Importancia de la interpretación

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"No entendió lo que le dije y no entendí lo que me dijo". ¡Cuántas veces hemos sido víctimas de un malentendido! Y cuán graves han sido muchas de las consecuencias de que alguien no hiciera lo que se suponía que debía hacer. Sucede todos los días, a cada rato y en todas partes.

Un dicho popular dice que 'uno es responsable de lo que dice, no de lo que le entienden'. Sin embargo, si uno comunica a la ligera o de una manera ineficaz un mensaje que debió comunicar adecuadamente, no es solo responsable de lo que dice, sino también de las consecuencias.

Por ejemplo, si ocurriera un temblor y alguien gritara: "¡Cálmense!" pero le entendieran "¡Sálvense!", ¿no contribuiría al caos que se desatara? ¿Podría decir que solo es responsable por lo que dijo o quiso decir?

Otro ejemplo, ¿qué sucedería si un representante del aeropuerto propalara desde la torre de control un mensaje que los pilotos entendieran mal, de modo que los aviones se estrellaran? ¿Podría salvarse de una denuncia penal en su contra diciendo: "No soy responsable de que me entendieran mal"? ¡De ninguna manera! ¡Su responsabilidad es comunicar los mensajes claramente!"

Sin embargo, si se demuestra que el mensaje fue comunicado claramente, pero la mala interpretación se debió a interferencias en los equipos de transmisión, su alegación sería aceptable. No habría sido responsable de que entendieran mal. Por lo tanto, no se nos exime de responsabilidad si comunicamos el mensaje de manera deficiente.

Jesucristo, consciente de una debilidad humana tan evidente, dejó enseñanzas claras y específicas que quedaron plasmadas en la Biblia como sanos recordatorios, para asegurar nuestra salvación del pecado y la muerte. Hubiera sido irresponsable de su parte comunicar su mensaje de manera confusa. Pero eso no sucedió. Veamos algunos pasajes que recalcan este hecho.

"El siervo del Señor que entiende su voluntad y no la lleva a cabo, recibirá muchos golpes, pero el que no la entiende y hace cosas que merece golpes recibirá pocos. Al que recibe mucha responsabilidad se le exige mucho, y le exigen aún más de lo que se acostumbra". (Lucas 12:47-48) 

No está hablando de golpes físicos. Es una ilustración que indica los efectos o consecuencias que resultan de entender o no entender un mensaje, y de obrar o no en armonía.

Ambos recibieron una responsabilidad, pero uno entendió, el otro no. Sin embargo, si no hicieron lo que se les pidió, recibieron un castigo en armonía con su error. El que entendió recibió más, porque había entendido pero no quiso hacerlo. En cambio, el que no entendió recibió menos, porque no entendió y por eso no hizo lo que debió.

Jesús no puso el énfasis en un mal entendimiento que se debió a una deficiente manera de comunicar el mensaje, sino al hecho de no haber prestado atención al recibirlo. Si bien es cierto que el Señor comunicó el mensaje apropiadamente, era responsabilidad de su siervo prestar atención, es decir, hacer un esfuerzo genuino por entender. En ese caso, su Señor no sería responsable por las consecuencias o golpes que le sobrevinieran.

Todo tiene una consecuencia

Entender o no entender marca una diferencia muy importante, pero no excusa a uno de recibir castigo. En este caso, el castigo es la consecuencia de su error. Dios se complace en extender su misericordia a ambos, pero más al que no entendió. Sin embargo, ninguno de los dos queda exceptuado de sufrir consecuencias.

"Por eso tenemos que prestar más atención a lo oído, a fin de no perder el rumbo. Porque si fue válido el mensaje transmitido por ángeles, y las faltas y desobediencias recibieron un castigo justo, ¿acaso nosotros escaparemos si descuidamos una salvación tan grande como esta, salvación que fue anunciada primero por el Señor, confirmada por los que la oyeron y ratificada por Dios con su testimonio mediante milagros, señales, prodigios y dones distribuidos por el espíritu santo?" (Hebreos 2:1-4) 

La advertencia es clara: Debemos prestar más atención que de costumbre al mensaje de Dios que Él envia mediante la Biblia. Si pasamos por alto su voluntad por no haber entendido lo que se nos pidió, no supongamos que obtendremos salvación alguna. Jesús fue muy claro al explicar que la misericordia de Dios no exceptuaba el pecado. ¡Habría consecuencias!

Si cierta interpretación de la Biblia está equivocada, tenemos que tomar medidas urgentes para profundizar nuestro estudio y reubicar las piezas del rompecabezas en el lugar correcto, a fin de obtener la verdadera imagen que Dios ha diseñado. 

Si uno continúa tratando de meter la pieza en el lugar incorrecto solo acabará maltratándola y echándola a perder. Todos sabemos lo que ocurre cuando tratamos de meter piezas de rompecabezas donde no corresponde. Se obtiene una imagen distorsionada. 

Por ejemplo, la Biblia dice que Dios es amor, y Jesús dice que debemos amarnos unos a otros así como él nos amó, es decir, tiernamente. Pero ¿qué están haciendo muchos supuestos cristianos alrededor del mundo en este mismo momento? ¿No están implicados en revueltas, rebeliones, insurrecciones, enfrentamientos y toda forma de provocación y violencia? ¿Ese es modelo que nos dejó Jesús, de llegar a las patadas y puñetazos, destruir propiedad ajena y salpicar sangre por todas partes?

No es un secreto que facciones políticas opuestas se enfrenten a diario usando lenguaje subido de tono, y agresiones de todo tipo con palos, piedras y armas letales, aunque los miembros de ambas dicen ser cristianas. ¿Es esa la voluntad el amo, Cristo? 

Si Jesús viniera en este momento y viera lo que están haciendo alrededor del mundo, ¿les diría: '¡Qué bien lo hicieron, siervos buenos y fieles! Fueron fieles en lo mínimo. Les encargaré más responsabilidades. Vengan y compartan conmigo mi felicidad!'? (Mateo 25:21) Habría que ser ingenuo para pensar eso. ¿No les dirá más bien: "¡Aléjense de mí, obradores del mal! ¡Jamás los reconocí!"? (Mateo 7:23) ¡Por supuesto!

Si alguien dice ser cristiano y, sin embargo, está insultando y arrojando piedras, navajas y bombas contra otros que dicen ser cristianos, en realidad no ha entendido absolutamente nada de lo que significa el mensaje de Cristo. Porque Jesús nos dejó el modelo -o camino- para llegar al Padre, y él nunca nos indicó que apedreáramos a las personas. 

Por lo contrario, cuando en cierta ocasión iban a apedrear a cierta mujer sorprendida en adulterio, ¿acaso se pronunció Jesús a favor de su ejecución? ¿Acaso dijo: "¿Traigan también al hombre y prendámosle fuego!"? De ninguna manera. Enfatizó la necesidad de perdonar al arrepentido. (Juan 8:1-11)

Es cierto que Jesús reconoció que los cristianos tendrían enemigos. Pero ¿cómo dijo que debían tratarlos? Las siguientes palabras llegaron a ser famosas, no tanto por su contenido, sino por lo inverosímil que parecían: "Oyeron que se dijo: 'Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.' Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que demuestren ser hijos de su Padre que está en el cielo." (Mateo 5:43-45) 

Está claro que un cristiano verdadero debe amar a sus enemigos, no odiarlos ni mucho menos apedrearlos. De esa manera demostraría que verdaderamente es cristiano.

 "Amen a sus enemigos" es una frase sencilla de entender e imposible de malinterpretar. Sin embargo, es evidente que no ha sido entendida por la gran mayoría. Hasta por televisión han sido documentados los agresivos enfrentamientos entre sacerdotes y pastores de religiones de la denominada cristiandad. El problema es que el mensaje de Cristo no había de captarse con la mente, sino con el corazón. "El corazón de este pueblo se ha vuelto insensible. Tienen embotados los oídos, se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos y entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.” (Mateo 13:15)

Como vemos, esta es la raíz de nuestros fracasos. Al decir: "... y yo los sanaría" aclaró que tenían una grave enfermedad espiritual: Negarse a entender con el corazón. Y ¿cómo puede uno negarse a entender algo? 1) Al no hacer ningún esfuerzo personal por sacar conclusiones a partir del razonamiento sano, basado en una lógica simple, y 2) al no permitir que nadie le diga nada sobre la Palabra de Dios que no se conforme a sus prejuicios, es decir, a sus ideas preconcebidas, basadas en tradiciones, parafernalias o teorías humanas.

Al mantenerse en sus trece a pesar de estar equivocados, los detractores de Jesús entendían lo que les decía y lograban ver sus errores, pero se ponían a la defensiva, manteniéndose en su error. Notaban su equivocación, pero no abrigaban ninguna intención de hacer nada por corregirla. Defendían lo indefendible: Imponer su tradición sobre la verdad. "Reconozco que es verde, pero prefiero seguir viéndolo rojo". Por eso les dijo: "Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado. Pero al afirmar que ven, su pecado permanece." 

En otras palabras, al ser testigos de la obra de Dios a través de Jesús, la cual no podría ser obrada a menos que tuviera el espíritu santo, y seguir afirmando que era un agente del Diablo, estaban condenándose a sí mismos. ¡Porque estaban viendo, pero decían que no veían nada! (Juan 7:31; 9:30-33)

Si uno entiende algo de cierta manera pero profundizando descubre que ahora lo entiende mejor, ¿qué debería hacer? ¿Seguir defendiendo su anterior manera de entender, o modificar su postura? ¿Qué valoraría más Jesús? El valor y la franqueza de reconocerlo? ¿O la terquedad y obstinación de retener una tradición absurda?

Últimamente los científicos del cosmos están más anuentes que antes a modificar sus posturas cuando descubren novedades que sacuden los cimientos de sus teorías. Reescriben sus libros con menos prejuicio, lentitud y malestar que antes. Porque las pruebas y evidencias que saltan a la vista son tan abrumadoras que no pueden menos que reconocer su error con más presteza. 

La tecnología cada vez más sofisticada que tienen en sus manos les están abriendo los ojos de forma que se enfrentan a un hecho antes nunca reconocido: Que todo el cosmos refleja un diseño, y que es imposible que se produzca un diseño tan intrincado sin que medie una inteligencia. Ahora solo les falta reconocer que, si existe una inteligencia así, es imposible suponer que no pueda o no sepa comunicarse con los seres que ha diseñado. Sería como decir que el inventor de un robot no puede comunicarse con su robot. ¡Absurdo!

Por eso, entender o no entender, es la cuestión ahora, y de ello depende nuestra salvación. Porque Jesús ha dejado muy en claro que no tolerará malentendidos que no se arreglen antes de que venga su reino. Por eso, si descubrimos que antes no entendíamos bien la Biblia, debemos continuar estudiándola para profundizar y hallar un mejor entendimiento.

Y no temamos que haya quienes no entiendan correctamente las definiciones. De hecho, ya en el primer siglo, Judas advirtió que habría cristianos que se desviarían a enseñanzas falsas. Haríamos bien en repasar su epístola una de estas noches.

Defendamos siempre la mejor interpretación, la que se basa en la Biblia misma, no en ideas de hombres. Una buena interpretación es aquella que nos dirige en la dirección correcta. Rechacemos aquellas que aunque parezcan hermosas, relucientes y alucinantes no dan verdadera gloria al Padre ni al Hijo ni al espíritu santo. ¿De qué sirve una interpretación maravillosa si no armoniza con el resto de las Escrituras, o si no tiene poder de convocatoria para mantener unido al rebaño del Señor, o que no logre que los miembros del rebaño produzcan el fruto justo que el Señor exige: predicar las buenas noticias de su Reino venidero? (Mateo 3:10; Efesios 5:8)

Jesús no dijo que el camino a la vida sería amplio, bonito y fácil, sino difícil y estrecho, semejante a una puerta estrecha o angosta. De modo que no debemos esperar que las cosas se nos presenten como quisiéramos. Lo importante no es la apariencia de verdad, sino la verdad misma. Y sabemos que las verdades duelen. Los fariseos y escribas del tiempo de Jesús no soportaron la verdad. Por eso intentaron destruirlo una y otra vez. 

¿Debemos adaptarnos a lo que Dios dice? ¿O adaptaremos a Dios a lo que nosotros decimos? ¿Adaptaremos la Biblia a nuestro modo de entenderla? ¿O adaptaremos nuestro entendimiento a lo que la Biblia quiere que entendamos? ¿Haremos nuestros los conceptos de Dios acerca del bien y el mal? ¿O estableceremos nuestros propios conceptos diciendo que Dios será comprensivo?

¿Cómo combatía Jesús los ataques a sus declaraciones cuando sus detractores afirmaban que sus milagros eran obra del Diablo, una calumnia realmente fuerte? (Mateo 12:22-32) Él respondía con sencillez: "Crean en las obras". En otras palabras, si no creen en lo que digo ni en lo que hago, crean en los resultados, en lo frutos o en los efectos que estoy produciendo. Lo mismo debemos hacer hoy día, ¡analizar los resultados, frutos y efectos de la interpretación de nuestra iglesia! ¿Ha producido un fruto digno de alabanza? O ha producido fruto podrido? Para averiguar la respuesta, primero tenemos que entender a qué se refirió Jesús por "fruto".

Cuando Jesús se refirió al fruto podrido fue realmente drástico. Al referirse al fruto podrido estaba usando una expresión que no dejaría lugar a dudas. El fruto podrido resalta porque se ve mal, huele mal y despierta rechazo. En cambio, el fruto sano resalta porque se ve bien, huele bien y despierta el apetito. No quiso dejarnos con la duda ni que nos metiéramos en problemas. Fue drástico al usar esta comparación porque era un simbolismo que cuadraba mejor, una dicotomía fácilmente perceptible.  Ni siquiera un ciego podría equivocarse. Un fruto podrido no solo se ve, sino se siente, se huele y se palpa.

Por tanto, Jesús fue claro al definir los términos y usar simbolismos que no dejaran ni un ápice de duda. Sus ovejas tenían que percatarse de que, aunque el camino a la vida sería difícil, sin embargo sería limpio, ordenado, libre de inmundicia, ira, odio, cólera, violencia, maldad, crueldad, nocividad y todo aquello que son obras del Diablo, cosas que dividen al rebaño, lo cual se notaría cada vez mejor a medida que se acercara el fin. Cuanto más malo fuera el mundo, más bueno sería el rebaño. Un contraste fácil de notar. No tan difícil como comparar verde con rojo, sino aún más fácil: como blanco y negro.

"Pero es que hay tantas interpretaciones", dirás. En realidad, la Biblia se presta a que cada quien saque sus propias conclusiones, es cierto, y eso puede generar confusión. Pero si uno contrasta y compara con el contexto lo que lee, puede salir de dudas y aclarar su camino. Por ejemplo, una pregunta contundente es: "¿Vivirá para siempre el Diablo?". Unos dicen que sí, porque la Biblia dice que será atormentado para siempre. Pero ¿qué dice la Biblia?

En primer lugar, Apocalipsis es un libro donde dice que el Diablo será atormentado (Apocalipsis 20:10), y en la introducción al primer capítulo se hace el hincapié de que el mensaje se vierte en símbolos o señales. (Apocalipsis 1:1) De modo que, aunque gran parte sea literal, la mayoría debe tomarse simbólicamente. 

En segundo lugar, todo el contexto de la Biblia es específico al indicar que la vida eterna, es decir, el hecho de vivir para siempre, está reservado exclusivamente a los que ponen fe en Cristo y son obedientes a la fe, enfatizando que ningún pecador tendrá vida eterna. (Romanos 6:23; 1 Juan 3:15) Satanás y sus demonios son pecadores irreformables que jamás pusieron fe en Cristo ni mucho menos obedecieron las buenas nuevas. 

La interpretación de que el Diablo será atormentado para siempre se relaciona con el fuego, símbolo que, en este caso, indica aniquilación, destrucción y consumación, no prolongación de la vida. Satanás será eliminado para siempre, es incongruente e imposible que goce del premio de la eternidad, reservado solo para las ovejas del Señor. Satanás no podrá vivir para siempre.

La importancia de definir los términos radica en que de ello depende nuestra vida, nuestra salud espiritual, nuestro futuro, nuestra tranquilidad, nuestra relación con el Padre, nuestras obras, nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. Si interpretamos la Biblia incorrectamente será como guiarnos por un plano equivocado, o por un mapa que estamos mirando al revés. 

Tanto la definición de los términos, la interpretación y las obras tienen que armonizar. Porque de nada sirven las buenas obras, por magníficas que parezcan, si no tenemos la interpretación correcta, la que Dios quería que descubramos. (Daniel 12:9-10) 

Jesús mismo dijo que cuando llegara el fin sus discípulos debían esforzarse por entender correctamente las Escrituras, y eso implicaría un constante estado de corrección, hasta acertar. El cristiano no debería temer someter sus creencias al más riguroso escrutinio, a fin de eliminar lo que entendía mal y acoger lo que descubre que es cierto.

Tal vez antes creíamos que el texto de 1 Juan 5:7 era Palabra de Dios, hasta que descubrimos que fue un texto espurio, es decir, trastocado o añadido varios siglos después de Cristo, o sea, mucho después de que el Canon había sido cerrado. Si la Biblia que usamos continúa usando un texto espurio, evidentemente debemos usar otra más actualizada. No por eso nos convertiremos en herejes, ¿verdad? Todo lo contrario. Si encontramos una mejor interpretación, ¡enhorabuena! 

Solo debemos cuidarnos de que dicha interpretación no se conforme a un capricho ni al solo hecho de que nos hace sentir mejor. La verdad procede de Dios, y no debemos cambiarla por una pelota de fútbol, es decir, por algo que creemos que es muy bonito pero que no armoniza con el resto de la Biblia.

En una de sus famosas parábolas Jesús indicó que sus detractores optarían por una posición tan intransigente que se abriría, por decirlo así, una enorme grieta, semejante a abismo, entre los verdaderos discípulos y los falsos. (Lucas 16:26) A tal grado sería la imposibilidad de llegar a un entendimiento que no cambiarían de postura, aunque alguien resucitara de entre los muertos. Y eso fue precisamente lo que ocurrió. Jesús resucitó, pero ni aún así discernieron que él era el Mesías. Por eso tampoco debería extrañarnos que en los últimos días surgiera una intransigencia semejante de parte de muchas personas.

Algo que impresiona mucho de la Biblia es que no se contradice. Tarde o temprano, uno termina descubriendo que las aparentes contradicciones solo eran pasajes que uno no había  entendido correctamente. Profundizando su estudio, buscando una mejor definición y resolviendo la duda todo siempre queda resuelto. El beneficio es que mejora el entendimiento y se aclara el panorama.

El tonto se mantiene en sus trece aunque esté equivocado...
el sabio modifica su postura hasta que su luz
da fruto.
-Proverbios Cap.1

Cuando Jesús predicaba las buenas nuevas del reino de Dios, sus coterráneos leían las Santas Escrituras y las ensalzaban como Palabra de Dios. Pero había algo en su interpretación que no les permitía dar fruto del reino. De modo que su forma de adorar se redujo a una formalidad carente de la bendición de Dios. Dicha formalidad no dirigía a las personas hacia la vida eterna ni mucho menos las acercaba a su Creador. En realidad, estaban como ovejas sin pastor. Es decir, tenían hambre espiritual, pero no sabían cómo satisfacerla.

Por eso, cuando Jesús les explicaba el significado de las Escrituras les ardía el corazón y se ponían a pensar seriamente en lo que habían escuchado. Unos sintonizaban con la lógica simple que él les presentaba, y otros se irritaban porque se daban cuenta de que no coincidía con lo que sus líderes religiosos les habían enseñado. Sujetándose más a la tradición que a la verdad, preferían apartarse y decir que las palabras de Jesús solo contenían blasfemias que debían ser reprimidas.

Jesús se esforzaba por impartir entendimiento correcto de los pasajes de la Biblia que se entendían incorrectamente, pero sus enemigos se esforzaban por desacreditarlo. Él en realidad les demostraba que sabía más que ellos y que podía producir una mejor interpretación, una que realmente los alimentara y les ayudara a dar fruto, pero ellos sencillamente cerraban las puertas de su corazón y preferían seguir creyendo en el conocimiento torcido que habían recibido por tradición.

Por ejemplo, debido a que los fariseos se esmeraban por ridiculizarlo ante sus discípulos, un día Jesús les preguntó, refiriéndose a los Salmos: "¿Qué opinan acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?" Y citó la Biblia textualmente: "El Señor dijo a mi Señor: 'Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies'". (Salmo 110:1) Entonces concluyó preguntándoles: "Si David lo llama 'Señor', ¿cómo puede ser su hijo?". Y ninguno de ellos supo responder. No tenían clara la idea, demostrando que el conocimiento que tenían de las Escrituras no estaba completo. El efecto fue que a partir de entonces, ya nadie se atrevió a hacerle preguntas capciosas. (Mateo 22:41:46; Hebreos 10:11-13)

Mientras la mayoría de los orgullosos fariseos permanecían tercos y se retiraban rechinando los dientes contra él, sus discípulos eran humildes y siempre se acercaban a él en privado para pedirle más información cuando no lograban entender lo que decía. (Mateo 13:36) No querían oír la interpretación de los fariseos, sino la de Jesús, porque se daban cuenta de que los escribas. fariseos y saduceos estaban equivocados. (Mateo 22:29-30)

Algo parecido sucede hoy. Muchas interpretaciones de la Biblia inundan el mundo, y muchas personas saben que tiene que haber una interpretación correcta. Pero al no saber cuál es, carecen del conocimiento suficiente como para captar el error de quienes están equivocados. Eso da lugar a dudas, de modo que prefieren declararse agnósticos y se abstienen de profundizar. Se quedan con lo poco que saben y cierran sus oídos, desconfiando de todo lo demás. 

¿A quién prestarle atención? 

¿Qué actitud debe uno asumir al escuchar un discurso que pretende dar una interpretación correcta? No es necesario especular. Jesús advirtió claramente: "Cuidado que nadie los engañe". ¿Por qué? Porque surgirían muchos engañadores que se erigirían como salvadores, hasta usando su nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo [es decir, yo los los salvaré, soy el que tiene la solución]”, y engañarían a muchos. (Mateo 24:4)

No dijo que no prestáramos atención. Por lo contrario, en varias ocasiones advirtió que prestáramos mucha atención. (Marcos 4:24; Lucas 8:18; 21:34) De hecho, posteriormente los apóstoles Pablo y Juan enfatizaron la importancia de prestar atención. (Hebreos 2:1) Pero se debía poner a prueba la información, es decir, someterla a un análisis exhaustivo para no pecar de ingenuos ni incautos. (1 Juan 4:1) Jesús dijo que debíamos esforzarnos por entender. (Mateo 24:15)

Dicha advertencia fue particularmente importante porque Satanás podía transformarse fácilmente en un ministro de justicia, en un ángel de luz, en una persona iluminada, en alguien muy confiable, tal como sucedió en el jardín de Edén, cuando se presentó ante Eva como un mensajero del bien.

La mejor y la peor interpretación

Por tanto, la mejor interpretación de la Biblia es la que la Biblia misma hace de sí misma brindándonos la simbología de su mensaje. Génesis 40:8 dice: "¿Acaso no es Dios quien da la interpretación?", refiriéndose a que ningún hombre debe interpretar nada sin que la Biblia misma apruebe dicha interpretación. (2 Pedro 1:19-21)

Si buscamos la simbología, la profecía, la cronología, la parábola, la historia, el significado, el razonamiento y la explicación en la Biblia misma y ponemos a prueba dicho conocimiento por medio de prestar cuidadosa atención, comparando y contrastando todo con la realidad, es decir, con el cumplimiento en la vida real, de seguro daremos en el clavo de la interpretación correcta. Porque Dios promete darnos la sabiduría necesaria para entender todo. (Lucas 10:21-22; 11:13)

Por ejemplo, según el cálculo cronológico indicado por el profeta Daniel para la aparición del Mesías en la tierra dependía en gran medida de saber cuándo exactamente se decretaría la liberación de Israel de la opresión de Babilonia. (Daniel 9:24-25) 

Pero no todos los historiadores concuerdan con la fecha en que Jerusalén fue destruida por los babilonios. ¿Qué hacer en tal caso? Simple: La profecía de Jeremías indicó que los babilonios mantendrían cautivo al pueblo durante 70 años, y los historiadores sí están de acuerdo en la fecha en que fueron liberados. Por tanto, contando 70 años hacia atrás desde la fecha en que sí concuerdan, llegaremos a la fecha correcta. ¡La Palabra de Dios es infalible!

Otro ejemplo, Jesús dijo que en los últimos días 'las naciones estarían angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar'. (Lucas 21:25) Buscamos en Isaías 57:20-21 y leemos que 'los malos son como el mar cuando está agitado y no tiene cuándo calmarse, cuyas olas siguen arrojando fango y lodo'. Y concluye diciendo la interpretación: "No hay paz para los malos". Por lo tanto, el mar agitado representa a la gente mala. ¡Jesús estaba diciendo que, en los últimos días, la maldad de la gente sería tan grande que todo estarían angustiados! La Palabra de Dios misma nos da la simbología perfecta para una interpretación confiable.

Otro ejemplo. Ezequiel fue enviado a profetizar, entre otras cosas, la destrucción de Jerusalén. Pero en cierto momento Dios le dijo: "Haré que se te pegue la lengua al paladar y te quedarás mudo. No podrás reprender a nadie, por más que sea un pueblo rebelde. Y cuando yo te diga, entonces desataré tu lengua y les dirás: “Así dice el Señor Omnipotente. El que quiera oír, que oiga". (Ezequiel 3:26-27) La pregunta es: "¿Por qué lo deja mudo y le dice que no podrá profetizar, si lo había enviado a profetizar?".

En aquel tiempo no había teléfonos celulares. Las noticias no corrían tan rápido como ocurre hoy en día. Jeremías profetizó en Jerusalén la destrucción de la ciudad, pero al mismo tiempo Ezequiel estaba profetizando lo mismo en Babilonia, al otro lado del desierto. Ni los judíos que vivían en Jerusalén ni los que vivían en Babilonia les creían a Jeremías y Ezequiel. Por eso, en el caso de Ezequiel, tendrían que esperar hasta que alguien atravesara el desierto para comunicarles la noticia. 

Dios hizo que Ezequiel dejara de profetizar, como si hubiera quedado mudo, en el sentido de que ya no le daría más vueltas al asunto. Fue como si dijera: "Si no me creen, esperen hasta que se enteren de que se cumplió", es decir, hasta que llegara el mensajero que comunicara la noticia. ¡Y así ocurrió! La Palabra de Dios nuevamente demostró estar en lo cierto.

Otro ejemplo es el de la manzana en el Paraíso. Los libros, las películas, anuncios comerciales y novelas han popularizado la idea de que la manzana representaba las relaciones sexuales, y siempre se la conectó con una tentación de tipo sexual. Pero en ningún lugar la Biblia dice qué clase de fruto era el que Adán y Eva comieron.

Una pésima interpretación del versículo 3 del capítulo 2 del Cantar de Cantares, del rey Salomón, pudo dar origen a tal idea. Porque no existe ninguna base en todo el contexto de la Biblia para tomarse la libertad de entenderlo así. El Cantar de Cantares no menciona a Adán ni a Eva ni al Paraíso original. Además, antes de que Adán y Eva comieran del fruto, Dios les había dicho que su voluntad era que se multiplicaran y llenaran la tierra.

Por eso, la mejor interpretación es la de la Palabra de Dios misma. Solo es cuestión de estudiarla a fondo y darse uno tiempo para compararla con la manera como se está cumpliendo en nuestros días.

Por otro lado, la peor interpretación es la que se hace apresuradamente, basándose uno en corazonadas y especulaciones. ¿Qué harías si se presentara alguien diciéndote que es profeta, y comenzara a ilusionarte con explicaciones muy interesantes, que te sacaran de cuadro y te hicieran exclamar: "¡Eso sí que es algo fuera de este mundo!", y te alucinara dejándote con la convicción de que realmente es un profeta que cumple lo que dice? ¿O qué harías si se te apareciera un ángel deslumbrante que te comunicara un mensaje con una voz dulce y profunda, haciéndote sentir una experiencia sobrenatural indescriptible? ¿Seguirías estrictamente sus instrucciones sin dudar?

Tanto las pretensiones de aquel profeta como las del ángel quedarían absolutamente descartadas si recordaras lo que la Biblia dice al respecto. Porque tanto Jesús, como sus apóstoles advirtieron que no prestáramos atención a nadie que viniera con un mensaje diferente al que ya había quedado registrado en la Palabra de Dios. (Marcos 13:5-7; Gálatas 1:6-9; Apocalipsis 22:18-19)

Quizá digas: "Se dice que hay evangelios ocultos y papiros de la Biblia que aún no han sido encontrados. Dios podría enviar un profeta o un ángel para decirnos algo nuevo o complementario". Pero la respuesta es "no puede", porque Dios no se contradice. De hecho, cuando dice algo, se cumple. No tiene dos palabras. "Dios no es un hombre para que diga mentiras y cambie de parecer. ¿Acaso va a decir algo y no cumplir lo que promete?" (Números 23:19) 

En el libro 1 de los Reyes, capítulo 13, se muestra que cuando Dios dice algo, no se debe pensar que cambiará de parecer. Dios le había dicho a cierto profeta que no regresara por el mismo camino. El relato muestra que se le apareció otro profeta diciéndole que se le había aparecido un ángel con un mensaje para él, "de parte de Dios", diciéndole que regresara por el mismo camino. El profeta hizo caso y regresó por el mismo camino, y lo devoró un león.

Eso nos enseña que Dios no dice las cosas por gusto. Si Él dice que su Palabra es inspirada, debemos dar por sentado que también se encargaría de sellarla y protegerla hasta el tiempo del fin. (Salmo 12:6-7; Isaías 30:8; Daniel 12:8-10) Además, debemos seguir el ejemplo de Jesús, cuando solía decir: "Está escrito". Es decir, siempre tomó como referencia las Santas Escrituras, que estaban siendo conservadas en un Canon, custodiadas por el espíritu santo.

Por eso, la peor interpretación es aquella que contradice lo que está escrito desde tiempos antiguos. Por supuesto, eso no significa que pongamos a un lado el razonamiento sano y la lógica simple a fin de torcer las Escrituras y conformarlas a nuestra propia interpretación. Eso sucedió cuando doctos insertaron cierta frase en el texto de 1 Juan 5:7 dando a entender algo que no estaba allí, para dar más peso a su doctrina tradicional. Pero con el tiempo salió a la luz el engaño y el texto se depuró.

No sería de extrañar que Satanás esté detrás de esa clase de interpretaciones. Porque desde el mismísimo principio interpretó mal la Palabra de Dios. Contradijo abiertamente la orden que Dios le había dado al hombre: "'¡No es cierto! No van a morir. Dios sabe muy bien que se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios cuando coman de ese árbol, y conocerán el bien y el mal'. Entonces, la mujer vio que el fruto del árbol era bueno y tenía buen aspecto. Era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió". (Génesis 3:1-6)

Dios dijo que estaría mal que comieran del árbol, pero el Diablo dijo que estaría bien que lo hicieran. Eva prefirió la interpretación del Diablo y comió. ¿Con qué resultado? Obviamente, Dios no le había mentido, porque murieron. 

Hoy hay pastores que dicen que Dios comunicó a Adán y Eva la esperanza de vover a vivir. Pero en ningún lugar de las Escrituras se da a entender, ni por un momento, que Adán y Eva tengan la esperanza de volver a la vida. La Biblia dice que si comían del fruto morirían, y así fue y así seguirá siendo. ¿Por qué? Porque pecaron contra el espíritu santo, y los que pecan contra el espíritu santo pierden su derecho a la vida eterna. (Mateo 12:31-32) 

Adán no fue engañado por Satanás. Obró con conocimiento de causa y por ello se hizo acreedor a una condena eterna. (1 Timoteo 2:14) Cualquiera que diga que Adán tiene una esperanza está interpretando la Biblia caprichosamente.

Satanás no solo torció las Escrituras al comienzo de la humanidad, sino que siguió haciéndolo, produciendo sus propias interpretaciones místicas, plasmándolas en diferentes formatos y culturas a fin de extraviar a la humanidad. Por eso, aunque la Biblia misma dice ser Palabra de Dios, no debemos pensar que cada palabra que aparece en la Biblia proviene de Dios. 

Ya dimos un ejemplo cuando mencionamos que Satanás contradijo abiertamente a Dios en el Paraíso. Cuando leemos: "¡No es cierto! No van a morir. Dios sabe muy bien que se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios cuando coman de ese árbol, y conocerán el bien y el mal", no diremos que fue la palabra de Dios, ¿verdad? Esas fueron palabras del Diablo. Pero decimos que es Palabra de Dios en el sentido de que están contenidas en el libro de Dios, no porque Dios las haya dicho.

Por lo tanto, así como al profeta Ezequiel se le ordenó callar hasta que llegara el escapado de Jerusalén, hoy en día los cristianos han predicado las buenas nuevas hasta la parte más lejana de la tierra. No tienen por qué seguir haciéndolo hasta tiempo indefinido. Tal como en el tiempo de Ezequiel ocurrió un fin y la palabra de Ezequiel resultó cierta, también tiene que llegar un momento en que el fin se desate para este mundo y la humanidad tenga que reconocer que recibió a tiempo la advertencia de Dios. (Mateo 24:14; Ezequiel 7:5-7; 24:25-27)

Esto es así porque las buenas nuevas que proclamó Jesucristo se basaban estrictamente en lo que estaba escrito en el libro de Isaías. Y si lees cuidadosamente dicha profecía, notarás que contiene un aspecto que Jesús intencionalmente no mencionó pero sucederá al tiempo señalado. (Isaías 61:1-2; Lucas 4:16-21) Eso ocurrirá cuando las buenas nuevas se hayan proclamado hasta el momento profetizado por Dios, hasta el tiempo del fin. (Mateo 24:14)

La mejor interpretación es la que concuerda con la Biblia misma, no la que se adapta a nuestros puntos de vista personales, caprichos y deseos. No es cuestión de estar en una religión que "me gusta" o en la que "me siento bien", sino en la que verdaderamente interpreta la Biblia como es correcto. ¿Acaso Jesús dijo que su religión sería un oasis de placer? No. Más bien dijo que sería como pasar por una puerta angosta y estrecha. Dijo: "Les aseguro que todo el que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos por causa mía y la del evangelio, recibirá cien veces más en este tiempo casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, con persecuciones, y en el nuevo mundo venidero la vida eterna. Muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros". (Marcos 10:29-31)

El amor es amor, y el odio, odio. Interpretar que el odio se justifica como una forma de amor es una interpretación no autorizada. El apóstol Pablo fue nombrado maestro de la fe por el Señor Jesucristo. Si queremos saber más de la fe, los escritos de Pablo nos ayudarán a entender lo que significa. Y el apóstol Juan fue nombrado para escribir sobre el amor. Ningún apóstol escribió tanto sobre dicho tema. ¿Y qué fue lo que dijo que era el amor? Entre otra cosas, dijo: "Éste es el mensaje que han oído desde el principio: Que nos amemos los unos a los otros. No como Caín que provino del malvado y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. ". (1 Juan 3:11-12) Cualquiera que diga que odiar a su prójimo está bien, está yendo más allá de lo que enseña la Palabra de Dios.

Al decir "no como Caín" está aclarando la forma y el hecho como incorrectos. La razón es que solo existen dos formas como Dios permitió el derramamiento de sangre: 1) Sobre el altar de sacrificios animales y 2) el sacrificio de Cristo. Ningún otro derramamiento de sangre ha sido autorizado por Dios. Si alguien dice que está bien degollar al prójimo, esa es su propia interpretación de la voluntad de Dios, no la de Dios.

"Entonces, ¿por qué Dios dijo que los israelitas arrasaran con ciertos pueblos que estaban en su camino? -dirán algunos- ¡Eso fue un derramamiento de sangre!". Pero, nuevamente, ¿hemos estudiado cuidadosamente el registro? ¿Tenemos el cuadro completo? 

La primera profecía de la Biblia determinó que habría enemistad entre la descendencia de la serpiente y la descendencia de la mujer. La descendencia de la serpiente no perdió tiempo. Desde el mismísimo comienzo procuró el exterminio de la descendencia de la mujer. Pero Dios se reservó el derecho de impedirlo, porque exterminar la descendencia prometida hubiera significado pisotear el derecho de Dios de conservar un pueblo para su nombre, para efectuar su voluntad.

Satanás no tenía ningún derecho de exterminar a la descendencia de la mujer. Lo intentó cuando Caín mató a Abel. Pero Dios, en su misericordia, levantó a Set, a través del cual continuó la descendencia prometida. Sin embargo, Satanás continuó intentando arrasar con la línea de descendencia. 

Por tanto, Dios se reservó el derecho de permitir que su pueblo, a través del cual vendría la línea de descendencia, se defendiera. El derramamiento de sangre no fue provocado por el pueblo de Dios, sino por su enemigo, para que pareciera que Dios era el que causaba el daño. Toda la historia ha sido lo mismo. 

Satanás ha maniobrado las cosas para que parezca que Dios es injusto y cruel. Pero los que han estudiado la Biblia a fondo siempre supieron que Dios es amor, y que jamás iba a permitir que la linea de descendencia, que llevaba al Cristo, se interrumpiera. Gracias a ello, hoy podemos contar con el sacrificio de Cristo como el medio que Dios usa para darnos una esperanza de vida eterna.

Por otro lado, ten en cuenta que la Biblia no ha escondido el registro histórico de quienes obraron incorrectamente y derramaron sangre injustamente. La Biblia es franca al mostrar los errores de la humanidad, así como sus aciertos. Nunca confundas el accionar del hombre con el de Dios. El hombre es estrecho de miras respecto a la justicia perfecta. En cambio Dios, que conoce todas las cosas, puede tomar decisiones que, a corto y largo plazo, tengan en cuenta el mayor beneficio para todos.

Otro dirán: "Pero la Biblia es parcial e injusta al bendecir solamente a Abrahán y hablar de un pueblo escogido, discriminando a los demás y hasta condenándolos a la destrucción". Nuevamente, ¿tienen el cuadro completo? Cuando Dios escoge a la nación de Israel, no es para beneficiar a Israel, sino a todo el mundo. Israel sería el pueblo por el que vendría la línea de descendencia del Cristo. 

El objetivo era beneficiar a toda la humanidad. Presta atención a lo que se le dijo a Abrahán: "El ángel de Dios llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: 'Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo que te bendeciré en gran manera y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos.  Puesto que me has obedecido, y todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia". 

El cumplimiento de dicha profecía se realizaría en Cristo al final de los tiempos señalados, cuando todas las naciones llegaran a conocer las buenas nuevas del reino de Dios y recibieran Su bendición final: “Vengan ustedes, bendecidos por mi Padre, reciban el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. (Mateo 25:34)

Por eso, no te contentes con una interpretación superficial, sesgada o caprichosa. Siempre reúne todos los elementos necesarios, como si fueran piezas de un megarompecabezas, y luego arma la interpretación que mejor coincida con la que Dios quiere que descubras. Te en cuenta que tu vida está en juego. Una mala interpretación puede causarte, no solo una enorme pérdida de tiempo, de ánimo, de fe y de esperanza, sino de la vida misma.

Siempre procura la mejor interpretación y asegúrate de que nadie, ni siquiera un profeta o ángel, un nuevo descubrimiento o novedad, el bramido del mar simbólico o una supuesta solución política a los problemas de la humanidad, te desvíe del objetivo de la vida eterna, la cual solo será posible gracias al amor de Dios y a la fe en Cristo. (Romanos 8:28-39
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