¿Qué encierra hacer el amor?


ÍNDICE


Cualquier confusión se disipa con un poco de investigación y discernimiento. Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviéreis amor los unos con los otros” (Juan 13:34-35).

Ahora bien, respecto a tu pregunta, una de las mejores maneras de aprender algo es descubriendo lo que no es. A veces, es tedioso, pero se entiende mejor. Si bien es cierto Jesús, Pedro y los demás apóstoles explicaron lo que es el amor, el apóstol Pablo aprovechó para hablar de lo que no es, en su Primera A Los Corintios, capítulo 13, versículos 4 al 7.

La persona que verdaderamente ama, conforme al significado de la Biblia, es una persona sufrida (en el buen sentido de la palabra) y bondadosa. No es envidiosa. No se jacta de sus logros. No es vanidosa. No hace cosas impropias. No busca egoístamente su propia ventaja. No se irrita por cualquier cosa. No es rencorosa. No disfruta con la injusticia. No se ciega a la verdad, sino que la busca, y se regocija cuando la encuentra. Sufre con entereza. Cree todo. Nunca pierde la esperanza. Y soporta todas las cosas por causa del Reino de Dios.

No malinterpretes esto. No estamos hablando de que es una persona crédula que todo lo acepta sin más. Eso equivaldría a hablar mal de Jesús, porque estamos hablando de la clase de amor que Jesús mostró.

Al decir que la persona es sufrida, nos referimos a que entiende que muchas veces el sufrimiento se debe tolerar misericordiosamente, porque no es realista pensar que uno va a estar riéndose continuamente de todo. A veces ocurren cosas que duelen, sobre todo, cuando se sufre por ser fiel a Dios.

Es una persona bondadosa en el sentido de que siempre está observando a quién podría tender una mano, y luego hace un seguimiento para averiguar si la ayuda realmente fue suficiente. No es pasiva al expresarse, esperando que le pidan ayuda, sino que toma la iniciativa y se ofrece.

No es envidiosa. No está siempre queriendo tener el primer lugar o buscando posiciones de poder solo para mantener bajo su control a los demás. Reconoce que la envidia está catalogada como una emoción perjudicial que puede dar lugar a otros sentimientos desagradables. Las consecuencias de abrigar envidia nunca son buenas.

No se jacta de sus logros. Es decir, no abre la boca de par en par como un megáfono, anuncianos siempre sus méritos, tocando campana. No es figuretti. No es que sea incorrecto hablar uno de sus méritos y logros. Hasta Jesús dijo: “Soy Hijo de Dios”. Pero no hizo alarde de ello ni lo repetía a cada rato o delante de la muchedumbre, lo cual hubiera sido muy diferente.

No es vanidosa. Aunque sabe que debe arreglarse apropiadamente para estar a la altura de su profesión de adorar a Dios, no se adora a sí misma ni procura que los demás le rindan adoración, como a un ídolo.

No hace cosas impropias. Si sabe que algo es incorrecto, se esfuerza por evitarlo. Y si tropieza, pide disculpas a quien corresponda y se esfuerza por no cometer el mismo error. Entiende lo que es el pecado y procura no pecar intencionalmente, es decir, a propósito.

No busca egoístamente su propia ventaja. En vez de competir con otros, se alegra por el éxito ajeno. Reconoce que en la carrera por la vida todos los que se esfuerzan al máximo pueden ser ganadores ante Dios, unos de a treinta, otros de a sesenta y otros de a ciento por uno. Para Dios, no hay perdedores entre los que se esmeran conscientemente por hacer bien lo que deben hacer. Al contrario, los recompensa con una espiritualidad más firme.

No se irrita por cualquier cosa. Sabe que el ofenderse no es un proceder sabio. Por lo contrario, antes de que la ofendan, la persona está lista a anticiparse y perdonar con un sentimiento cariñoso que brota del corazón y no con la actitud de "no tengo otra opción".

No es rencorosa. No está pensando cuál será el mejor momento para vengarse. Reconoce que la venganza es un derecho divino, no humano. No pierde tiempo buscando al culpable ni machacando la culpa, sino prefiere orientarse hacia la solución más práctica, a fin de continuar con su vida sin mayores contratiempos.

No disfruta con la injusticia. Sabe que Dios es imparcial y que, aunque los demás no lo vean, él hará justicia. Todos pagamos las consecuencias de nuestros propios errores, pero Dios puede ayudarnos a sobrellevarlas y hasta mejorar nuestra situación tomando mejores decisiones en el futuro.

No se ciega a la verdad, sino que la busca y se regocija cuando la encuentra. Sabe que algunas de las verdades de la palabra de Dios podrían dolerle, pero no porque sean desagradables en sí mismas, sino porque tienen el poder de detenerla en seco y obligarla a reconocer que le conviene enmendar sus errores por medio de hacer lo que Dios dice que es correcto a su vista.

Sufre con entereza. En vez de quejarse por todo, procura soportar con valentía cualquier cosa que deba soportar, porque sabe que Dios la recompensará de muchas maneras.

Cree todo. No porque es tonta y cree cualquier cosa, sino porque no tiene motivos para dudar de la fuente de su instrucción. No es necesario buscar mil argumentos para convencerla de verdades claras y sencillas. ¿Para qué discutir si la verdad de todas maneras saldrá a flote tarde o temprano?

Nunca pierde la esperanza. Ni siquiera la muerte acaba con su esperanza. En el peor de los casos, sabe que habrá una resurrección.

Y finalmente, tiene una gran capacidad de aguante porque tiene enfocada una sola cosa: El Reino de Dios y la santificación de su hermoso nombre.

Todo lo mencionado arriba son principios fundamentales sobre los cuales se basa el amor del que habla y promueve la Biblia, el amor ágape.

¿En qué consiste el amor?

La Biblia no es tan complicada, como muchos piensan, sino sencilla. El problema es que esas personas no suelen leerla completamente ni a menudo, por lo que su contenido no les resulta familiar y no encuentran los lugares donde aparecen las respuestas a sus preguntas. Pero cuando la leen y estudian a conciencia, encuentran las cosas que aclaran sus preocupaciones e inquietudes.

Por ejemplo, la primera epístola de Juan, capítulo 4, versículo 10 dice: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros primero y envió a su Hijo como sacrificio en propiciación por nuestro pecados.

En Hechos de Apóstoles 20:35 se dice que es 'más bienaventurado el que da que el que recibe', y en Lucas 6:35 leemos: "Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande. Seréis hijos del Altísimo. Porque Él es bondadoso para con los ingratos y malos". En otras palabras, la esencia del amor consiste en dar, no en recibir.

La persona que se resiente porque no la saludaron, no la miraron, no le dieron consideración, no la tomaron en cuenta, no entiende lo que significa el amor. El amor no se siente cuando uno recibe algo de los demás, sino cuando uno da algo a los demás sin esperar recompensa.

Por eso también la esencia del perdón consiste en abandonar todo reclamo y cesar de sentirse resentido por lo sucedido. Cuando Dios acepta el sacrificio de Cristo, lo hace como sacrificio propiciatorio, es decir, porque ve con favor el sublime acto de Cristo al entregar su vida sin sacar en cara nada a nadie. Por eso, mientras agonizaba pudo decir con gran franqueza: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23:34) Su perdón brotó del amor que sentía por la humanidad.

De esa manera, el amor no consiste en que alguien nos ame, sino en que nosotros amemos a esa persona, al margen de lo que podamos recibir de ella en compensación. Si entendemos cuán sublime es el significado del amor, entonces siempre procuraremos hacer lo amoroso sin esperar recibir nada a cambio.

Bueno, entonces ¿qué hay de la expresión "hacer" el amor?

¿Dónde queda el término “hacer el amor”, que se refiere a las relaciones sexuales? Esa es otra faceta del amor que la Biblia no toca de manera remilgada. Si bien es cierto que algunas traducciones esconden o disimulan el significado de algunos pasajes que hablan de esta clase de amor, otras son más abiertas al traducir. Por ejemplo, Proverbios 5:19 dice: “Alégrate con la mujer de tu juventud. Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre”. Pero una traducción más clara diría: “Regocíjate con tu esposa. Que sus pechos te emborrachen en todo momento. Que estés en un éxtasis constante su amor”. ¿Cuál traducción te parece más clara y exacta? Suena fuerte, pero eso es lo que dice la Biblia en verdad. No es remilgada para tratar el asunto.

¿Entonces, abarca el amor las relaciones sexuales?

Sí, pero aunque la Biblia habla muy mal de varios casos en los que se cometió adulterio y fornicación, algunos de maneras muy opuestas a los mandatos de Jehová, siempre habla bien de las relaciones sexuales dentro del matrimonio. Por el ejemplo, en el texto arriba citado, una traducción dice “Alégrate con la mujer de tu juventud”, oscureciendo el sentido, mientras que la otra dice regocíjate con tu esposa”, claramente indicando que se trata de una relación marital. Eso significa que el amor expresado sexualmente fuera del matrimonio, por más sublime que sea en su expresión, o aunque no incluya el coito propiamente dicho, se denomina fornicación, que es un pecado muy serio. Cuando la Biblia contempla lo apropiado del amor sexual, siempre lo hace en el marco del matrimonio.

Sin embargo, es digno de nota que en el Nuevo Testamento no se usa esta forma de amor como modelo, sino el ágape. Eso daría a entender que, aunque la naturaleza incluye el amor eros, y que su uso se orienta hacia las relaciones entre marido y mujer, lo más importante es el agape, que es la forma en que nos amó Cristo. Es la clase de amor que debe gobernar todas las relaciones humanas, y sobre todo, nuestra relación con Dios.

Por lo tanto, tu pregunta ha sido muy importante, porque hasta a los niños, tan pronto como muestran curiosidad respecto al sexo, debe enseñárseles la verdad sobre este asunto, es decir, sobre lo que es correcto e incorrecto en términos sexuales, y el verdadero significado y alcance de la palabra amor. De lo contrario, cuando oigan la frase "hacer el amor" podrían sentirse jusitificados a dar curso liber a sentimientos que deberían mantener bajo control. De hecho, muchos homosexuales confiesan que sus padres jamás les explicaron nada sobre sexo antes de que tuvieran su primer despertamiento sexual. Todo lo aprendieron por sí mismos.

¿Hay otras clases de amor?

Hay otras dos maneras de amar. Una es entre familiares, y otra, entre los amigos.

Por lo tanto, la primera faceta del amor es el ágape, un amor como el que Jesucristo mostró por la humanidad, que es el amor que uno expresa, por ejemplo, cuando transmite el evangelio o buenas nuevas a otras personas, o cuando hace el bien de todas las formas antes mencionadas. Es en este sentido que Jesucristo dijo: "Que os améis los unos a los otros" (Juan 13:34-35). Es el amor ágape. Por eso explicó el apóstol Pablo: "El amor no hace mal al prójimo... el amor es el cumplimiento de la ley".(Romanos 13:10) Esta es la clase de amor que recibe énfasis en el Nuevo Testamento.

En segundo lugar está el amor erótico o romántico, cuyas amorosas expresiones, según la Biblia, deben restringirse al vínculo matrimonial, es decir, dentro en el marco de la voluntad de Dios. Esta es la faceta del amor que tiene que ver con ciertas hormonas en el cerebro que impulsan la atracción sexual.

Muchos estudiosos están facinados con los últimos descubrimientos de las hormonas que activan lo que llamamos amor erótico. Pero entonces, ¿cómo dónde encajarían los sentimientos sublimes que trascienden el sexo, como la misericordia, el perdón, la empatía, que definitivamente tienen un componente sentimental pero no necesariamente erótico? Es porque el amor erótico es solo otra de las facetas del amor. No lo es todo.

Cuando disminuye el furor del chispaso inicial en una relación romántica, no es que el amor en general haya desaparecido, sino que ahora se debe pasar a la siguiente etapa del enamoramiento, la que implica asentarse y seguir cultivando el amor agape, que es lo que mantendrá unida a la pareja hasta la vejez.

Somos imperfectos y, por tanto, fallamos. Tenemos muchos defectos, con el tiempo aparecen nuevos defectos. Si el amor agape no recubre la relación, la sensación es que ya no hay amor. ¡Claro! Si solo se ha enfocado la atención en el lado erótico, sin duda llegará el momento natural en que el furor disminuirá (las hormonas modificarán su comportamiento).

Es lo que nosotros llamamos el "Principio del Clímax". Clímax es el punto más elevado o culminación de un proceso, discurso, proyecto, drama, conversación, etc. ¿Alguna vez has sabido de un astronauta que no haya regresado a la tierra, o de un montañista que no haya bajado de la montaña? Nos gusta nuestro hogar, pero también salimos de vacaciones. En otras palabras, no existiría el placer del clímax si no volviéramos a empezar, y por otro lado, hay otros placeres que son maravillosos.

En ninguna clase de relación, proyecto, éxito, competencia, esfuerzo, trabajo o diversión se puede vivir en un constante estado de clímax. La vida en sí misma es fluctuante en todo sentido. Pretender vivir un permanente estado de clímax es ignorar de qué estamos hechos y para qué fuimos hechos. La Biblia dice claramente: "La comida es para el vientre y el vientre es para la comida [...] Pero el cuerpo no es para la fornicación", es decir, para las relaciones eróticas fuera del matrimonio.(1 Corintios 6:13)

Si no se entiende esa importante diferencia entre el amor erótico y el agape, y solo se lo ve como un proceso neuroquímico, puramente físico, que impulsa a uno a enamorarse o a tener relaciones sexuales, se desvirtúa su sentido, no se entiende, y el resultado es un desastre. ¿Qué impediría que un viejo desarrolle inclinaciones eróticas hacia un niño? Nada, porque le escharían la culpa a las hormonas.

El divorcio es en muchos casos la culminación de un proceso de ignorancia respecto al verdadero significado del amor. Si los esposos entendieran que el amor erótico es solo una de las facetas del amor entre los seres humanos, irían mejor preparados para su relación. No hay agape entre dos simios, el sexo es la única fuerza que determina todo lo demás para ellos. Pero tal como el simio no tiene conciencia, tampoco tiene capacidad para entender el significado del agape. Ese es un privilegio que Dios le ha concedido a la humanidad. No hay sexo responsable sin conocimiento de lo que verdaderamente significa el amor en todas sus facetas. No hay monos responsables.

En tercer lugar está el amor estorgé, que es el afecto que se siente entre famliares. Es otra faceta del amor. Normalmente padres, hijos y nietos pueden llegar a sentir un amor muy profundo entre sí sin que por ello se despierte en ellos algún deseo de tener relaciones. Un deseo de esa clase con alguien de la familia es una desviación que resulta de la desinformación, la falta de disciplina y del entendimiento de cómo funciona realmente el amor. Si los padres no explican estas cosas a sus hijos y los dejan a su libre albedrío o instinto, sin duda sus hijos se meterán en muchos problemas. ¿Pero alguien se los explicó a ellos mismos? Probablemente, no.

Y en cuarto lugar, el amor entre amigos. Es el amor filía. Por ejemplo, por amor ágape, uno no solo se restringiría de causar algún daño a otras persona, sino que tomaría la iniciativa de causarle un bien, lo cual es el significado de la bondad amorosa. Pero el amor filía se concentra más en el amigo. ¿No has notado que sientes más afinidad, apego, inclinación y deseo de ayudar a un amigo que ayudar a un extraño? De hecho, la Biblia dice: "Apenas habrá alguien que muera por un justo; y por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; pero la mayor prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros". (Romanos 5:7-8) El amor agape también es superior al filía.

Cada una de todas estas expresiones arriba mencionadas acerca del amor son diferentes caras de un mismo diamante. Pero de todas sus expresiones, el amor ágape es el que domina o controla a las demás. Por ejemplo, los amigos pueden amarse entrañablemente, pero no al punto de expresarlo sexualmente si no están debidamente casados. Padres e hijos, o entre hermanos o parientes, no deben tener relaciones sexuales. Esposos pueden tener relaciones sexuales, pero si lo hacen sin bondad ni cariño ni consideración, es decir, poniendo a un lado el amor ágape, estarían pasando por alto el verdadero significado del amor. Tarde o temprano fracasarían en su objetivo de vivir juntos por toda la vida.

Un hecho interesante es que muchas personas que se divorciaron una o más veces, pero terminaron siendo felices, reconocieron que tarde o temprano tuvieron que dar su brazo a torcer por medio de abandonar ciertos rasgos desagradables de su propio carácter y personalidad, y que aprendieron que no era realista esperar que el sexo fuese lo más importante en la relación, o que el estado de clímax pudiera mantenerse constante toda la vida. En adelante, su relación se volvió estable y maravillosa a pesar de que seguían cometiendo errores. Es cuando aprendieron los valores superiores del perdón, la tolerancia, la misericordia, la empatía y otras cualidades propias del amor agape.

Entonces, ¿el amor tiene límites?

No, no es que el amor tenga límites. Pero cuando se pasan las fronteras del propósito para el cual fue incorporado por Dios en los seres humanos, se traspasan las condiciones bajo las cuales Él permite que se ejerza. Uno no esperaría que su perro sea tolerante o dé gracias por el alimento que recibe. Por la misma razón es entonces comprensible por qué a veces algunos seres humanos o grupos de seres humanos nunca llegan a un acuerdo, o por qué algunas guerras y enfrentamientos cruentos no terminan nunca. Es porque no tienen amor agape.

El amor agape es tan sofisticado e importante en la vida que Jesucristo lo dio como una señal, al decir: 'En esto los demás conocerán que sois discípulos míos: si os tenéis amor [agape] los unos a los otros'. En otras palabras, las credenciales de los cristianos verdaderos solo se podrían 'leer' o analizar con pragmatismo, o sea, observando cómo aplicaban el amor entre sí y el efecto que eso causaría en su vida. Si no se amaran [agape] entre sí, no demostrarían ser sus discípulos, así de simple. Por eso no hay registros históricos de que los cristianos primitivos hicieran servicio militar o participaran en luchas de gladiadores.

Dios todo lo hizo por amor y con amor. Por ejemplo, por amor puede ejercer paciencia y misericordia y permitir la maldad por un tiempo, porque quiere que las personas recapaciten, lo cual no pueden hacer de la noche a la mañana. Eso ocurrió con Nínive en tiempos de Jonás. Pero igualmente por amor a los que sufren, Dios se reserva el derecho de dar por concluidas sus expresiones de misericordia y decretar la destrucción de los injustos, como ocurrirá cuando finalmente intervenga los asuntos humanos mediante su Reino. Lo ha prometido y de seguro lo cumplirá. Pero en todo caso, lo hará por amor.

Por ejemplo, uno puede recibir mucho amor de su tía, pero si ella va más allá y pretende tener relaciones sexuales con su sobrino o sobrina, quebrantando los lineamientos del amor ágape, se haría acreedora de todas las consecuencias que advierte la Biblia. Sodoma y Gomorra son ciudades que se mencionan como ejemplos de ello.

Como puedes ver, no es cuestión de decir que “el amor es lindo” o “el amor es un sentimiento maravilloso” o "¡hay que hacer el amor!", como si fuera un juego. En realidad, es la fuerza más poderosa del universo. De hecho, la Primera Carta de Juan, capítulo cuatro, versículos ocho y dieciséis dice que Dios mismo “ES amor”. Cuando amamos estamos ejerciendo al mismo tiempo un poder y una responsabilidad que se traduce, es cierto, en un sentimiento muy lindo o maravilloso, pero sin olvidar que podría resultar doloroso.

Por ejemplo, la Biblia dice que es mejor dar una reprensión que ocultar uno su amor, y que las heridas infligidas por uno que ama son fieles. ¿Qué significa eso? Que no es amoroso decirle a alguien: “Te amo” y al mismo tiempo permitirle hacer cosas malas, o dejar que siga por su camino sin darle una advertencia del peligro en que se encuentra. En tal caso, aunque se moleste (le duela), será por su bien. Es una herida infligida por el amor ágape que le tenemos, es decir, por su bien. Si nos hace caso, después nos lo agradecerá.

Por lo tanto, el amor es más que escribir un lindo poema, componer una canción o andar abrazados o besándose. Es un sentimiento profundo que a la vez encierra una gran responsabilidad.

¡Sí! El amor es de Dios, y es la fuerza más poderosa del universo. Debemos aprender lo que verdaderamente es y cómo funciona, diferenciándolo de lo que no es amor. Un amor mal entendido o mal dirigido puede causar la ruina en la vida de cualquiera, y Dios no sería responable por ello, sino aquellos que lo malinterpretaron.

"Pero el odio también es una fuerza muy poderosa", dirá alguien. Sin embargo, mientras mediante el amor se puede prolongar la vida y la felicidad, el odio acaba, en el mejor de los casos, en desdicha y autodestrucción. El odio no es compatible con la preservación de la especie, porque lleva las cosas a un final, no a la eternidad, que es una meta del Reino de Dios.

De hecho, el espíritu santo está revestido de amor. Hablar contra el espíritu santo es lo mismo que negar el amor que hay tras sus poderosos actos. Por ejemplo, Jesús hizo las obras de su Padre, pero sus opositores afirmaron que las hacía por el poder del Diablo. Eso los convirtió en una prole de víboras. Aunque estaban siendo testigos oculares del efecto que el amor altruista de Jesús estaba teniendo en los demás, lo odiaron y condenaron como blasfemo.

No nos referimos solamente a los milagros que hizo, sino al mensaje que proclamaba cuando los hacía. Para Jesús no era cuestión de curar ciegos y mandarlos a su casa. Quería respaldar con obras su afirmación de ser el Mesías enviado por Dios. Por eso pudo resucitar muertos. ¿Conoces a alguien que resucite muertos? Eso solo puede hacerse por el poder de Dios, que está revestido de amor, y se hará realidad cuando al tiempo indicado en las Sagradas Escrituras Jesús devuelva a la vida a los que han fellecido.

Esperamos que esto haya despertado más tu apetito por las cosas espirituales y haya abierto el camino para que profundices tu investigación de este interesante tema.

Si tienes otra pregunta, escríbenos. Gracias por visitar nuestro blog.

ÍNDICE
. . .