¿A quién creerle?


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Para salir de una duda que tiene que ver con una parte de la Biblia, no es cuestión de discutir ni darse de tirones, sino de seguir los principios bíblicos. Siempre el argumento debe estar respaldado por el texto correcto. Si lo respaldas con un texto que no aplica, no entenderás. Además, Jesucristo dio mucha importancia al entendimiento y discernimiento. (Mateo 24:15) La Biblia tiene la extraordinaria capacidad para interpretarse a sí misma. Pero hay que estudiarla y conocerla a fondo para saber dónde aparecen las explicaciones. (Ejemplo: Génesis 40:8; Mateo 13:24-30, 36-43; Daniel 8:1-4, 20-22)

Por ejemplo, cuando el Diablo trató de hacer tropezar a Jesús mencionando cierto pasaje de la Biblia como apoyo para su argumento, tal vez suponiendo que lo haría tambalear como hizo con Eva en el jardín de Edén, Jesús le mostró la aplicación correcta del pasaje y lo dejó cien años luz atrás. (Lucas 4:1-13)

Otro ejemplo de una pésima interpretación de la Biblia es lo que dice sobre María Magdalena. Muchos se han dejado cautivar por relatos novelescos de una supuesta relación romántica o amorosa entre ella y Jesucristo. Pero ¿en qué se basan realmente dichos relatos? No en la Biblia. Todo lo que la Biblia dice de María Magdalena es que era una endemoniada. En ningún lugar de la Biblia se conecta directamente a María Magdalena con actos de adulterio, fornicación ni prostitución, como algunos afirman sin base. En ningún lugar de los evangelios donde aparecen adúlteras o prostitutas siendo perdonadas por Jesús se menciona por nombre a María Magdalena. Revisa bien las Escrituras y lo confirmarás personalmente. Solo dicen que el Señor expulsó de ella siete demonios y que después de su sanación comenzó a andar con María su madre, formando parte de los primeros cristianos. La Biblia no dice más acerca de su biografía. Eso de que fue una hermosa mujer con la que Jesús tuvo relaciones e hijos, es solo una novela inventada por autores extrabíblicos que acopiaron grandes ganancias vendiendo sus teorías. ¿A quién vas a creerle, a ellos o a lo que dicen las Escrituras?

La Biblia dice que Jesús liberó a María cuando expulsó siete demonios de su alma. A partir de entonces, se convirtió en su discípula y empezó a andar con la madre de Jesús y otras cristianas. Tampoco se dice en ningún lugar de la Biblia su edad ni de qué maneras se manifestaron los espíritus malos que habitaban su interior. Si bien no podemos descartar que se tratara de una joven hermosa, una esposa adúltera o una conocida prostituta, tampoco puede descartarse que se haya tratado de una anciana ladrona o hechicera, o una poderosa adivina. Pintarla como adúltera o prostituta no tiene ningún asidero en las Santas Escrituras, ni mucho menos que tuviera una relación romántica con Jesús. Decir que Jesús fue hombre y que seguramente le resultó atrayente a las mujeres que lo seguían puede ser interesante, mas no es suficiente argumento para torcer las Escrituras y contradecir al espíritu santo de una manera tan ofensiva. (Mateo 12:32) Jesús no fue un hombre como cualquiera que se dejara arrastrar por la pasión. Su vida y obra lo demuestran. Él vino a la tierra no para disfrutar de placeres mundanos, sino para hacer la voluntad de Dios. (Hebreos 10:7-10) Adán se dejó llevar por Eva. Jesús vino a corregir los asuntos desbaratados por Adán. De seguro no iba a repetir la historia. (1 Corintios 6:13)

Otro ejemplo tiene que ver con las cronologías. Muchos estudiosos de la Biblia y de la Historia han investigado a fondo una gran cantidad de teorías respecto a los tiempos que se indican en las Escrituras, los han comparado con la Historia y con la corriente del tiempo y han producido interpretaciones de lo más interesantes. A veces se contradicen, otra no. ¿A quién creerle?

Bueno, la Biblia es exacta cuando aporta datos científicos e históricos. Por ejemplo, para la época en que nació Jesús, la Biblia indica claramente que por aquellos días "Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el imperio romano (este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria)." (Lucas 2:1-2) Y para la época en que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista dice que "en el año quince del reinado de Tiberio César, Poncio Pilato gobernaba la provincia de Judea, Herodes era tetrarca en Galilea, su hermano Felipe en Iturea y Traconite, y Lisanias en Abilene; el sumo sacerdocio lo ejercían Anás y Caifás. [Y que] en aquel entonces, la palabra de Dios llegó a Juan hijo de Zacarías, en el desierto."  (Lucas 3:1-4)

Esos son hechos históricos y fechas históricas que pueden confirmarse históricamente y no pueden esconderse, disimularse ni negarse. Cuando los historiadores realizan sus cálculos hasta un punto en que concuerdan así con fechas, épocas u otros datos históricos, es decir,  que no se pueden negar ni discutir, lo llaman "fecha eje" o "friso cronológico" (dependiendo del enfoque del análisis). En unos casos, la fecha eje corresponde al inicio de cierta cuenta cronológica de la Biblia, y en otros, al final del período. Si la fecha eje está al inicio, la cuenta debe comenzar allí, pero si está al final, debe contarse desde el final hacia el inicio. De esa manera, ya sea de adelante hacia atrás, o de atrás hacia adelante, la cuenta sale exacta.

No es que la investigación sea caprichosa. ¡Al contrario! Se están tomando en cuenta las fechas eje, además de los tiempos señalados en las Escrituras. Por ejemplo, si los historiadores no están de acuerdo con la fecha de inicio, muy probablemente sí estarán de acuerdo con la fecha en que finalizó. En tal caso, se toma como fecha eje la fecha en que están de acuerdo todos. Si no están de acuerdo en la fecha de inicio, se toma en cuenta la fecha en que finalizó.

Solo figuradamente, si la Biblia dice que pasaron 100 años, y los historiadores concuerdan en que la fecha eje está hacia el final de los 100 años, se resta 100 y se averigua la fecha de inicio de la profecía. Así de simple. Sería por demás absurdo conocer la fecha eje, pasarla por alto y tratar de encajar la cronología en más o menos años. Eso sería hablar abiertamente contra el espíritu santo. Si la Palabra de Dios dice que fueron 100 años, fueron 100 años. ¿A quién prefieres creerle?


La Biblia nunca se contradice

Por un lado, Jesús dijo que Dios ama al mundo (Juan 3:16), pero por otro, el apóstol Juan dice que si uno ama al mundo, no tiene el amor del Padre (1 Jn 2:15). ¿Es una contradicción? No. El término “mundo” tiene diferentes aplicaciones. En uno se refiere a la humanidad, en el otro, a la mundanalidad, que son dos cosas muy diferentes.

Aparentes contradicciones como esas abundan en las Escrituras. Pero los lectores acuciosos no caen en el error de juzgar mal a Dios ni a los escritores bíblicos. Por lo contrario, parten de la premisa verdadera de que Dios es abundante en sabiduría, y que ningún sabio se contradice a sí mismo. (Proverbios 2:6-7)

La Biblia se interpreta a sí misma

Si quieres saber lo que significa la ilustración de Jesús en Mateo 13:24-30, solo tienes que seguir leyendo hasta llegar al entendimiento unos versículos después (36-43). Allí él mismo lo explica.

Si quieres saber lo que significan las bestias horribles que se mencionan en Daniel 8:1-8, solo tienes que seguir leyendo hasta llegar unos versículos después (20-22). Allí él mismo lo explica después de que un ángel le provee el entendimiento. (Da 8:15-19) Y si quieres saber cómo termina la profecía, debes estudiar la historia y seguir el hilo hasta su cumplimiento. Llegarás al tiempo del fin, puesto que Daniel mismo escribió: "Es para el señalado tiempo de[l] fin". (Daniel 8:19)

Leer unos versículos después o unos versículos antes de un pasaje puede proveernos el entedimiento suficiente. Pero en otros casos, hay que buscar la explicación varios capítulos antes o varios capítulos después, y en otros, varios libros antes o varios libros después. La clave está en leer toda la Biblia tantas veces como sea posible, hasta que los lugares donde están los pasajes relacionados se nos vuelven familiares. Si quieres cortar camino, tienes que preguntarle a alguien que la haya leído muchas veces.

Por ejemplo, ¿a qué se refirió Jesús cuando dijo, respecto a los últimos tiempos: "En la tierra habrá angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de la agitación de sus olas"? ¿Dónde hallaríamos el contexto que nos diera la pista? Jesús dominaba las Santas Escrituras y capacitó a sus discípulos para que no se dejaran engañar por ningún apóstata ni charlatán.

Confiaba en que el espíritu de Dios los haría suficientemente competentes como para  hallar los contextos que les ayudaran a discernir todas sus explicaciones y que, por tanto, adquirirían el entendimiento correcto de todas las cosas. Por ejemplo, si buscamos Isaías 57:20, veremos que allí dice: "Los impíos son como el mar cuando está en tempestad, que no puede quedarse quieto y sus aguas arrojan cieno y lodo". Y luego añade categóricamente: "¡No hay paz para los impíos! -ha dicho Dios".

Nota que la Biblia está arrojando luz en ese pasaje para la interpretación de sí misma. Claramente está diciendo al lector que el bramido del mar y la agitación de las olas representan a los que hacen cosas malvadas, ¡a los impíos! Jesús no estaba hablando del mar literal ni de la agitación de las olas en sentido literal, sino figurado. Estaba hablando de los impíos, es decir, de la gente mala y descontrolada que no promueve la paz de Dios, lo cual resultaría en angustia y confusión entre la gente que viviera en los últimos tiempos. Jesús usó muchas ilustraciones tomadas de las Escrituras -y en este caso tomó la ilustración del libro de Isaías- porque sabía que sus discípulos hallarían la explicación correcta si leían acuciosamente toda la Palabra de Dios.

Pero surge la pregunta: ¿Por qué Dios nos la puso tan difícil para encontrar la explicación? La respuesta simple es: Por estrategia. Satanás siempre hizo todo lo posible por dañar la obra de Dios. Dios no permitiría que ni él ni sus demonios ni sus apoyadores humanos descubrieran la ruta hacia el entendimiento correcto, a no ser que se hiciesen discípulos verdaderos de su Hijo. ¿No dijo el profeta Daniel que en el tiempo del fin 'muchos serían purificados y perfeccionados, y quedarían limpios, pero los malvados seguirían en su maldad y ninguno de ellos entendería nada, pero los sabios lo entenderían todo"?

De esto se desprenden dos cosas:

1. No se puede contrarrestar un argumento eficazmente mediante la aplicación correcta de la información si uno no domina el conocimiento de la Biblia obteniéndolo con una investigación acuciosa bajo la guía del espíritu santo y la aprobación del Padre y del Hijo. (Mateo 11:27)

2. Otras partes de la Biblia corroboran o desmientan cualquier alegación, es el método por excelencia.

Si alguien te dice una cosa, y otro otra, tal vez la duda se cierna sobre tu mente. Es natural. Pero no debes angustiarte. La Biblia acude en tu ayuda. Pero debes tomarle cariño y leerla y estudiarla con honradez. De nada sirve estudiar la Biblia muchos años si uno no va a respetar lo que enseña realmente.

"Pero es tan fácil irse por un desvío y llegar a una conclusión equivocada", dirás. Pero hasta eso lo previó Dios. Eso le pasó al Diablo, y por ende, a los falsos profetas de la antigüedad.

Hasta cuando Jesús estuvo en la tierra, muchos líderes religiosos que se preciaban de conocer a fondo las Escrituras, dudaron de que fuese el Mesías enviado por Jehová. Lo rodearon y le preguntaron: ‘¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente’. Y él les respondió: ‘Ya se lo dije, pero ustedes no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan, pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño’ (Juan 10:24-26). Por tanto, ¿cómo zanjó Jesús la cuestión de una vez por todas? Enfocó la atención en los resultados o efectos de su enseñanza.

La enseñanza correcta de parte de Dios produce los resultados que Dios busca; pero la enseñanza incorrecta, que no procede de Dios, produce los resultados que el Diablo busca. Una enseñanza que verdaderamente se basa en la Biblia no produce personalidades egoístas, egotistas, ególatras, rebeldes, fanfarronas, gritonas, mentirosas, disconformes, contenciosas, criticonas, hostiles, vengativas, violentas, crueles, asesinas, desalmadas. Jesús era amoroso, alegre, tranquilo, pacífico, paciente, bueno, bondadoso, lleno de fe, apacible y mantenía sus actitudes bajo control. No era egoísta ni mucho menos peleador. ¿Te imaginas a Jesús empuñando una metralleta, o lanzando una granada, o haciéndole daño a un niño? ¡De ninguna manera!

Por eso, un patrón de actitudes que va contra el espíritu santo, ya sea de parte de un solo individuo o de una gran cantidad de individuos, sirve como base de juicio para determinar si las enseñanzas de cierta organización están verdaderamente basadas en la Biblia. Es muy fácil decir: "Soy cristiano". Lo difícil es demostrarlo con obras. Y es muy fácil decir: "Mi religión es la verdadera", pero lo difícil es demostrarlo mediante el patrón de comportamiento de sus feligreses o adherentes. ¿Están las obras o acciones de estos armonizando con las enseñanzas de Jesús, especialmente en lo que respecta al amor? Los efectos arrojan luz sobre las enseñanzas. Si uno o dos de los frutos está podrido, el árbol no necesariamente está podrido. Simplemente sacamos del árbol esos frutos y se acabó. Pero si solo unos pocos están buenos, y la mayoría están podridos, en realidad el árbol está enfermo. Si los buenos frutos no son apartados, terminan igual de podridos, o peor.

Jesús les había dicho: ‘La tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo, y que estoy haciendo, es la que testifica que el Padre me ha enviado. (Juan 5:36). Por eso después lo dijo muy claro: ‘Si no hiciera las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean en las obras, para que sepan y entiendan que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre’. (Juan 10:37-38)

En otras palabras, era como si les dijera: "Miren mis hechos, analicen mis acciones, investiguen mi historia, observen mi trayectoria, compárenme con los demás, miren lo que he hecho todos estos años, analicen mi comportamiento, tomen nota de cómo se recuperan los que antes eran malvados, fijen su atención en el fruto de mi labor, luego juzguen si mi enseñanza es correcta o incorrecta, si procede o no de Dios. Porque si no procediera de Dios, nada de esto sería posible. Si todavía tienen dudas, júzguenme por los resultados, no por lo que digo".

Por lo tanto, aunque todos los demás métodos fallaran, existe uno que es incuestionablemente eficaz para aclarar todos los malentendidos: Las obras mismas realizadas en armonía con la Biblia.

Por ejemplo, si tienes dudas respecto a un asunto, pregúntate ¿qué es lo que la Biblia dice respecto a dicho asunto? Luego busca todos los pasajes que aclaren el panorama, y pregúntate: “¿Estoy obrando en armonía con lo que estoy leyendo? ¿Obran mis amigos en armonía con lo que dice la Biblia? Y lo que es más importante; ¿Obran en armonía con esa doctrina los pastores de mi religión?". Sigue aplicando ese método a todo lo demás, y al final, cierra cuentas y toma una decisión. Por ejemplo, ¿qué pensarías de una religión, sin importar cual sea, cuyo líder principal recibiera una orden de captura por haber violado la ley reiteradamente? ¿No te daría por lo menos qué pensar?

"¡Pero a Jesús también lo arrestaron!", dirá alguien. Y es cierto que a Jesús le dieron orden de captura y lo ejecutaron como a un criminal. Pero nunca pases por alto que no fue por violar la ley, sino por cumplirla. (Juan 10:33) Los líderes religiosos de su época estaban furiosos con él porque, al explicar la ley correctamente, quedaban en evidencia y los desenmascaraba como lo que verdaderamente eran: personas malas. (Mateo 23:27-28)

Como dijo Jesús, ¿cuál fue la tarea que el Padre le encomendó? ¿Podrías definir cuál es esa tarea? ¿Sabes en qué consisten las buenas nuevas? ¿Podrías definirlas en uno o dos versículos de la Biblia, o decir qué versículos son?

Por lo tanto, lo que cuenta no es lo que dice tu amiga o lo que dice tu pastor, sino lo que dice la Biblia, y las obras realizadas en armonía con esta. Muchos pastores, maestros, monjes y sacerdotes de diferentes confesiones religiosas han engañado a sus rebaños diciéndoles que haciendo favores o dando de comer a los pobres están cumpliendo con Dios. Pero eso no es lo que la Biblia dice que nos granjearía Su bendición. ¿Acaso por hacer grandes ofrendas de dinero a los pobres y desvalidos un narcotraficante puede continuar traficando impunemente? Aunque parezca mentira, muchos lo creen. Todos saben que hay delincuentes que se persignan y encomiendan a un santo o santa antes de salir a realizar sus fechorías.

La clase de obras que Dios mira con aprobación son aquellas que armonizan con lo que él pide, no con lo que nosotros creemos que basta. Por ejemplo, ¿qué mandato dio Jesús al final de su obra en la tierra? En los últimos versículos del evangelio de Mateo dice que tenemos que predicar las buenas nuevas. No dice "den de comer a los pobres", no dice "hagan obras buenas", no dice "traten bien a las personas", no dice "sean buenos", sino: "Vayan y hagan discípulos". No es cuestión de solo predicar, sino de hacer discípulos.

'Hacer un discípulo' no es sumergir en agua a una persona poco después de afirmar que puso fe en Jesús, como se ve en las películas. ¡Como si fuera tan fácil! De hecho, cuando muchos vinieron a Juan para ser bautizados de esa manera, Juan les dijo que se retiraran. Se negó rotundamente a bautizarlos. Primero tenían que irse, poner en práctica la verdad y luego demostrar que la fe de el Padre y el Hijo verdaderamente los había transformado. (Juan 3:7-8) A eso se refirió el apóstol Pablo cuando dijo: "Cristo no me envió a bautizar." (1 Corintios 1:17)

Hacer un discípulo toma tiempo. Consiste en enseñarle una doctrina y darle un método de modo que lo ponga en práctica. El profeta Ezequiel escribió una definición muy completa, diciendo: "Si un malvado se arrepiente de todos los pecados que ha cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia [de Dios], no morirá. Vivirá por haber practicado justicia, y Dios olvidará todos los pecados que hubiere cometido". (Ezequiel Cap. 18)

Aunque des de comer a millones de personas, al final Cristo te preguntará: "¿Y a cuántos bautizaste?" Si tu respuesta es "A nadie", ¿cómo crees que lo tomará? ¿Dirá: "¡Muy bien, hiciste lo que te pedí!"?

Haces muy bien en poner el texto sagrado por encima de tus maestros y tus amigos, porque eso fue lo que Jesús hizo. Él no se dejó seducir por los sentimientos, sino que tuvo el valor de poner cada cosa en su lugar, costara lo que costara. Por eso predicó y dio la vida por esparcir la verdad. Fue un enemigo declarado de la mentira y la falsedad, de la hipocresía y el egoísmo. No consideró que el nombre de su Padre fuese un factor para odiar a las personas, sino todo lo contrario. Santificó su nombre, no el suyo propio, sino el de su Padre.

Por eso, una de las cosas que él vino a poner en su lugar -la más importante- fue la santificación del nombre de su Padre, que había sido vilipendiado durante miles de años por Satanás y sus apoyadores. Pregúntate, ¿cómo santificas el nombre del Padre en tu vida personal hoy en día? ¿De qué manera lo santifica tu pastor de la iglesia? ¿De qué manera lo santifican tus amigos? Si alguien viene a hablarte en el nombre de Dios, ¿lo mandas a volar o le prestas atención?

Otra cosa que él vino a poner en su lugar, un poco menos importante que la anterior, fue la lealtad de los que pusieran fe en Cristo. Es decir, sus ovejas. Y esa lealtad sería respaldada por el amor que se tendrían entre sí. (Juan13:34-35). Pregúntate, ¿cómo muestras tu amor por el mundo de la humanidad? ¿Cómo se muestran amor entre sí en tu iglesia?

Hay una serie de temas relacionados con el conocimiento y las obras, que te permiten discernir, poco a poco, todos los asuntos. Solo tienes que confiar en Yahveh y seguir adelante. ¿Por qué confiar en Yahveh? ¿Cómo llegamos a la conclusión de que Yahweh es el Padre y el Dios verdadero? ¡Porque Jesús mismo lo dijo así cuando se dirigió a los judíos respecto a ese asunto!  "El que me glorifica es mi Padre, el que ustedes dicen que es su Dios."  ¿Y cuál era el nombre del Dios de los judíos? Yahveh. (Juan 8:54) ¿No dijo Jesús que debíamos orar al Padre y santificar su nombre?

"Salomón había estado ante el altar de Yahveh, de rodillas y con las manos extendidas hacia el cielo. Cuando terminó de orar y de hacer súplica, se levantó y, puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo: " '¡Bendito sea Yahveh, que conforme a sus promesas ha dado descanso a su pueblo Israel! No ha dejado de cumplir ni una sola de las gratas promesas que hizo por medio de su siervo Moisés. Que Yahveh nuestro Dios esté con nosotros, como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone. Que incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a nuestros antepasados. Y que día y noche Yahveh tenga presente todo lo que le he suplicado, para que defienda la causa de este siervo suyo y la de su pueblo Israel, según la necesidad de cada día. Así todos los pueblos de la tierra sabrán que Yahveh es Dios, y no hay otro.'" (1 Reyes 8:54-60)

¿Ahora te sientes mejor? ¿Ahora ya comprendes a quién creerle? ¿Y sabes lo que tienes que hacer?

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