¿Es cierto que se viene el fin del mundo?


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Permítenos preguntarte qué representa para ti la palabra "fin". El diccionario la define como el "término", "conclusión" o "límite" de algo. Cuando algo se acaba, decimos que llegó a su "fin", a su "conclusión", al "límite". Por ejemplo, se dice que la muerte es el fin de todo.

La resurrección de Jesucristo sirvió en parte para redimir a la humanidad de la muerte. La Biblia lo dice así: "Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16) Y el apóstol Pablo preguntó: "¿Dónde está tu victoria, oh muerte? ¿Dónde está tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!" (1 Corintios 15:55-57) Por tanto, la muerte no es el fin de todo, como muchos creen.

Igualmente, cuando hablamos del fin del mundo, estamos hablando del inicio de un nuevo mundo, no de la destrucción del planeta. El "mundo" en este caso, no se refiere a la tierra, es decir, al planeta Tierra, sino al sistema de vida, al modo de hacer las cosas, al tipo de administración corrupto que ha imperado por milenios. El fin del mundo significa el fin de la política del hombre y la restauración de la política de Dios, por decirlo así. ¡El reino de Dios!

¿No dijo Jesús que pidiéramos al Padre en oración: "Venga a nosotros tu reino" y "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo"? (Mateo 6:9-10) ¡De eso precisamente se trata! Cada vez que pedimos que venga su reino estamos pidiendo que ponga fin a este mundo. Porque el nuevo mundo significa un nuevo modo de administrarlo todo. El fin del mundo significa el fin de un viejo modo de hacer las cosas, uno que dará paso a los efectos de un nuevo modo de vivir.

Eso de imaginar que el planeta explosiona, que todos los buenos van al cielo y los malos son vaporizados y sufren por el resto de la eternidad, es solo una imagen deformada de lo que la Biblia quiere dar a entender, lo cual produce un hueco en el alma y resulta en una desesperanza tan profunda que impulsa y enquista la corrupción. Además, si la Biblia enseña que todos somos pecadores, entonces ¿cómo entraremos al cielo? No se podría. Al cielo solo ingresan los santos.

Unos contestan: Es que la fe en Jesús nos limpia de todo pecado. Pero ¿cuántos realmente tienen fe en Jesús al grado de alcanzar perdón y salvación suficientes como para ir al cielo? Además, ¿no dijo el apóstol Pablo que tenía esperanza en Dios de que "habrá una resurrección para los justos y los injustos?. Si todos van a resucitar, ¿cómo es posible que se diga que solo los buenos van al cielo? ¡Así todo termina siendo muy confuso!

Jesús dijo: "Venga a nosotros tu reino", no "llévanos a tu reino". Y no solo dijo: "Hágase tu voluntad en la tierra", sino "en el cielo". ¿Para que dijo que pidiéramos que se haga la voluntad del padre en el cielo si se suponía que en el cielo ya se hace su voluntad? "Suponían" los que no leyeron con atención. La Biblia siempre dijo que llegaría el día en que Satanás sería expulsado del cielo junto con todos sus demonios, lo que significa que no todos en el cielo hacían la voluntad del Padre. (Job 1:6; Apocalipsis 12:9) Se requeriría la intervención del reino de Dios para que se llevara a cabo una acción tan drástica.

De hecho, así como mucha gente no entendió bien ese punto, hoy en día hay quienes tampoco están conscientes de la seriedad y gravedad del impacto que causará el reino cuando su intervención resulte en el siguiente paso: expulsar o abismar de la tierra a Satanás y sus demonios. Porque así como la Biblia fue clarísima al indicar que los demonios serían expulsados del cielo, también dejó muy en claro que el siguiente paso consistiría en desterrarlo, es decir, expulsarlo de la tierra, hecho acerca de lo cual los demonios siempre estuvieron al tanto. (Mateo 8:28-29; Lucas 10:17-18; Apocalipsis 20:1-3) De hecho, la Biblia fue prístina al indicar que el reino no solo abismaría o expulsaría al Diablo de la tierra, sino que sería arrojado al fuego junto con todos sus demonios. ¿Y qué sucede cuando algo es arrojado al fuego? ¿Qué entendemos cuando alguien nos dice que arrojó una fotografía, un pedazo de leña o cualquier otra cosa al fuego? Eso es exactamente lo que el apóstol Juan esperaba que entendiéramos respecto al destino final que les esperaba a Satanás y sus demonios (Apocalipsis 20:7-10)

Por eso, la verdad es que Jesús profetizó que la voluntad de Dios se haría "en la tierra" y "en el cielo". En otras palabras, llegaría el día en que, por decirlo así, solo quedarían los fieles tanto en la tierra como en el cielo. De modo que ¿cómo podría alguien pensar que un día la tierra explosionará -o de otro modo sería aniquilada- y todos sus habitantes serían vaporizados? La Biblia no dice eso en ningún lugar. ¡Al contrario! (Isaías 45:18) La intervención del Reino seria precisamente para evitar que se destruyera la tierra. (Apocalipsis 11:18)

Pero ¿no dijo el apóstol Pedro que 'el cielo desaparecería con un estruendo espantoso' y que 'la tierra, con todo lo que hay en ella, sería quemada con fuego', es decir, que 'todo será destruido'? (2 Pedro 3:8-10) Sí, pero en el mismo sentido que usó el apóstol Juan. Los apóstoles fueron paladines de la Palabra de Dios después de la muerte de su maestro. Era imposible que torcieran las Escrituras para acomodarla al capricho de alguna interpretación particular. Ellos entendían perfectamente lo que significaba que los cielos y la tierra desaparecieran del mapa. Por ejemplo, la Biblia reitera que Dios, el Padre, mora en los cielos. (Mateo 6:9) Además, sabemos que Jesús prometió que sus apóstoles vivirían en el cielo con él. (Juan 14:1-4) ¿Deberíamos entender que Pedro se refería a que el Reino de Dios finalmente destruiría el cielo, es decir, la morada santa de Dios? No podría haber una interpretación más forzada. (1 Reyes 8:30)

Por lo expuesto, resalta más que evidentemente que, en este caso, Pedro estaba usando un lenguaje figurado, no literal, igual como hizo el profeta Isaías en la antigüedad. (Isaías 34:1-7) Por tanto, si el cielo nunca será destruido, tampoco lo será la tierra. Podemos estar tranquilos sabiendo que los que, más bien, sufrirán una derrota aplastante por intentar reiteradamente destruir los cielos y la tierra serán el Diablo y todos los que no estén haciendo la voluntad del Padre. (Lucas 13:3-30; Mateo 7:21-23)¿Y qué implica hacer la voluntad del Padre, y cuál será el destino de los fieles?

"Les aseguro -dijo Jesús-, que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones), y en la edad venidera, la vida eterna." (Marcos 10:29-30) La "edad venidera" se refiere al tiempo en que el reino de Dios triunfaría sobre sus enemigos, a un nuevo modo de vida, a un nuevo mundo en el que todos harán la voluntad del Padre.(Mateo 25:34)

Aunque la mayoría de las religiones tienen como doctrina el dogma de una vida eterna, o "edad venidera", que supuestamente se llevaría a cabo en el cielo, un lugar muy diferente a la tierra, todas difieren en sus explicaciones de cómo será esa vida. Unos dicen que se trata de un entorno espiritual donde todo es pura energía invisible. Otros pintan imágenes de seres humanos conviviendo con seres extraños llamados ángeles, flotando como niños con alas sobre nubes. Y aún otras dicen que todos se fundirán en una sola entidad sin personalidad, descansando eternamente. ¿Podrían convencer tales interpretaciones a una persona al grado de impulsarla a portarse bien?

Usando pasajes de la Segunda Epístola de Pedro, antes mencionada, con un lado de la boca aterrorizan a muchos diciéndoles que la tierra será finalmente destruida, pero con otro dicen que la vida eterna será en el cielo, que no será destruido, contradiciéndose a sí mismos, porque Pedro dijo (figuradamente) que tanto el cielo como la tierra serían destruidos por fuego. (2 Pedro 3:7) La verdad es que ni el cielo ni la tierra serán destruidos.


De manera semejante, muchas iglesias -y nos referimos a todas las denominaciones, no solo cristianas- adornan sus paredes, mobiliario, techos y adornos con imágenes de hombres, mujeres y niños que lucen pálidos, vestidos con ropa larga y rara, elevando ojos tristes hacia el cielo, como lamentándose, mientras oran suplicando misericordia. Otras dejan que animalitos (ratas, vacas, serpientes, etc.) deambulen libremente por el recinto de templos dedicados a ellos, porque, según dicen, "son dioses" y hay que honrarlos y respetarlos. ¿Cómo te hacen sentir esos conceptos? ¿Sientes en el fondo de tu corazón que Dios y los asuntos divinos sean así?

Todos tenemos la tendencia natural de imitar a quienes más admiramos y queremos. Entonces, ¿por qué no vemos a muchas personas caminando pálidos por las calles, vistiendo esas ropas largas, en postura de ruego? ¿O por qué no vemos muchos criaderos de animalitos, o que se dejen que deambulen libremente por todas partes, como hacen en los templos? Por un lado, tal vez su casa parezca un palacio que destaque por la limpieza y el orden, pero que el templo esté lleno de ratas y cucarachas, animalitos que, se supone, son reencarnaciones. ¿No sería lo propio que en su casa también dejaran deambulando a las ratas con igual libertad? De modo similar, ¿por qué la gente no imita la manera de vestir de quienes se supone admiran como santos? La respuesta es evidente: El ser humano no imita a quienes no le agradan. Si aquello realmente les agradara, lo imitarían fervorosamente.

Por ejemplo, quizás tengan y besen constantemente una estampilla o una imagen de un santo, pero no se atreven a vestir ni actuar como el santo. Todo queda en una formalidad, en su imaginación. No serían capaces de vestirse como el santo ni de andar por las calles con las manos juntas y la mirada de soslayo hacia arriba, ¿verdad?

Lo mismo sucede con la manera de entender la palabra "fin". Nos imaginamos que el "fin" significa que la vida, tal como la conocemos (con sus lagos, ríos, praderas, valles, montañas, caballos, peces, bosques, playas, estrellas, Luna, Sol, familias), dejarán de existir, y nos iremos a vivir para siempre a otro lugar, flotando en el aire con todos los santos antes mencionados. Pero la pregunta es: ¿Te motiva eso a acercarte más a Dios? ¿Te motiva a esforzarte por hacer su voluntad? ¿Quieres vivir en un mundo en el que ya no habrá lagos, ríos, praderas, valles, montañas, caballos, peces, bosques, playas, estrellas, Luna, Sol ni familias, sino solo nubes y angelitos? La respuesta es simple: Nadie quiere vivir en un lugar que no sabe cómo es. Nadie cree que disfrutará de la vida si se convierte en energía pura y nada más. Eso no motiva a nadie.

Por eso, cuando oímos que se habla del "fin", ¿en qué pensamos? ¿En una existencia impersonal carente de emoción? Sin duda que ni siquiera provoca seguir hablando del asunto. Lo desconocido no motiva, especialmente si se nos dice que viviremos así por el resto de la eternidad. En cambio, si analizamos la palabra "fin" desde otra perspectiva, podemos enfocar una motivación real y ver un verdadero incentivo más allá de lo que nos han hecho pensar la mayoría de las religiones.

Por tanto, ¿qué significa el "fin del mundo"?

Con la siguiente pregunta podríamos empezar a abrir nuestra mente a lo que realmente dice la Palabra de Dios acerca del "fin": ¿En qué piensas cuando alguien habla del fin del año escolar? ¿En que ya nunca estudiarás nada más? O ¿en qué piensas cuando alguien habla del fin de la niñez? ¿En que se terminó la vida? O ¿en qué piensas cuando alguien habla del fin del camino? ¿En que no hay modo que avanzar ni descubrir nuevos horizontes?

El "fin" de algo no significa necesariamente que todo termina, como si ya no fuesen a existir más emociones ni sensaciones, creaciones ni proyectos. Sencillamente significa el comienzo de otra cosa, el inicio de otra época, el paso a otra etapa, el cambio a una manera diferente de hacer las cosas.

Por ejemplo, el fin de la niñez es el inicio de la adolescencia. El fin de la adolescencia es el inicio de la madurez. El fin de un camino significa que puedes seguir avanzando para llegar a nuevos destinos, pero que deberás continuar en un bote o en un avión, o trepar la ladera de la montaña, o bajar por un acantilado o saltar en paracaídas, o deslizarte hacia abajo con una cuerda.  Por ejemplo, el fin de un gobierno, significa que vendrá uno diferente. Cuando cayó el Muro de Berlín, todos se alegraron de que empezara una nueva época. Y cuando llegó a su fin la Segunda Guerra Mundial todos se sintieron devastados pero aliviados. ¿Qué hicieron los japoneses cuando la guerra llegó a su fin? ¡Japón es un ejemplo de fortaleza y renovación! ¿Y Alemania y el Reino Unido y tantos países que se recuperaron cuando los enfrentamientos llegaron a su fin?

Por lo tanto, cuando la Biblia habla del "fin" no está refiriéndose a que ¡puf!, de repente Dios nos convertirá en energía y nos diluirá en una suerte de espíritu global, aniquilando la tierra, el universo y todas las cosas. Eso no mostraría entendimiento de la Palabra de Dios, que explica: "Así dice Yavé, el que creó los cielos, el que dio forma a la tierra, el que la creó y la estableció, y que no la creó para dejarla vacía, sino que la creó para ser habitada". (Isaías 45:18)

Por lo tanto, cuando hablamos del "fin" estamos hablando al mismo tiempo de un comienzo, no del fin absoluto de todo lo que conocemos. Eso no tendría sentido. Por ejemplo, si una financiera ayuda a alguien a comprarse un automóvil, ¿qué hace en caso de que el deudor no pague sus cuentas? ¿Destruye el auto? ¡De ninguna manera! Lo embarga y se lo vende a alguien que pague las cuotas. Así de simple. Y si tienes una casa y la das en alquiler, ¿qué haces si tus inquilinos la maltratan y no te pagan? ¿Le arrojas una bomba? ¡No! Los demandas ante las autoridades y los desalojas. ¿Y qué haces después? ¿La abandonas y descuidas? ¡No! La embelleces, renuevas y pones linda!

Igualmente, el fin del mundo no significa que el Creador destruirá la tierra y el universo que la rodea. Lo que significa es que empezará una etapa nueva, sin malos inquilinos. Es todo. ¡Y esas son magníficas noticias! El fin del mundo significa que habrá un desalojo de los malos, empezando por quien los gobierna. (Juan 14:30) ¿Qué quedará entonces? El mismo planeta, pero sin gente mala. Se harán las cosas de una manera totalmente diferente, ¡a la manera de Dios! Y entonces, la vida se extenderá para siempre en un entorno ideal. Así de simple.

¿Y el cielo? ¿No se supone que iremos al cielo? Jesús fue muy claro al decir que sus apóstoles irían al cielo, y por una muy buena razón. "No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté." (14:1-3)

Por ejemplo, María, madre de Jesús, y María Magdalena, y María la hermana de Lázaro, así como todos los santos que pusieron fe en él y que fueron escogidos por Dios a través de los tiempos para ir al cielo están allí con Jesús, haciendo la voluntad de Dios, tal como hacen los ángeles. Según leemos en la Biblia, los ángeles tienen trabajos y asignaciones específicos que Dios les da. A veces hacen de mensajeros (Daniel 10:12), a veces de salvadores (Isaías 37:36), a veces de consoladores (Mateo 4:11), a veces de ejecutores (Apocalipsis 7:1).

Por lo tanto, cuando venga el fin del mundo, los santos y los ángeles contribuirán a que la voluntad de Dios se haga tanto en el cielo como en la tierra. Eso es lo que los cristianos han orado por siglos conforme al mandato de Jesús, rogando: "Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". (Mateo 6:9-10) Aunque surge una pregunta muy interesante. ¿Por qué tendríamos que rogar que se hiciera la voluntad de Dios en el cielo? ¿No se supone que en el cielo se hace Su voluntad?

Bueno, Job Job 2:2 y Apocalipsis 12:9 dice que hubo un tiempo en que no todos en el cielo hacían la voluntad de Dios.

Eso armoniza tanto con las explicaciones apostólicas como con las de Jesús mismo. El apóstol Pablo dijo: "Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo señalado: Reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra." (Efesios 1:8-10) Jesús prometió: "Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia." (Mateo 5:5) Esa profecía todavía está por cumplirse, ¡y se cumplirá!

Está claro que la voluntad de Dios no solo tenía que hacerse en el cielo, sino en la tierra. Si alguien excluye uno de los dos, no está entendiendo el propósito de Dios. Tanto en el cielo como en la tierra tendría que hacerse la voluntad de Dios. "Pero ¿acaso en el cielo alguna vez no se hizo la voluntad de Dios?", puede que alguien pregunte. Puedes buscar en Apocalpisis 12:7-12 y ver que la respuesta está clarísima.

Por tanto, todos los que reciban la bendición de Dios llegarán a ser santos y vivirán en absoluta armonía espiritual, tanto en la tierra como en el cielo y en todos los rincones del universo. El propósito de Dios es que finalmente todos lleguen a ser santos, tanto en el cielo como en la tierra.

Por décadas y hasta por siglos, muchos han estado advirtiendo acerca del fin del mundo. Unos han sacado provecho de la ignorancia y la inexperiencia de muchos para llenar sus arcas de dinero y gastarlo en placeres que con el tiempo han quedado al descubierto, para su deshonra. Y otros han publicado estadísticas, evidencias y pronósticos que se han estrellado con las especulaciones, derribando los tabúes y poniendo las cartas sobre la mesa.

Felizmente, ahora todos están poniéndose de acuerdo en un punto: Nos queda poco tiempo para reparar el daño que hemos causado a la tierra durante siglos y milenios. Hemos depredado el medio ambiente y ahora la tierra nos está pasando la factura. Hay nuevas organizaciones que defienden lo poco que nos queda para tratar de rescatar el futuro que nos queda, el cual pende de un hilo.

Climatólogos dicen que si la humanidad no reacciona como un todo para contrarrestar el calentamento global, tendremos que hacernos a la idea de que la primavera, el verano, el otoño y el invierno, como los conocemos, ya no se manifestarán así, sino de maneras que podrían poner en grave peligro la mismísima supervivencia de la tierra y la humanidad.

Historiadores y sociólogos están observando tendencias antes nunca vistas, y se sorprenden al ver que la calidad humana está en decadencia en muchos sentidos. Por ejemplo, universidades realizan encuestas para averiguar lo que piensa la gente, y quedan admiradas de la cantidad de los muchos que ignoran hechos trascendentales de la historia. Muchos muestran una crasa falta de interés en aprender del pasado.

Hay un debilitamiento constante de los lazos de amor en los hogares y un abismal distanciamiento entre padres e hijos. Adolescentes asesinan a sus padres de las maneras más crueles. Padres se suicidan después de envenenar a sus hijos. Religiosos abusan sexualmente de los hijos de sus feligreses. ¡800 cadáveres de niños fueron hallados en 2014 en una fosa séptica! No estaban ordenados, como en un funeral masivo, sino que habían sido arrojados de cualquier manera y sepultados.

Muchas películas pintan mundos fantasiosos con el más crudo realismo, deformando la realidad y jugando con el subconsciente de los espectadores sin medir las consecuencias. Sociedades implosionan con protestas, revoluciones y reclamos presentados contra sus gobernantes y quejándose de sus autoridades, ¡aunque los gobernados mismos los habían colocado en el poder! Cada vez más personas están reconociendo que el descontrol es cada vez más asombroso, tanto dentro como fuera de los hogares.

El aire está contaminado a un grado más que alarmante. Ciudades enteras tienen dificultades para respirar. El agua es cada vez más difícil de purificar, y en dicho intento, la saturan de productos contaminantes. La tierra ha perdido mucho de su fertilidad ya no produce como antes. El fuego arrasa extensiones inmensas de terreno, zonas pobladas que gozaban de una tranquilidad envidiable.

Ballenas, delfines y otras clases de animales y especies marinas nadan hacia el suicidio, varados en playas alejadas de sus rutas migratorias. Viejas enfermedades cobran fuerza ante los más potentes antibióticos, y nuevas pestes se convierten en tenazas que ahogan los sistemas hospitalarios del mundo.

La mayoría de los medios de comunicación hacen todo lo posible por repartirse el pastel del dinero vendiendo publicidad cada vez más agresiva, procurando inventar fantasías que prometen satisfacer toda clase de placeres, la solución a todos los problemas y las respuestas a todas las preguntas. Y mucha propaganda política se vale de ideas forzadas para convencer y persuadir a seguidores para que voten por algunos que, a fin de cuentas, acabarán deshabilitados por ineptos o corruptos.

¿Y qué diremos de la educación? Maestros, jueces, médicos y toda clase de profesionales se quejan de recibir muy poco a cambio de su trabajo y se lanzan a las calles para expresar sus quejas al más puro estilo vandálico. Niños y jóvenes se ponen de pie sorpresivamente, sacan un arma de asalto y disparan a matar a sus condiscípulos en una escuela o universidad. Renegados entran a un cine o restaurante con una gran carga de explosivos adosada, haciéndola estallar sin ninguna misericordia en el momento de más concurrencia.

Guerreros religiosos secuestran aviones y los estrellan -con pasajeros y todo- contra enormes edificios repletos de gente, que al desplomarse incrementan la destrucción, deshaciendo todas las teorías y todos los esquemas y paradigmas. Lunáticos sueltan gases tóxicos en túneles, estaciones de tren y toda suerte de lugares concurridos porque dicen que el fin del mundo tiene que venir.

Narcotraficantes dejan pasmados a los cuerpos de policía que los capturan en grandes redadas, porque extrañamente son liberados por jueces corruptos que tuercen los fallos a cambio de un jugoso regalo. Mercenarios y hasta sicarios de corta edad ofrecen sus servicios por unas monedas, dispuestos a mandar al otro lado a quien sea. Padres venden  y alquilan a sus hijas por un puñado de dólares a hombres desalmados para que las prostituyan a su antojo.

Discotecas, hoteles y parques sirven de prostíbulos solapados donde se llevan a cabo toda clase de bajezas. Empresarios taimados crean grandes negocios, planificando estrategias turbias para captar y sorprender a clientes incautos e inexpertos y después cubrir su huellas en otro país. Y ni qué decir de médicos sin título profesional que practican costosas cirugías sin el menor escrúpulo.

Lo anterior no aparece en la Biblia de manera explícita, pero reflejan con total claridad algunos de los rasgos que la Biblia dijo que caracterizarían a la sociedad humana en la mayoría de las naciones en los últimos días, es decir, poco antes de que el Reino de Dios descargara su fuerza en el Armagedón. Y solo hemos raspado la superficie. Hay cosas aún peores y desagradablemente horribles en las profundidades de la sociedad, muchas de las cuales no podemos siquiera mencionar, y que tampoco veremos en las noticias. Solo por mostrar un ejemplo, todos somos conscientes de que por cada caso de violación que se destapa hay muchísimos que no se descubren ni denuncian, atrocidades inenarrables.

Y la curva estadística de la decadencia se vuelve cada vez más dramática en todas partes de la tierra, y no parece que se detendrá a menos que una fuerza mayor, la del Reino de Dios, intervenga drásticamente. Hemos visto que no solo el clima atmosférico es más que alarmante, sino el social y espiritual.


Si uno quiere hablar de estos asuntos con un científico, se ríe de cualquier interpretación que diga que estamos al borde del colapso. Si uno conversa con un escéptico, dirá que todo ha sido siempre igual, nada más que ahora las telecomunicaciones nos mantienen más informados de lo que ocurre al otro lado del mundo. Y si le preguntamos a un maestro de religión, tal vez nos diga que los que hablan del fin del mundo son unos alarmistas y nada más.

¿Qué se supone que hagamos al respeto?

Ahora dejemos que la Biblia se pronuncie respecto a la evidencia que hemos mostrado.  Haremos una paráfrasis de mensajes que estuvieron conectados con "el tiempo del fin" de tiempos pasados, es decir, de los tiempos previos a destrucciones que ocurrieron tras un largo proceder de desobediencia decadente. Si no dominas el contexto, no te preocupes. Jesucristo dominó los paralelos históricos e hizo referencia a muchos de ellos que se están cumpliendo hoy día.

El profeta Isaías dijo que la gente mala es como el mar cuando está agitado y no puede calmarse, que sus olas llevan fango y lodo. No hay paz para los malvados. Y Jesucristo se refirió a dicha profecía cuando dijo, refiriéndose a los últimos días: "En la tierra, las naciones se angustiarán y andarán perplejas por el bramido y la agitación del mar. Los hombres desmayarán de temor, aterrorizados por lo que sucede en el mundo, porque los cielos se sacudirán." (Lucas 21.25-26) ¿No está todo sacudiéndose ahora de esa manera?

La Biblia dice, en Ezequiel 12:1-2: "El Señor me dijo: 'Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos, pero no ven nada. Tienen oídos, pero no oyen nada. ¡Porque son un pueblo rebelde!". De hecho, piensan que todo lo que está sucediendo siempre ha sucedido. Las generaciones pasan de largo como si siempre hubiera ocurrido lo mismo desde el principio del mundo.

Comparó los últimos días con los tiempos de Noé, de Lot, de Jonás, del rey Salomón, de Rahab y otros. Solo lee cuidadosamente cómo eran las características de aquellos tiempos y compáralas con las evidencias consideradas, es decir, con nuestros tiempos, y saca tus propias conclusiones. Puedes comprobar con tu propio ejemplar de la Biblia o en cualquier biblioteca los textos citados.

Santiago 5:1-6: "Escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima! Su riqueza se ha podrido, y su ropa ha sido comida por las polillas. Su oro y su plata se han oxidado. Un óxido que dará testimonio contra ustedes y consumirá sus cuerpos como fuego. Han amontonado riqueza, ¡y eso que estamos en los últimos días! Oigan cómo clama contra ustedes el salario que no pagaron a sus obreros. El clamor de sus trabajadores ha llegado a oídos de Dios. Han llevado una vida de lujo y placer desenfrenado en este mundo. Solo han engordado para el día de la matanza. Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia."

Isaías 55:2: "¿Por qué pagan dinero por lo que no es pan, y dan su salario por lo que no satisface?".

Lucas 21:10-11. "Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Y habrá grandes terremotos, hambres y epidemias por todas partes, y cosas espantosas y grandes señales del cielo."

2 Timoteo 3:1-9, 13: Ten presente que en los últimos días habrá tiempos difíciles. La gente será muy egoísta y avara, jactanciosa, arrogante, blasfema, desobediente a sus padres, ingrata, impía,  insensible, implacable, calumniadora, libertina, despiadada, enemiga de lo bueno, traicionera, impetuosa, vanidosa y más amiga del placer que de Dios. Aparentando ser piadosa, pero con su conducta la desmentirá. ¡Con esa gente ni te metas! Son los que van por las casas cautivando a mujeres débiles cargadas de pecados, que se dejan llevar de toda clase de pasiones. Esas que siempre están aprendiendo, pero nunca logran entender la verdad. Como Janes y Jambres, que se opusieron a Moisés, también esa gente se opone a la verdad. Personas de mente depravada, desaprobadas en asuntos de la fe. Pero no llegarán muy lejos, porque todo el mundo terminará dándose cuenta de su insensatez, como pasó con aquellos dos. [...] malvados, embaucadores que irán de mal en peor, engañando y siendo engañados."

2 Pedro 3:3-4: "En los últimos días vendrá gente que se burlará, y siguiendo sus malos deseos, se mofará, diciendo: "¿Qué hubo de la promesa de su venida? Nuestros antepasados han muerto, y nada ha cambiado desde el principio de la creación. Pero olvidan que, por palabra de Dios, en tiempos de la antigüedad hubo un cielo, y también una tierra que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces murió anegado. Y por esa misma palabra, el cielo y la tierra actuales han sido conservados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los malvados."

Ezequiel 7:19-20: "Arrojarán su plata a las calles, y su oro les parecerá basura. En el día de la ira del SEñor, ni su oro ni su plata podrán salvarlos. No les servirá para saciar el hambre, para llenarse el estómago. Porque el oro fue el causante de su desplome. Se enorgullecían de sus joyas hermosas, y las usaron para fabricar sus imágenes detestables e ídolos despreciables. Por esta razón sus joyas llegarán a ser algo que les repugne."

Ezequiel 7:23-27: "Prepara las cadenas porque la tierra está llena de sangre, y la ciudad, repleta de violencia. Las naciones más violentas vendrán y se apoderarán de sus pertenencias. Pondré fin a la soberbia del poderoso. Sus santuarios serán profanados. En vano buscarán la paz cuando la desesperación los atrape. Una tras otra vendrán sus desgracias y las malas noticias. Pedirán visiones al profeta, pero la orientación huirá del sacerdote, y a los gobernantes no les quedarán consejos. El rey se pondrá de duelo, el príncipe se cubrirá de tristeza, y las manos del pueblo temblarán. Los trataré según como fue su conducta, y los juzgaré según todas sus acciones. Y sabrán que yo soy Jehová."

Ezequiel 38:21-22: "En todas las montañas convocaré a guerra contra Gog, y la espada de cada uno se volverá contra su hermano —dice Jehová—. Y juzgaré a Gog con peste y con sangre; sobre él y sobre sus tropas, lo mismo que sobre todas sus naciones aliadas, haré caer lluvias torrenciales, granizo, fuego y azufre."

Mateo 24:7-8: "Se alzará nación contra nación, y reino contra reino. Y habrá hambres y terremotos por todas partes."

Isaías 6:9: "Oigan bien, pero no entiendan, y miren bien, pero no perciban nada."

Marcos 13:10: "Tendrá que predicarse el evangelio a todas las naciones."

Mateo 7:22-23: "Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?' Pero yo les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, practicantes de cosas malas!”.

Lucas 13:5: "¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan."

¿Por qué hemos citado tan pocos pasajes de la Escritura relacionados con los últimos días si en realidad en la Biblia hay muchísimos? ¿Cómo están conectados? Dejemos que la Biblia responda.

En 1 Corintios 10:6-12 dice: "Todo eso es un ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos. Ni sean idólatras, como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: 'Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se entregó al desenfreno.' Ni cometamos inmoralidad sexual, como algunos lo hicieron, por lo que en un sólo día perecieron veintitrés mil. Tampoco pongamos a prueba al Dios verdadero, como ellos lo pusieron a prueba y murieron víctimas de las serpientes. Ni murmuren contra Dios, como lo hicieron ellos y sucumbieron a manos del ángel destructor. Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos. Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer."

Por lo tanto, aunque la Biblia habla del "fin del mundo", o como otros dicen, "los últimos días", lo que más debe interesarnos es el esquema general de las noticias que vemos y oímos en todas partes: La maldad se ha disparado en todas sus formas, llegando a límites antes nunca imaginados. El amor se ha desvanecido y cada vez es más difícil encontrar gente realmente sincera. Todo el ecosistema de la naturaleza se ha desestabilizado de una manera que los científicos no saben cómo devolverle un equilibrio. Increíbles derrames de petróleo en el mar, tsunamis que arrasan con ciudades enteras, huracanes de una potencia jamás vista, sequías que no terminan, pestes que habían sido controladas vuelven a convertirse en pandemias feroces.

Cada vez que hay elecciones en un país, sus habitantes saltan de júbilo apoyando a líderes incipientes e inexpertos, a quienes les inflan el ego para que se les suban los humos y se yergan como cristos, creyendo que salvarán de la pobreza y de la injusticia a los pobres, y a los ricos, de la bancarrota y la quiebra. Al poco tiempo los pobres están más pobres, llorando y clamando por pan y justicia, y los ricos, por mayores márgenes de ganancia y condonación de sus deudas, porque sus gobiernos no lograron el control que desearon. Se resisten a reconocer que la brújula de su entendimiento está rota. No saben cómo resolver un problema sin meterse en más problemas, ¡y más grandes!

En estos tiempos, la guerra ya no es solo entre naciones, sino entre los propios conciudadanos ¡hasta entre bandos opuestos de  pobladores de apartadas regiones rurales que antes brillaban por la tranquilidad! No es raro ver cómo se van a las manos congresistas que tratan de llegar infructuosamente a acuerdos políticos importantes. Las cárceles están reventando de estrellas del cine y del deporte que asesinaron a sus parejas, y también de peritos y expertos en todos los campos del saber (abogados, contadores, médicos, arquitectos, ingenieros, catedráticos, policías, militares, jueces) por estafar, robar, mentir, violar y asesinar, y cuanta cosa se les ocurrió.

La Biblia dice que "nadie les gana en cuanto a hacer lo malo. Funcionarios y jueces exigen soborno. Los magnates no hacen más que pedir, y todos complacen su codicia. El mejor de ellos es más enmarañado que un abrojo de espinos, y el más recto, más torcido que una enredadera". Y advierte: "Pero ya se acerca el día de su confusión. ¡Ya se acerca el día de disciplinarlos, que fue anunciado por los atalayas!". Y aconseja: "No creas en tu prójimo, ni confíes en tus amigos. Cuídate de lo que hablas con la que duerme en tus brazos. Porque hijos ultrajarán a padres, hijas se rebelarán contra sus madres, nueras contra sus suegras, y los enemigos de cada cual estarán en su propia casa". Finalmente, el profeta suspira aliviado: "Pero yo puse mi esperanza en Dios, y esperé en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará y me salvará!". (Miqueas 7:1-7)

¿No es cierto que gran parte de la juventud está absolutamente desorientada? Los jóvenes ya no quieren aceptar que sus mayores les den consejos, por haber demostrado una crasa ineptitud para dirigir sus propios asuntos y sus propias vidas. Ahora, cuando un niño tiene una pregunta, ya no recurre a sus padres, sino a papá-Google o a mamá-Youtube. Muchos desnudan sus problemas en Facebook, Twitter y otros lugares engrosando la base de las redes sociales, enriqueciendo a sus propietarios, quienes han diseñado sistemas para dar libre curso a las aguas de la libertad, que van desde páginas moderadas hasta otras horriblemente corruptas.

A muchos jóvenes incautos no les alcanzan los trapos para secarse las lágrimas de dolor después de haberse enredado como en pegajosas telarañas. Las muchas formas que ha cobrado el Bullying es impresionante. La desconfianza, la frustración y el temor ha invadido los corazones de muchos. Si le añadimos la idea que que la tierra será vaporizada y no habrá esperanza de que dejemos de pecar, y completamos el cuadro de la desesperanza.

No faltará quien diga: "¡Qué pesimistas!". Pero dicen eso porque no se han percatado de que el mundo real es mucho más crudo y cruel de lo que los medios de comunicación muestran en las noticias, películas y documentales. Por ejemplo, ¿alguna vez has visto algún programa de televisión -o leído en una revista comercial-, que se haya puesto al descubierto toda la gama de trucos manipuladores diseñados por los expertos en comunicación de las compañías de publicidad, los cuales suelen ser asesorados por psicólogos, psiquiatras, neurólogos, sociólogos y toda clase de peritos en comportamiento humano, a fin de persuadir a los comsumidores para que compren productos y servicios que muchas veces no necesitan? ¡No! Porque la mayoría de los medios se sostienen precisamente con publicidad, y ellos mismos promueven dicho contubernio porque detrás de todo, el fin es hacer dinero.

En términos generales, muchos aspectos de la realidad son tan horribles que, en caso de que los difundieran en su esplendor, todos cambiarían de canal (lo cual no conviene a los accionistas del canal, por lo que dijimos de la publicidad contratada). No es fácil tolerar el grado de pasmo que causan. Se denuncia y condena a sacerdotes pederastas, pero no se describen los detalles de los asquerosos rituales sexuales por los que hicieron pasar a niños y jovencitos inocentes, no en una ocasión aislada, sino muchas veces por niño. Y aunque se propalara con todo detalle tan solo uno de esos casos, tendríamos que multiplicarlo por cientos de miles (si no por millones) no denunciados, que por siglos y hasta milenios han sido ocultados de la vista nada menos que por autoridades religiosas que pasaron inadvertidas. Arqueólogos a veces han descubierto tumbas masivas con cadáveres de fetos y niños, y no pocas veces montones de cráneos de jóvenes y adultos, arrumados en cámaras recónditas de los templos.

No basta con poner un avisto del tipo "ADVERTENCIA: Este programa contiene imágenes explícitas que pueden herir su susceptibilidad. Se recomienda discreción". La realidad es muchísimo peor de lo que jamás a algún productor de televisión se le permitiría mostrar en la pantalla. Sencillamente no se puede.

No somos pesimistas, sino realistas. Lo que sucede es que la realidad es muy cruda. El que algunos no quieran oírla o no soporten verla, no la invalida. Se cumple para con ellos la profecías de Isaías, mencionada por Jesucristo, que dice que 'miran, pero no ven'. (Mateo 13:13-15)

Si puedes entender lo que significa "la primera vez", podrás discernir lo que decimos. Por ejemplo, ¿qué entiendes por  "mi primera escuela", "mi primera bicicleta", "mi primera experiencia"? Significa que nunca antes lo tuviste, ¿verdad? Nos referimos a lo que es primero cuando nunca antes sucedió algo así. Bueno, ¿qué debes entender cuando lees la frase: "Primera Guerra Mundial"? Se supone que deberías entender que nunca antes hubo algo así.

Y ¿no dijo Jesucristo que el primer rasgo de los últimos días sería un "todos contra todos"? Cuando sus apóstoles le preguntaron: "¿Cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?", él contestó sin rodeos: "Tengan cuidado de que nadie los engañe. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Oirán de guerras y rumores de guerra, pero no se alarmen. Todo eso tiene que suceder, pero todavía no será el fin. Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores." (Mateo 24:3-8)

Pregúntate sinceramente: "Si la Primera Guerra Mundial no es la clave, es decir, si estos no son realmente los últimos días de los que habla la Biblia, ¿tendremos de esperar tiempos peores? ¿Realmente crees que la humanidad todavía no ha tocado fondo? ¿Realmente crees que no está cumpliéndose todo lo que está escrito?" Y más importante aún: "¿Quiénes están detrás de que se oculte la verdad?".

Cuando asesinan a alguien, una de las pistas más prometedoras surgen de la respuesta a la pregunta: "¿Quién se beneficia con la muerte de la persona?". Aplicando la misma lógica, pregúntate: "¿Quiénes se benefician de que no se descubra la verdad, ni se acepte la realidad tal como es? ¿Quién se beneficia de que nadie quiera despertar?" (Romanos 13:11).

La Primera Guerra Mundial se caracterizó por que en poco tiempo se vieron envueltas casi todas las naciones de la tierra. Es cierto que no todas fueron a los campos de batalla, pero tomaron partido al ponerse de parte de unas naciones y en contra de otras. Por citar un ejemplo, países de sudamérica participaron en la guerra por medio de cortar el suministro de caucho a países que consideraban hostiles. De esa manera oriente y occidente se vieron implicados. ¿Y no dijo Jesucristo que la señal de su intervención sería evidente desde oriente hasta occidente. (Mateo 24:27)

¿No te basta este argumento? Bueno, para quienes no tenían capacidad para darse cuenta deberían haber reconsiderado su postura cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, que también fue evidente como un relámpago, porque más naciones se vieron envueltas, tanto de occidente como de oriente. Si eso no era una evidencia contundente de que estaba en curso el cumplimiento de las profecías relacionadas con el tiempo del fin mencionado por Jesús, honradamente, ¿qué podría convencerlos?

El Señor Jesucristo entregó su vida por santificar el nombre de su Padre celestial porque muchos lo culpaban por daños y perjuicios. Por eso proclamó el reino de Dios como la única salida de que dispondríamos para rectificar todas las cosas. Puso ante nosotros la esperanza de ver satisfechas todas nuestras verdaderas necesidades, y estuvo dispuesto a perdonar nuestra ignorante estupidez y falta de autocontrol. Como un amoroso padre que defiende a sus hijos, enfrentó a Satanás sin ningún temor, y le advirtió que sus días estaban contados. La maldad no continuaría para siempre, es decir, como si nadie pudiera detenerla. (Juan 12:30-32) Y ¿cómo se lo hemos agradecido? Dudando de que viene el fin.

¡Mira! Si Dios no interviniera y no trajera el fin del mundo, como promete la Biblia, la humanidad terminaría igual que aquellos 800 niños de la fosa séptica, en una tumba que cavó para sí misma. Porque la mayoría se ha vuelto tan obstinadamente orgullosa que solo le queda estrellarse contra el espejo en el que nunca quiso mirarse el rostro.

Suena crudo, ¿verdad? ¡Pues es crudo! No lo pienses tanto. Las evidencias brotan y bullen por todas partes de modo que solo una persona totalmente insensible podría decir que no pasa nada y todo sigue como siempre, que en todas las época ha ocurrido lo mismo.

No decimos que toda publicidad sea mala, ni que todos los comerciantes sean taimados, ni que todos los gobernantes son unos fracasados, ni que todos los jueces son corruptos, ni que todos los psicólogos son ineptos. Pero el mundo ha llegado al borde de la extinción nada menos que por falta de discernimiento, por menospreciar los buenos consejos de la Biblia, por seguir creyendo que es posible dañar el ecosistema de la vida y salirnos con la nuestra. Y nota que no hemos dicho "por falta de información", porque la información siempre estuvo a su alcance. 

Pero así como las buenas noticias son que el Reino de Dios pronto intervendrá, también hay malas noticias: El tiempo para las oportunidades de experimentar impunemente ha terminado. Como dice Apocalipsis 22:11: "Dejen que el malo siga cometiendo maldades y que el injusto siga haciendo injusticia. Pero también dejen que el justo siga practicando la justicia y que el santo se haga más santo". Desde el punto de vista de Dios, hemos llegado hasta el límite, y no ha sido el cielo.

Las buenas noticias sin embargo exceden nuestras expectativas. La Biblia promete: "No envidies en tu corazón a los pecadores. Más bien, muéstrate siempre celoso en el respeto a Dios. Porque tu esperanza futura está asegurada y no acabará en desilusión". (Proverbios 23:17-18) Tal como salvó a su pueblo de las garras de la esclavitud en Egipto, Dios hará lo mismo en estos últimos días con su pueblo. "Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante las naciones, pues Yavé tu Dios siempre te acompañará. Él nunca te dejará ni te abandonará." (Deuteronomio 31:6)

Jesús prometió: "Dichosos los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque recibirán consuelo. Dichosos los humildes, porque su herencia será la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque se saciarán. Dichosos los que sienten compasión, porque recibirán compasión. Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios. Dichosos los que han trabajado por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los que han sido perseguidos por la justicia, porque el reino de los cielos es suyo. Dichosos sean ustedes cuando los insulten por mi culpa, cuando los persigan y digan contra ustedes cualquier clase de mentira. Alégrense y salten de alegría, porque les aguarda un premio procedente del cielo. Porque de igual modo persiguieron a los profetas que vinieron antes que ustedes." (Mateo 5:3-12)

El libro de Proverbios promete claramente: Camina por la senda de los buenos y sigue por la senda de los justos. Porque los íntegros son los que habitarán la tierra y permanecerán en ella, pero los malvados serán desarraigados y expulsados de ella para siempre". (Proverbios 2:20-22)

El libro de los Salmos promete: "[Dios] no olvidará al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza de los pobres". (Salmos 9:17-18)

Es significativo que varias antiguas profecías de la Biblia señalen a una confrontación final entre dos fuerzas opuestas, al cabo de la cual el reino de Dios quedaría establecido firmemente para siempre jamás como el único reino sobre la humanidad. Puedes examinar este importante detalle en los libros de Ezequiel, Daniel y Apocalipsis.

Ezequiel mencionó que un personaje simbólico, un tal Gog de Magog, cubriría la tierra con sus hordas poco antes del fin, preparado para una confrontación final con el Dios verdadero. Pero que Gog saldría perdiendo. Además, Daniel indicó que cuando el reino de Dios fuera establecido firmemente, todos los reinos de este mundo serían hechos añicos. ¿A quién representa el tal Gog, y quién sería el paladín del reino? El apóstol Juan lo esclareció al escribir en el Apocalipsis acerca de una batalla final que llevarían a cabo el arcángel Miguel y sus ángeles contra el Diablo y sus ángeles, lo cual resultaría finalmente en el establecimiento del reino de Dios 'en la tierra como en el cielo' (Mateo 6:9-10). Las potencias de la oscuridad se reunirían como uno solo contra Dios. ¿Quién crees que ganará?

Por lo tanto, ¿creemos que estamos atravesando los últimos días? Sin duda. Pero, ¿realmente creemos que habrá un fin del mundo y que estamos muy cerca de dicha confrontación final? Las evidencias que se ven en los noticieros del mundo te muestran una contundente respuesta. ¿Qué más necesitas para pensarlo? Si no tomas las medidas pertinentes para sobrevivir al cambio que se avecina, te tomará por sorpresa, como un tsunami, en el sentido de que será de un momento a otro y con una potencia imparable, con muy pocas opciones de supervivencia. (Mateo 24:21-22; 1 Tesalonicenses 5:3) Clamar: "¡Señor, aplaca tu ira!" no tendrá ningún efecto disuasivo en aquel tiempo.

Entonces empezará el nuevo mundo bajo el reino de Dios, es decir, bajo una nueva administración o manera de hacer las cosas. La maldad y los viejos modelos de gobierno, basados en el egoísmo y el dinero, pasarán a la historia para siempre. El reino de Cristo será el único sistema gubernamental que existirá y se abrirá paso a las bendiciones que durante milenios han estado siendo profetizadas en la Biblia.

¿De qué lado te pondrás cuando llegue el fin de este mundo? ¿Del lado vencedor, o del lado perdedor? Si tu respuesta es: "Del lado vencedor", no es la respuesta correcta. Porque cuando llegue el fin será demasiado tarde para contestar esa pregunta. ¡No es cuestión de ponerte del lado vencedor cuando llegue el fin! En ese tiempo será muy tarde para demostrarle a Dios que no le sirves por mero interés, y que eres la clase de persona que Él quiere en su Reino. Si respondes por miedo, solo porque ves el fin, estarás haciéndolo por salvar el pellejo, no porque realmente mostraste arrepentimiento. ¡Tienes que ponerte del lado vencedor AHORA, mientras hay oportunidad de ponerte a derecho! (Ezequiel 18:21-22)

Sí. Depende de las acciones que tomes hoy para ponerte a derecho con Dios.
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