Conversando con un ateo


IR AL ÍNDICE
___

Es un hecho científicamente probado que las proteínas necesitan ADN para formarse, pero que el ADN no puede formarse sin proteínas. ¿Cómo entonces existe el ADN, y cómo existen las proteínas? ¿Cuál es la solución a este acertijo de la naturaleza?
En sí mismos, tanto las proteínas como el ADN son elementos extremadamente complejos. Sus diseños son diferentes y nada menos que impresionantes. Más extraordinarios aún son los efectos que causan en la naturaleza y en la vida como la conocemos. Todavía no ha surgido un ateo que pueda responder racionalmente el acertijo. ¿Como pueden formarse las proteínas sin ADN, y cómo puede formarse el ADN sin proteínas? ¿Con una explosión?

"Uno de los escritores de los evangelios tenía algo de ateo: 'San Mateo'", le contestó un cristiano a un ateo. El detalle, que no pasó de ser una broma, relajó las tensiones y condujo a una agradable conversación sobre las buenas nuevas del reino de Dios. Todo aquel que busca oportunidades para hablar del mensaje que contienen las Escrituras son movidos por una fuerza irresistible, un poder y una motivación que está más allá de lo que el hombre podría producir por sí mismo. ¿Por qué?

Porque hasta cierto punto es fácil exponer ideas que concuerden con el pensamiento popular, con la filosofía del hombre y con la tendencia moderna a tolerar cualquier  interpretación de los pensamientos. Pero no es nada sencillo presentar argumentos que durante siglos han sido rebatidos y menospreciados por la mayoría. Eso sí requiere una fortaleza especial. No es fácil subir por una cuerda cuando todos halan hacia abajo.

No obstante, Jesucristo nos dejó un modelo de conducta basado en un poder superior a lo normal. Y ¿de qué dependía su fortaleza? De entender claramente que la resistencia obraba más bien a favor que en contra. Aunque a nadie le gusta que resistan sus argumentos, eso tenía sin cuidado al Maestro. Resistir a Jesús siempre resultaba más bien en una mayor difusión de las buenas nuevas del reino. Por eso, quizás alguien se preguntara cómo sería posible que su obra continuara el día que muriera. ¿Tendrían sus apóstoles la fuerza e integridad suficientes como para oponerse a toda la resistencia que se levantaría contra la recién nacida iglesia? ¿Qué había sucedido en el pasado cercano, cuando desaparecieron del mapa ciertos líderes políticos que promovieron sus propios movimientos?

Por ejemplo, un tal Teudas consiguió que unos cuatrocientos seguidores se unieran a su partido. Pero fue eliminado, y todos sus seguidores se dispersaron y terminaron en nada. Después surgió un tal Judas, galileo, cuando hubo un censo, y atrajo a muchos tras de sí. Sin embargo, murió y todos se dispersaron. No logró que sus seguidores continuaran su obra. (Hechos 5:36, 37) Por eso la pregunta era válida. ¿Cómo lograría Jesús que su movimiento no decayera después de su muerte, sino que creciera y siguiera vigente hasta el fin del tiempo señalado en las Escrituras?

No tuvo nada que temer. Al contrario, dijo: “A no ser que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, sigue siendo un solo grano. Pero si muere, produce mucho fruto.” (Juan 12:24) El grano muere cuando es sembrado y se abre y deja de ser grano, transformándose en una plantita, entonces crece y produce muchos granos. Él sabía que su destino era morir en manos de sus detractores al tiempo señalado por el profeta Daniel. (Daniel 9:24-27). Pero a pesar de que pareciera contradictorio, la persecución misma potenciaría de muchas maneras su mensaje y lo expandiría por todas partes, aumentando el número de seguidores. Y los que vivimos en el siglo 21 hemos podido constatar históricamente que así ocurrió, precisamente. 

Por eso, con el tiempo, sus enseñanzas fueron torcidas por algunos que quisieron hacerse del poder que poco a poco iba significando controlar a tan grande cantidad de creyentes. Entonces se deterioró la enseñanza sana y tanto los resultados como la imagen del verdadero cristianismo llegó un punto en que el término 'cristiano' llegó a ser sinónimo de corrupción e hipocresía, lo cual contribuyó a producir muchos ateos y gente indignada con la religión.

No obstante, el hecho de que aquellos apóstatas comenzaran a discutir y pelear entre sí, a llevar una vida libertina y a difundir mentiras en vez de promover una vida caracterizada por el amor a Dios, el respeto a Su nombre y compasión por el prójimo, ¿modificaría en esencia la verdad que yacía debajo? De ninguna manera. Jesús sabía que el hombre tendía hacia el orgullo, la envidia y el egoísmo, y había previsto lo que sucedería. Por eso previno a sus apóstoles sobre lo que sobrevendría poco después de su muerte.

Siguió diciéndoles: "El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue. Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. Los siervos fueron al dueño y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?' Les contestó: 'Es obra de un enemigo'. Por tanto, le preguntaron: '¿Quieres que la arranquemos?' Él dijo: '¡No! No sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces les diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba, y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.'” (Mateo 13.24-30)

Notemos que contestó "No". Jesús sabía que cualquier empeño por eliminar de la iglesia en ciernes a los promotores de la falsedad podía eliminar al movimiento mismo. Lo mejor era dejarlo todo en manos de su Padre y que se cumpliera la profecía de Malaquías 3:18.

Por eso, en privado, después que la muchedumbre se había retirado, les explicó a sus apóstoles la simbología, diciéndoles que él mismo era el sembrador del trigo. El campo representaba al mundo entero, y la buena semilla representaba a los hijos del Reino. La mala hierba representaba a los hijos del Diablo, que sembró la mala hierba.

Ese es un aspecto importantísimo que pasan por alto los que se oponen al cristianismo genuino. Se preguntan por qué cayó en descrédito. Pero la explicación no había terminado. Jesús diciendo que el tiempo de la cosecha representó al fin del mundo, y los que cosecharían el trigo y se desharían finalmente de la mala hierba serían son los ángeles. Tal como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, así ocurrirá en el fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar a otros, y los arrojarán al horno encendido, donde llorarán y rechinarán sus dientes. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga". (Mateo 13:37-43)

Claramente les abrió los ojos advirtiéndoles que llegaría una época de corrupción por causa de un enemigo que ocasionaría dificultades, las mismas acerca de las cuales posteriormente advirtieron los apóstoles Pablo y Pedro como recordatorio. Por causa de los apóstatas se difamaría a los verdaderos cristianos y se confundiría a la gente hasta el punto de producir una gran cosecha de opositores.

El siguiente fue un diálogo interesante entre dos amigos, uno de ellos ateo:

- El Dios del Antiguo Testamento es un Dios cruel y vengativo.
-¿Realmente estás crees que Dios se muestra cruel y vengativo?
- ¡Definitivamente!
- Te contradices.
-¿Por qué?
- Porque al decir: 'El Dios del Antiguo Testamento' estás reconociendo su existencia, pero desapruebas que parezca cruel y vengativo.
- No, yo no creo en la existencia de Dios.
- Entonces, si no existe, tampoco puede ser ni cruel ni vengativo. Porque, según tú, no existe. ¿De qué estás hablando?

Su reacción fue reflexionar en lo que había dicho (si alguien no existe, tampoco se le puede atribuir ninguna cualidad, ¡porque no existe! Pero si realmente creemos que es cruel y vengativo, estamos reconociendo su existencia). Además, pensemos en esto. En los tiempos de Jesús no existían los evangelios. Solo existía el Antiguo Testamento, de donde Jesús dijo que obtuvo su sabiduría. Si el Dios del Antiguo Testamento hubiese sido cruel, ¿cómo fue posible que Jesús, un hombre sabio, lo llamara "Padre", "bueno" y 'cariñoso' (Marcos 10:18; Juan 5:20; 16:27-28).

La aparente crueldad que algunos interpretaron resultó de la confusión producida por las enseñanzas falsas que diseminaron como mala hierba los enemigos mencionados en la parábola. Por ejemplo, vivimos en tiempos civilizados en los que, cuando la ley castiga a un delincuente, no consideramos que se esté cometiendo una injusticia, que se está ejecutando una venganza contra él.

Todo lo contrario. Lo llamamos justicia. Y lo mismo podemos decir en un caso de desalojo, una cobranza coactiva o cualquier acto de justicia que parece cruel o vengativo. Es cierto que para los que llevan la peor parte parece injusticia, porque desde su punto de vista un desalojo o una cobranza coactiva son injusticias. Pero no es así como piensan aquellos que sufrieron el abuso. Se llega a la cobranza coactiva o al desalojo cuando los inquilinos se muestran rebeldes, impenitentes, hostiles, además de haber tratado la propiedad con falta de respeto.


Si un tribunal condena a un violador de niños, no lo llamamos venganza ni crueldad, sino justicia. Y de hecho, las víctimas rara vez quedan satisfechas con la condena. Siempre piden más severidad. Pero si Dios es quien efectúa el acto de justicia, "es un Dios cruel y vengativo". ¿Por qué? Es una cuestión de puntos de vista.

Dios no es un hombre que saca un látigo y golpea a alguien. Dios instruye a la humanidad mediante la ley de consecuencia, o lo que algunos llaman el principio de acción y reacción. El procedimiento que Dios siempre ha seguido a lo largo de los milenios siempre ha sido el mismo: Primero hace que uno entienda lo que es bueno y malo, correcto o incorrecto, luego indica claramente las consecuencias que sobrevienen, ya sea que uno haga lo bueno o lo malo, y luego permite que le sobrevengan las consecuencias por su proceder.

No es que él envíe una enfermedad, como si tuviera un almacén de enfermedades en el cielo y las lanzara como flechas a la tierra. La enfermedad es una consecuencia del pecado, y el pecado es el acto de no dar en el blanco de la la voluntad de Dios. Por ejemplo, si uno se vuelve promiscuo sexualmente y se contamina con una bacteria o virus mortal, la consecuencia incluirá los síntomas de dicha enfermedad. Pero como es Dios quien permite que las consecuencias sigan su curso, es como si él enviara la enfermedad como castigo. No es que él quiera ese castigo, sino que es una consecuencia, un resultado, una reacción.

Es lo mismo que un accidente automovilístico causado por un adolescente irresponsable que hurta el automóvil de sus padres y va a toda velocidad con sus amigos por una vía peligrosa en un día lluvioso. Sus padres le habían advertido que todavía era muy joven para conducir su automóvil. Pero un día se fueron de viaje y dejaron al joven al cuidado de la abuela. Cierta noche, sus amigos lo convencen para hurtar el automóvil y hacer de las suyas. Una curva cerrada le costó la vida a uno de sus amigos y dejó paralítico a otro.

¿Podría echar la culpa a sus padres por haber hurtado el automóvil y haber acelerado tanto sobre la vía jabonosa, diciendo que fueron injustos, crueles y vengativos con él? ¡De ninguna manera! Las consecuencias fueron suyas, por su falta de respeto por la propiedad ajena. El automóvil no era suyo. La policía estaba en todo su derecho de arrestarlo, llevarlo a juicio y encerrarlo en una prisión por el tiempo que determinaran los jueces.

De manera similar, cuando Dios determinó darle cierta porción de tierra a Israel, desalojó a los que la usufructuaban injustamente desde Su punto de vista. Muchos que leen el Antiguo Testamento pasan por alto livianamente las causas de aquel desalojo forzado pensando que no existía causa que lo justificara. Pero ¿se tomaron la molestia de leer el capítulo 18 de Levítico, donde se mencionan específicamente cómo consideraba Dios a aquellas personas?

Como el automóvil del ejemplo, la Tierra le pertenece a su propietario, el Creador de la Tierra, no al hombre que la usufructúa. Y debemos usarla de manera apropiada, la manera como Él dice que debe usarse. Ningún automóvil es entregado por el distribuidor sin un manual de operaciones, donde se deja muy en claro la manera correcta e incorrecta de conducirlo. Igualmente, Dios no dejó al hombre sin los conocimientos necesarios para morar en la Tierra. Le dijo lo que era bueno y lo que era malo, cuáles eran sus límites y cuál era su jurisdicción.

Pero el hombre pasó por alto todas sus amorosas instrucciones. Por eso le advirtió claramente cuáles serían las consecuencias de su proceder. Por ejemplo, antes de aceptar a Israel como su pueblo escogido, ellos tenían que jurar que cumplirían con una condición: 'Si ustedes siguen mis instrucciones, serán mi pueblo. Porque toda la tierra me pertenece.' (Éxodo 19:5-6) Solo si juraban cumplir, Dios los reconocería como pueblo suyo. Ellos juraron y Dios los aceptó. Pero tenían que cumplir su juramento. ¿Cumplieron? El profeta Jeremías escribió claramente el resultado: No cumplieron. (Jeremías 31:31-32)

A nosotros no se nos ha ocurrido decir esto. Las Escrituras son claras como el agua: Al no cumplir su parte del trato, Dios tampoco siguió considerándolos como su pueblo. Estaba en su derecho legal de cortar relaciones diplomáticas con ellos, por decirlo así, y dejar que les sobrevinieran todas las consecuencias por sus errores. No es que Dios les mandaría desgracias, sino que las desgracias serían consecuencias naturales de su proceder. No es que Dios fue cruel y vengativo, sino que la crueldad y la venganza les sobrevendría como una consecuencia lógica.

Por ejemplo, la Biblia contiene principios claros que indican los resultados de ir contra de las leyes naturales: "¿Puede alguien echarse brasas al pecho sin quemar su ropa? ¿O puede alguien caminar sobre brasas sin quemar sus pies?" (Proverbios 6:27) Y también contiene principios morales que se cumplen inexorablemente: "El que avala a un extraño saldrá perjudicado, y el que se niega a andar fiando vivirá en paz". (Proverbios 11.15)

Cuando Dios da advertencias, lo hace por amor. Pero Dios no solo es amor. También es justo, y no permite la impunidad. Si alguien hace cosas malas, no sacará un látigo desde los cielos y lo blandirá a diestra y siniestra contra uno. Simplemente permitirá que le sobrevengan las consecuencias de su proceder. Si alguien salta sin paracaídas desde un avión, no debería esperar que un ángel impida que se estrelle contra el piso. ¡Se va a estrellar! Dios no lo impedirá.

Por lo tanto, la venganza y la crueldad que algunos atribuyen a Dios, no son acciones egoístas, caprichosas, injustas e intolerantes, sino simplemente el efecto de una balanza que no muestra favoritismo por nadie. Aunque un santo se lanzara sin paracaídas de un avión, se estrellará contra el piso.  ¿Es eso injusticia, crueldad? ¿O una consecuencias de haber violado una ley natural, la ley de gravedad?

Igualmente ocurre con las leyes morales. A pesar de que muchos no acepten la existencia de leyes morales, existen leyes morales impuestas por el Creador, que sirven para que vivamos vidas plenas y felices. Pero si las violamos, nos acarreamos dolor y nada más que dolor. Por ejemplo, un hombre no debe tener relaciones sexuales con sus hijas, ni una tía no debe tener relaciones con sus sobrinos. Si lo hacen, tendrán que sufrir las consecuencias. No es que Dios sea cruel y vengativo, sino que existen límites a lo que uno puede hacer con su vida sin que le vaya mal. Si rebasa los límites, habrá consecuencias.

Ahora bien, el que mejor conozca los límites y los respete, le irá mejor. El que los ignore, le irá peor. Dios no va a modificar las leyes naturales para satisfacer a alguien que rebasa sus principios. Por ejemplo, el agua helada nos permite 'saber' sin necesidad de estudiar en la universidad, que podríamos morir congelados si nos metemos en ella más tiempo del que puede tolerar nuestro cuerpo. No necesitamos mayores explicaciones. Si caemos por la borda de un barco en altamar, nos dará hipotermia y moriremos en pocos minutos, aunque toda la vida hubiésemos sido unos santos que predicaron el evangelio. Las leyes naturales son imparciales.

Hay quienes dice que Jesús violó las leyes naturales cuando realizó milagros. Pero no es así. Jesús podía hacer milagros porque dominaba dichas leyes de una manera que le permitía aplicarlas de acuerdo a la necesidad. Solo por ilustrarlo: Nadie puede recoger un trozo de hielo con un hilo. Es imposible. El hielo se derretirá antes de que lo logre. Pero si coloca el hilo sobre el trozo de hielo y pone una pizca de sal sobre el hilo, la sal causará un efecto de soldadura y se adherirá fuertemente al trozo de hielo. Entonces podrá alzarlo. ¿Sabías eso? El conocimiento que Jesús tenía de la naturaleza excede por mucho el nuestro. Jesús controlaba los elementos por el poder del espíritu santo. Si alguien quiere discutir eso, no es nuestro problema. Solo sabemos que no pudo violar ninguna ley. Porque Jesús no violaba las leyes. Violar las leyes de Dios es cometer un pecado. Jesús no cometía pecados. Era obediente al Padre.

Como en el caso de la cobranza coactiva y el desalojo, inquilinos y propietarios siempre sostienen por defecto posiciones diferentes. A unos les parece injusto el proceder del propietario, y a los otros, el de los inquilinos. Cuando se lleva el asunto ante los jueces, se determina lo que es justo, y todos deben respetar el fallo, aunque unos piensen que los jueces fueron injustos, crueles o vengativos. Aunque el propietario piense que los que invaden su terreno son injustos, los invasores no piensan así. Piensan que, como el terreno está vacío, invadirlo es justo. Por otro lado, ¿pensaríamos que el propietario del terreno es un invasor? ¡No! Él puede vender o regalar el terreno a quien quiera. No le pertenece al invasor ni al que usufructúe la tierra decidir a quién debe dársela. Está en su pleno derecho legal de denunciar el hecho a las autoridades, seguir un proceso legal de desalojo, luego de la sentencia de los jueces, dar la tierra a quien le parezca apropiado, aunque los vecinos no se muestren satisfechos.

Dios creó la tierra y la dio a los hijos de los hombres. Él puede decidir a quién dársela y a quién no. No es un capricho ni un acto injusto. Está en todo su derecho, a pesar de que a alguien no le guste. Lógicamente, si alguien no cree en Dios, tal argumento no le cuadrará en absoluto. Solo le cuadraría si le quitaran su propia tierra. Entonces diría: "¡Injusticia!". Veamos el asunto de la crueldad y la injusticia desde un ángulo diferente.

La maravilla del diseño

Un diseño es un concepto que se elabora en la mente, generalmente para solucionar algún problema de ingeniería, arquitectura o comunicación, o para plasmar emociones y sensaciones en el campo artístico y creativo. Por ejemplo, se diseña un dibujo, una serie de dibujos, una película, una canción, una campaña publicitaria, etc.

Es interesante que un diseño se relaciona generalmente con el futuro, con un proyecto, una razón, motivación o propósito. Es una visualización de algo que se crea, un pensamiento plasmado a partir de una intención, quizá después de investigar y observar diferentes alternativas.

Cuando se quiere construir un puente, por rústico que sea, no se pone manos a la obra sin haber ensayado las opciones. Se tiene que escuchar el punto de vista de los arquitectos e ingenieros y de los ciudadanos, en cuanto a sus necesidades. No basta con proponer un dibujo bonito. Se tiene que pensar si sería posible construirlo de la manera como se desea. Tampoco basta con el deseo caprichoso de un pueblo que simplemente quiere cruzar al otro lado de la montaña. Hay muchos factores a tenerse en cuenta. Poner manos a la obra sin considerar todas las variables, los pros y contras, puede resultar en una catástrofe.

Dicha catástrofe sería una consecuencia lógica o natural de haber pasado por alto ciertas leyes de física. De hecho, se sabe de puentes que se vinieron abajo cuando azotó un huracán o tifón, porque los conocimientos de los arquitectos e ingenieros de la época en que lo construyeron eran muy limitados. Hoy en día las computadoras han abierto un extenso panorama. Los constructores de puentes pueden tener en cuenta hasta el mínimo detalle y diseñar y crear puentes increíbles que ni a egipcios, griegos ni romanos se les hubiera ocurrido.

¿Podría una manada de simios diseñar un puente tan sofisticado y hermoso como los que vemos en los documentales sobre puentes en la televisión? Tal vez tengan mentalidad suficiente para colocar una rama entre dos árboles y cruzar al otro lado a través de ella, pero no para diseñar una estructura como el puente de Brooklyn. Todos tenemos nuestra limitaciones. Ni siquiera un ser humano cualquiera podría levantar un puente entre dos islas sin tener la experiencia ni los conocimientos necesarios.

Muchos se desgañitan diciendo que descendemos del mono, pero no tienen ningún argumento para decir de dónde vinieron las bacterias. Mucho menos pueden imaginar quién descenderá del hombre. Y la pregunta más interesante: ¿Por qué todavía existen monos de los que hasta ahora no ha descendido ningún hombre? Convivimos con monos y bacterias, pero no sabemos quién los diseñó ni para qué.

¿Por qué son los diseños tan importantes en el campo de la construcción? Porque no solo nos permiten una mejor calidad de vida, sino nos evitan los muchos sinsabores que podrían sobrevenirnos debido a un descuido en su estructura. Las consecuencias de pasar por alto las normas de construcción pueden ser muy graves. Ha habido edificios que se vinieron abajo porque los ingenieros los construyeron con materiales de baja calidad, o por no tomar en cuenta todas las instrucciones de los arquitectos. ¡Hay vidas envueltas! Y lo mismo podemos decir de los barcos, los aviones y toda clase de estructura.

Cierto joven comentó lo siguiente mientras cursaba estudios superiores en la marina de guerra de su país: "No sé por qué es tan necesario que nos enseñen ingeniería estructural. Soy un marino, he venido a navegar, no a construir barcos ni edificios". Entonces, su maestro le explicó: "Los barcos tienen un diseño y una estructura. Si no sabes nada de estructuras, no podría tomar una decisión correcta cuando tengas que enfrentar una ola enorme que aparezca de repente. ¿Lo harás de frente, o sería mejor de lado? En algunos casos, si lo haces de frente, sería la mejor opción, pero en otros no. La nave podría partirse en dos cuando la ola la levantara por el centro. ¿Ahora entiendes por qué tienes que saber de estructuras?".

El conocimiento, en todos los campos, es la clave del éxito. Una persona muy entusiasta podría ser capaz de lograr grandes hazañas. Porque la adrenalina y el coraje pueden impulsarla a alcanzar objetivos cada vez más elevados. Pero la persona con conocimientos puede librarse de una situación que está condenada al fracaso. El entusiasmo puede llevar a uno a superar sus límites, pero el conocimiento puede indicarle cuándo realmente llegó al límite, es decir, cuándo conviene tomar otro camino, cuándo optar por otra solución, cuándo decidirse por otra alternativa, cuándo rendirse ante la sabiduría.

Por ejemplo, las alas de un avión, y en general toda su estructura, está diseñada para soportar un huracán, rayos y truenos, pero solo hasta cierto punto. Si el piloto excede los parámetros de seguridad y se mete frontalmente con el huracán sin tener los conocimientos, los instrumentos y los márgenes de seguridad adecuados, está condenado al fracaso. Si se estrella por haber sido necio, los investigadores del accidente seguramente publicarán los resultados: Negligencia del piloto.

La negligencia, ya se trate de conducir un avión, un barco o una nave espacial, o algo tan simple como un automóvil, una bicicleta o un skateboard, puede provocar una gran pérdida. En las noticias aparecen de vez en cuando esa clase de personas, que no tuvieron en cuenta ciertos detalles, por lo cual se accidentaron, quedaron tullidos de por vida o causaron la muerte de otras personas.

Cierta señora de edad avanzada iba de camino al mercado. De repente ¡fsss! pasó a su lado un muchacho que corría a velocidad en su skateboard. Él siguió de largo y se perdió en la distancia. Pero la velocidad asustó a la señora, comenzó a girar, perdió el equilibrio y cayó al pavimento, rompiéndose la cabeza. Vino la ambulancia, la llevaron al hospital y le detectaron una conmoción cerebral. Pasó varios meses en recuperación, los primeros de los cuales al borde de la muerte. Fue dada de alta con el rostro de color morado, y a partir de entonces comenzó a usar bastón. ¿Y el muchacho? ¿Bien gracias?

No según la ley de las consecuencias. Seguramente continuó patinando temerariamente hasta que un día tuvo que pagarlo caro. Si uno no corrige su proceder, la ley moral de Dios determina que su conducta siga siendo cada vez más temeraria, lo cual aumenta sus probabilidades de tener un accidente grave él mismo, lo cual de seguro ocurrirá. ¿Y qué dirá entonces? ¡Dios es cruel y vengativo? Lo mismo se puede decir de un gobernante, nación o grupo de naciones, o del mundo entero. Un principio de la Biblia dice: "Los malvados y embaucadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados". (2 Timoteo 3:13) ¿Y cómo está el mundo? Cada vez peor. ¿Es culpa de Dios? ¿O de los que violan sus leyes?

El sentido de responsabilidad, que no es una cualidad de los animales inferiores, es de vital importancia para sacar adelante cualquier proyecto. Si existe un diseño, hay un diseñador. No puede ser de otra manera. Los animales inferiores actúan por instinto, no razonan en todo lo que implica un diseño. Por ejemplo, la araña fabrica sus telas desde que es una arañita muy pequeña. Pero no sabe cómo consiguió la facultad de hacerlas. ¡Y simplemente las hace perfectas! ¿Cómo logra cada diseños? No todas las arañas realizan el mismo tipo de diseño. Cada una según su especie realiza el diseño preprogramado en su cerebro, incluso el tipo de tela y el hábitat en el que viven.

Sin diseño no puede haber estructura perfecta, ya se trate de las alas de una mariposa o de un murciélago, de las plumas de una gaviota o de las patas de un ornitorrinco. Cada diseño tiene un propósito distinto. Los elefantes no abundan en el Ártico, y los osos polares no abundan en África. Sus patas y demás características no están diseñadas para un hábitat que no es el suyo. Pueden alejarse un poco, pueden intercambiar sus lugares por un tiempo, pero no son para un hábitat diferente al que corresponde a su diseño.

Por eso, al hablar de Dios, no es cuestión de simplemente pensar en lo que alguien nos ha dicho sobre él, sino en las estructuras que llenan la Tierra. Un árbol tiene una estructura, un montaña tiene una estructura, las plumas de un ave tienen una estructura, la caparazón de una tortuga tiene un diseño, las moléculas del aire y del agua tienen una estructura, las telarañas tienen una estructura, los sonidos tienen una estructura, ¡y todas esas estructuras tienen un diseño particular!

Jesús mencionó un extraordinario principio que ensalza el pragmatismo en todo su esplendor. Cuando sus detractores expresaron falta de confianza en él y en su mensaje, les dijo: "Si no me creen, crean en mis obras". Sus obras, es decir, las cosas que él hacía en nombre de su Padre, Dios, daban testimonio de su integridad, sinceridad y respaldo. El pasaje completo dice: "¿Por qué acusan de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Sólo porque dije: “Soy Hijo de Dios”? Si no hiciera las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean en las obras, para que sepan y entiendan que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre". (Juan 10:36-38)

Creer en las obras es mejor que perder el tiempo decidiendo si en verdad deberíamos creer en alguien, en una iglesia, en un proyecto, en una idea, en un diseño. El efecto, resultado o consecuencia de un proceder es más iluminador que mil palabras. ¿De qué sirve admirar a una persona, si al fina del sus días descubrimos que realizó muchos actos de corrupción.

Cierto noticiero de la televisión mostró al ex alumno de una institución educativa de renombre denunciando a su Director. El joven había ido a solicitarle un favor relacionado con una beca para estudiar en el extranjero. No tenía otra manera de conseguir la beca. Pero el Director, viéndolo atrapado, porque estaba en sus manos la única solución posible, le dijo que lo ayudaría si aceptaba tener relaciones sexuales con él. El joven le dijo que lo pensaría. Alistó su teléfono celular y grabó la siguiente conversación. Fingió interés y grabó al Director proponiéndole toda clase de suciedades. El Director fue arrestado inmediatamente. ¿Diremos que Dios es cruel y vengativo? Es la ley de las consecuencias.

No debemos admirar a una persona por lo que dice ser, sino por sus obras. Entonces queda al descubierto y podemos decidir si confiar en ella o no. Algunas personas y organizaciones parecen ejemplares. Pero con el paso del tiempo vemos sus obras y podemos darnos cuenta del efecto que tuvo su accionar. Por eso Jesús mencionó otro principio pragmático: "Por sus frutos los reconocerán" (Mateo 7:15-20)

Por eso, no hablemos de Dios, hablemos de sus estructuras y diseños. Si podemos razonar que los diseños son producto de los pensamientos, que tienen en cuenta un propósito en particular (p. ej. las hormigas no tienen el diseño necesario para navegar grandes distancias, las palomas no tienen un diseño para volar en la Luna ni en Marte, los seres humanos no tenemos un diseño que nos permita vivir bajo el agua sin protección diseñada para ello). No hablemos de Dios. Pongámoslo a un lado. Pero hablemos del diseño de todas las cosas que vemos en la naturaleza a nuestro alrededor.

Es simple: Si hay un diseño, hay una mente detrás del mismo. Una mente que ha tenido en cuenta muchísimos detalles relacionados con un propósito en particular. Negar la existencia de los diseños, negar que existe un propósito tras cada diseño, y negar que todas las cosas interactúan entre sí en ecosistemas que a su vez interactúan con otros ecosistemas, es negar la realidad.

El punto no es si la Biblia tiene razón o no, o si fue escrita por hombres o con ayuda de seres de otro mundo. El punto es que los diseños que vemos a nuestro alrededor existen y nos hacen la vida más fácil. ¿Qué haríamos si los caballos midiesen doscientos metros de altura, o si tuviésemos que comer gusanos, como los pájaros, o si al contacto con el agua se nos pelara la piel, como si nos cayera ácido? Pero no es así. Los caballos tienen una talla apropiada para los seres humanos. Nuestros alimentos son exquisitos y abundantes. Nuestro sistema tegumentario es increíblemente flexible y fuerte. Pareciera que la vida fue diseñada para nosotros, no para ellos. El caballo fue hecho para el hombre, no el hombre para el caballo.

Por ejemplo, si el cuerpo humano no tuviera sensores de temperatura todo alrededor, podríamos accidentarnos fácilmente y hasta perder la vida. Si nuestras manos no sintieran una fuente de calor muy fuerte, se nos chamuscarían, lo cual nos dificultaría la vida. Los sensores de temperatura tienen un propósito. Si alguien arroja ácido al rostro de una persona, ¿le echaremos la culpa a Dios por no habernos diseñado con una cápsula impenetrable que se activara ante semejante atentado? No. Porque nuestros cuerpos no fueron diseñados para vivir causándonos daños unos a otros, sino para vivir en paz y armonía. 

Por eso, no hablemos de Dios, hablemos de lo que vemos alrededor. Cada uno de los diseños que vemos en el universo está respaldado por una o más de las leyes físicas, matemáticas y biológicas que conocemos. Todas las leyes de la naturaleza sirven a un solo propósito: Hacernos la vida más fácil. El hecho de que a cada rato violemos las leyes demuestra cuánto ignoramos el daño que nos hacemos a nosotros mismos. Violar las leyes es exponernos a las consecuencias. Dios no entra en el cuadro. Nosotros, como humanidad, somos causantes del resultado por haber pasado por alto las leyes naturales.

No hablemos de Dios, hablemos de nuestros errores y fracasos respecto a la política. Se dice que el ser humano es político por naturaleza. Pero si eso fuese cierto, ¿por qué muchos desconfían de los políticos y se quejan de la manera como gobiernan los seres humanos? Si la política del ser humano fuese parte del diseño de la vida, tendríamos que ver un mejor desempeño. Por ejemplo, cuando bebemos agua, nuestro cuerpo realiza todos los movimientos estructurales necesarios para tragarla y beneficiarnos de ella. El cuerpo humano realiza sus funciones a la perfección, sin necesidad de que le expliquemos cómo debe tragar el agua. Pero no ocurre así con la política.

Por ejemplo, decir "naciones unidas" es utópico porque las naciones no están unidas. Las dividen sus fronteras. Cada nación es soberana y diferente de las demás. Hay diferencias políticas que la separan de su vecinos.  Una nación es, precisamente, símbolo de desunión, no de unidad. Reconozcámoslo: la política del hombre a través de los tiempos ha demostrado que ha fracasado. El mundo está cada vez más desunido, desconfiado y contaminado, tanto en sentido físico como moral. ¿Y qué ser humano sería capaz de enderezarlo, corregirlo, ayudarlo o limpiarlo? ¿Pueden evadirse las consecuencias?

El ser humano ha tocado fondo, pero es tan ciego que todavía no quiere darse cuenta. ¿En qué consiste llegar al fondo? El fondo es la parte más lejana de un punto de referencia. en este caso, nos referimos al fondo de su capacidad de gobernar. Quizás no habrá nunca fondo para el descubrimiento científico ni para las ideas creativas, pero sí para las oportunidades de rescatar a la humanidad.

Nos quejamos del Diluvio Universal de los tiempos de Noé, pero decimos que Noé fue un personaje mítico. Nos quejamos de la destrucción de Sodoma y Gomorra, pero afirmamos que no creemos en la Biblia. Decimos que Jesucristo nunca existió, pero decimos que fue un farsante. ¿Total? ¿Creemos o no creemos?

Nos quejamos del Diluvio, pero ¿nos quejamos de nosotros mismos por colocar a la humanidad al borde de un ahogamiento similar derritiendo los polos con nuestro modo de vivir industrializado? ¡Estamos cerca de causarnos a nosotros mismos una catástrofe de proporciones inimaginables, y poco o nada hacemos por pensar en las consecuencias y ponernos en acción para revertir la situación! Dentro de mil años, ¿le echaremos la culpa a Dios por el calentamiento global? ¿Fue él el causante de las consecuencias?

Por ejemplo, cuando una persona muere, decimos que llegó al final de su vida. Ni siquiera los ateos creen que la muerte sea otra cosa que un final. Desde el punto de vista de la vida, la persona ha tocado fondo. Igualmente, cuando un soldado suicida se adhiere al cuerpo una bomba y la hace explosionar en un cine o restaurante, es porque ha llegado al fondo, al tope, al límite de su entendimiento. Se le acabó el tiempo.

Es cierto -y no negaremos- que los soldados suicidas creen en la vida después de la muerte, en un paraíso donde estarán rodeados de muchas mujeres y serán felices por toda la eternidad. Pero ¿alguna vez entrevistaste a uno de ellos después de volar en pedazos para preguntarle si fue cierto que hay vida después de la muerte, o si existe el infierno? ¿O es solo una creencia y nada más?

Los ateos creen que cuando una persona muere no puede esperar nada más. Su cerebro, con todas sus emociones y pasiones, terminó de funcionar. O sea, la persona llegó a su fin y no volverá a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida. Antes podía comer y beber, vestirse, ponerse perfumes y arreglarse el cabello, casarse y tener sexo, hijos y nietos. Pero ahora sus días se acabaron, ya no puede afanarse por nada, no tiene trabajo ni planes ni nada.

Si tan solo leyera Eclesiastés 9:5-10 se enteraría de que eso es precisamente lo que dice la Biblia. Muchos ateos que leen con atención esa parte dejan de hablar del infierno y el cielo como la esperanza para toda la humanidad. La verdad es lo que la Biblia dice en Eclesiastés 9:5-10.

Observar e investigar antes de hacer grandes afirmaciones es la característica del sabio, ya sea o no creyente. Sin observación ni investigación solo queda el prejuicio, el dogma y la falta de esperanza para el futuro. Todo diseño tiene un propósito, porque todo pensamiento tiene un fundamento. Hay diseños basados en la intuición, pero otros, en conocimiento exacto de las leyes que intervienen en el mismo. Uno puede tomar una hoja de papel y diseñar un avión. Pero de ahí a que vuele, es otro cantar. Lo mismo sucede con cualquier diseño. Para que se materialice y funcione tiene que pasar de la simple concepción al campo de las probabilidades. Si un objeto no existe o se modifica uno que ya existía, igual requiere inspiración, síntesis, ordenación y transformación. Solo una mente inteligente puede hacer eso.

Puede haber dogma, ilusión y engaño tras un diseño caprichoso, pero no tras una obra terminada que funciona a la perfección. Uno admira los puentes que han sobrevivido a pesar de guerras, terremotos y huracanes, pero ¿no debería admirar más a los árboles, los océanos y ecosistemas que han perdurado por milenios funcionando a la perfección. Muchos de los extraños desastres naturales que vemos alrededor son principalmente consecuencia del accionar del hombre, no de Dios. Nos hemos puesto a nosotros mismos en una zona de peligro por violar las leyes naturales. ¡Y habrá consecuencias calamitosas!

No hablemos de Dios ni de los diseños. Hablemos de los efectos y sinergias que vemos en la naturaleza. Cuando analizamos detenidamente la interacción de los diferentes ecosistemas, de las diferentes leyes naturales, de las muchas contradicciones de la humanidad, pensemos ¿qué sucedería si el hombre dejara de poner sus manos en la maquinaria y en las estructuras que ha construido? ¿Qué pasaría?

La Tierra sin humanos fue un programa famoso de televisión que mostró durante una gran temporada películas de las consecuencias que sobrevendrían si el hombre dejaba de dar mantenimiento a las cosas que había creado e inventado. En absolutamente todos los casos la respuesta fue exactamente la misma: Deterioro y destrucción. No existe forma de preservar algo en el universo si no recibe alguna clase desostén o mantenimiento. Es imposible. Ninguna creación del ser humano puede permanecer en pie si no interviene para sostenerla. La entropía es una muestra de ello.

Si alguien pone a hervir agua en una olla, ¿qué pasa si retira la olla de la fuente de calor? ¡Comienza a enfriarse inmediatamente, buscando un punto de equilibrio con la temperatura ambiente? Si quiere enfriarla, tiene que exponerla a una fuente de frío, y el agua se enfriaría hasta alcanzar un equilibrio con la temperatura de la fuente. Si la quiere más fría, la fuente de frío tendría que ser de menor temperatura. Pero en todo caso, ya sea para calentarla o para enfriarla, tendría que exponerla a una fuente de calor o frío. Le pregunta sería ¿y quién creó la fuente de frío o calor? Es decir, ¿quién sostiene la fuente fría o caliente? ¿Quién está dando mantimiento a las fuentes? 

Un automóvil necesita mantenimiento cada cierta cantidad de millas recorridas. Si no recibe mantenimiento, su deterioro será inexorable. No existe forma de que pueda seguir andando sin recibir mantenimiento. Cargar combustible y poner a punto el aire de los neumáticos no será suficiente. El deterioro se hará patente en poco tiempo y habrá que tirarlo a la basura. Se convertirá en chatarra.

Es un hecho científicamente comprobado: No existe nada que el hombre haya hecho, inventado o fabricado que permanezca en pie si no recibe mantenimiento. La pirámides de Egipto son muy antiguas. Pero ¿por qué los arqueólogos las protegen tanto? Porque a lo largo de los siglos han estado deteriorándose lenta e inexorablemente. La mano de los arqueólogos solo impide que se deshagan más rápido.

No vamos a preguntar quién mantiene el universo. Pero es un hecho científico que el universo no puede dejarse fuera del cuadro. Nada puede exceptuarse de las leyes físicas que se miden con la entropía. Al igual que todas las cosas que existen, el universo, las galaxias, las estrellas, los planetas y todo lo que en ellos hay necesitan mantenimiento.

No hablemos de Dios, hablemos de las cosas que vemos alrededor, no solo de las cosas materiales y físicas que hemos inventado, sino las cosas morales, éticas y de los pensamientos, de la política y de los sueños futuristas. ¿Adónde están apuntando todas las flechas? ¿Al éxito o al fracaso? 

¿Por qué los sabios más eminentes del mundo están trabajando horas extras en el campo científico y social para salvar a la Tierra de la devastación que se avecina? ¿Podrán idear e implantar a tiempo suficientes soluciones como para frenar la entropía y la anarquía antes de que nos alcance el último cuadrante de las coordenadas de la curva estadística que indica una autodestrucción total? ¿Alguna vez ha demostrado el hombre capacidad para inventar una solución de tal magnitud? No que sepamos.

Podemos desacelerar la curva estadística, tal como podemos virar el timón de un barco, poner en reversa los motores y acelerar al máximo para evitar chocar con un témpano. Pero no se puede hacer absolutamente nada que impida el desastre si ya ocurrió el impacto. Solo podemos prepararnos para saltar a los botes salvavidas... si es que funcionan y si el barco no se hunde de lado. En otras palabras, deberíamos estar haciendo algo de maneras prácticas para saltar de la anarquía que se avecina, en vez de seguir perdiendo tiempo hablando de ella o contribuyendo a la confusión de las masas por medio de cegarnos a la realidad: El hombre ha demostrado no tener la solución. ¡Pragmáticamente puede comprobarse que se ha comportado históricamente como un inepto en comparación con el Creador!

Pocas cosas pueden llegar a ser tan absurdas como comenzar a discutir en medio de un incendio. Lo que se necesita son respuestas y soluciones que provengan de una fuente diferente a la humana. La lógica es simple: ¿Deberíamos esperar que resolviera un problema alguien que hubiera demostrado una absoluta incapacidad para resolver problemas? En otras palabras, ¿deberíamos esperar eficiencia de un ineficiente? ¿Deberíamos esperar soluciones de alguien que solo sabe multiplicar los problemas?

No estamos hablando de Dios, sino del hombre, de la Tierra, de sus habitantes, de sus logros y fracasos, de sus inventos y soluciones. Hablamos que quienes con sus actos crearon la curva estadística tenebrosa del calentamiento global, de la explosión demográfica, de la propagación de las enfermedades, del desequilibrio social, de la pobreza y la malnutrición.

Primero llenan el planeta con plástico, después piden a todos que lo salven del plástico. ¿Es eso ciencia inteligente? Saturaron la Tierra con equipos electrodomésticos. Ahora se expande por todas partes la alergia al electromagnetismo. ¿Es eso evolución?

Claro, cuando todo nos falla es fácil echarle la culpa a Dios (o al concepto que tengamos de él) porque así podemos seguir echando a perder el escaso tiempo que nos queda para ponernos de acuerdo. Pero la realidad sigue saliendo a flote vez tras vez como un corcho que queremos empujar bajo el agua: El ser humano, como masa, ha demostrado que carece de la capacidad para producir los botes salvavidas que requiere para saltar del barco.

Algunos ricos han intentado saltar a otro planeta mediante naves espaciales que les permitan preservar su vida cuando todo se desplome. Otros quieren autopreservarse mediante la criogenización. Pero la verdad es que hasta ahora solo tienen teorías no comprobadas de que se pueda vivir de manera sostenible en otro planeta, o que la ciencia pueda revivirlos.

La Tierra es el único planeta que vemos a nuestro alcance para preservar la vida tal como la conocemos. Este es el único planeta en que hemos aprendido a vivir. Este es el único planeta que llena los requisitos para preservar la vida. No negamos que quizá existan otros, pero se acaba el tiempo para llegar a ellos o para demostrar simples teorías interplanetarias, muchas de ellas fantasiosas. Y aun si nos quedara tiempo, ¿acaso podrías garantizar que tú serías una de las personas invitadas a emigrar? ¡Nada que ver! Subirán los que tienen dinero suficiente para sobornar al piloto. ¿Y adónde irían? ¿A Marte? ¿Vivirías en Marte? ¡Y qué harían en allí, llenarlo de plástico otra vez?

Otros prefieren creer a Jesucristo y confiar en su promesa de que la voluntad de Dios se hará en la tierra, cuando dijo: "Padre nuestro que estás en los cielos, venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mateo 6:9-10) No habló de irnos a otro lugar, sino de que su reino administraría la tierra para que se hiciera la voluntad de su Padre aquí mismo. Necesitamos una fórmula perfecta para resolver un perfecto caos. Pero ¿dónde hallarla? ¿Dónde encontrar el camino?

"Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí. Si ustedes realmente me conocieran, respetarían también a mi Padre." (Juan 14:6-7) El camino que Jesús enseñó no fue algo que se le ocurrió de repente, sino algo que le fue transmitido por su Padre, Yavé, el Soberano mencionado por nombre más de 400 veces en el libro profético de Ezequiel, en la Biblia. Porque Jesús dijo con toda claridad: "Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió, y el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi cuenta. El que habla por su cuenta busca su propia gloria. Pero el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin medias tintas". (Juan 7:16-18)

Por tanto, tenemos su palabra, su ejemplo y un vistazo del poder que su Padre le ha conferido para llevar a cabo la labor de rescate que le ha encomendado. Eso ocurrirá al tiempo señalado por las Escrituras, según se lee en Mateo capítulo 24. Cuando ese tiempo llegue, se cerrarán todas las brechas de las dudas que muchos tienen acerca de la actividad de Dios. Porque podrán presenciar su intervención en toda su magnificencia y poder, mas ya no para salvación. Será tal como  el antiguo faraón de Egipto pudo presenciar personalmente el majestuoso milagro de la apertura del Mar Rojo poco antes de que las aguas lo hundieran junto con todo su ejército.

Es fácil decir que Dios no existe porque no se le puede ver, tal como es fácil decir que los deseos, las bacterias, los neutrinos y los agujeros negros no existen porque no se los puede ver. Pero un poco de investigación les abre los ojos a los incrédulos. Sin embargo, ninguna investigación de ese tipo puede hacerse aisladamente. Tiene que proceder de mentes que le han dedicado muchísimas horas, mucho interés y muchos fracasos antes de dar en el clavo. Además, toda la investigación tiene que hacerse partiendo de fuentes confiables, no de mitos, leyendas, dogmas o cuentos de hadas.

La Biblia ha demostrado por mucho ser el libro que por excelencia explica detalladamente las actividades de Yavé. Y Jesucristo fue la persona que más se acercó a una explicación exhaustiva de la naturaleza divina. Es fácil que después de él surgieran otros que se sintieron inspirados y se atrevieron a producir teorías y paradigmas interesantes. Pero nadie logró jamás alcanzar el grado de sencillez con el que Jesús explicó las cosas más profundas acerca de su Padre, sobre todo, teniendo en cuenta de que sus detractores, hombres de fama y prestigio, solo lo consideraron como un carpintero de poca monta.

Aunque nadie quiera considerarla como la principal fuente del ateísmo, es innegables que uno de los más grandes legados que las iglesias tradicionales dejarán para el futuro es el enorme potencial que han demostrado tener para producir ateos. La sinergia paradójica resultante es solo una consecuencia exponencial de dicho potencial. Para nadie ha sido un secreto que una gran cantidad de ateos fueron, en algún tiempo, miembros del clero de alguna de dichas iglesias. Con todo, parece que todavía seguirá fortaleciéndose en la práctica la sólida verdad que hay tras el famoso dicho: "No pueden recogerse uvas de los espinos". No nos referimos a que los ateos sean uvas ni espinos, respetamos su decisión.

Más bien, la evidencia palpable en todo el mundo, y lo que las noticias nos muestran todos los días con grandes titulares, es que muchas confesiones religiosas están rompiéndose la cabeza, preguntándose por qué no lograron producir el fruto que Cristo sembró, sino todo lo contrario, odio, racismo, prejuicio, intolerancia, asesinato, rebelión, injusticia, indiferencia, etc, ¿Cómo podrían detener la ola -semejante a tsunami- del ateísmo, de la incredulidad, indiferencia y salvajismo que ha sumido a la humanidad en una de las fases más oscuras de su historia?

¿No será que ha llegado el tiempo para que los que no creen lleguen por fin a ver el cumplimiento exacto de las últimas profecías de la Biblia concernientes a nuestros tiempos, y comprobar por sí mismos la veracidad de las promesas de Jesucristo? ¿No será que ha llegado el tiempo para que se enderecen todos los caminos y que los que eran tildados de "locos" ahora sean considerados "cuerdos", y los "cuerdos", "locos".

Allí donde la oscuridad no nos permite ver con los ojos, nuestras manos nos permiten ver con el tacto, que no es otra cosa que uno de los variados sentidos que le proveen entendimiento a nuestro cerebro. Algunos ciegos hasta pueden ver con los oídos, por medio de la ecolocación. ¿Y cómo ha sido posible que los científicos sepan con certeza lo que hay bajo la superficie del Sol o del planeta Saturno, si nunca han entrado para verlo por sí mismos? Sacando conclusiones lógicas basadas en cálculos de física que, a su vez, se basbaan en leyes inmutables de la naturaleza que ellos no inventaron.

Todo considerado, parece que finalmente la humanidad en todas partes se ha puesto en la posición y coyuntura perfectas para que que Dios le dé la respuesta contundente que estaba provocando, cuando dentro de poco Su manifestación se haga evidente y a nadie le quede la menor duda de que se trata de la tan esperada respuesta del Creador de los cielos y la tierra.

 "¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?"
(Job 40:8)



. . .