¿Horror?



¿Nos horrorizamos cuando vemos en la televisión o por Internet a seres humanos que se comportan como fieras en los negocios, en los estudios, en la vida social y la política, hasta cometiendo en el nombre de Dios crímenes que los hacen parecer aves de rapiña, prácticas que nunca se habían visto? Nos preguntamos qué está sucediendo.

Es interesante que Jesús advirtiera que llegarían los tiempos señalados para un cambio de sistema, y que en los días previos habría una "crisis y adversidad sin precedentes", es decir, angustia, aflicción moral y persecución". 

Su tono fue tan severo que aclaró que sería una crisis 'como nunca hubo desde los comienzos del mundo hasta ese tiempo ni volvería a haber jamás, tanto que si tales días no se abreviaran, no sobreviviría nadie', pero que 'por el bien de los elegidos aquellos días serían abreviados.' (Mateo 24:21-22)

Al decir que sería un tiempo como el cual nunca hubo desde el comienzo del mundo ni que jamás volvería a haber uno igual, dio a entender que sería peor que cualquier cosa que la humanidad hubiera experimentado en el pasado. 

Y al añadir que jamás volvería a ocurrir algo igual, tan horrible que se necesitaría un milagro para sobrevivir, estaba colocando una pieza clave en el rompecabezas. En realidad, estaba ubicándonos en un tiempo-espacio único en la historia del hombre, uno que difícilmente deberíamos malinterpretar.

Al usar las frases "nunca antes" y "nunca después" impidió que a alguien se le ocurriera la tontería de hacer una interpretación ambigua o alguna especulación caprichosa. Porque la frase "nunca después" significaba que tan pronto como pasara dicho momento, la situación dejaría de empeorar, lo cual todavía no ha ocurrido a nivel mundial. 

Los historiadores están mareados de ver cómo las cosas empeoran cada día en todo sentido. Dicho de otro modo, mientras las cosas sigan empeorando, significa que el tiempo no ha llegado, y cuando llegue dicho momento, todo dejará de empeorar. Y solamente los sobrevivientes podrán ser testigos del suceso, de que nunca volvieron a haber "adversidades, aflicciones ni persecuciones'. El imperio del mal habrá llegado a su final para siempre jamás.

Jesús está diciéndonos que mientras veamos que todo va de mal en peor, entendamos que dicho momento aún no ha llegado. Pero implica más: que nos preparemos. Porque significará enfrentar la peor crisis de toda la historia de la humanidad, la peor y la última de las crisis mundiales. Entonces, ¿cuándo?

Él mencionó esas palabras poco después de haber dicho: "Este evangelio del reino se anunciará en todo el mundo habitado para testimonio a todos los países, y entonces vendrá el fin". (Mateo 24:14) 

De modo que Jesús conectó el fin a la magnitud global de la predicación del evangelio y, en otras palabras, dio a entender que no vendría antes de que todos los países recibieran dicha advertencia. 

Por lo tanto, Jesús tiene el alta estima a todos aquellos que dedican tiempo a transmitir el mensaje de la Biblia, sean o no misioneros. Porque al hacerlo, demuestran que quieren estar preparados.

Basta con ver las noticias para darnos cuenta de que estos no son tiempos agradables para este mundo, sino todo lo contrario. Por eso Jesús dijo que primero sobrevendría una adversidad tan grande que cualquier angustia, aflicción moral o persecución anterior se quedaría corta en comparación. Porque sería 'como nunca la hubo desde los comienzos del mundo'. En una palabra: HORROR POR TODAS PARTES.

¿Vemos y oímos noticias que nos causan espanto y angustia? Entonces, reconozcamos que fuimos advertidos por Jesucristo nada menos que desde hace unos 2000 años mediante sus palabras registradas en la Biblia, y que como colectividad hemos tenido tiempo de sobra para pensarlo y tomar acción. 

Notemos en sus palabras que no dijo que se advertiría a todas las personas, sino a todos los países. Es decir, sería lo suficientemente abarcador como para que todas las personas se dieran por enteradas, ya sea directa o indirectamente, y tomaran acción pronta.

Por ejemplo, todos sabemos que existe el Monte Everest, aunque nunca lo hayamos visitado. Si tuviéramos muchísimo interés en visitarlo, seguramente haríamos todos los arreglos, ahorros y sacrificios para viajar hasta allá. No podemos decir: "¿Monte Everest? ¿Qué es eso?". Sabemos por cultura general que es la montaña más alta del mundo. 

Igualmente, Jesús dijo que su mensaje se predicaría en todos los países, lo cual significa que todos tendrían que darse por enterados, a pesar de que no quisieran prestar atención a los detalles específicos de sus profecías.

En cierta ocasión, una persona le dijo a otra: "Jesucristo fue un tonto, y su mensaje, una estupidez". ¿Podría esa persona decir que nunca supo de Jesucristo, o que nunca oyó su mensaje? No. Porque sus palabras demuestran que estaba consciente de su existencia, y que tuvo que oír su mensaje para formarse un concepto al respecto. ¿Verdad? 

Por la misma razón, quizás no se pueda llegar a todas las personas con el mensaje, pero el hecho de que se predique en todos los países indica que todas las personas sí podrían acceder al mensaje, ya que de un modo u otro llegarían a saber que existe.

Otro ejemplo. Quizás veamos la publicidad de un restaurante en la televisión, en la radio, en Internet o en un afiche en una pared. Tal vez ni el dueño ni ninguno de sus representantes haya logrado hablar personalmente con nosotros cara a cara. Pero ahora sabemos que dicho restaurante existe, y dicen que preparan alimentos deliciosos. No podemos decir: "Yo no sabía", o "No me enteré". Algo similar ocurre con las buenas nuevas.

¡Dos mil años de plazo son veinte siglos! O sea, 730.000 meses o 21'900.000 días, tiempo de sobra para pensarlo bien, sobre todo en estos tiempos. Porque al decir que el evangelio sería anunciado en todos los países, significa en todos los principales idiomas.

Esa sería una labor colosal, de una magnitud antes nunca vista, de proporciones inimaginables. Para los que dominan el arte de escribir no les es difícil concebir cuán complicado resultaría traducir un mensaje a dos o tres idiomas. ¡Imaginemos cómo sería traducirlo a cientos o miles de idiomas! ¡Quién podría acometer semejante obra! Sin duda, solamente el espíritu santo. No hay otra explicación. Ya lo hizo antes, en el Pentecostés que se celebró después de la muerte de Jesucristo. (Hechos de Apóstoles 2:5-11)

Por ejemplo, ciertos aborígenes tal vez hablen un idioma que le resulte extraño al resto de ciudadanos del país donde viven. Pero como tienen derechos que en algún momento querrán hacer valer, saben que no podrían hacerlo si no se comunicaran con el resto del país. ¿Y cómo lo harían? 

Mediante traductores que ellos mismos conseguirían para hacerse respetar. El gobierno no llega a todos ellos, pero ellos terminan acercándose al gobierno. Igualmente, Jesucristo sabía que si las buenas nuevas se predicaban en todos los países, tarde o temprano, de un modo u otro, todos llegarían enterarse.

Si uno vive en un país donde las buenas nuevas de Jesucristo no pueden entrar, entonces llegaría el tiempo para que las personas que sufrieran emigraran a un lugar donde las buenas nuevas los estuviera esperando con los brazos abiertos. ¿Y si no quisieran salir? ¡La crisis y el horror los obligará salir! Porque cuando las cosas van muy mal en un lugar, la gente tiende a dispersarse y a emigrar. 

Ha sido la historia de toda la vida. ¿No hemos sabido de quienes han huido de su país a fin de labrarse un futuro mejor? Jesús sabía que cuando llegara el tiempo del fin, mucha gente oprimida tendería a emigrar. Oirían las buenas nuevas en otro lugar.

No obstante, la Biblia lo da por sentado debido a que Dios sabía que el accionar de Satanás y sus secuaces humanos convergería exactamente en el momento adecuado para traer el fin, tal como ocurrió puntualmente cuando llegó el fin para los rebeldes reinos del norte y sur de la antigüedad. (Ezequiel Cap.7; Apocalipsis 9:13-15)

El Todopoderoso juró que, tal como lo calculó, así ocurriría, y tal como lo había decidido, se realizaría'", y así ocurrió. (Isaías 14:24) No que Él hubiera deseado que la humanidad sufriera, sino que la humanidad sufriría como consecuencia de no haber prestado atención cuando Dios envió sus advertencias ("No me interesa", "Ahora no tengo tiempo", "¡Váyanse a molestar a otra parte!", "¿Usted qué me va a enseñar a mí?", "¡Están locos!", "Falsos profetas", "Soy ateo", "Ya soy cristiano", etc.) Excusas y nada más que excusas.

Como dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos (10:16-18): "Sin embargo, no todos aceptaron las buenas noticias del Señor, pues Isaías dice: '¿Quién ha creído el mensaje?' La fe es el resultado de oír el mensaje, y el mensaje es la palabra de Cristo. Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? ¡Claro que sí! Porque 'por toda la tierra se difundió su voz y sus palabras llegaron hasta los confines del mundo' ".

Al decir 'por toda la tierra' estaba diciendo: 'en todos los idiomas, en todos los pueblos, en todas las aldeas, en todas las ciudades, en todos los distritos, en todas las casas, en todas las plazas públicas, etc. (Proverbios 1:20-21) Porque Jesús mismo había dado instrucciones al respecto: "En cualquier pueblo o aldea donde entren, busquen a alguien que merezca recibirlos, y quédense en su casa hasta que se vayan de ese lugar. Al entrar, digan: 'Paz a esta casa'. Y si el hogar (pueblo, aldea o país) se lo merece, que la paz de ustedes entre en él; y si no, que su paz regrese a ustedes. Y en caso de que no los reciban bien ni escuchen sus palabras, sacúdanse el polvo de los pies al salir de esa casa o de ese pueblo. Les aseguro que en el día del juicio el castigo para Sodoma y Gomorra será más tolerable que para ese pueblo. Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas." (Mateo 10:11-15)

Al decir "busquen a alguien que merezca recibirlos" estaba siendo muy específico en cuanto a la manera de anunciar el evangelio. ¿De qué manera uno busca una aguja en un pajar? ¿De qué manera busca uno un billete que se le ha perdido? ¿De qué forma busca uno sus llaves cuando no las encuentra? Solo hay una manera: Siendo constantes, muy constantes y observadores. ¿Y con qué actitud debían hacerlo? ¿Agresivamente, gritando a la gente o manipulándola? No. Todo lo contrario. Según el protocolo que Jesús determinó, debían ser "sencillos como palomas" y, sin embargo, "cautos".

Por tanto, cuando llegara el tiempo del fin, las buenas noticias del reino de Dios se habrían difundido en toda la tierra, en todos los idiomas y en todas las formas que permitieran un desempeño sencillo, como palomas. Nadie podría esgrimir ningún argumento para excusarse, diciendo: "No supe", "no me enteré", "nadie me dijo nada", "primera vez que me entero", "no soy de esta zona [o región]", "solo estoy de paso". Como dice Proverbios 24:12: "Si dices, 'No lo sabía', ¿crees que no se dará cuenta aquel que sopesa los corazones? ¿Crees que el que está vigilando tu vida no lo sabría? ¡Él pagará a cada uno según sus acciones!". En otras palabras, nadie puede decirle a Dios: "No me enteré". Porque Dios le dio miles de oportunidades y motivos para escuchar.

¿Podríamos decir con justicia: "No me enteré"? Más bien, deberíamos decir: "No quise prestar atención", "Hice la vista gorda", "Miré hacia otro lado", "Puse excusas y más excusas". Dios, que evalúa los corazones, sabe perfectamente bien que fuimos nosotros quienes muchas veces cerramos la puerta del corazón a su palabra. Y Él se asegurará de que nadie enfrente los últimos días diciendo: "No me enteré".

Por eso, cuando la Biblia dice que todo sucederá tal como Dios lo ha calculado, no quiere decir que Dios quiere que suframos, sino que nuestro sufrimiento será una consecuencia propia de no haber querido prestar atención mientras pudimos hacerlo. Es semejante a la persona que vive cerca de un volcán. Si permanece donde está para cuando comienza a echar fumarolas por todas partes, y a pesar de las claras advertencias de su actividad, ¿podría decirle a Dios: ¿"Por qué Dios mío"? Si el volcán arrasa con la ciudad, ¿será la voluntad de Dios, o de la negligencia de los habitantes de la ciudad, que vieron las advertencias pero no tomaron acción? ¿Detendrá Dios la erupción si clamamos: "¡¡Detén la erupción, Dios mío!!"?

Una de las indicaciones claras que dio Jesús para saber que el fin estaría echando fumarolas, por decirlo en sentido figurado, podríamos resumirla en dos palabras. Una es: "HORROR". Porque él advirtió:  "Habrá gran adversidad [angustia, aflicción moral, persecución] como nunca la hubo desde los comienzos del mundo hasta ahora ni volverá a haber jamás. Tanto que si tales días no se abreviaran, no quedaría ni un sobreviviente. Pero por el bien de los elegidos aquellos días serán breves." (Mateo 24:21-22) Y otra es: "BUENAS NUEVAS". Porque dijo: "Este evangelio del reino se anunciará en todo el mundo habitado para testimonio a todos los países, y entonces ocurrirá el fin". (Mateo 24:14)

¿Pero acaso el fin del mundo son buenas nuevas? Sí, porque significa 1) el fin del imperio del mal y 2) el inicio del nuevo mundo prometido. Jesús prometió reiteradamente que la vida eterna sería en un nuevo mundo venidero, a veces la llamó la edad venidera, los poderes del nuevo mundo venidero, el paraíso, etc. (Mateo 12:32; Marcos 10:29-30; Lucas 18:29-30; 23:43; Hebreos 6:4-6; Apocalipsis 21:3-4)

Preguntémonos: "¿Estoy viendo cosas horrorosas en el mundo, cosas que jamás vi antes, ni las imaginé?" Al mismo tiempo: "¿Veo gente que está predicando las buenas nuevas del reino por todas partes, como si fuera una plaga de la que uno no puede deshacerse?" Entonces estamos viendo las fumarolas de un volcán figurado que pronto erupcionará con toda su potencia y no dejará lugar a dudas de que el fin habrá llegado.

Pero ¿por qué esperar hasta que todo se cumpla para ejercer fe y arrepentirnos y bautizarnos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo? ¿Deberíamos titubear para comenzar a predicar las buenas noticias de que el reino está a punto de prender al Diablo y a sus huestes humanas? Más bien, ¿por qué no nos electrizamos con el entusiasmo de comunicar a todos en todas partes que el fin está a un paso? El bien y el mal se enfrentarán como nunca antes. Y ¿cómo lo enfrentaremos nosotros? ¿Con horror? NO. Lo enfrentaremos como aconsejó Jesús: Siendo "sencillos como palomas" y, sin embargo, "cautelosos".

Pero quizás respondas: "¿Cómo será posible enfrentar algo tan grave con una actitud 'sencilla', 'como paloma'? La única manera como se puede hacer eso es estudiando la Biblia. Porque solo estudiando la Biblia se pueden entender todas las cosas y, entonces, recibir la bendición de Dios. La supervivencia no será posible por medios humanos, sino por el poder de Dios.

Por lo tanto, si estamos contemplando con horror todas las cosas extrañas que están sucediendo en el mundo, démonos por enterados de que el fin está muy cerca y de que, si no tomamos acción decidida a favor del reino de Dios, seremos absorbidos inexorablemente por la única fuerza que existe, aparte de la de Dios: las fuerzas del mal. Y no es que Dios quiera tal destino para nosotros. Si así fuera, no nos hubiera dado tantas advertencias durante tantos años. Será una consecuencia de habernos demorado demasiado para entrar en el arca espiritual de su aprobación.

Por tanto, no nos demoremos ni busquemos excusas. Emigremos cuanto antes de un mundo condenado al fracaso y refugiémonos en el Reino de Dios, es decir, pongámonos a salvo del lado vencedor.
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