¿Arrepentirme? ¿Por qué o para qué?

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"En esta vida no ganan los más veloces ni ganan la batalla los más valientes.
Tampoco los sabios tienen qué comer ni los inteligentes abundan en dinero ni los instruidos gozan de simpatía.
Porque todos pasamos por tiempos buenos y malos."

(Eclesiastés 9:11)

¡Cuán ciertas las palabras del rey Salomón! Todos los días ocurren accidentes de tránsito, que cobran las vidas de miles de personas en el mundo. Algunos leves, otros, como el de la foto, que cuesta creer que hubo sobrevivientes.

Cierto documental de televisión transmitió una persecución policial que duró nada menos que 40 minutos, a máxima velocidad, por calles y autopistas de cierta ciudad de los Estados Unidos. Finalmente, las autoridades impactaron suavemente en la parte posterior del vehículo del delincuente causando un vuelco aparatoso. "No nos dejó alternativa", dijo el policía que lo capturó. Estaba poniendo en peligro la vida de muchos, incluidos niños que jugaban en los vecindarios.

Entrevistado en la prisión después de mucho tiempo, el delincuente contó con detalle por qué huyó tan desesperadamente: "No podía soportar que me atraparan. Por eso aceleré más y más". Y detalló cuántas heridas y curaciones médicas recibió como consecuencia. ¿Crees que dijo: "Si me hallara alguna vez nuevamente en una situación parecida, creo que lo más sensato sería detenerme cuanto antes, no solo para evitarme todas las heridas que sufrí, así como todo este tiempo en prisión, sino para estar allá afuera, libre, disfrutando de mi vida. Fui un tonto al perder tanto tiempo y tantas oportunidades. Además, ahora tengo antecedentes penales, lo que me dificultará conseguir trabajo y casarme. Porque la gente tiende a desconfiar mucho de quienes han purgado condenas. En realidad, se me complicó mucho la vida. Durante 40 minutos puse en grave peligro la vida de muchos inocentes. Fue muy irresponsable de mi parte. Espero madurar."? No. no dijo eso. Lo que dijo fue: "Si me hallara alguna vez nuevamente en una situación parecida, haría exactamente lo mismo. No me arrepiento de lo que hice. Solo seguí mi instinto. No quería que me atraparan".

¿Qué piensas de una actitud así? ¿Merecería esa persona que la soltaran y le dieran nuevamente un automóvil? Bueno, de hecho, algún día lo soltarán. Pero nos queda esperar que para entonces haya visto la vida en prisión como una gran pérdida de oportunidades, y haya cambiado de parecer. Si en verdad no quería que lo atraparan, si no quería sufrir, si no quería perder oportunidades, si no quería perder su libertad, si no quería tener dificultades para conseguir trabajo y casarse, si no quería poner en peligro la vida de inocentes, ¿por qué hizo cosas que le impedirían hacer, precisamente, eso? ¿No es irónico? Por ilustrarlo, quería cosechar tomates, pero sembró papas.

El arrepentimiento se ha relacionado generalmente con la religión y las buenas relaciones con Dios. Pero en realidad, sépanlo o no, es una virtud de la que se han valido los más eficientes y renombrados gerentes, empresarios, accionistas, directores, entrenadores, estudiantes universitarios, médicos, aviadores, psicólogos, psiquiatras, ingenieros, arquitectos, artistas, pianistas, astronautas, cantantes, escultores, arqueólogos, chefs, educadores y profesionales de toda clase. Y aunque hay quienes lo han visto como una señal de debilidad, como una exigencia moral que viola los derechos humanos, es decir, el derecho de hacer lo que a uno le dé la gana, en realidad es un sentimiento muy profundo que envía señales al cerebro para mejorar nuestro rendimiento. Sin arrepentimiento no existen mejoras, adelanto, avance, crecimiento, desarrollo, perfeccionamiento, expansión ni progreso.

Sinónimos de lo opuesto a "progreso" son: obstruir, cerrar, tapar, obturar, bloquear, taponar, cegar, ocluir, trancar, atorar, encasquillar, embotellar, obstaculizar, estorbar, impedir, contrariar, dificultar, detener, contener, estancar, retener, encallar, varar y trabar. La falta de arrepentimiento obstruye nuestro camino, bloquea nuestra senda, tranca nuestros objetivos, estorba nuestro avance, nubla nuestros sueños, encalla el barco de nuestro destino, retiene el éxito y traba nuestros pensamientos, nos impide alcanzar el éxito en algún sentido. Nos mete en un cuello de botella cada vez más estrecho, hasta que no nos queda más que rendirnos, como le pasó al personaje de la introducción.

El arrepentimiento es un sentimiento de malestar por no haber dado en el blanco, por haber fallado, por haber hecho las cosas como no se deberían hacer, por haber descuidado las reglas, por haber pasado por alto los procedimientos o protocolos. Sin arrepentimiento, un empleado inexperto nunca aprendería bien los procesos en la fabricación de un producto, nunca entendería cómo se trabaja en equipo, nunca sacaría lecciones de sus errores, nunca miraría el pasado como un maestro, nunca permitiría que le dijeran sus defectos, nunca sabría dónde metió la pata, nunca progresaría, nunca se podría confiar en él, nadie le encargaría una responsabilidad de peso. En pocas palabras: ¡Deshazte de él o te hará añicos la vida!

Un empleado que no se arrepiente seguirá arrojando los paquetes de modo que se dañe el contenido, seguirá manejando de manera temeraria el vehículo de la compañía, seguirá murmurando de sus jefes aunque él mismo tenga la culpa, seguirá llegando tarde aunque le impongan multas y castigos, seguirá perturbando la paz de sus compañeros de trabajo, seguirá dando causa para que los clientes se lleven una mala imagen de la marca. ¿Tiene algún sentido invertir en capacitarlo? ¿Tiene algún sentido seguir dándole más oportunidades, después de haberle llamado la atención en reiteradas ocasiones? ¿Tendría éxito si pidiera un aumento? ¿Tendría sentido esperar que cambie?

Un esposo o padre que no se arrepiente de golpear a su esposa e hijos seguirá golpeándolos más y más, seguramente emborrachándose con los amigos los fines de semana, seguirá estafando, despilfarrando el dinero y engañando a todo el mundo hasta perder el crédito y comenzar a embaucar y hacerle perder el crédito a su esposa. Acobardará a sus hijos y cultivará en ellos el terror a ser golpeados. En pocas palabras, es un hombre que no sirve para nada. ¡Separarse de él quizás sea una buena inversión!

Un hijo que no se arrepiente creerá que disfrutar de la vida consiste en malgastar todos sus recursos en diversiones, en situaciones que le generen la mayor cantidad de adrenalina. No sería raro que al principio experimentara con drogas suaves, y después continuara con otras más potentes y peligrosas. Y ¿acaso sería improbable que terminara muriendo de SIDA. tuberculosis, hepatitis u otra enfermedad perniciosa? A eso lleva que algunos crean que descienden del mono. Porque los monos no tienen nada de qué arrepentirse. ¡Son monos!

Arrepentimiento es un sentimiento exclusivamente humano que nos conmueve profundamente, haciéndonos reflexionar y meditar seriamente en la necesidad de ser mejores personas. Por eso se trata de una virtud necesaria en el mundo empresarial. El arrepentimiento más bien obstruye, cierra, tapa, obtura, bloquea, taponea, ciega, tranca, atora, encasquilla, embotella, obstaculiza, estorba, impide, contraria, dificulta, detiene, contiene, estanca, retiene, encalla y traba el fracaso, la frustración, el desengaño, los reveses, los errores, los fallos, los chascos, los fiascos y las desilusiones. El arrepentimiento es como dar marcha atrás con un automóvil. Nos permite mirar por el espejo retrovisor, retroceder, virar el timón y reanudar la marcha por una ruta más conveniente. ¿Tiene sentido seguir por una ruta que otros han seguido y nos han demostrado que termina en nada?

¿Recuerdas la frase del joven arrestado por la policía? Dijo: "No quería que me atraparan". ¡Pero eso fue precisamente lo que consiguió! Terminó en prisión y perdió muchos años encerrado en un hueco. ¿Era eso lo que quería? No. Obtuvo exactamente lo opuesto. Quería gozar de su libertad de hacer lo que le daba la gana, pero terminó donde menos quería. Siguió acelerando más y más, pero finalmente lo atraparon. Y ¿qué dijo? "Si me hallara alguna vez nuevamente en una situación parecida, haría exactamente lo mismo. No me arrepiento de lo que hice. Solo seguí mi instinto." En pocas palabras, llegará a viejo por gusto, porque no aprendió nada.

En cambio, el arrepentimiento ayuda a uno a rehacer su vida, sus actos, sus objetivos, sus pasos y sus ideas estériles. Nos ayuda a deshacernos del resentimiento, de la envidia, de los celos, de la falta de motivación y de la estupidez. Funciona como un coach interior que nos consuela, y ayuda a la brújula de nuestra conciencia a ver de qué manera no debemos proceder en el futuro si queremos seguir gozando de libertad, de amigos, de un trabajo seguro, de felicitaciones, de nuevos proyectos, de paz interior y de la confianza de los demás. Sin arrepentimiento terminaríamos con las manos vacías.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con un cristiano, con la salvación y con la bendición de Dios? Bueno, Dios es santo, perfecto, Todopoderoso y Excelso, un Padre amoroso.  Y aunque sabe que somos imperfectos y no podemos dar totalmente en el blanco de su voluntad, desea que sus hijos por lo menos se esfuercen por ser mejores personas cada día. Un pequeño esfuerzo diario podría marcar una gran diferencia al cabo de muchos años. El arrepentimiento sincero es una manifestación de dicho esfuerzo. Por eso diariamente debemos pedir perdón al Padre en nombre de su Hijo Jesucristo y echar para adelante.

Dios es misericordioso, pero no tolera que uno siga caprichosamente en un curso que finalmente solo lo llevará a la destrucción. No se complace en alguien que comete un error grave y sigue diciendo: "Si me hallara alguna vez nuevamente en una situación parecida, haría exactamente lo mismo". Una persona que abriga un punto de vista semejante no tiene lugar en su Reino. Porque es la esencia de la estupidez. ¿Qué persona que ama la vida seguiría acercando su mano a una fuente de calor si siente que está quemándose y puede derretírsele, o acercando la mano de otra persona? Alguien que hace eso no merecería menos que ser apartada del contacto con los demás. ¡Es un peligro!

No es que Dios quiera destruir a nadie. De hecho, la Biblia dice que 'Yavé no se demora en cumplir su promesa, como algunos dicen, sino que es generoso [y] no quiere que se pierda nadie, sino que todos lleguen a la conversión'. (2 Pedro 3:9) De hecho, dice: "¿Hasta cuándo, incautos, amarán la ingenuidad? ¿Hasta cuándo los insolentes se complacerán en su insolencia y los necios aborrecerán la ciencia? Tengan en cuenta mi reproche y les abriré mi corazón y les haré conocer mis palabras." (Proverbios 1:22-23) Él no tiene ninguna intención de privar de la libertad a nadie, no quiere poner a nadie en prisión, no quiere impactarnos con el Armagedón y volcar nuestro auto, por decirlo así, y causarnos heridas. Pero si no le dejamos alternativa, no podrá evitarlo. ¿Por qué?

1 Reyes 8:31-32 responde: "Si alguien peca contra su prójimo y éste lo obliga a hacer un juramento solemne, cuando aquél venga a hacer ese juramento en tu Casa delante de tu altar, escucha desde lo alto del cielo e intervén y juzga a tus siervos y condena al culpable haciendo recaer sobre su cabeza sus propias faltas. Pero haz justicia al inocente".

Proverbios 14:32: "El malvado será arrasado por su propia malicia, pero el justo encontrará un refugio en su integridad".

Proverbios 21:18: "Los malvados servirán de rescate por el justo, y los traidores, por los rectos."

Todo el contexto de la Biblia indica que Dios no hará concesiones con quienes no se arrepientan. Si alguien rehúsa hacer el esfuerzo de ser una mejor persona cada día, en realidad está esforzándose por ser una peor persona cada día. Si alguien no tiene el propósito de mejorar, solo le queda ir de mal en peor, empeorando su situación cada día. Para él, una persona así no tiene cabida en ningún lugar, porque tarde o temprano volcará el automóvil de su vida poniendo en riesgo la vida de los demás. "Los malos irán de mal en peor, engañando y siendo engañados." (2 Timoteo 3:13) Y Jesús fue del mismo parecer. (Lucas 13:3-5)

Y no les espera prisión, como en el caso mencionado, sino algo peor. Porque Dios no es alguien que pierde el tiempo encerrando en una prisión  para siempre a nadie. Carecería de sentido y propósito privar a alguien de su libertad y conservarlo en ese estado si jamás en el futuro tendrá la perspectiva de salir libre. ¿Qué lógica tendría encerrarlo? Eso sería un absurdo, un acto de sadismo. Cuando la Biblia habla de encerrar para siempre a Satanás, está hablando en lenguaje figurado, simbólico, parabólico, ilustrativo, refiriéndose a que lo anulará o incapacitará permanentemente, es decir, que lo destruirá y no regresará a la existencia nunca más. (Hebreos 2:14)

¿Como llegamos a la conclusión de que se trata de una parábola? Examinando cuidadosamente el contexto. En Apocalipsis 20:14 se lee claramente que el destino final de "la muerte" sería el lago de fuego, pero en el versículo 10 ya se había dicho que el Diablo sería echado al lago de fuego. O sea que tanto "la muerte" como el Diablo tendrían exactamente el mismo destino. Sin embargo, en 1 Corintios 15:26 leemos que "el último enemigo que será destruido es la muerte." Específicamente se dice que el destino final de la muerte es la destrucción. Por tanto, si la muerte será destruida, y el Diablo y "la muerte" tendrán el mismo destino... 2+2=4. "A buen entendedor, pocas palabras".

Por eso, si un empleado no quiere mejorar su rendimiento, sino continuar echándolo todo a perder, se expone a que lo despidan del trabajo. Si un hijo trae a casa malas compañías, que comienzan a robar y hacer daño al resto de la familia, se expone a que lo echen del hogar. Si un asesino es capturado e insiste en matar y destruir a inocentes, podría enfrentar la pena de muerte o cadena perpetua. No es que los jueces sean malvados y se ensañen con él, sino que no les deja margen. Tienen que retirarlo de la circulación por el bien de los inocentes. ¡La preservación de los inocentes es una de las razones para su condena! En otras palabras, con su actitud y proceder se encierra a sí mismo en prisión.

Por la misma razón, según la justicia de Dios, una persona que no cree en el arrepentimiento y manifiesta la intención de continuar obrando mal, poniendo en riesgo su vida y la de los demás, está poniendo en peligro su salvación. Llegará el día en que lo pagará con su propia vida. Si alguien no se cura de una enfermedad mortal, termina muriendo. Si un fumador está consciente del peligro que entraña fumar, pero insiste en fumar, tarde o temprano su organismo le pasará la factura y tendrá que reconocer, de mala manera, los alcances de su libre albedrío.

¿Crees que cuando un fumador está en sus últimos días, tosiendo y respirando con demasiada dificultad, expulsando coágulos horribles del pulmón, dirá: "Si volviera a la vida, haría exactamente lo mismo, no me arrepiento de lo que hice?" Aunque parezca mentira, hay quienes mueren diciendo que volverían a hacerlo. Pero da lo mismo si se trata de correr temerariamente en automóvil, fumar, empuñar un arma y matar a alguien a mansalva, explosionar una bomba en un cine, envenenar a alguien, quitarle su cónyuge a otra persona, estafar, robar, engañar o drogarse, la actitud es la misma: Si no hay arrepentimiento, tampoco hay intenciones de mejorar. Las recaídas irán de mal en peor.

Si un empleado no se arrepiente, tarde o temprano será despedido. Lo mismo ocurre con este mundo. Los justos no tienen nada que temer, porque se arrepienten cada vez que cometen un error, demostrando que quieren mejorar su desempeño. Su actitud les gana puntos a favor, y Dios puede tener misericordia de ellos. (Proverbios 24:16) Pero los que insisten tercamente en la filosofía de 'retroceder nunca, rendirse jamás', como aquel joven arrestado por la policía, solo están siendo sus propios jueces y verdugos.

El arrepentimiento sincero es la única virtud que puede permitir que un empleado conserve su trabajo, y que directores, entrenadores, coaches, estudiantes universitarios, maestros, psicólogos, filósofos, vendedores, ingenieros, aviadores, profesionales y empresarios de toda clase consigan el éxito. Porque arrepentirse es sinónimo de "quiero mejorar mi desempeño, no estoy conforme con el fracaso, rehúso seguir cometiendo el mismo error, no quiero estancarme, quiero progresar". Y si el arrepentimiento es la esencia del desarrollo en cualquier campo, no lo es menos ante el Dios Todopoderoso.

Es cierto que "retroceder nunca, rendirse jamás" es un lema que anima a uno a esforzarse al máximo por una meta. Pero no es cierto que sea encomiable cuando el objetivo es perjudicial y lleva a uno en una dirección contraria al éxito. "Retroceder nunca, rendirse jamás" le aplicaría a Satanás porque no tiene -ni jamás tuvo- la menor intención de arrepentirse y enmendar sus errores. Sin embargo,  también le aplicaría a Jesucristo, porque continuó firme a favor de la justicia del Reino, a pesar de todo el sufrimiento por el que lo hicieron pasar, y porque jamás tuvo la menor intención de darle la espalda a su Padre. (Juan 8:29; 19:28-30)

La Biblia es clara. En Apocalipsis 12:10-12 dice: "Luego oí en el cielo un gran clamor: 'Han llegado la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios. Ha llegado la autoridad de Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron su vida ni para evitar la muerte. Por eso, ¡alégrense, cielos, y los que habitan en ellos! Pero ¡ay de la tierra y del mar! Porque el Diablo ha descendido a ustedes, lleno de furor, sabiendo que le queda poco tiempo.'"

Desde un principio Dios profetizó que ese sería su final, al profetizar: "Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu descendencia y la de ella. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón." (Génesis 3:15) No es que Dios predestinara el final como si deseara que todo se llevara a cabo de la manera como resultó, sino que Satanás nunca cedería un milímetro en su obstinación, lo cual, como hemos visto, llevaría por lógica a un final desastroso. Tal como aquel joven violento que huyó de la policía durante 40 minutos, corriendo a máxima velocidad por calles y autopistas, poniendo en riesgo la vida de muchos, el Diablo se ha esforzado para salirse con la suya a pesar de saber que tarde o temprano terminaría siendo puesto bajo custodia. Si le preguntáramos si lo haría de nuevo, ¿crees que diría "me arrepiento de lo que hice"?

La falta de arrepentimiento es la marca del que tarde o temprano termina despedido, arruinado, fracasado y con antecedentes penales, que le harán más difícil la vida en todo sentido. Por eso, ante la pregunta: "¿Arrepentirme? ¿Por qué o para qué?", la respuesta es: Porque si no te arrepientes, echarás grasa al camino por el cual sin duda resbalarás. en cambio, si te arrepientes, le pondrás freno al fracaso y comenzarás a disfrutar de una nueva vida, llena de objetivos interesantes, de los que nunca tendrás que arrepentirte. De hecho, obtendrás un lugar en el nuevo mundo, el reino de Dios. ¿Para qué? Para lo que siempre quisiste: ¡Gozar de la vida! ¿O no es eso lo que siempre quisiste?

Hebreos 6:17-20 dice: "Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento. Y lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, los que buscamos refugio tengamos un estímulo poderoso para aferramos a la esperanza que está ante nosotros. Como un ancla del alma, tanto firme como segura, esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, adonde un precursor, Jesús, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, semejante a Melquisedec."

Y el apóstol Pedro dijo: "Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios para que sean borrados sus pecados, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte de Dios, enviándoles al Cristo, que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús. Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo para la restauración de todas las cosas, como Dios lo había anunciado desde tiempos antiguos por medio de sus santos profetas." (Hechos de los Apóstoles 3:19-21)
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