Caos vs. Cosmos


ÍNDICE

 
Algunas traducciones del Génesis dicen que ‘en el principio Dios creó los cielos y la tierra, y que la tierra estaba desordenada y vacía’. Pero si estaba vacía, ¿cómo pudo estar desordenada? Esa no es la forma correcta de entenderlo. Por eso, el diccionario viene en nuestra ayuda y nos explica que el caos no solo puede definirse como desorden, sino como falto de forma. De modo que ahora sí entendemos en qué sentido la tierra era un caos: No en el sentido de que había desorden, sino en el sentido de que Dios todavía no la había preparado para la vida en ella.

Los campos magnéticos, los ciclos del carbono y el oxígeno, y todos los ecosistemas que rodean la tierra y todos los incontables sistemas físicos nos protegen en muchos sentidos. Son parte del orden que impera en el universo. 

En tal contexto, podemos leer que en el principio la tierra estaba amorfa, es decir, sin una forma acabada o definida. Estamos hablando de algo que ocurrió hace incontables millones de años. Sin embargo, y en esencia, las palabras de apertura del Génesis son muy claras: Dios fue responsable de su ordenamiento, o sea, de darle la forma final.

Es interesante que en su palabra, la Biblia, Dios mismo le daría un nombre limpio: Tierra. Somos terrestres. Y sería en la tierra donde él iniciaría la vida para nuestros primeros padres. 

Y es interesante que a medida que los hombres fueron investigando, descubriendo y dando nombre a otros mundos, les pusieran nombres de dioses falsos: Venus, Júpiter, Marte, etc.

Total, ¿en el principio había desorden, o más bien todo estuvo muy ordenado? ¿Fue el denominado Big Bang el primer estallido de desorden, o todo lo contrario? Bueno, después de muchísimos años de investigación y experimentación, los científicos están comenzando a bajar la cabeza y a ponerse de acuerdo en un hecho innegable: Si la entropía es cada vez mayor a medida que avanzamos en el tiempo, lógicamente tuvo que haber muy baja entropía en el principio.

En otras palabras, si con el tiempo hubo más desorden (según algunos), en el pasado tuvo que haber más orden. Y si les parece que al comienzo del universo las cosas reflejaron más orden que nunca, se preguntan cómo pudo ocurrir eso. ¿Cómo entenderlo? ¿Cómo explicarlo? ¿No se suponía que antes todo estaba desordenado y, a medida que avanzaba el tiempo, se ordenaba más y más? Son contradicciones que no saben explicar.

El adelanto de la tecnología, que cada vez nos deja asombrados de lo rápido que quedan obsoletos los equipos que acaban de salir de fábrica, ha detenido en seco a muchos científicos que antes alardeaban de sus conocimientos acerca de biología, física y otros campos del saber. 

Unos se han visto obligados a empezar desde cero. Otros no han tenido que comenzar desde tan bajo, pero les ha costado mucho resistir la pegada de la realidad y tener que obligarse a sí mismos a ver el universo desde una perspectiva muy distinta, incluso muchos de los descubrimientos acerca de nuestro propio vecindario, la Tierra.

Ya no nos asombra oír "la gran noticia sobre el último descubrimiento", que demuestra que estaban muy equivocados en algunas [por no decir muchas] de sus teorías y apreciaciones acerca de ciertos aspectos del universo, su pasado, presente y futuro. 

Bueno, no es nuestra intención hablar de biología, física ni de ninguno de los otros campos del saber. No versamos sobre las profundas aguas del conocimiento humano (si quieres iniciar una investigación sobre dichos asuntos, te recomendamos estos links: 1 | 2). Tampoco es nuestra intención confundirte más de lo que probablemente estés respecto a esos temas. Pero es innegable que la Tierra cambia constantemente y que en el principio recibió una forma que definió un comienzo maravilloso para todas las cosas y generaciones en el planeta. 

En la Biblia, el libro de Génesis dice claramente que Alguien fue responsable del orden -o cosmos- resultante, o dicho de otro modo, de reducir la entropía. Por tal razón los científicos más avanzados han llegado a un acuerdo respecto a este punto: Falta una pieza clave del rompecabezas. 

Les cuesta reconocer que cada vez que realizan un análisis o proceso de descubrimiento están demostrando que alguien tuvo que seguir dicho proceso de descubrimiento. No se analizó ni descubrió por sí mismo.

Está claro que cosmos es lo contrario de caos. Cosmos es el conjunto ordenado de todas las cosas creadas, y por ende diseñadas por Alguien: El planeta donde vivimos, el género humano y su tendencia natural a formar una sociedad eficiente, su hábitat, el ecosistema y todas sus experiencias acumuladas. Para cualquier científico, filósofo, psicólogo, lingüista o profesor de Derecho queda claro que no puede existir un diseño si no hubo un diseñador. El diseño es un acto inteligente y cuanto más complejo, más inteligente.

Si hablamos de "diseño en el universo", o de que "hubo una baja entropía al principio de los tiempos", no podemos soslayar la existencia de un Diseñador. Alguien le dio mantenimiento a todas las cosas. Sabemos por experiencia que todo aquello que no recibe sustento o mantenimiento se deteriora. Por hoy se busca la autosustentabilidad en todas las cosas, ¡porque es una maravilla! Nos hace la vida más fácil. Nuestra Tierra es autosostenible.

En este contexto, pensemos en el caos como desorden, y en el cosmos como orden. Cuando la gente desordena todo y no sabe cómo regresar cada cosa a su lugar, suele exclamar: “¡Mi vida es un caos!”. ¿Es así como a veces te has sentido? Por otro lado, a primera vista, no todo en la naturaleza es realmente un caos cuando solo parece un caos. Por ejemplo, al mirar escenas de la selva amazónica y observar los enmarañados bosques tropicales, uno podría pensar que todo es un caos vegetal, pero no es así. Hace relativamente poco tiempo los científicos han descubierto que solo se trata de un sofisticado orden diferente que obedece a la necesidad de las plantas por absorber luz del sol. ¡Las selvas han sido autosostenibles desde tiempos pasados!

Dios y el cosmos

En Génesis, capítulos uno y dos, leemos que Dios creó al hombre, lo estableció en un Paraíso y le dio un propósito a su vida. En otras palabras, puso cada cosa en su lugar de modo que fuese autosostenible hasta tiempo indefinido.

Muchos años después del Génesis, el registro inspirado de Eclesiastés 7:29 dijo que ‘Dios hizo rectos a los seres humanos’, pero también aclara que ellos mismos se metieron en muchos problemas. Evidentemente eso no fue obra de Dios. 

No se necesita mucha inteligencia para comprender que cualquier cosa que se utilice pasando por alto el propósito para lo que fue diseñada tenderá a su autodestrucción con el paso del tiempo. ¡Es una ley de la naturaleza!

Pablo, cristiano del primer siglo, dijo que Dios no es Dios de disensión (o desorden), sino de paz (1 Corintios 14:33, 14). En otras palabras, Dios no crea ni causa desorden, sino todo lo contrario. Tal como los científicos han descubierto que las selvas no están desordenadas, sino que obedecen a un sofisticado orden diferente, basado en la necesidad de las plantas por absorber luz del sol, lo mismo ocurre con el universo exterior. Obedece a leyes diseñadas para su autosustentabilidad. 

¿Descubrirán algún día los científicos que aquello que a simple vista parece un caos intimidante simplemente responde a un sofisticado orden diferente, producto de un Diseñador Inteligente de Organismos y Sistemas?

Por eso, es confuso que algunos digan que ‘en el principio […] la tierra estaba desordenada’, porque no pudo estar desordenada. Un entendimiento más exacto sería que estaba sin forma, tal como ocurre con un terreno donde todavía no se ha construido nada.

Algo parecido se puede decir de las relaciones humanas, nuestro modo de vivir y el conocimientos de Dios. Así como ocurre con los científicos, que renuevan sus teorías, muchos adultos no entienden su vida porque de pequeños nadie les dio respuestas coherentes, es decir, explicaciones lógicas y fáciles de razonar. Teorías confusas y dogmas religiosos llenos de términos extravagantes. Cada vez que preguntaban algo, les contestaban: "Es un misterio, eso no se pregunta", o "¿Por qué preguntas? ¿Acaso no tienes fe? El que tiene fe no cuestiona los dogmas", como si la fe resultara de la ignorancia. 

Y, si las respuestas que les dieron para entender sus más profundas inquietudes acerca de la vida y la muerte fueron un caos, ¿cuáles serían las consecuencias de sus pensamientos y, por tanto, de sus decisiones? ¡Más caos! Respuestas sensatas producen resultados sensatos.

Podemos ilustrar el caos como un agujero o hueco en el que uno cae y queda atrapado sin poder vencer al torbellino de las consecuencias. Entonces nos cuestionamos todas nuestras bases para creer o suponer esto o aquello. Por eso Jesucristo tuvo un poder de convocatoria como el cual nadie pudo conseguir. Porque hablaba de un modo diferente y respaldaba su habla con actos de amor que nadie en la historia pudo siquiera comparar. 

Por ejemplo, Jesús mencionó un principio muy importante al decir que los espinos no daban uvas (Mateo 7:16). Siglos después alguien acuñó la frase: “No se puede pedir peras al olmo”, que es lo mismo. En otras palabras, no es razonable que del caos resulte cosmos por simple casualidad, como afirman los científicos, como si el diseño y el orden no resultaran de la intervención de una inteligencia.

Pensar que la visión de un águila, la fuerza de gravedad, los ojos hermosos de una persona o los goles de Messi fueron el resultado del caos es por demás absurdo.

Toma nota la próxima vez que veas un programa de televisión en el que se ve a unos científicos de vasta experiencia fabricando un sofisticado modelo a escala de cualquier cosa. Cuando los entrevistan suelen decir que "no ha sido fácil", que "ha tomado muchos años de estudio y experiencia", que "el nuevo prototipo es el resultado de muchísima investigación", que "han intervenido especialistas de toda la Tierra". ¿Creemos eso? ¡Claro! Es la verdad. Tomó mucha creatividad, planificación, preparación y esfuerzo. ¡Alguien tuvo que pensarlo y hacerlo! Hubo una gran inteligencia tras ello.

Sin embargo, algunos pretenden convencernos de que la idea o el original del cual tomaron el modelo se hizo solo... ¡por casualidad! En otras palabras, ellos tampoco se inspiraron en nada. Y para que nadie discuta, concluyen con la frase: "a través de miles de millones de años". ¡Ja! ¿Quién va a discutir un argumento así? 

Hay quienes dicen que la Tierra probablemente se autodestruirá dentro de unos cinco mil millones de años, cuando la Vía Láctea choque con Andrómeda, y que veremos tal y cual cosa suceder ante nuestros ojos. ¿Ante nuestros ojos? Para empezar, tú y yo no estaremos allí dentro de cinco mil millones de años. Y no estaremos preocupados por nada de esas cosas cuando ocurra porque, en tal caso, ningún ser humano que viviera en la Tierra en ese momento tendría la mínima capacidad para soportar el impacto. ¿Acaso va a sacar un telescopio para contemplar el fin?

Tampoco ninguno de los científicos que hoy teorizan al respecto estará vivo, ni tampoco sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos ni nadie que se imaginen como descendiente. ¡Ocurriría dentro de mucho más de cinco mil millones de generaciones!

Muchos enseñan la teoría de la evolución como si fuera un hecho comprobado, cuando ellos mismos ni siquiera la creen completamente. Sus propias leyes físicas descubiertas contradicen aspectos controvertidos de la teoría. Aún así creen en ella como un dogma comprobado. ¿Dogma o mito comprobado?

Un dogma es siempre un dogma. Si no es un dogma, no lo es. Y un mito siempre es un mito. Si no es un mito, no lo es. La frase "se ha comprobado que el mito es verdadero", es tan solo una frase mal dicha.

Por ejemplo, se dice que una de las causas de la evolución del ser humano es el resultado del espíritu de competencia, la supervivencia del más apto, del más fuerte, del que tiene los mejores genes, del que pisotea a los demás, el cual siempre prevalece y sale adelante mejorando la especie. Igual ocurre con todos los animales inferiores. ¿El resultado? Cada vez nos llama menos la atención el abuso. Si las noticias nos dicen que alguien torturó a otro, pensamos: "No es culpable. Simplemente obedeció a su instinto natural de superioridad sobre el débil". ¡Si todos fueran como ese torturador, ¿acaso el mundo sería mejor? ¿Quién podría creer tal argumento?

O pensemos en esto: Si el caso fuese que sobreviven los más fuertes, lo cual implica en la mayoría de los casos carecer de contemplaciones por los perdedores, ¿cuándo apareció el altruismo, la misericordia y la compasión? ¿No son esas cualidades humanas las que nos mueven a ceder el paso, a ser generosos y anteponer los intereses de otra persona a los nuestros? ¿Acaso cuando viene a visitarte un amigo lo recibes a puñetazos, te llevas a su esposa y matas a sus hijos? 

Si la teoría de la evolución tuviese asidero, ¿por qué se encarcela a los asesinos y violadores, estafadores y ladrones? ¡Mejor que los suelten! ¡Deberían hacerles un monumento! Son una raza superada de seres humanos porque han prevalecido sobre sus víctimas. ¡Patrañas!

Además, pensemos en esto: ¿Acaso mejorará la civilización moderna por el simple hecho de cruzar sexualmente a los ejemplares más bellos y robustos del género humano? ¿Quién jamás ha creído el argumento de que los más bonitos son los más inteligentes y proactivos, o que los más robustos son más responsables o creativos? 

Decir que los más bonitos y robustos sacarán adelante el futuro de la humanidad es una teoría absurda basada en el materialismo. Sería como decir que los países que tienen misiles más destructivos gobernarán mejor al mundo.  Esa sería una base endeble para forjar un futuro feliz. Es cierto que hay mucha gente bonita y robusta que es muy inteligente, pero no son mayoría. Los atributos físicos nunca han sido un factor clave en el desarrollo intelectual, aunque sí en la propagación del materialismo (suele escogerse a los más bonitos para los anuncios comerciales que impulsan los conceptos materialistas más exigentes).

Para muchos ya no es un secreto que mucha de la publicidad y propaganda que se difunde por el mundo solo procura intereses económicos egoístas, y que no pocas veces se recurre a técnicas cuestionables que rayan en subliminales, es decir, que el usuario no apruebe ni decida nada conscientemente, sino que obedezca mandatos que se le implantan sin que medie su voluntad.

¿No es cierto que hasta científicos de renombre trabajan en proyectos importantes y cooperan unos con otros en armonía y coherencia sin importar que sean bonitos, robustos, feos, flacos o gordos? ¿Acaso se muerden unos a otros? ¿Acaso vemos combates a patadas en los laboratorios médicos? No. Más bien se toleran, se ayudan, colaboran unos con otros en pos de objetivos en común. De hecho, muchos de ellos se concentran tanto en los microscopios y tubos de ensayo que usualmente no tienen tiempo para embellecerse frente a un espejo por las mañanas, o a practicar físico culturismo, dando más importancia al intelecto que a la apariencia física.

Eso contradice rotundamente una teoría tan drástica como la de la supervivencia del más apto. ¿Qué  hace que alguien sea verdaderamente más apto que otro? El ser humano no es -ni fue nunca- una bestia salvaje, como dicen algunos antropólogos para convencernos de su sinrazón. (Génesis 1:24-25) Una cosa es que nuestros antepasados usaran herramientas rústicas y fueran más agresivos porque en aquellos tiempos no tenían los conocimientos que ahora tenemos, y otra, que fueran torpes, sucios o brutos. La falta de conocimiento y experiencia no convierte a uno en un animal inferior. La falta de amor y cariño sí.

Dios diseñó a los seres vivientes originales. Todo lo demás es simplemente una variedad dentro de un mismo género. Los géneros no se cruzan entre sí para producir mejoras. De hecho, el término híbrido nace del concepto "imposibilidad de perpetuar su especie". El ser humano no es un híbrido, ni tampoco puede procrear con un caballus ni con un canis. Es verdad que algunos humanos no pueden procrear, pero en todo caso no es el resultado de una evolución de su género.

El único que produce caos es el ser humano

¿Qué sientes cuando ves en las noticias escenas de horribles actos de barbarie, perpetrados intencionalmente? ¿Y qué sientes si oyes que se están efectuando en el nombre de Dios? ¿No percibes incongruencia, desorientación y falta de prudencia? ¿No te preguntas: "¿Es eso lo que se supone que quiere el Creador de todas las cosas?", y comienzas a dudar de su existencia, de su capacidad para controlar el universo, de su derecho a poner orden en todas las cosas?

El que una colonia de hormigas se defienda de otra colonia de hormigas en medio de la selva no debe usarse para justificar el odio racial, las rebeliones y toda suerte de violencia doméstica. Los marcos de circunstancias y contextos no tienen nada que ver entre sí. El que un médico compare el efecto de un cambio brusco temperatura en una copa de cristal no es del todo aplicable a los bronquios de un ser humano. Nuestros bronquios no son de cristal.

Si uno se sienta a contemplar una puesta de sol, un paisaje en la montaña o un cielo estrellado, ¿acaso siente confusión, conflicto, malestar o indiferencia? ¡Todo lo contrario! Quisiéramos seguir allí un buen rato, tomarle una foto, pintar un cuadro, componer una canción, escribir un poema o soñar con un mundo mejor. Pero si uno se sienta a ver televisión y el noticiero de la noche le mostrara actos de barbarie que parecen salidos de una película de terror, seguramente cambiaría de canal, cerraría los ojos o haría comentarios que expresaran repulsión y rechazo.

¡Tenemos un sentido de justicia y una conciencia que funciona! No somos indiferentes al dolor ajeno. Por eso nos preguntamos: ¿Será esa la manera de arreglar los problemas? ¿Son esas las personas que están capacitadas para gobernar y hacer de este mundo un mejor lugar donde vivir? ¿Es el caos la ruta hacia el cosmos? ¿Qué están enseñando esas personas a sus hijos? ¿A amar al prójimo y a Dios? ¿Está la clave en elevar la entropía, o reducirla? ¿Es el odio, la hostilidad y la barbarie la senda a un mundo mejor?

Por lo visto, la respuesta razonable es "no". Si uno arroja un jarrón de cerámica contra una pared, no puede esperar obtener un jarrón más bonito ni en cinco mil millones de años. Cuánto menos si después lo pulveriza.

¡La inteligencia suprema es la clave!

Inteligencia es la capacidad espiritual de entender o comprender algo, ya sea para crear cosas, diseñar sistemas, resolver problemas o sencillamente captar algo que alguien dijo. Por ejemplo, para leer y entender esto das uso a tu inteligencia. A un mono no le interesaría en absoluto. Le bastaría con comerse un plátano. De hecho, para que los monos hagan lo que esperamos que hagan, los acondicionamos dándoles premios. No es que lo hagan porque sean más inteligentes, sino porque saben que haciendo lo que les pedimos obtendrán un premio. Al menor descuido, se van tras un plátano. Pregúntales qué es la moralidad, y analiza cómo te responde. Te quedara mirando sin expresar juicio alguno.

La facultad de raciocinio es lo que diferencia a un ser inteligente del resto de seres vivos. Un perrito, un gatito, un elefante o una jirafa pueden ser hermosos e inteligentes y tener una memoria increíble, pero son inferiores en el sentido de que no pueden razonar ni sacar conclusiones lógicas acerca de los problemas de la humanidad. 

Por eso, cuando las emociones de un hombre bloquean su razón hasta el punto de anteponer el prejuicio, el rencor, el odio y el dogma, no queda nada sino fanatismo. Entonces la razón cede el paso a la sinrazón, y las consecuencias llegan a ser muy desagradables.

De modo que para ordenar uno su vida, es decir, para darle cosmos o forma, uno tiene que aplicar su inteligencia y procurar entender cómo hacerlo. Dios nos dice el qué y el cómo hacerlo. (Salmos 32:9) Inspiró a los escritores de la Biblia a relacionar siempre la sabiduría y el entendimiento con la inteligencia (Apocalipsis 13:18 y 17:9). De hecho, la Biblia dice que Dios mismo es la fuente del amor, de la sabiduría y de toda autoridad. Él puede darnos esas cosas a manos llenas si tan solo se la pedimos sinceramente en oración y actuamos en armonía con nuestras oraciones (Proverbios 2:6-9). 

El resultado, consecuencia y beneficio de seguir sus lineamientos será que entenderemos mejor cómo ordenar nuestra vida y cuál es la ruta que debemos seguir en medio del caos social que eleva más y más el grado de desorden de este mundo.

Por eso, si sientes que tu vida es un caos, ¿por qué no le oras ahora mismo: “Yavé, en el nombre de tu Hijo Jesucristo, ayúdame a entender tu palabra”? Es todo. Y déjalo en sus manos. Él te oirá y buscará sus propios medios para ponerse en contacto contigo para sacarte de la confusión y ayudarte a ordenar tu vida. 

Tal vez pienses que suena simplista, pero todo el espíritu de la Biblia señala en una dirección: Restablecer nuestra relación con Dios. Cualquier intento de salir adelante, reclamando un espacio que no nos pertenece, es decir, poniendo a Dios a un lado, solo resultará, en el mejor de los casos, en un éxito temporal.

Acercarnos en oración al Padre en el nombre de Jesucristo es la clave para iniciar cualquier modificación estructural en nuestros asuntos. Si sientes que tu vida anda un poco desordenada, o que quizás es un completo caos, comienza restableciendo o fortaleciendo tu relación con Dios.

Esperamos que esto te ayude a meditar en tu intención de hallar la manera adecuada de ordenar tu vida y a no seguir usando los procedimientos infructuosos del pasado. Sinceramente, te deseamos el mejor de los éxitos: entablar una estrecha relación espiritual con tu Creador.

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