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"He aquí que días vienen, dice Jehová, en que yo estableceré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no como el que pacté con sus padres cuando los saqué de Egipto, el cual ellos no cumplieron. (Jeremías 31:31-32; Hebreos 8:7-9)
"He aquí que días vienen, dice Jehová, en que yo estableceré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no como el que pacté con sus padres cuando los saqué de Egipto, el cual ellos no cumplieron. (Jeremías 31:31-32; Hebreos 8:7-9)
Algunos dicen que no es necesario leer el Antiguo Testamento porque el nuevo es el único vigente. Pero ¿realmente saben a qué se refieren cuando dicen "Antiguo" y "Nuevo" testamento? ¿Se refieren a las escrituras hebreoarameas de Biblia, o solo al Testamento de la Ley de Moisés? Veamos.
En primer lugar, ¿sabes lo que es un testamento, a fin de poder referirte a ello como 'antiguo' y 'nuevo'? Un testamento es un acuerdo, trato o compromiso, o lo que la Biblia a veces llama 'pacto'.
En segundo lugar, en la Biblia no solo hay dos pactos o acuerdos, sino muchos. Por ejemplo, aparte del pacto de la Ley (Éxodo 24:7-8), están el pacto con Abrahán, el pacto con Isaac, el pacto con Jacob (Éxodo 2:24), el pacto de Dios con David (2 Crónicas 21:7; Salmos 89:3), el pacto de David con Abner (2 Samuel 3:13), con Jonatán (1 Samuel 18:3), con Israel (2 Samuel 5.3), con Ben-Hadad (2 Crónicas 16.3), el pacto de sal (2 Crónicas 13:5), el pacto con Noé (Génesis 9:17), el pacto con la muerte (Isaías 28:15, 18) y muchos otros.
Sin embargo, debido a que las promesas 'para un reino de sacerdotes' se efectuó sobre la base del pacto que Dios celebró con Israel en las inmediaciones del Monte Sinaí (Éxodo 19:1-6; Jeremìas 11:5-8); y al hecho históricamente indiscutible de que Israel incumplió reiteradamente las condiciones del mismo, Dios se reservó el derecho de resolverlo desde un punto de vista legal y de establecer un pacto nuevo, diferente, con Jesucristo, su hijo amado. (Jeremías 31:31-33; Lucas 22:20, 29-30; Hebreos 8:7-9; Mateo 3:17) La tremenda importancia de estos pactos opacó todos los demás pactos que figuran en la Biblia, y resultó en que los ojos de un lector casual se concentraran en estos, denominándolos 'Viejo Pacto' o 'Antiguo Testamento' y 'Nuevo Pacto' o 'Nuevo Testamento', como si la Biblia solo hablara de dos pactos.
Jesucristo se presentó formalmente en la sinagoga como el Mesías predicho en las Escrituras el día que se puso de pie ante todos y corroboró su comisión en la tierra leyendo, no de escritos posteriores a su obra, sino anteriores. De hecho, leyó de Isaías. (Isaías 61:1-3; Lucas 4:16-21) Y los apóstoles hicieron referencia a las Escrituras, no usando los recientes escritos apostólicos, sino a lo que había sido escrito por Moisés y los profetas. (Romanos 15:4; Apocalipsis 22:18-19). De hecho, advirtieron que se ciñeran a tales escritos y rechazaran cualquier intento de supresión o falsificación de los principios estructurales de la verdad que habían recibido. (1 Corintios 4:6; Gálatas 1:8-9)
Además, la Biblia misma explica que los escritos de Moisés y los profetas servirían como documentos legales para establecer el derecho del Creador de dirigir personalmente a Su pueblo. Previendo la arrogancia de muchos, decidió que aquella documentación fuese preservada para que la examinaran con cuidado todas las generaciones futuras. (Isaías 30:8-11) Y Él no solo se encargaría de dirigir la mente de los escritores sino de proteger aquellos documentos a través de los tiempos. (Salmos 12:6-7).
Cuando los apóstoles hicieron referencia a los mencionado documentos, no se refirieron a ello como letra muerta, sino viva y poderosa. (Hebreos 4:12; ) De hecho, Jesucristo dijo que no había hablado nada de su propia iniciativa, pero que sin embargo todo lo que había dicho serviría de base para juzgar a la humanidad en el futuro. Porque nunca enseñó que sus palabras, y mucho menos las de su Padre, quedarían obsoletas. Quedarían cumplidas y, por tanto, registradas, sí; pero jamás llegarían a ser letra muerta. (Juan 12:48-50)
En Lucas 16:31 se registró una ilustración que Jesús dijo con respecto a Lázaro y Abrahán. En el guion Abrahán señala a los registros de Moisés y los profetas (el Antiguo Testamento) como fundamentales para ejercer fe en la resurrección de Cristo. En otras palabras, si uno no ponía fe en los escritos de Moisés y los profetas, tampoco podía llegar a ser un cristiano verdadero. (Juan 4:23-24) Cuando preguntaban a Jesús respecto a los requisitos para adquirir vida eterna, Jesús respondía claramente que la obtención de la vida eterna dependía de ejercer fe en los escritos dejados por Moisés, que son de lo más antiguo del Antiguo Testamento. (Marcos 10:17-22)
Lo que hicieron los apóstoles con posteridad a la resurrección de Jesucristo fue explicar de qué manera Moisés y los profetas se cumplieron en el Cristo y, por tanto, qué aspectos del Antiguo Testamento permanecieron vigentes como principios del código moral para el pueblo de Dios y como registros y documentos históricos que, en algunos casos incluso servirían para la genealogía y cronología.
Por ejemplo, cuando uno llega a ser mayor de edad y se acerca a las oficinas del registro público de su país, no le otorgan el documento de identidad a menos que presente su partida de nacimiento. ¿Por qué? En parte porque esta es la prueba o evidencia de su existencia ante la ley.
El árbol genealógico es fundamental en cualquier país. ¿De quién somos hijos? Nuestros hijos también necesitan saber quiénes fueron sus padres, abuelos, bisabuelos, etc. ¿Dirías que no habría ningún problema si un loco o una guerra destruyera con fuego las oficinas de los registros públicos de tu país? ¡De ninguna manera! Generaría un caos de proporciones inimaginables, tanto a nivel colectivo como individual.Todos dependemos de nuestros documentos de identidad para establecer quiénes somos, lo cual a su vez es clave para abrir negocios y exigir nuestros derechos.
Decir que los registros genealógicos y cronológicos que contiene la Biblia no sirven para nada, o que sus principios y profecías no merecen nuestra atención, es más que una muestra de ignorancia, no solo acerca de la Biblia, sino del más elemental sentido de rectitud.
Por eso los fariseos cobraron un odio irrazonable hacia Jesús, porque él se ceñía a la Ley y a los Profetas y no a la tradición oral que aquellos hipócritas usaban para mantener al pueblo en esclavitud a la ignorancia. (Juan 7:49; 8:32) Por ejemplo, mientras los fariseos suprimían de sus conversaciones el nombre de Dios, Jehová, llamándolo simplemente "Señor" o "Dios", Jesús destacaba la importancia de santificar Su nombre. (Lucas 11:2; Juan 17:6-12, 26) En vez de alabarlo por su obediencia a la ley, lo miraban con desprecio y querían asesinarlo.
Es cierto que la ley condenaba a quienes usaran el nombre de Dios de manera indigna (Éxodo 20:7, 24; Levítico 22:31-32), incluso que siquiera mencionaran el nombre de cualquier dios falso de las naciones vecinas (Éxodo 23:13), pero de ninguna manera condenaba que lo usaran de manera digna. ¡al contrario! (Deuteronomio 6:13; 10:20; 32.3; 1 Samuel 17:45)
Su odio por Jesús demostraba evidentemente que en realidad no tenían verdadera fe en Moisés ni en los profetas, porque Moisés y los profetas ensalzaron el nombre de Dios, Jehová, y señalaron hacia el Cristo. (Lucas 16:16)
Por último, cuando Jesucristo estuvo en la tierra dejó bien claro que el que leyera y examinara con cuidado las Santas Escrituras y las pusiera en práctica podía alcanzar la vida eterna. (Juan 5:39) No se refería al Nuevo Testamento, sino al Antiguo Testamento, a todo el Antiguo Testamento, no solo a los Salmos o a los Proverbios.
Ahora bien, lo anterior no significa que la Biblia quedaría estática, sin cumplirse, sino todo lo contrario. Desde el punto de vista de nuestros antepasados, es decir, en el pasado, los escritos de Moisés y los profetas debían preservarse cuidadosamente hasta quedar revelados y cumplidos, es decir, hasta el tiempo señalado por Dios (Daniel 12:9); pero desde nuestro punto de vista, es decir, en el futuro, servirían como documentos legales que establecerían su veracidad, es decir, como provenientes de Dios, confirmando así que su Palabra es infalible. (Mateo 5:17-18)
No que las Escrituras se conservaran y examinaran solamente hasta que se cumplieran, sino con mayor razón después, porque servirían de testimonio para ejercer fe en el Cristo y en su Padre, y posteriormente cuando Jesucristo mismo las utilizara como base para el juicio de la humanidad. (Juan 13:7; 16:12-16; Juan 12:48)
"No crean que los acusaré con mi Padre. Ustedes han confiado en lo que Moisés escribió, y él será quien los acuse. Porque si creen en Moisés, también creerán a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero si no creen en los escritos de Moisés, ¿cómo van a creer en lo que les estoy diciendo?" (Juan 5:45-47) Aquí Jesús está ligando estrechamente el Antiguo Testamento, es decir, los escritos de Moisés y los profetas, es decir, no solo las referencias la pacto de la Ley, sino a todas las Escrituras dejadas por Moisés y los profetas, como un fundamento para la fe en el Cristo. ¡Quien no lea ni entienda el Antiguo Testamento, puede decir que tiene fe en Jesús, pero no es una fe que pueda salvarlo, porque para tener fe es esencial conocer aquello que sirvió de fundamento para la fe: Los Santos Escritos! (2 Timoteo 3:14-15)
Pero es necesario leer todo el Antiguo Testamento?
Algunos se preguntan: “¿Pero es necesario leer todo el Antiguo Testamento? Si el Nuevo Testamento es el cumplimiento del Antiguo Testamento, ¿acaso no basta con tenerlo como un resumen y concentrarnos en este?”.
Otros dicen: "¡Pero es tan aburrido!" (Malaquías 1:13), sin percatarse de que al pensar así solo están reflejando una enseñanza religiosa errada. Los fariseos hicieron eso con el pueblo, condenando a Jesús por explicar abiertamente la verdad. Hoy la mayoría de los pastores y sacerdotes de la cristiandad instan a sus rebaños a concentrarse en el Nuevo Testamento, denostando así el Antiguo Testamento, y con ello, el nombre de Dios y el propósito por el que Él mismo protegió las Santas Escrituras hasta el tiempo del fin. (Isaías 30:8)
¿Qué respondería Jesús mismo ante preguntas de ese calibre? ¿Qué les contestó a los fariseos, quienes creían que bastaba con seguir un modo de vivir basado en la tradición? Jesús les dijo sin rodeos: “'Ustedes están muy equivocados porque ni saben lo que dicen las Escrituras, ni conocen el poder de Dios”. (Mateo 22:29; Marcos 7:9)
Los fariseos nunca lograron entrampar a Jesús en su habla porque Jesús dominaba las Escrituras, las conocía a fondo y podía explicar cosas que los fariseos no podían. En ese tiempo no existía el Nuevo Testamento. Se basaba enteramente en el Antiguo Testamento. Y utilizó pasajes rebuscados de Moisés y los profetas para exponer, refutar, ilustrar y juzgar. Jesús obtuvo su sabiduría de los Santos Escritos, tal como los apóstoles. La Biblia dice que el niño Jesús creció en estatura y poder espiritual porque estaba lleno de sabiduría y Dios estaba muy contento con él. (Lucas 2:40-49) ¿Y de dónde obtuvo tal sabiduría? ¡Del Antiguo Testamento, pues, incluidos los Salmos y Proverbios!
Cuando Jesús predicó el reino de Dios como la única esperanza para el futuro, se basó enteramente en el Antiguo Testamento, y su mensaje no ha perdido vigencia. Más que eso, es prácticamente imposible entender el Nuevo Testamento en su totalidad sin entender el Antiguo Testamento. Por ejemplo, cuando Jesús mencionó su famosa profecía acerca del fin del mundo de Satanás, mencionó la importancia de conocer la profecía de Daniel a fin de entenderla cabalmente. () Y durante su ministerio citó del Génesis, 1 Samuel, Zacarías, Jonás, a (Mateo 12:6; 1 Samuel 21:6)
Por ejemplo, a Jesús también lo apodaban "el Nazareno", pero ¿sabes por qué? Porque una profecía de la Escritura mencionaba que lo llamarían Nazareno. Cualquiera diría que eso no tiene ninguna importancia, pero saberlo acrecienta tu convicción respecto al fundamento que te ofrece el Antiguo Testamento. Es la diferencia entre uno cuya fe está mal o bien cimentada. Cuanto más ancha sea la base de tus conocimientos, más sólida la estructura de tu fe. Con relación a la Biblia, ningún aspecto debe considerarse de poca importancia.
En los tiempos de Jesús, cualquiera hubiera creído que, asesinando al líder, el movimiento terminaría reducido a nada. Con once discípulos en pie, ¿qué movimiento podría sostenerse, sobre todo después de la masacre de su jefe? Pero en poco tiempo se convirtieron en 500, 3000, 5000 y el grupito siguió creciendo hasta nuestros tiempos. Un día de cosas pequeñas se convirtió en un movimiento que revolucionó al mundo. (Zacarías 4:10)
De modo que si alguien enseña que no es necesario leer toda la Biblia, en realidad ha caído en una trampa de Satanás. El resultado será que no seguirá ahondando en el maravilloso conocimiento de Dios, quien ha hecho discponible a manos llenas, y, por lo tanto, tampoco llegará al fondo de la verdad.
Si quieres llegar a ser un cristiano competente, apartado de lo malo, necesitas considerar que la Biblia es un solo libro, la Palabra de Dios, y leerlo diariamente. (Deuteronomio 30:19-20; Salmos 1:1-3; Proverbios 2:1-5; 2 Timoteo 3:16-17)
Como incentivo para tu lectura, ¿por qué no abres el libro de Ester, comienzas a leerlo y extraes sus interesantes enseñanzas? Verás cómo Dios le voltea la torta a un malvado que quiso destruir a un hombre humilde y a su pueblo por medio de un diabólico plan genocida, pero que terminó enredado en su propia telaraña, siendo ejecutado en cambio exactamente como él lo había planeado para aquel hombre inocente. (Mateo 7:2; Gálatas 6:7-8)
Leer y estudiar toda la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) acrecentará tu fe en Cristo y en las buenas nuevas, y te impulsará a hablar a otros de lo que sabes, convirtiéndote en un cristiano de verdad.
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