¿Cerebro o intestino?



"Hay quienes se creen puros, 
pero no han sido limpiados 
de su impureza."
Proverbios 30:12

Jesucristo lo dijo de este modo: "¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad." (Mateo 23:27) La gente los veía como guías que iluminaban su camino, Los veían brillantes y hermosos, pero su corazón estaba podrido, maloliente desde el punto de vista de Dios, como si en vez de cerebro hubiesen tenido intestinos saturados de inmundicia.

Esas fueron palabras muy fuertes, especialmente en vista de que las dirigió a ciertos maestros de la ley. Se sentaban a enseñar a otros sobre Dios pero ellos mismos no estaban cumpliendo. Jesucristo no se excedió al reprenderlos. Porque aunque no todos eran corruptos, algunos habían caído en el error de pagar escrupulosamente el diezmo. Y tenían la costumbre de regalar los oídos del rebaño, haciéndoles creer que Dios hablaba a través de ellos, cuando en realidad estaban pasando por alto asuntos de peso de la Ley. Dios no los estaba bendiciendo. En tiempos del profeta Jeremías había ocurrido algo semejante. Por eso Dios los había entregado a la espada, es decir, no tuvieron éxito cuando sus enemigos finalmente los atacaron. (Jeremías 14:15)

Cuando uno de aquellos maestros escuchó la reprensión, respondió: "¡Pero Maestro, al hablar así nos estás insultando". (Lucas 11:45) Y no es que Jesús estuviera insultándolos ni generalizando. Sabía que entre ellos había hombres sinceros y honrados de buen corazón. Pero estaba diciendo la verdad respecto de los que evidentemente no podían tener la aprobación del Padre. Eran maestros que no tenían autoridad para enseñar, porque su enseñanza no se basaba en la Palabra de Dios, sino en una tradición arraigada profundamente en falsedades, en Escrituras que habían torcido y añadido a su conveniencia. Si no hubiese sido así, Jesús no les hubiera dicho lo que les dijo.

En vez de "impureza", otros traductores de la Biblia lo vierten como "inmundicia fecal", es decir, excremento. Suena duro, pero fue acertado. Cuando Jesús dijo que eran como sepulcros blanqueados, que por fuera lucían hermosos pero por dentro estaban llenos de huesos de muertos y de podredumbre, en realidad usó palabras mucho más suaves que Jeremías.

A los ojos de Dios, estos maestros de la ley estaban totalmente desaprobados, principalmente por ocultar Su nombre. "Con los sueños que se cuentan unos a otros pretenden hacer que mi pueblo olvide mi nombre, tal como sus antepasados olvidaron de mi nombre". (Jeremías 23:27) La condena de Jeremías había sido muy acertada porque uno de los deplorables resultados de la enseñanza de aquellos maestros de la ley fue que el pueblo comenzó a olvidar el nombre de Dios y a considerar como divinidad a  quien no era realmente Dios.

De modo que, desde un punto de vista estricto, estaban totalmente descalificados para llamarse maestros de la ley, de aconsejar al pueblo y de señalar el camino de la salvación. En realidad, enseñaban tradiciones humanas, aconsejando mal a la gente e indicando un camino de perdición. Por eso, en su Sermón de la Montaña, Jesús contrastó una puerta angosta con una puerta ancha, para que sus discípulos notaran claramente la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo incorrecto desde el punto de vista de Dios.. (Mateo 7:13-14)

Aquellos guías religiosos habían torcido la voluntad de Dios con explicaciones falsas, lo cual desvirtuó su relación con Dios. Los llevaron por un camino que terminaba en muerte, no en vida. (Proverbios 14:12) En vez de respetar la vida y la sangre, les enseñaron a derramar sangre en enfrentamientos fratricidas que llenaron la tierra de violencia y dolor, todo lo contrario de lo que era la voluntad del Dios de amor.

Claro, quizás alguien dirá: "Pero ¿no se dijo antes que Dios los entregó a sus enemigos, lo cual resultó en un gran derramamiento de sangre"? No obstante, fueron consecuencias de su error, no que Dios hubiera querido que eso ocurriera. "Los entregó" en el sentido de que los dejó a su libre albedrío, lo cual les resultó en daño. No es muy difícil de entender. Por ejemplo, si uno maneja temerariamente un automóvil por las calles de la ciudad, tarde o temprano provocará un accidente, pero si maneja con prudencia, respetando las normas de tránsito, reducirá al mínimo las probabilidades de tener uno. Su proceder resulta en bien o mal, gracia o desgracia, dependiendo de lado al que se incline su corazón.

Por eso es tan importante utilizar nuestro cerebro para asegurarnos bien de lo que verdaderamente significa hacer la voluntad de Dios, en vez de dar la vida por ideas que solo acaban en la desaprobación de Dios, es decir, en sufrimiento y muerte. De estos, la Biblia dice:

"Profesan conocer a Dios, pero con sus acciones lo niegan. Porque son abominables, desobedientes e incapaces de hacer nada bien. (Tito 1:16)
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