amigos, viajes y placeres por un poco de tiempo, y al final pasarse el resto de la vida lamentándolo en el rincón nauseabundo de una prisión por haberlo conseguido por medios fraudulentos. Las hormonas no razonan ni sienten compasión por nadie. Somos nosotros los que tenemos aprender a ponerlas en orden y gobernarlas. (Colosenses 3:15)

Por ejemplo, cuando oímos que alguien se refiere a la oxitocina como la molécula del amor, ¿ponemos interés hasta el punto de investigar lo que realmente significa y el efecto que tiene en nosotros o en nuestros hijos en la vida real? Y si por ahí alguien vuelve a referirse a la oxitocina, pero esta vez la llama la hormona del parto, entendemos lo que quiso decir? ¿O simplemente pasamos la pagina y se lo dejamos a los endocrinólogos? La mayoría de nosotros no entendería lo que son "los núcleos supraópticos y paraventriculares del hipotalamo". Pero deberíamos interesarnos porque son los que producen la oxitocina. ¡Necesitamos saber!

¿Se puede engañar a las hormonas?

Este no es un blog de endocrinología, ni mucho menos, pero nuestro objetivo con este artículo es despertar tu interés en tus hormonas, para que sepas que tienen mucho que ver con tu felicidad o infelicidad, con tus relaciones humanas y con tu vida cotidiana.

Bueno, las hormonas no son fáciles de engañar, los médicos endocrinólogos dominan el arte de controlarlas con químicos idóneos. Si uno tiene un desequilibrio hormonal, le ofrecerán un tratamiento personalizado. Pero ¿qué hay de las de tipo sexual? También hay formas de tratarlas. Es muy importante visitar al endocrinólogo por lo menos una vez en la vida para que nos explique estas cosas en términos fáciles de entender.

Temprano en la pubertad, ciertas glándulas del cuerpo humano comienzan a producir y segregar en las gónadas las potentes hormonas sexuales (las mujeres, estrógenos y progesteronas, y los hombres, andrógenos y testosteronas). Su tarea consiste en regular las diferentes funciones sexuales. Este proceso produce cambios notorios a nivel corporal y emocional, especialmente en la líbido (deseo sexual). La hipófisis y el hipotálamo se encargan de detectar los excesos o carencias a fin de interrumpir o liberar el flujo hormonal, y sus niveles dependen en gran parte de la edad y características de la persona.

La mujeres producen estas hormonas de manera cíclica cada 28 días durante su edad fértil (“ciclo menstrual” o "período"), circunstancia asociada a su deseo sexual o líbido, que se intensifica o debilita según los picos de estrógeno y según las molestias que conlleva. Sin embargo, su función principal es preparar el aparato reproductor para recibir el esperma masculino y producir las condiciones adecuadas para la implantación del óvulo fecundo (la progesterona tiene un efecto sedante en la mayoría de las mujeres y se manifiesta poco antes de su menstruación como un estado de depresión pasajera).

Dicha función cíclica se reduce poco a poco, aproximadamente a partir de los 50 años, hasta detenerse por completo, lo que se conoce como “menopausia”, o sea, la terminación de la producción hormonal. Como dato interesante que algunas mujeres no saben, sus ovarios también producen testosteronas en pequeñas cantidades, los cuales contrarrestan los estrógenos hasta el tiempo de la menopausia. Y aunque se sabe que originalmente todos los fetos son de naturaleza femenina, los genes y las hormonas son los que finalmente determinan el sexo biológico de los individuos (mujer: XX, y hombre: XY).

¿Y los varones? A partir de la pubertad, sus gónadas producen andrógenos y testosteronas (esenciales para el desarrollo de sus genitales y de los espermatozoides y para el aumento de su deseo sexual o libido), coadyuvando en la síntesis de proteínas y el desarrollo muscular. Por eso suelen tener más masa muscular que las mujeres. Como dato interesante, todas sus hormonas sexuales se sintetizan a partir del colesterol. Pero todas estas funciones se reducen poco a poco con la edad, igual como sucede con las mujeres, lentamente y con menor intensidad.

En general, las hormonas influyen en el desarrollo de todo el sistema nervioso central y en la sensibilidad emocional de cada quien. Muchos psicólogos han tratado de explicar la función principal de la sexualidad, ya que influye en la capacidad para relacionarnos unos con otros, para comunicarnos, reproducirnos y realizar toda clase de actividades y placeres, como son los bailes, el teatro, la música, los deportes, etc.. Es fuente de inquietud tanto en hombres como en mujeres.

De hecho, no solo los psicólogos. La sexualidad ha sido debatida por científicos, médicos, psicólogos y teólogos de toda clase. Algunas religiones la consideran pecaminosa si no tiene como fin la reproducción, y no permiten el placer propio, considerándolo egoísta. Pero la Biblia no condena el legítimo placer del sexo conyugal, siempre que no manifieste egoísmo, codicia, inmundicia ni idolatría. 1 Corintios 7:4-5 dice: "La mujer no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo, y el hombre no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, por un tiempo, para dedicarse a la oración. Pero no demoren en volver a juntarse; de lo contrario, pueden caer en la tentación por falta de autocontrol". Al decir que 'no se demoren en volver a juntarse' no se refiere a juntarse para conversar. ¡El contexto de estas palabras aclara que se refiere a las relaciones sexuales como fuente de placer, no a la reproducción de la especie! (Proverbios 5:19)

Es innegable que la sexualidad está presente en todos los ámbitos de la vida (en sociedad, en la economía, en las instituciones, en las creencias, en la política, en lo cotidiano). Jesucristo no fue ajeno a ese asunto. No lo consideró un tema tabú. Reconocía que la conducta sexual, es decir,  nuestro comportamiento en sociedad, recibía influencia de diferentes factores biológicos y educativos y que sus discípulos tendrían que aprender a restringir ciertos impulsos a fin de controlar sus actos para no estrellar sus vidas contra la realidad. Un recurso formidable era la distracción, es decir, sacar al cerebro del foco de atención cada vez que tendiera a concentrarse en algo impropio.

Pero el consejo de Jesús fue más que un consejo. Estaba enalteciendo un principio que no se circunscribiría a los varones. ¡Era válido también para las mujeres! Ellas debieron entender que tampoco debían mirar a los varones simplemente con fines sexuales, egoístas e impropios.

Sin embargo, la sexualidad recibe una significativa influencia de la sociedad, de nuestra cultura y de nuestras creencias, las cuales dependen del ambiente en el que nos desarrollamos. Las creencias que se nos implantan afectan nuestra vida sexual. A partir del nacimiento, el ambiente familiar influye y contribuye a diferenciarnos unos de otros según la conducta masculina y femenina de nuestros padres, abuelos, hermanos, tíos, etc.

Para médicos y psicólogos, la sexualidad es esencial para alcanzar el equilibrio como individuos. Se supone que no deberíamos abrigar complejos, sino abordar los temas sobre sexo como algo natural. Porque la información correcta nos ayuda a ser responsables y respetuosos. Porque somos reaccionadores y reaccionamos a intrincados impulsos hormonales producidos y regulados en el interior de nuestro cuerpo por nuestros deseos, nuestra voluntad y nuestra capacidad de resistencia. Cada ser humano interpreta los impulsos o respuestas sexuales de manera diferente, dependiendo de sus creencias, pensamientos, emociones y sensaciones.

¿Podemos resistir?

Bueno, para ser francos, nuestra imaginación y fuerza de voluntad pueden parecer infinitas, pero no nuestra capacidad de resistencia. Toda resistencia tiene un límite. Por ejemplo, si uno cuelga de una cornisa con nada más que sus dedos,
como se muestra en las películas de acción, ¿cuánto tiempo podrá resistir? ¿Todo el tiempo que sea necesario hasta que lleguen a rescatarlo? No. En las películas se muestra al protagonista resistiendo un largo tiempo hasta que llega alguien y le a extiende la mano y lo salva. Pero no sucede así en la vida real.

Lo cierto es que el tiempo aproximado para que una persona promedio resista colgada de una cornisa es de unos 15 segundos. Y es mentira que con una sola mano uno pueda alzar en peso a alguien que cuelgue en el vacío, a no ser que se ponga un arnés previamente anclado. Toda resistencia es limitada. Si uno alza un vaso con agua con una mano, puede parecer liviano. Pero ¿cuánto tiempo podrá mantenerlo en alto? Cada minuto que transcurra lo sentirá más y más pesado hasta dejarlo caer. Su resistencia tiene un límite.

Por lo tanto, ya sea que uno cuelgue de una cornisa o sostenga un simple vaso de agua, tiene que ser realista y reconocerlo: ¡Su imaginación y fuerza de voluntad parecen ilimitadas, pero no su resistencia, la cual puede fallar en cualquier momento! Y con mayor razón podemos decir lo mismo del sistema que regula y controla nuestras poderosas hormonas sexuales. Jesús sabía que se trataba de un asunto que no podía esperar. Había que tomar acción...¡y pronto!

Como hemos visto, cuando Jesús usó la ilustración de 'cortarse una mano' o 'sacarse un ojo', no estaba hablando de mutilar a nadie, sino refiriéndose al hecho de ser drásticos y rápidos en aplicar el método de la distracción, a fin de modificar el foco de atención del cerebro. Y no sería extraño que el ademán que usara en ese momento fuera igualmente brusco, para vigorizar el verbo griego en tiempo aoristo, que implicaba "una acción única" y "sin demora", "sin cuotas" y "sin postergarlo", o sea, "de una vez por todas". De lo contrario, nuestra resistencia se quebraría.

Imaginemos por un momento a un médico que está cenando en un restaurante. De repente, observa a un comensal atorándose con un bocado. ¿Crees que lo quedará mirando, pensando en la Luna? ¿O se pondrá de pie inmediatamente y se apresurará para ayudarlo con algún procedimiento de emergencia? ¡Lo hará en tiempo aoristo! "Aoristo" nos recuerda la frase "ahora mismo", es decir, sin demora, de una vez por todas. O imaginemos que salimos temprano de casa para ir a una importante reunión de negocios, pero de repente un pájaro deja caer sobre nosotros una enorme carga biológica. ¿Qué haremos? ¿Seguiremos andando? ¿O regresaremos y nos cambiaremos de ropa?  ¡Regresaremos y nos cambiaremos de ropa en tiempo aoristo! Eso es lo que Jesucristo estaba queriendo comunicar.

Es como si hubiera dicho: "Les garantizo que si siguen pensando con morbosidad en el sexo, no van a resistirlo. Acabarán metiéndose en muchas dificultades (enfermedades sexuales, problemas económicos, vergüenza, dolores, sufrimientos, peleas, separaciones, divorcio, juicio de alimentos, asesinato, vidas destrozadas, depresión, cárcel, suicidio, etc.), y su vida se volverá un infierno. ¿Trágico? ¡Es la realidad! Las noticias nos muestran vez tras vez que los que solo viven para el sexo siempre terminan lamentándose. ¿Cuán a menudo oímos en las noticias la frase "crimen pasional"? Mejor es distraer el foco de atención del cerebro, de una vez por todas, drásticamente, como si uno se arrancara de raíz un ojo o una mano." (Mateo 25:27-30)

¿Por qué Jesús no usó como ejemplo "la nariz", "la oreja" o "la pierna"? Porque el ojo representaba aquello a lo cual uno prestaba más atención (se dice que el 85% de lo que aprendemos ingresa por el sentido de la vista). Y la mano representaba las acciones que uno realizaba. Por tanto, Jesús no estaba hablando de mutilarse uno los ojos ni las manos, sino de distraer el foco de atención del cerebro mientras tuviera oportunidad. Uno no debía detenerse a pensarlo ni posponerlo por un instante. Jesús sabía que, en el asunto de las hormonas sexuales, los segundos corrían y los niveles de resistencia disminuían bruscamente anhelando dopaminas, endorfinas, etc. ¡Uno tendría que actuar inmediatamente, de una vez por todas! Solo así la distracción, como estímulo poderoso, haría su parte y sacaría al cerebro de su foco de atención incorrecto, canalizándolo hacia un foco de atención aceptable al Padre. (Salmo 19:14; Juan 8:29-30) El investigador social y escritor Napoleón Hill lo llamó 'transmutación sexual'.

Con esto no decimos que las hormonas o en procurarlas sea en sí mismo algo malo. Cuando uno juega o hace el tonto con los amigos provoca la producción de endorfinas. Se sugiere producir endorfinas para sentirse uno bien. Pero cuando se trata de la advertencia de Jesús, es un asunto diferente. Un ejemplo nos ayudará a entenderlo. Tomar el sol y mantener las habitaciones bien ventiladas es más que recomendable para conservar una buena salud. Pero debido al calentamiento global sabemos que los rayos ultravioleta son mucho más agresivos entre las 11 am y las 3 pm, por lo que se recomienda evitar una prolongada exposición a esas horas. Además, se sugiere usar bloqueador.  Y respecto a la ventilación, tal vez sería contraproducente abrir todas las ventanas en una noche muy fría cuando el viento arrecia y uno está con catarro, gripe o influenza. La ventilación es buena, siempre que no sea imprudente exponernos a ella.

Igualmente, el cuerpo produce ciertas hormonas cuando las necesita, pero no significa que haríamos bien en producirlas intencionalmente en todos los casos, ni mucho menos consumir drogas artificiales a fin de potenciar sus efectos. De hecho, hay hormonas producidas por el cuerpo humano que podrían ser hasta veinte veces más potentes que las drogas médicas o artificiales. Por eso hay sugerencias y tratamientos médicos ligados al aumento de endorfinas, como la acupuntura o los masajes, la hidroterapia, los baños calientes, etc., y los médicos sugieren realizar tantas actividades ligadas al aumento de endorfinas como sea posible. Pero si bien el sexo es uno de los muchos medios para lograrlo, Jesús no lo recomendaría si uno no estuviera casado, aunque a algunos les suene ridículo. (Juan 8:10-11)

"¡Es que no puedo resistir!"

"Pero vivimos en un mundo moderno en el que todo se permite. ¿Por qué resistir? "¡Yo quiero vivir la vida!", dicen algunos. Pero para ser sinceros, ¿cómo está el mundo? ¿Cuál es el mensaje que podríamos condensar si juntáramos todas las noticias del planeta? ¡Un verdadero desastre! ¿Acaso es eso vivir la vida? (1 Corintios 15:32-33)

Otros dicen: "Yo creo en la evolución. Si desciendo del mono, entonces la Ley de Dios es solo una invención humana. Soy ateo, agnóstico y libre pensador, no veo razón para controlarme". Pero ¿cómo terminará su vida? ¿Realmente tiene una sabiduría superior a la que demostró Jesucristo? ¿Realmente sabe más que Dios? (Job 40:8)

La Biblia dice que "todo tiene un momento oportuno", y que "hay un tiempo para todo". (Eclesiastés 3:1) A veces, resistirse es malo, pero no siempre. Por ejemplo, a fines de 2014 la policía de Nueva York quiso arrestar a un hombre inmenso porque, según dijeron, estaba vendiendo cigarrillos en la vía pública. Pero el tipo se resistió con todas sus fuerzas, tanto que necesitaron varios hombres para ponerlo bajo custodia. Uno de los policías le aplicó una certera llave al cuello, resistiéndolo, pero se excedió y lo mató. En este caso, resistirse le costó muy caro. ¿Y al policía? Un juicio por brutalidad policíaca.

Sin embargo, la resistencia puede ser muy beneficiosa en otros sentidos. Por ejemplo, no podríamos escribir en la computadora si las teclas no ofrecieran resistencia a nuestros dedos. No podríamos ponernos lentes si la nariz no les ofreciera resistencia. No podríamos tomar sopa si la cuchara no ofreciera resistencia al líquido. No podríamos practicar surf si las olas no ofrecieran resistencia a la tabla. No podríamos sentarnos si la silla no ofreciera resistencia a nuestro cuerpo. Vivimos en un mar de resistencias positivas y negativas.

Claro, en el caso de una motivación sexual incorrecta, no podrás resistir si mantienes el foco de atención en el deseo. En Mateo 5:27-30 Jesús no estaba condenando mirar a las mujeres -él mismo hubiera tenido que volverse ciego-, sino el motivo con el que uno la mirara y el tiempo que le dedicara a dicho pensamiento. ¿Cuál era el foco de su atención? ¿En qué ponía los ojos y por cuánto tiempo? ¿Estaba dando rienda suelta a sus ojos y a su imaginación?
 
Recordemos la imagen del que cuelga de una cornisa con sus dedos. Los segundos corren y se acaban. Igualmente, Jesús dio a entender que, si uno miraba con ojos hambrientos, no podría resistir. Sus hormonas sexuales, más poderosas que su frágil capacidad de resistencia, solo necesitarían un par de segundos para tomar el control. Su gotera hormonal acabaría inundando todo su organismo, envolviéndolo como si fuera con una cadena imposible de romper. Es como el gordo que mira mucho un chocolate.

Por lo tanto, con relación al sexo, ten presente que el don de la resistencia y de distraer el foco de atención del cerebro no se te dan como un recurso al que puedes echar mano después de pasados unos segundos. ¡Tienes que actuar en el mismo momento en el que tus ojos o tus manos se van por donde no deben! Entonces verás en funcionamiento el fantástico recurso que Jesús estaba procurando ilustrar. ¡Él mismo lo utilizaba! ¿O crees que él se dejaba atrapar por el pecado? La Biblia explica: "Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca". (1 Pedro 2:22)

National Geographic sacó al aire un programa donde se mostraba a varios niños realizando una prueba de resistencia. Se les dijo, a cada uno: "Este es un rico dulce. Puedes comértelo ahora mismo. Pero si esperas 15 minutos, te daremos dos más". El supervisor se retiraba para verlos a través de un espejo transparente. Los que acariciaron el dulce con la mirada, terminaron arrojándose sobre él y tragándoselo de un solo bocado, mientras que los que distrajeron su mente en otra cosa pasaron la prueba y recibieron dos más.

Quedaron demostradas varias cosas: Una era que la distracción es poderosa. Unos pudieron modificar el foco de atención de su cerebro y resistir mejor que los que mantuvieron el foco de atención sobre el dulce. Y otra, que no somos tan débiles como creemos. Podemos superar nuestra mejor marca si actuamos rápidamente y cultivamos un buen motivo para resistir.

Piensa en esto: Aquellos niños que cambiaron el foco de su atención recibieron dos veces más dulces. Pero ¿cuántas veces dice Jesús que obtendremos si enfocamos nuestra atención en el reino y trabajamos por él? "¡Cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones), y en el reino, vida eterna." (Marcos 10:29-30)

En caso de que quieras ver un documento de NatGeo con más argumentos sobre el asunto de las hormonas en conexión con diferentes adicciones, puedes ir a YouTube y buscar como natgeo/adiccion o hacer clic aquí

¿Hecho aislado o hábito?

Por otro lado, como vimos, cuando Jesús trajo a colación la ley de Dios sobre el adulterio, no solo destacó el mandamiento o prohibición, sino los sentimientos incorrectos que antecedían la acción, explicando además el principio en que se apoyaba dicha la ley y la manera eficaz de evitar su comisión. Pero alguien podría preguntarse cómo manejar el asunto si no se trata de un hecho o pensamiento aislado, sino que en su caso se ha convertido en un hábito, costumbre o cultura.

"El hombre es un animal de costumbres"

Generalmente se entiende que un hábito es todo comportamiento aprendido que se repite una y otra vez sin que medie razonamiento alguno. Y vale aclarar que no todo hábito es incorrecto. De hecho, la Biblia dice: "No se engañen: 'Las malas compañías corrompen las buenas costumbres'", lo cual indica que el cristiano debía cultivar buenos hábitos. (1 Corintios 15:33)

¿Tenemos el hábito de reflexionar profundamente en lo que leemos en la Biblia todos los días? ¿Tenemos el hábito de orar a menudo? Son hábitos excelentes adquiridos que debemos mantener. Pero ¿qué hay si de trata del caso de Mateo 5:27-30? ¿Hemos tomado una firme resolución como hizo Job respecto a nuestros ojos, de distraer el foco de atención y de no mirar con deseos incorrectos a nadie? (Job 31:1)

El resultado de un hábito correcto tiende a la vida, a la prosperidad espiritual y al bienestar general. Porque nos evita el dolor de perder la bendición del Padre. Su claro mandamiento citado anteriormente indica que hay cosas que no le agradan. En cambio, el resultado de un hábito incorrecto tiende a la muerte, a la decadencia espiritual y al malestar general, sin importar la cantidad de dopamina que se consiga pasando por alto la ley de Dios. No hay dosis de ninguna droga u hormona que nos ayude a alcanzar la salvación. Lo único que podrá salvar a alguien es la fe en Cristo, que debe estar respaldada por obras. (Santiago 2:24-26)

El problema con el hábito es el hábito mismo. Porque la característica del hábito es que predispone a la persona a realizar la misma tarea o actividad de manera similar. Se convierte en un comportamiento casi automático, incluso necesario, como en el caso de cepillarse los dientes o llevar consigo las llaves de la casa. De modo que cuando se trata de un hábito saludable, como hacer ejercicios, comer o descansar según un horario, tocar un instrumento musical, entrar y salir puntualmente de casa o cualquier otra cosa, contribuye a la perfección y satisfacción. Pero cuando se trata de un hábito nocivo, como fumar, drogarse o emborracharse, o como lo mencionado en Mateo 5:27-31 (que por lo visto activa potentes hormonas sexuales), contribuye alejar a uno de Dios y de Su bendición, lo cual se podría traducir en un abanico de desventajas, además de producir una insatisfacción estéril.

El mejor incentivo

Aunque Jesús no tenía malos hábitos, pudo resistir todas las tentaciones del Diablo. (Juan 14:30) ¿Cuál fue su mejor incentivo? ¿Un reloj de oro? ¿Una cena opípara en un restaurante de lujo? ¿Todos los reinos del mundo? No. Satanás usó todos sus poderes para despertarle sentimientos de codicia y orgullo, semejantes a los que despertó en Adán y Eva. Pero no pudo doblegarlo, ¡ni un centímetro! Porque a Jesús lo motivaban incentivos superiores.

Para empezar, sabía que su incentivo era el gran amor que sentía por su Padre. (Hebreos 10:5-7) Y por ese amor, su Padre le daría todo aquello que Jesús deseara. Por eso, Jesús dijo: "Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre". Jesús deseaba ardientemente que el nombre de su Padre fuese santificado, es decir, que los hombres dejaran de menospreciarlo achacándole las injusticias que Satanás había causado en el mundo. ¡Cuánto le dolía que la gente clamara "¿Por qué Dios mío?" cuando alguien moría o sufría una desgracia, como si Dios la hubiera causado, o como si Dios probara a las personas con cosas malas. (Santiago 1:13) 

Jesús no cayó en ninguna de las tentaciones que el Diablo le puso enfrente. Las resistió todas porque mantuvo el foco de atención de su cerebro y corazón en hacer la voluntad de su Padre. (Lucas 22:42-43; Juan 8:29; 18:37) Observemos cómo reaccionó Jesús, según se lee en Lucas 4:3-13:
  • - Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en panes. (El Diablo se concentró en el hambre).
    - Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre." (Jesús cambió el foco de atención inmediatamente)
     
  • - Te daré todos estos reinos y su gloria [...] si me adoras... (El Diablo se concentró en el poder político).
    - Está escrito (en Deut 6:13): "Al Señor tu Dios debes servir, solamente a Él" (Jesús cambió el foco de atención inmediatamente)
     
  • - Si eres Hijo de Dios, ¡tírate desde aquí!, porque está escrito: “Sus ángeles te cuidarán". (Quiso que dudara)
    - También está escrito: "No pongas a prueba al Señor tu Dios". (Deuteronomio 6:16) (Jesús cambió el foco de atención inmediatamente)
Jesús no se incomodó ni se puso a meditar "Mmmm, ¿y ahora qué le digo?", sino que respondió inmediatamente y de una vez por todas, cambiando el foco de atención. En vez de detenerse a pensar en el incentivo que le proponía el Diablo, como hizo Eva (Génesis 3:6), centró el foco de su atención en el incentivo que tenía en el corazón: Su alimento era servir a su Padre (Juan 4:34). Su rey y Dios era su Padre (Mateo 6:9-10). Y sabía que el Diablo estaba citando fuera de contexto el Salmo 91:11-12, porque no aplicaba en ese tiempo, sino en un sentido simbólico y en el futuro.

Tal como aquellos niños que fueron recompensados con dos dulces adicionales por esperar 15 minutos, Jesucristo estuvo dispuesto a esperar en Dios todo el tiempo que fuera necesario hasta que se cumplieran todas las cosas escritas por Moisés y los Profetas acerca de él.  (Salmos 110:1; Lucas 21:24; 24:25-32; Hebreos 10:12-14)

Por lo tanto, reconozcámoslo sinceramente: Las hormonas sexuales son poderosas y no podemos darnos el lujo de vencerlas tomándonos todo el tiempo del mundo para reaccionar. Tenemos que asumir el control de nuestra vida en tiempo aoristo, es decir, de una vez por todas por medio de cambiar el foco de la atención drástica e inmediatamente.

¿Qué hicieron aquellos niños para cambiar el foco de su atención? Unos comenzaron a recitar el abecedario, a contar con los dedos y a cantar canciones, y otros, le dieron la espalda al dulce, empujaron la silla, jugando con ella, y hasta salieron de la habitación. ¡Y lo lograron! Sin saber nada de psicología, neurología o motivación, supieron instintivamente que la única manera de resistir era modificando su foco de atención.

Si unos niños pudieron dar espontáneamente en el clavo de la solución, ¿no crees que para un adulto podría también ser reconfortante saber que puede lograrlo? Jesús no te pide que te arranques un ojo ni que te moches una mano. ¡Jamás te pediría algo así! Lo que quiso ilustrar es que cambiaras el foco de tu atención rápidamente, de una vez por todas. ¡En tiempo aoristo!

Las hormonas son poderosas. Lo sabemos. Nuestros cuerpos son débiles. Lo sabemos. Y nuestra fuerza de voluntad y nuestra imaginación son infinitas. Lo sabemos. Pero nuestra resistencia es muy frágil.

De la misma manera como el hombre que cuelga de una cornisa, tenemos tan solo un segundo para tomar la decisión correcta de cambiar el foco de atención y concentrarlo en otra cosa. No hay tiempo que perder. La cosa se complica con cada segundo que transcurre. Se vuelve más difícil modificar el foco de atención.

Cuando Jesús dijo: "Cualquiera que mira con codicia a una mujer [...]" estaba aclarando un principio, no simplemente estableciendo una prohibición. Estaba refiriéndose a lo que ocurre un segundo después que uno mira a alguien, a lo que piensa después de haber mirado a alguien. No estaba diciendo que uno no debería mirar a nadie, sino "con codicia", es decir, activando en su interior intenciones que son incorrectas desde el punto de vista de Dios y manteniendo el foco de atención en eso.

Jesús no dijo que la solución era tapar o cubrir a las mujeres con un manto que las cubriera hasta los pies, o que los hombres se taparan los ojos con una venda. Estaba hablando del control consciente de las hormonas y de la influencia del mundo en nuestros impulsos emocionales, de mantener a raya los sentimientos de codicia y de esforzarnos por erradicar los deseos incorrectos.

Si uno trata de justificarse, diciendo que 'todos somos pecadores' o que 'la carne es débil', y lo usa como base para seguir mirando lo que no debe, no estaría siguiendo el interesante procedimiento propuesto por Jesús, de ser drásticos y cambiar el foco de atención, concentrándolo en otra cosa, lo cual traería consecuencias más agradables.

Al principio, una gotera o una grieta pueden parecer insignificantes e inofensivas. Pero si no se les da mantenimiento pronto, empeoran. Algo semejante ocurre con las hormonas sexuales. Si no se canalizan apropiadamente, terminan inundando el organismo y se volverá casi imposible controlarlas, sobre todo si el estrés exacerba cierta frustración.

El problema de la frustración

A mayor frustración, mayor peligro. La frustración es lo opuesto del placer. Por ejemplo, si caes en un hueco y miras hacia arriba, tal vez te parezca difícil salir, dependiendo del tamaño y las condiciones del mismo. Puedes sentarte a esperar ayuda, llorar, gritar o hasta maldecir a Dios. Pero llegará un momento en que te pondrás a pensar cómo salir por tus propios medios. Comenzarás a elucubrar procedimientos hasta dar en el clavo y salir. La frustración es como un hueco. Parece como si te hubiera tragado la tierra. Pero si lo piensas mejor, tal vez encuentres la solución. En otros casos, podrías sentirte como si te hubiera tragado un tiburón ballena y la solución estuviese fuera de tu control. Aún así, Dios oiría tus oraciones y te daría fuerzas para resistir. De hecho, ¿no estás leyendo esto? ¿No crees que el espíritu de Dios está ayudándote?

El problema de la frustración es que cuando se trata de luchar contra una inundación hormonal, se vuelve más peligrosa. Porque el ser humano rechaza instintivamente el dolor, el sufrimiento y la injusticia. Prefiere el placer, la satisfacción y la comodidad, y hará casi cualquier cosa por salir de un estado frustrante. Por eso es tan difícil superar los síntomas del síndrome de abstinencia. Tratándose de sexo, bien puedes tomar el camino corto que lleva al desastre, o seguir un procedimiento eficaz que te ayude no solo salir del problema, sino a evitarlo en el futuro. No es agradable tropezar siempre con la misma piedra, ¿verdad?  Prueba lo siguiente:

Consigue un vaso o cualquier recipiente descartable y colócalo bajo una gotera lenta y constante. Verás cómo se llena minuto a minuto hasta que, en poco tiempo, se rebalsa. Algo parecido sucede con las hormonas sexuales si uno no cambia el foco de la atención. Es como si se rebalsaran. 

Ahora, perfora el recipiente en un costado con la punta de una aguja o alfiler, a aproximadamente 1 centimetro de la base, y colócalo nuevamente bajo la gotera. Pasará el tiempo y notarás que se llena solo hasta cierto punto. El peso del agua comenzará a empujar el líquido hacia afuera a través del pequeño agujero impidiendo que el recipiente se llene y rebalse. Incluso si lo retiraras de debajo de la gotera, mantendría el agua a cierto nivel pero no tanto que tenga la fuerza suficiente como para empujar el agua hacia afuera. Ha alcanzado un equilibrio. También puede lograrse lo mismo, de una vez por todas, con el foco de la atención.

  1. El vaso representa tu cerebro.
  2. El agua representa tus hormonas sexuales.
  3. La aguja representa tu decisión de cambiar el foco de atención.
  4. La perforación representa el factor distractivo, que actúa como una válvula de escape.

Algunos mal informados piensan que la mejor válvula de escape son las relaciones sexuales mismas. En el caso de un matrimonio, tal vez. Pero no ocurre en todos los casos. Las relaciones sexuales pueden convertirse en una válvula engañosa si no llena los requisitos sugeridos por Jesús, contribuyendo al ciclo vicioso de descontrol. De otro modo, Jesús habría dicho: "¿Por qué contenerse? ¡Vayan tras ella!". No dijo eso. Jesús lo consideraba una debilidad grave que merecía reprensión. (Juan 8:1-11)

El procedimiento antes mencionado es relativamente sencillo y eficaz para impedir que tu cuerpo se inunde de hormonas sexuales, y será más difícil que vuelvas a perder el control. Y en caso de que lo pierdas, de seguro lo harás mejor la siguiente vez. Puedes probarlo cuantas veces sea necesario. Pero recuerda que dependerá de ti y de lo rápido que reacciones dentro de los pocos segundos que te conceda tu capacidad de resistencia. Resultará tan simple como perforar un vaso descartable con un alfiler, y te ayudará a impedir que tus hormonas te inunden y desborden. (Proverbios 5:16)

Si deseas, puedes dejar el envase en un lugar apropiado, como un monumento a tu motivación, y cada vez que sientas que tus hormonas están "llenando el vaso", recordarás la imagen y pensarás en la frase: "Mis hormonas están queriendo inundar mi cuerpo. Cambiaré el foco de mi atención antes de rebasar mi límite de resistencia". Y si alguien te pregunta "¿qué significa ese vaso?", dile: "Representa el equilibrio de la madurez".

¿En qué fijas la atención?

Observa la figura. En realidad no son unas cuantas fotos, ¡hay muchas! Lo que sucede es que las otras se ven borrosas y no se distinguen. Solo hemos resaltado aquellas en las que se supone se ha concentrado el ojo. Lo demás se ve borroso y solo es parte del paisaje. ¡A eso nos referimos cuando hablamos de cambiar el foco de atención! Es cuestión de hacer que todo lo demás se vea borroso, es decir, que no invada nuestra percepción.

Recuerda, Jesús no condenó las relaciones sexuales. Pero poco después de mencionar el asunto de cambiar el foco de la atención, aclaró que las relaciones sexuales debían circunscribirse al matrimonio. (Mateo 5:31-32) En otras palabras, dio a entender que todo tenía su momento y lugar. Aunque no consideró malo el sexo, explicó que, como todas las demás cosas, debía armonizar con la voluntad del Padre.

Ya seas de uno u otro sexo, si aprendes a pensar como Jesús, dominarás tu foco de atención y canalizarás cada vez mejor tu energía hacia procesos que te convenga cultivar. Descubrirás y desarrollarás en tu interior cualidades que te abrirán una perspectiva más positiva del mundo que te rodea. Sentirás que realmente no está perdida la esperanza de modificar los estereotipos que nublan tu visión respecto a lo que sientes y a la manera como reaccionas ante los estímulos, y aprenderás a aceptar tu realidad disfrutando más plenamente de cada día.

Por supuesto, no te sientas mal si crees que debes consultar con un perito en salud mental. Pero en la mayoría de los casos no es necesario llegar a ese extremo, sobre todo si implicaría un enorme gasto. Aunque aplicar el principio de la transmutación sería fantástico y te daría muchísimas satisfacciones en la vida, distraer el foco de tu atención debería funcionar. Vuelve a leer este artículo cuantas veces lo juzgues necesario, a fin de recordar mejor los conceptos y sugerencias. Recuerda que Dios no se deleita tanto en tus intenciones de recibir su bendición, sino en tu esfuerzo.

Aprenderás a enfrentar de una manera más eficaz las adversidades y toda causa de queja y frustración, y entenderás cada vez mejor por qué el apóstol Pablo dijo:

"Me regocijo en mis debilidades, en insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades por Cristo.
Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso."

2 Corintios 12:10

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