Dios no tiene un Plan B

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Con base en la Biblia podemos pensar que Dios no tiene un "Plan B". En primer lugar, porque no lo necesita, y en segundo lugar, porque Él no hace planes como nosotros los seres humanos. Nosotros entendemos que un buen plan no sirve a menos que se prevean las contingencias.

Por ejemplo, los militares saben que cuando ponen en práctica un buen plan, lo primero que suele fallar es el plan. Por esa razón, siempre piensan de manera proactiva en todas las contingencias posibles y le dan una o más soluciones a cada una. De esa manera están mejor preparados para cualquier eventualidad. No lo dejan a la casualidad.

¿Por qué tenemos que prepararnos tanto? Una razón es que no podemos ver el futuro ni prever nada a la perfección. Otra es nuestro limitado poder material y fisiológico. Otra es que a veces requerimos ayuda y debemos coordinar el trabajo en equipo. Otra es nuestra actitud, nuestra mentalidad y nuestra limitada experiencia. Y otra, nuestros limitados recursos. Pero la Biblia explica que Dios no tiene ninguna de esas limitaciones. (Isaías 40:26, 29)

Algunos seres humanos alardean de sus facultades. Pero si los examináramos en comparación con una mosca, una cucaracha o una hormiga, agrandando a dichas criaturas a escala humana, perderíamos absolutamente todos los combates desde el primer momento porque huiríamos despavoridos y seríamos vencidos por intimidación, es decir, su sola presencia nos aterraria. ¡A su lado, seríamos los bichos!

No hay punto de comparación 

En Isaías 55: 8 leemos que los pensamientos del Creador son muy superiores a los de sus criaturas, y que sus caminos son mucho más elevados. No hay punto de comparación.

Por ejemplo, en la antigüedad, en ciertos lugares, los seres humanos creían que la tierra era plana. Estaban parados sobre ella, pero su perspectiva era tan estrecha, y su ignorancia tan grande, que no percibían la redondez del planeta. Además, giraban con ella y sobre ella cada 24 horas a la vertiginosa e inimaginable velocidad de unos 460 metros por segundo (unos 1600 km/hr), trasladándose alrededor del Sol cada año a razón de unos 30 kilómetros por segundo (108.000 km/hr), y sin embargo, no estaban conscientes de dicha velocidad. Si hubieras estado allí tratando de explicárselo, no te hubiesen creído. De hecho, te hubieran declarado demente.

En lenguaje figurado, Isaías continúa explicando que, tal como la tierra es regada por la lluvia hasta que brota semilla y alimento, Dios puede llevar a cabo sin falta todo lo que se propone. No necesita desplazarse ni consultar con nadie, ni nadie tiene el poder, la sabiduría, la justicia ni la capacidad para impedirlo o darle siquiera una sugerencia. (Eclesiastés 7:29; 8:2-7)

Por el bien de sus criaturas, y porque es sabio, misericordioso y condescendiente, Dios podría modificar un proceso que armonice con su propósito sin tener que violar ninguna ley física. Por eso sus objetivos siempre se cumplen sin falta. Nadie puede engañarlo ni sorprenderlo con algún subterfugio o estrategia.

Al decir que 'sus caminos son más altos que los nuestros', no se refiere al rumbo que sigue para llegar a un lugar. Se refiere a su comportamiento moral y a la forma o método que usa para adaptarse y conseguir lo que se propone. En pocas palabras: Cuando Él se propone algo, lo hace. Esa es la razón por la que nunca necesita un Plan B. Siempre tiene la solución perfecta, al margen de nuestra conveniencia personal.

Basta observar el maravilloso universo y el impresionante ecosistema del planeta Tierra, así como la sincronía de las estrellas en nuestra Vía Láctea y la perfecta armonía de las leyes físicas y matemáticas que las rigen, para darnos cuenta de que no estamos en posición de competir con Él. 

Un huracán, tsunami o erupción volcánica sería un grave problema para nosotros, no para Él, porque Él creó el ecosistema. Somos nosotros los que debemos aprender a convivir con el ecosistema, no al revés. Los humanos solemos fallar, pero Él no. Siempre lleva a cabo su propósito de manera perfecta. 

El Plan B para rescatar el Hubble

Por ejemplo, diseñar y construir el famoso telescopio Hubble de 11 toneladas (el tamaño y peso aproximado de un autobús escolar), costó miles de millones de dólares. Pero después de lanzarlo al espacio, ponerlo en órbita y recibir las primeras fotografías, descubrieron aberraciones esféricas en su construcción.

Aunque el error era de tan solo cuatro centésimas de milímetro en el espejo, el resultado fue que envió imágenes desenfocadas. ¿La causa? Un descuido en el pulido del espejo primario durante su fabricación. Una prueba innegable de que el ser humano no siempre puede garantizar el éxito de todas sus empresas y proyectos.

Urgentemente se requirió un Plan B, que demoró unos tres años,  hasta poder enviar un transbordador espacial con expertos especialmente entrenados para la peligrosa misión de instalar un corrector óptico. 

Maravillas de la creación 

Si te das un tiempo para observar y comparar algunas fotomicrografías, fotomacrografías, nanofotografías y fotografías del universo (puedes buscarlas en Internet), te emocionará notar los detalles y alcances de la creación de Dios. 

Solo se trata de fotografías. Pero unas son de seres, y otras, de objetos que existen en el mundo real, interactuando en sus propios sistemas, que, a su vez, forman parte de otros ecosistemas, galaxias y cúmulos galácticos. Todo está coordinado y sincronizado asombrosamente. No hay errores, cada uno es parte de un todo. Los "errores" que el ser humano descubre no son otra cosa que parte del funcionamiento del universo.

Podemos ilustrarlo con un asentamiento humano. Una comunidad o colonia toma el control y asienta sus viviendas en una zona no apropiada, después exigen al gobierno la instalación de redes de servicios básicos y se expanden a medida que la población crece. Todo marcha bien hasta que un desastre natural arrasa con todo. 

En realidad, no se trató de ningún desastre natural, sino de un acontecimiento de la naturaleza que aquellos pobladores nunca tuvieron en cuenta. Fue una manifestación del ecosistema. 

Lógicamente, hablando de los propósitos y objetivos de Dios, unos toman más tiempo que otros. En el libro de Génesis leemos que la preparación de nuestro planeta Tierra pasó por siete etapas llamadas días. (Eclesiastés 1:1-10; 3:1) 

Para nosotros, unos objetivos son realizables y fáciles, otros no. Unos deben llevarse a cabo primero, otros después. Pero al igual que cuando un arquitecto termina de diseñar sus planos, el siguiente paso es que los ingenieros lo desarrollen por etapas conforme a las instrucciones. 

El resultado siempre será un magnífico edificio, puente, casa, barco, nave, robot, teléfono, telescopio o avión. Y en cada caso, nada se fabrica a sí mismo. No existe ningún diseño que primero no haya sido trazado por alguien que tuvo un propósito.  (Hebreos 3:4)

Por eso Dios es el único que puede garantizar que 'hará lo que se propone' (de hecho eso es lo que significa su nombre, יהוה [YHWH]). En cambio, los seres humanos necesitamos planes de contingencia, o lo que conocemos como Plan B, C, D, etc. Porque a veces calculamos mal, como ocurrió con el Hubble. Y si agregamos el suceso imprevisto... Por eso sentimos fascinacion por las computadoras, los equipos móviles y la inteligencia artificial, porque nos ayudan a equivocarnos menos. 

Lamentablemente, las acciones de la humanidad han trastornado gran parte de los ecosistemas de la Tierra. Y seguirá trastornándolos hasta que se detenga, o Dios tenga que intervenir para detenerla. 

Lo más interesante es que cuando Dios se propone algo, no lo deja al azar o a la casualidad. Por eso siempre es digno de alabanza y nos hace felices. ¿Acaso no quedamos asombrados cuando vemos un programa de televisión sobre naturaleza, ciencia o tecnología? Todo los sistemas y organismos se ven tan magníficamente puntuales y coordinados, desde la migración de la Mariposa Monarca hasta las mareas influenciadas por la Luna.

Si observamos una colonia de abejas, hormigas, termitas, focas o gaviotas, nos quedamos pasmados de su desempeño. Son infinitamente más eficaces que nosotros. 

Cuando soñamos con salir de vacaciones, normalmente ¿en qué pensamos? En imágenes de cosas que Él ha creado, ya se trate del campo, una playa, las montañas, un bosque, un río, navegar, volar, montar a caballo o en bicicleta. Y tomamos algunas precauciones porque reconocemos por experiencia que nuestros proyectos podrían fallar, o podríamos sufrir algún imprevisto. Son sucesos que nos obligan a tener siempre un Plan B.

Quizás consultemos el clima, la coyuntura política del país, el tipo de moneda, cómo manejaremos los gastos, nuestra salud física, el tipo de ropa que llevaremos, nuestros contactos turísticos, etc. Porque queremos estar en paz. No queremos que nada empañe nuestras vacaciones. 

Un suceso imprevisto tiene el poder de jugarnos en contra y dejarnos totalnente impotentes (por ejemplo, la Pandemia de 2020 nos agarró desprevenidos a todos; muchos quedamos varados durante meses en otro país, en otra zona de nuestro país o hasta dentro de nuestra propia casa).

Por ejemplo, siempre que el dueño de Tesla se propone algo, lo lleva a cabo porque posee o consigue todos los recursos que necesita. Los demás generalmente nos enteramos cuando el producto está avanzado o ya lo lanzó al mercado. Pero también damos por sentado que en el desarrollo de cualquiera de sus productos seguramente sus ingenieros tuvieron que enfrentar dificultades que los obligaron a replantearse las cosas o rediseñar a reajustar algún proceso. 

Dios no necesita hacer eso. Procede con la confianza de que será tal y como lo ha deseado. Porque no solo cuenta con toda la sabiduría y los recursos que necesita, sino con el cariño y la buena voluntad de hacernos felices, y del aprecio y la obediencia de los que lo aman como a un Padre. (Isaías 14:24)

No obstante, también sabemos por experiencia que los que desafían las leyes de la naturaleza, y no muestran ningún amor del bien, van condenados a un fracaso rotundo, ya se trate de exceso de velocidad, temperatura, altura, profundidad, comida, líquido o confianza. Esas cosas merecen un gran respeto. Por eso solemos tomar precauciones.

En el campo metafísico también. Violar las leyes morales de Dios expresadas en su Palabra la Biblia mete en dificultades a las personas a corto, mediano o largo plazo. Se multiplican sus preocupaciones y disminuyen sus probabilidades de éxito y, por decirlo así, bajan sus defensas.

Si los pilotos de una aeronave de pasajeros se emborrachan y toman su responsabilidad a la ligera, pondrán en grave riesgo la seguridad de la nave y, si cayera a tierra, echarían a perder la vida de sus pasajeros y las de otras personas. En tal caso, no hay un plan de contingencia que valga. Se trata de pura estupidez y falta de criterio. Un borracho de hecho puede estrellar un avión. 

Lo mismo se puede decir de las decisiones que toman arquitectos, ingenieros, técnicos, sectetarias, cirujanos, políticos, mensajeros, físicoculturistas, operadores de grúa y cualquiera a quien se encomiende un cargo, proyecto o responsabilidad. Unos cumplen, otros sacan provecho egoísta. El término "corrupción" y "corrupto" aparece a menudo en las noticias.

En cambio, podemos confiar en Jehová [o Yahweh], el Dios de la Biblia (en hebreo, יהוה [YHWH]) porque su amor nunca falla. (Proverbios 19:21; 1 Corintios 13:8; 1 Juan 4:8) Jamás pasemos por alto ese concepto: Dios nunca falla. 

Por ejemplo, la más extraordinaria estrategia militar puede hacerse polvo con una explosión volcánica inadvertida, una tormenta de granizo o un huracán Fujiwhara. ¿Podrán tener éxito las balas, tanques y misiles contra el poder del Creador de la naturaleza? Al tiempo fijado, Dios les dará la respuesta. (Apocalipsis 9:15)

Es cierto que hasta cierto grado podríamos prepararnos de manera doméstica para una embestida en una temporada de huracanes: Alistamos equipos de supervivencia. Nos aseguramos de que todo esté en regla. Comprobamos que no haya ramas colgantes, cables sueltos, objetos desparramados, o que falten tejas en el techo. Revisamos las persianas, puertas y ventanas. Nos mantenemos informados. Verificamos el panorama todos los días, y si percibimos alguna amenaza, estamos atentos a las noticias, etc.

Incluso a nivel nacional se han elucubrado decisiones de todo tipo, como aprovechar la energía de los vientos huracanados, añadir partículas higroscópicas, alterar el equilibrio térmico, usar productos químicos, provocar mareas de petróleo, remolcar icebergs para enfriar la superficie del mar, bombear las aguas profundas hacia la superficie o hasta usar ciertas armas nucleares, etc. 

Pero nada puede compararse con la sabiduría de Dios para dominar los elementos. Él posee el conocimiento sobre las leyes físicas que controlan todos los sistemas y organismos. Por eso, cuando se propone algo, puede llevarlo a cabo. No necesita planes de contingencia. 

Él sabe cómo se comportará el clima, y con mayor razón sabe cómo se comportarán quienes intentan iniciar un genocidio. Ha prometido intervenir y lo hará, frustrando el propósito de sus enemigos y devolviendo la vida a sus fieles, en caso de que la pierdan. (Juan 5:28-29)

Como le dijo al arrogante, terco e inexperto Faraón de Egipto: "Solo te dejé con vida para demostrarte mi poder y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra". (Éxodo 9:16) Y así ocurrió. No existe estrategia alguna que tome por sorpresa a Dios. 

Debido a que el Faraón se atrevió a desafiar más de diez veces a Jehová, su nombre llegó a conocerse no solo en aquellos lugares y en aquellos tiempos, sino en toda la tierra y por todas las generaciones del futuro. (Josué 2:8-11; Juan 8:54)

Tan potente fue la respuesta que Dios le dio a la fanfarronería del Faraón que nadie tuvo éxito en borrar u ocultar de la Biblia el nombre del Dios sin sufrir consecuencias. Últimamente hubo un intento coordinado por eliminarlo de las versiones más modernas de las Santas Escrituras so pretexto de que con llamarlo "Señor" era suficiente (o mejor). Pero jamás lo quitarán de las traducciones más antiguas, ni de las modernas que aún contienen el texto inspirado.

La Biblia siempre fue clara al indicar que un fin vendría al tiempo fijado en las profecías. Hay una convergencia en curso desde mucho antes de la Primera Guerra Mundial. Y a juzgar por todas las advertencias que hay en la Biblia, intentar borrar el nombre de Dios de su propio libro ha sido una falta de respeto y un proyecto condenado al fracaso que ha habló por sí mismo. El periodo en el que vivimos es la prueba. ¡Por inspiración, Él afirmó muchas veces que iba a santificar su nombre al tiempo fijado en las Escrituras! (Deuteronomio 4:2; 12:32; Ezequiel 38:23; Mateo 6:9-10)

En 2 Juan 9 leemos acerca de los que permanecen en el punto clave de toda la enseñanza de la Escrituras: la santificación del nombre del Padre, así como la importancia de darlo a conocer. (Mateo 6:9-10; Juan 17:6, 26)

De modo que cuando las naciones desaten su furia entre sí poco antes del Armagedón, ningún Plan B ni estrategia militar los salvará. Nada ni nadie puede superar a Dios. Intervino para liberar a su pueblo del yugo del Faraón en Egipto e igualmente dirimirá la cuestión sobre su título de propiedad sobre la Tierra.

Se verá en la obligación moral de cumplir su promesa de aplicar su justicia perfecta entregando el planeta Tierra como herencia  a quienes lo aprecien de verdad y deseen convertirlo en un lugar hermoso y pacífico donde vivir, lo cual implicará el desalojo de quienes desafían su paciencia. (Salmo 37:11; Mateo 5:5)

Entonces veremos que nunca necesitó un Plan B porque con Él no hubo contingencia que valiera. Solo fue paciente para que los seres humanos desobedientes, especialmente los malvados, aprovecharan las oportunidades que les dio para recapacitar y enmendar su proceder. Porque cuando Él se propone algo, lo lleva a cabo. (Isaías 45:18)

Todo el que piense que Jehová no existe, o que fue una invención de Abrahan o de Moisés, y todo el que piense que Jesucristo fue solo un personaje de novela, quedarán desilusionados. Lo que ocurrió en el caso del Plan B para rescatar el telescopio Hubble es un ejemplo de que la humanidad no puede garantizar ningún éxito, mucho menos en sentido espiritual si se opone a Dios.

Tal como unas aberraciones esféricas producidas por un error de cálculo de tan solo cuatro centésimas de milimétrico produjeron imágenes desenfocadas, un descuido que retrasó el proyecto varios años hasta que se instaló un corrector óptico, de igual manera algunos sectores de la humanidad han desenfocado su visión espiritual y necesitan un corrector óptico que les permita reconocer que Dios va a intervenir. Y podemos estar seguros de que Él no cometerá ningún error de cálculo. Sabe a quiénes salvará. (Apocalipsis 3:17-18)

Quienes tomen en cuenta al Creador, santifiquen su nombre, se arrepientan de sus errores y demuestren que están decididos a andar en los pasos de su Hijo Jesucristo, habrán recurrido a tiempo al único Plan B que a la humanidad le quedaba disponible. (Proverbios 1:33)

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