¿Ganamos o perdemos todo?

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Algunos suelen pensar en el concepto pragmático de Blaise Pascal sobre su creencia en Dios, "Si ganas, lo ganas todo; pero si pierdes, no pierdes nada". Pero ¿es verdad? Si lo piensas, es un dicho que puede ser fácilmente mal interpretado desde un punto de vista pragmático.

El pragmatismo se basa en una evaluación de resultados. Ganar o perder son conceptos que dependen de muchas variables. Una es que se basa en la perspectiva de quien hace el esfuerzo de ganar, y otra, en que haya cumplido su objetivo.

Evaluar un éxito o fracaso antes de tiempo es algo relativo, y no depende del punto de vista de un observador casual, sino de quien persigue el objetivo. Porque lo que para uno es un éxito, para otro podría significar un rotundo fracaso, o viceversa.

Cuando Pascal acuñó aquel dicho pensó que alcanzar el Cielo significaría un premio para los creyentes, y que irse al infierno, un castigo para los incrédulos, denotando con ello que no tenía una idea muy clara de lo que implicaba creer en dichos conceptos.

Para empezar, se basó en afirmaciones dogmáticas y tradicionales que imperaban como un paradigma en su tiempo, pero que no se ajustaban al contexto de las Santas Escrituras. 

Por otro lado, tengamos en cuenta que Pascal no pasó a la historia por simplemente llamarse "Blaise Pascal" ni porque dijo esto o aquello, sino por su obra. Fue porque el mundo evaluó pragmáticamente su contribución al campo científico. No obtuvo reconocimiento principalmente por las cosas que dijo, algunas de las cuales, como hemos visto, se basaron en dogmas. Fue encomiado, y sigue siéndolo, por sus hechos, no solo por sus palabras. La honra por sus interesantes frases fue un efecto colateral.

Jesucristo dijo: "En cualquier caso, la sabiduría queda demostrada por sus resultados” (Mateo 11:16-19). De modo que para evaluar, reconocer o premiar a alguien, no basta con lo que dice. Hay que observar su obra, su extensión y trascendencia. ¿Construye o destruye? ¿Edifica o derriba? ¿Contribuye al progreso o al retraso? ¿Será cierto o falso?

Eso es precisamente lo que mencionó Pablo en su "Epístola a los Romanos", capítulo 1, versículos 19 y 20, al decir que se puede conocer a Dios observando y analizando su creación, que en sí misma no es solamente una evidencia innegable del más sofisticado diseño arquitectónico, sino un reflejo de su personalidad y propósito.

Tal como Pascal tuvo éxito y alcanzó un merecido reconocimuento por su despliegue del razonamiento, sabiduría, intuición y deducción, la sabiduría de Dios también se trasluce en su creación como una evidencia clara y segura, no solo de su existencia, sino del propósito que tuvo al diseñar el universo y los ecosistemas perfectamente equilibrados que sostendrían a la humanidad y al resto de sus criaturas.

Así como Pascal diseñó instintiva, deductiva y rudimentariamente la primera computadora digital, posteriormente otros científicos pudieron inventar equipos más avanzados gracias a la observación de su obra.

La creación nos instruye de la misma manera. Científicos procuran imitar diseños que se observan en la creación inventando cosas que nos facilitan la vida. ¿No deberíamos reconocer que dichos diseños también hacen merecedor de felicitaciones al que los ideó, y con ello, dejar de dudar de su existencia?

Pascal decía que "la grandeza del hombre proviene de conocer su miseria". Con mayor razón podríamos decir que, la grandeza del hombre consistiría en dejarse instruir por su magnifico Creador.

¿Acaso conociste cara a cara a Pascal? No. ¿Conociste  cara a cara a Dios? No. (Juan 1:18) Pero puedes ver sus obras, aceptarlas y usarlas como punto de partida para tus propias intuiciones, deducciones y razonamientos.

¿Realmente necesitarías ver a Pascal para reconocer su obra y felicitarlo por ella? Francamente, no. Igualmente, si no reconocemos la obra de Dios y, a través de ella su personalidad, lo perdemos todo.

De modo que no es cierto que, si no creemos en Dios, no perderemos nada. Esa es una deducción incorrecta, nada pragmática. Porque la creación da testimonio del éxito de Dios al haber diseñado el universo. Un mecanismo aparentemente perpetuo. En cambio, el maltrato que se ha dado a la Tierra es igualmente un testimonio pragmático de que la humanidad en general fracasó como administradora de los recursos naturales. 

¿Culparemos a Dios por los fracasos del hombre? Por lo contrario. En todas partes, en documentales y noticieros, se reconoce que el deterioro de los sistemas se debe en gran parte al abuso de muchas actividades humanas. No se oye que estén echándole la culpa a Dios (de hecho, no podrían, porque tendrían que admitir que existe).

Si culpáramos a Dios por nuestras desgracias, ¿a quién deberíamos honrar entonces por las maravillas que se ven en el universo? ¿Al hombre? Sabemos que el hombre no creó el universo, y que el universo no pudo diseñarse* a sí mismo, ¿verdad?

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*DISEÑAR significa trazar, delinear, proyectar, planear, concebir algo con un propósito, una facultad intelectual.

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