¿Qué significa "amar la parafernalia"?

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No hay lugar en la tierra ni ser humano que se resista ante el impactante despliegue de luces, colores y estruendos de los fuegos artificiales. Como dice la Biblia: "Los ojos del hombre no se satisfacen". (Proverbios 27:20) Le prestará atención absorta a cualquier cosa que atraiga sus emociones y sensaciones.

Los publicistas estudian constantemente la manera de averiguar cuáles son las debilidades, deseos y necesidades de los consumidores a fin de producir anuncios que capten su atención, para ingresar a su mente y corazón con toda clase de productos y servicios.

Y no solo los publicistas, sino los políticos, que saben que el éxito de una campaña depende casi enteramente de envolver emocionalmente a la mayoría. Porque saben por experiencia que los que investigan, razonan y sacan conclusiones bien informadas, es decir, los que se oponen, discuten y ponen reparos a sus ideas, son una minoría. Para la mayor parte de los políticos, lo importante es conseguir el voto popular, convocar a la mayor parte de la comunidad. porque saben que 'la unión hace la fuerza', aunque dicha fuerza esté compuesta de quienes nunca supieron por quien votaron. ¿Y acaso crees que será menos estratega el líder religioso que se vale de la parafernalia para promover un movimiento, cargando sus discursos con poderosos estímulos emotivos cuya única finalidad es ganar adeptos y engrosar sus arcas?

En sentido religioso, diremos que la parafernalia es el conjunto de elementos, rituales, costumbres y tradiciones que causan un efecto estimulante en los sentidos de las personas, motivándolas fuertemente a involucrarse, envolverse y coincidir con los demás participantes en que la vorágine de placer emocional resultante no es otra cosa que una indicación innegable de que están haciendo contacto con la divinidad, ya sea para alegrarla, aplacar su ira o pedirle favores o agradecércelos.

En un estado de éxtasis de esa naturaleza los participantes quedan tan aturdidos emocionalmente que su facultad de raciocinio se bloquea, dando paso a una confusión entre realidad y fantasía, de modo que se vuelven fácilmente manipulables por quien, entre todos, parece ser el más iluminado o poseído, a quien rápidamente convierten en su líder, profeta o sumo sacerdote, el cual saca partido sin pensarlo dos veces y procede a "iluminar", "profetizar" y oficiar ante los demás como intermediario entre ellos y la divinidad. A los demás no les interesa si es verdad o no, porque están aturdidos, y terminan aceptando y glorificando todo lo proviene de esa persona, porque "sienten" que es el elegido para dirigir su destino.

Bastó con que, según el pueblo, Moisés demorara en bajar de la montaña, para que ciertos individuos sacaran partido de la situación y comenzaran a arrastrar a las masas tras de sí, planificando inmediatamente una parafernalia que les sirviera de apoyo para sus fines. Pero Moisés bajó de la montaña e hizo añicos el ídolo que habían formado, silenciando sus cantos y gritos emotivos. (Éxodo 32:7-25) De hecho, la Biblia indica que poco antes de la confrontación final entre el bien y el mal, una tal Babilonia la Grande emborracharía o aturdiría a la humanidad con sus prácticas espiritistas.(Revelación 9:20-21; 18:21-24) 

En un estado de cosas enfervorizado y enloquecido se vuelve muy fácil dirigir el timón del capricho del líder y conducir a todos por donde lo desee, ya que nadie se atreve a poner en tela de juicio sus palabras y acciones. Más que eso, sus seguidores quedan tan entusiasmados que condenan a cualquiera que pretenda despertar a los demás o instarlos a detenerse a pensar en lo que están haciendo. Por eso, de vez en cuando se oye en las noticias acerca de líderes que condujeron a sus seguidores al suicidio en nombre de la divinidad, animando a todos a dar la vida por un ideal que nadie jamás demostró que podía cumplirse. "Todos iremos al cielo" -dicen, emocionados por la parafernalia-, aunque ninguno del grupo ha bajado jamás del 'cielo' para confirmar su existencia. (Juan 8:35-38) Es el éxtasis adonde lleva la parafernalia, cuando la supuesta fe se basa en las emociones y no en las facultades de raciocinio.

Esto no significa que toda parafernalia en sí misma sea incorrecta o mala. Lo que está mal es bloquear la facultad de raciocinio con la finalidad de ceder el paso a las emociones y nada más que las emociones. El grito, la demostración  ruidosa y todo aquello que exacerbe las pasiones en la dirección que indica el líder, es bienvenido.

Una expresión griega

Antiguamente la palabra parafernalia provenía de una expresión griega referida a los bienes y derechos que la mujer aportaba al matrimonio. Pero con el tiempo pasó a referirse al conjunto de usos, ritos, actos, accesorios, ropa, disfraces, canciones, bailes, decoración, ostentación, etc. usados en cualquier clase de ceremonia. Por lo tanto, la parafernalia llegó a referirse a los rituales que rodeaban o caracterizaban cualquier acto, costumbre o tradición.

Por ejemplo, la parafernalia de los militares: Banderas o estandartes, uniformes, armas, jerarquías, técnicas de supervivencia, gritos, simulacros de combate. La parafernalia del fútbol: Emblemas, uniformes, pelotas, campos de juego, entradas, apuestas, entrenamientos, porristas, vítores. La parafernalia del gourmet: Mesas, uniformes, platos, cocinas, recetas, fuego, olores, tenedores, cuchillos. La parafernalia del toreo: Toros, capotes, espadas, uniformes, caballos, lanzas. La parafernalia de los estudios: Universidad, libros, laboratorios, campus, dormitorios, enamoramientos, etc.

Cada pueblo tiene sus propias parafernalias, en el campo social, estudiantil, laboral, comercial, político y religioso, siempre cargadas de detalles, usos y etiquetas que la comunidad respeta rigurosamente en ciertos días festivos. Incluso llegan a convertirse en instrumentos de presión social, esgrimido, como dijimos, por un director, coach, pastor, líder, chamán, monje, hechicero o jefe de tribu, al cual pocos se atreverían a desafiar, o a poner en tela de juicio su nombramiento.

Se espera de todos que el condicionamiento comience temprano en la vida y se instruya a los niños a respetar al líder y a la tradición de los antepasados. De esa manera, la parafernalia, compuesta de ritos, gritos, rezos, cantos, gestos y sacrificios, queda plenamente establecida. Ahora les resulta más fácil a los líderes ejercer poder sobre los más débiles del grupo y dirigirlos a que hagan cualquier cosa que se les pida, inconcusamente, es decir, sin dudar ni murmurar. El líder no solo es el más inteligente del grupo, sino el más audaz, agresivo, dominante y astuto.

Decirlo no es una ocurrencia traída de los pelos. ¡La historia universal está tachonada de esa clase de líderes! Y a nosotros nos ha tocado ver, como con un espejo de alta resolución, los efectos nefastos de esa trayectoria perjudicial, caracterizada siempre por la dominación del más fuerte sobre el más débil.

Por eso, cuando los discípulos de Jesucristo comenzaron cierta discusión sobre cuál de ellos ocuparía su lugar cuando él partiera, él les dijo que ninguno de ellos. "[No] dejen que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes debe ser sirviente de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltezca será humillado, y el que se humille será enaltecido." (Mateo 23:10-12)

Las palabras de Jesús: "Sobre esta piedra edificaré mi iglesia" no se referían a Pedro, como se han interpretado erróneamente durante siglos, sino a sí mismo. Los apóstoles Pedro y Pablo fueron quienes aclararon ese punto oportunamente para que no hubiera divisiones ni malentendidos, diciendo: "Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercarse a él, también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo. (1 Pedro 2:4-5) Y "ahora que ustedes han dejado de ser extraños, son conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. Todo el edificio ha sido cimentado en él y ha sido levantando para convertirse en un templo santo dedicado al Señor. En él ustedes también son edificados juntamente para ser un lugar donde more de Dios por espíritu." (Efesios 2:19.22)

¿Es la parafernalia una base confiable para la fe?

Algunos se han preguntado si deben defender toda clase de parafernalia por ser esencial para la edificación de la fe. Porque en muchos casos, incumplir cierta costumbre o tomar a la ligera ciertos rituales se considera un insulto grave contra la comunidad, contra los antepasados y hasta contra la divinidad. Los pueblos y religiones castigan con latigazos, onerosos impuestos y otras penas crueles a los infractores, incluso con el ostracismo y hasta la muerte. Incluso se les persigue por tierra, cielo y mar hasta dar con su paradero y aplicarles la sentencia.

Poner la parafernalia sobre la verdad y la justicia de Dios es poner la tradición por encima de los principios, una costumbre que Jesucristo condenó vez tras vez enérgicamente: "¡Qué destreza para poner a un lado los mandamientos de Dios y retener la tradición! [...] Por su tradición transmitida entre ustedes han anulado la palabra de Dios, y hacen muchas cosas parecidas". (Marcos 7:9,13) Jesucristo reconoció que era importante observar ciertos requisitos, pero no se refería a toda la parafernalia que se había montado caprichosamente en torno a los principios justos de Dios.

La parafernalia puede llegar a envolver tanto a los miembros de una comunidad que los esclaviza y somete sin que tengan opción de liberarse. Todos quedan condicionados a amar y adorar la parafernalia hasta el punto de dar la vida o inmolarse por defenderla. Y creen que nadie tiene derecho a cuestionar nada. Simplemente deben obedecer y seguir al líder, tal como hicieron los antepasados. A cualquiera que cuestione o siquiera haga un comentario que ponga en duda aspecto alguno de la parafernalia, podría pagarlo con las más brutales y sádicas reprimendas que puedan imaginarse.

Entiéndase que no estamos hablando de una religión en particular, sino de aquello que ha quedado registrado en la historia universal y que ha sido documentado por incontables descubrimientos arqueológicos. La parafernalia realmente ha sumido a la humanidad en una serie de rituales exigentes, hasta cruentos e innombrables, que hasta han causado la desintegración de comunidades y civilizaciones completas. Arrojaban niños al fuego o estrellaban sus cráneos contra un altar, arrojaban a los abismos a vírgenes que el sumo sacerdote seleccionaba de antemano, enterraban vivos a siervos del monarca, para que continúen sirviéndole en una supuesta "otra vida"....

Es cierto que Moisés prescribió cierta parafernalia por inspiración divina. Pero con el tiempo los líderes religiosos que se hicieron del poder añadieron muchos detalles que excedían largamente lo que estaba prescrito, convirtiéndola en una carga pesada y difícil de llevar. Por eso Jesucristo se opuso a esa clase de parafernalia, porque se había vuelto una tradición que rebasaba lo que había sido prescrito por ley. Fue en en ese contexto que dijo: "Conocerán la verdad y la verdad los libertará". (Juan 8:32) ¿Y cómo terminó por decir aquello? ¡Lo condenaron a muerte!

¿Seguirían amando sus discípulos la verdad después de que él partiera? ¿O acabarían regresando a la parafernalia de la que habían sido librados por él? La carta a los Gálatas explica la importancia de mantenerse en el camino. "Cristo nos liberó para ser realmente libres. Por eso, sigan firmes y no se vuelvan al yugo anterior de esclavitud." (Gálatas 5:1) Lamentablemente, una apostasía surgiría de entre los cristianos y terminaría subdividiendo el camino verdadero en muchas rutas alternativas, cargadas de parafernalias contaminadas por el paganismo y el demonismo. La parábola del trigo y la mala hierba describe magistralmente su desenvolvimiento. (Mateo 13: 24-30, 36-43)

Felizmente, Jesús predijo que en los últimos días se revertiría la situación gracias a la luz de la verdad, es decir, al conjunto de verdades contenidas en la Biblia, la Palabra de Dios. Porque no sería el amor y la lealtad a la parafernalia, es decir, a la tradición, lo que salvaría a los cristianos en los últimos días, sino su amor a la verdad. (Mateo 7:21-23)
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