¿Puede entenderse la Biblia sin ayuda?

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Algunos dicen poder entender la Biblia sin ayuda de nadie. Pero ¿es eso realmente posible?

Hasta cierto punto, sí. Pero en términos generales, la Biblia no da pie para llegar a esa conclusión. Por lo contrario, parece haber sido diseñada para ser entendida con ayuda. Más que eso, ella misma da a entender que la humildad, la sumisión, la paciencia, la perseverancia y otras cualidades del estudiante son imprescindibles para descubrir sus tesoros. (Proverbios 16:5)

Pero ¿por qué tiene que ser así? El profeta Daniel nos da un indicio, el libro de Proverbios otros, y Jesucristo mismo, otros. (Daniel 12:9-10; Proverbios 2:1-5; Mateo 13:34-35; Salmos 78:8; Lucas:8:9-10)

Los apóstoles de Jesús dejaron en claro que el entendimiento de las Escrituras se hizo disponible mediante un conducto humano de comunicación que Dios mismo había seleccionado de antemano. (Hechos 1:16; 3:20-21; 7:44; 8:26; 10:7; 28:25) Por eso, el apóstol Pedro fue enfático al respecto. (2 Pedro 1:20-21)

De hecho, Jesús mismo profetizó muchas cosas, y advirtió que el entendimiento de los propósitos de Dios, semejante a comida espiritual, se haría disponible a través de un conducto de comunicación. (Juan 13:19; Mateo 24:25; Marcos 13:23; Lucas 12:41-44; Génesis 41:38-43)

Algunos ejemplos son: El profeta Daniel recibió entendimiento de parte del ángel Gabriel. (Daniel 10:12-14) Otro caso es el del Eunuco etíope, que recibió entendimiento del cristiano Felipe. (Hechos 8:26-40). Otro es el de Apolos, que recibió entendimiento de parte de Áquila y Priscila, discípulos del apóstol Pablo (Hechos 18:24-28). Otro es el del apóstol Juan, que recibió de un ángel las ilustraciones que le permitieron redactar el Apocalipsis (Apoc 1:1-3).

El más notable es el de Jesús mismo, que dijo que había venido para impartir entendimiento de cosas escondidas desde la fundación del mundo (Mateo 13:34-35; Lucas 24:32; Juan 1:18; 8:36) Incluso dijo: "Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, esto lo haré, para que el Padre sea glorificado con respecto al Hijo. Si ustedes piden algo en mi nombre, lo haré." (Jn 14:13-14; Juan 1:18)

Los apóstoles solo reconocieron un conducto de comunicación: Cristo (Hechos 4:11-12) Pero entendían que después de la resurrección de su maestro ellos mismos, como grupo, se convertirían es dicho conducto. A partir de entonces, la labor de todos los cristianos sería dirigida por los apóstoles que estaban en Jerusalén, quienes servirían además como factor restrictivo del anticristo y despacharían todas las instrucciones inspiradas por el espíritu santo. (Hechos 15:22-27; 2 Tesalonicenses 2:6-12)

En todos estos casos, Jehová nunca se comunicó directamente con su pueblo, sino con alguien a quien él había comisionado como portavoz. De hecho, a Jesús se le llama el Verbo o la Palabra, indicando precisamente tal designación. El espíritu santo impulsaba a sus portavoces para que entregeran los mensajes. (2 Samuel 23:2)

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que hay otros pasajes de la Biblia que no podrían entenderse si no prestamos atención a ciertos descubrimientos realizados por expertos en el campo de la ciencia y la arqueología. Por ejemplo, la ley transmitida por Moisés prescribía la circuncisión de los varones al octavo día de nacer. Hoy, miles de años después, se sabe, gracias a la ciencia, que el cuerpo humano libera más vitamina K y protrombina que en el resto de su vida, precisamente en el octavo día después de nacer. La vitamina K y la protrombina son factores clave en la coagulación de la sangre. De modo que circuncidar a los niños al octavo día les permitía una recuperación más rápida, segura y completa, con el mínimo de dolor.

Otro ejemplo es el que registra Lucas, cuando Jesús devuelve la vista a Bartimeo. Se dice que el hecho ocurrió cuando Jesús entraba a la ciudad de Jericó. Pero Mateo y Marcos dicen que ocurrió cuando Jesús salía de Jericó. (Mt 20:29-34; Mr 10:46-52; Lu 18:35-43.) ¿Cómo fue eso posible? ¡La Biblia se contradice!

No, si tenemos en cuenta cierto descubrimiento arqueológico. Joseph P. Free afirma que la arqueología arroja luz sobre esta aparente discrepancia . Se refería a unas excavaciones que Ernest Sellin, de la Sociedad Oriental Alemana, llevó a cabo en Jericó a comienzos del siglo veinte. ¡Estas mostraron que la ciudad de Jericó de los tiempos de Jesús era una ciudad doble! Una vieja ciudad judía estaba más o menos a un kiómetro y medio de otra ciudad edificada posteriormente por los romanos. Ambas se llamaban Jericó". (Archaeology and Bible History, 1964, pág. 295.) Hoy no es poco común que haya esa clase de ciudades en todas partes del mundo.

Es razonable suponer que Mateo se refería a la vieja ciudad judía, de la que Jesús acababa de salir, mientras que Lucas se refería a la nueva ciudad romana, a la que Jesús aún no había llegado. Si no prestamos atención a la ciencia que concuerda con la Biblia, sería imposible disipar tales aparentes contradicciones. Por eso ahora discernimos que Bartimeo fue curado entre la vieja y la nueva ciudad de Jericó. No hubo contradicción. Fue una cuestión de 'enfoque del escritor'.

De modo que, mientras la información armonice bien con la Biblia, es correcto prestar atención a cristianos fieles que tienen más conocimiento, o investigar otras fuentes para obtener un cuadro más completo de los asuntos. Porque es imposible desarrollar una fe fuerte si no se entienden bien las cosas más importantes. Por eso Jesús siempre discrepó con los escribas y fariseos de su época. (Mateo 22:23-33)

Ahora bien, es cierto que uno puede leer la Biblia como si se tratara de cualquier libro y obtener algunos conocimientos, pero terminará estancándose si solo lee la Biblia superficialmente. (Ver nuestro artículo Preguntas Enigmáticas)

Decir que uno puede entender la Biblia sin ayuda de ninguna clase no refleja el verdadero espíritu cristiano, porque toda la Biblia está entretejida de explicaciones y comentarios que fueron transmitidos y explicados por profetas, ángeles y otros siervos de Dios. Por lo contrario, la Biblia insta a uno a ser sumiso y escuchar humildemente lo que otros tienen que aportar, siempre y cuando sus aportes estén en plena armonía con el contexto.

Cuando Jesús dijo: 'Dejen a los niñitos en paz, y no impedan que lleguen a mí' estaba enseñando más que una lección de humildad. Estaba mostrando a sus oyentes la importancia de la sumisión, cualidad reconocida para el aprendizaje. (Mateo 19:14) Es imposible que el alumno aprenda algo si no manifiesta sumisión al maestro. La sumisión está en la raíz misma del aprendizaje profundo. Por eso también es imposible entrar al reino si uno no se vuelve enseñable como un niño.

Es un exabrupto afirmar que uno puede entender la Biblia sin ayuda. (2 Timoteo 3:6-7)

Por ejemplo, lee los primeros siete versículos de Eclesiastés capítulo 12 y procura entender exactamente lo que el escritor quiso decir. Otro ejemplo es el de Proverbios 20:27, que dice: ‘El espíritu del hombre es la lámpara de Jehová, que escudriña lo más profundo de sus entrañas’. ¿Cómo puede el espíritu de un hombre, que es pecador, ser la lámpara para Dios y escudriñar sus entrañas? Sin dua que dichos pasajes pueden interpretarse caprichosamente, pero ¿verderamente enfocarían la atención en lo que el escritor quiso decir? Y ¿qué hay de pasajes como Lucas 21:25, que no podría entenderse sin tener en cuenta Isaías 57:20 ni Apocalipsis 17:15? ¡Y ni qué decir de Mateo 24.28!

De modo que pedir, aceptar y recibir ayuda para aprender lo que dice la Biblia es mostrar la actitud apropiada. Porque refleja el espíritu de sumisión que Jesucristo recomendó para llegar a entender los secretos del Reino de los cielos. Por eso dijo de los niños a quienes llamó hacia sí: ‘El reino de los cielos pertenece a los que son así’. (Marcos 10:13-16) Se refería a mostrar sumisión y dejarse ayudar, no como los tercos líderes religiosos de su tiempo, que creían saberlo todo, y, sin embargo, no sabían nada. (Lucas 16:15; 1 Corintios 8:2)

Por todas estas razones, no creemos que la Biblia pueda entenderse sin ayuda. De hecho, Jesús dijo: ‘Te alabo delante de todos, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas de los sabios, pero las has revelado a los que son como pequeñuelos. Sí, Padre, porque así lo determinaste. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie puede llegar a conocer al Hijo sino el Padre, y nadie puede llegar a conocer al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo’. (Mateo 11:25-27)

Está claro que para adquirir entendimiento de la Biblia hay que pedírselo humildemente al Padre en el nombre de Jesucristo, y luego ser sumiso como un niño para aceptar la respuesta de Dios mediante el conducto que Él disponga. (Daniel 8:15-19)

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