¿Todos verán a Jesús?
"¡Viene con las nubes y todos los ojos lo verán!" (Apocalipsis 1:7)
Pensando en el texto supracitado, a través de los siglos muchas personas se han preguntado si algún día volveremos a ver a Jesucristo. Pero ¿dijo él que todos volveríamos a verlo? Si es así, iríamos al cielo para verlo allá? ¿O vendría él otra vez a la tierra para verlo acá? Y ¿sería en sentido físico o espiritual? ¿Qué dice la Biblia al respecto?
Hay muchas cosas que la Biblia no especifica, y es evidente que no fue casual. Es claro que su autor quiso que unas cosas nunca se supieran, otras, que se supieran o entendieran después. Aún otras serían de carácter personal, para que el lector llegara a sus propias conclusiones y tomará decisiones de conciencia.
Otras, exigirían que el lector usara discernimiento, atara cabos mediante conectar unas y otras secciones de las Escrituras y llegara a la respuesta correcta. (Lucas 10:25-28) Otras dependerían exclusivamente de observar el final, es decir, cómo se dan los eventos, cómo terminan los asuntos, y entonces compararlos con las profecías. (Juan 8:28)
Otras dependerían, no de la decisión de un hombre, por muy erudito que fuera, sino de un cuerpo, comité o equipo de hombres versados en las Escrituras. En cierta ocasión, le hicieron una pregunta al apóstol Pablo, pero humildemente declinó en dar la respuesta. Más bien, la redirigió a los apóstoles y ancianos de Jerusalén, hermanos más experimentados, para que emitieran una respuesta sensata, basada en una epignosis o conocimiento más profundo, y la transmitieran a todas las congregaciones, por decirlo así, al unísono. (Hechos de Apóstoles cap. 15; 1 Cor 1:10)
También hay respuestas que dependerían de estar alertas y observar cierta cronología de eventos, llevar la cuenta de las horas, días, semanas, meses, años o hasta siglos, así como los lugares y las personas de la época a quienes el mensaje iba dirigido en particular. (Daniel 9:2; Lucas 21:24) Y otras implemente dependerían del razonamiento o de una lógica natural, que hasta un niño podría entender. (Mateo 15:14; Juan 18:23)
Por ejemplo, Deuteronomio 29:29 contrasta entre 'las cosas secretas', es decir, las que pertenecen a Dios, y 'las cosas reveladas', las que nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos. Lógicamente, no tendría sentido que Dios mencionara una profecía, enigma o cuestión que nunca seríamos capaces de descifrar. Tampoco tendría sentido que proclamara a los cuatro vientos una estrategia que tendría como objetivo desviar a Satanás de su objetivo de cometer genocidio contra el pueblo de Dios. (Ester cap.7; Daniel 12:10; Mateo 13:11; Isaías 14:24)
No esperaríamos que Dios iría contra sí mismo atacando a los fieles seguidores de su Hijo Jesucristo ni que causara su destrucción o autodestrucción. Él jamás aniquilaría a los que él aprueba. Por lo contrario, les da paz y los pone a buen recaudo poco antes de una intervención de su parte.
Lo sabemos por lo que ocurrió con Lot en Sodoma, con Noé en el Diluvio, con Rajab en Jericó y con los judíos fieles en tiempos de la reina Ester. También cuando los babilonios destruyeron el templo de Salomón, así como cuando protegió a los primeros cristianos en el año 70 de nuestra Era. Lo demostró innumerables veces en cada acto de salvación registrado en la Biblia. (Amós 3:7) Dios siempre avisó antes de limpiar la tierra. Dependió de cada uno salvar su vida por medio de prestar atención.
De modo que no debería sorprendernos que algunas cosas o procedimientos fueran difíciles de entender y que solo el tiempo las pondría al descubierto, es decir, a su debido tiempo, el tiempo de Señor. Tampoco debería sorprendernos que nos equivocáramos y malinterpretáramos ciertas señales, profecías, cronologías o acontecimientos en un intento por ahondar en el conocimiento, y que posteriormente tuviéramos que reconocer que debíamos esperar la guía del espíritu santo. (Juan 16:13; Hechos de Apóstoles 16:7)
Después de observar lo que la historia, la arqueología y la sociología puso al descubierto en los siglos 19 a 21, resulta evidente que tanto Jesús como su Padre se mantuvieron unidos en cuanto a cada asunto que sirvió para aclarar poco a poco cada detalle de las Escrituras. Siempre esperaron el mejor momento para decir y hacer lo que tenían que comunicar y lograr a fin de que se cumplieran las Escrituras al pie de la letra. (Juan 13:7; Hechos de Apóstoles 1:7; Lucas 16:17)
Por lo expuesto, lo más profundo que se puede entender un asunto espiritual es hasta donde Dios lo revele mediante su Palabra, la Biblia. Nadie puede ir más allá sin que pronto comience a incurrir en errores de entendimiento que solo generarán más preguntas que respuestas, terminando en un largo túnel sin salida.
El apóstol Pablo advirtió: "Aprendan de nosotros y 'no vayan más allá de lo que ha sido escrito', para que ninguno se engría a sí mismo y favorezca a uno en detrimento de otro". (1 Corintios 4:6-7) Y a los gálatas advirtió que ni siquiera escucharan a un ángel o apóstol si decía algo que excediera lo que estaba escrito. (Gálatas 1:8-9) El apóstol Pedro dio advertencias parecidas. (2 Pedro 3:16)
Eso nos lleva a confiar en que todo lo que se escribiera o dijera posteriormente debía armonizar con el contexto ya existente. Por ejemplo, el apóstol Juan escribió el Apocalipsis después, pero en sus visiones usó una simbología que fue utilizada por escritores bíblicos anteriores.
El profeta Daniel usó bestias salvajes para referirse a ciertos gobiernos prominentes. Jeremías, Amós y Nahúm usaron enjambres de langostas. Oseas, Zacarías, Samuel y otros relacionaron jinetes y sus caballos con la guerra. Ezequiel usó prostitutas para representar la contaminación e infidelidad espiritual. Isaías y otros se refirieron a un mar agitado y embravecido para simbolizar el accionar violento de los malvados. Zacarías usó montañas para referirse a ciertos gobiernos. En Génesis, Moisés explicó que la serpiente sería un símbolo para Satanás, etc.
Esto armoniza con el método de enseñanza de Jesús, que, aunque vino para explicarnos cosas relacionadas con Dios, dijo que no podía explicar nada antes del tiempo apropiado. (Juan 1:18; 16:12) Vino para explicar las Escrituras a través de las buenas nuevas, pero haría todo a debido su tiempo. (Mateo 13:35; Juan 1:18; Lucas 24:27) Además, a pesar de que siempre habló públicamente, muchas de sus explicaciones tuvieron lugar en un entorno privado o en forma de parábolas que solo él descifraba y explicaba a sus apóstoles después de despedir a las multitudes. (Mateo 13:11; Lucas 8:10)
En ningún lugar de este blog se afirma que algunos de estos artículos hayan sido redactado por el espíritu santo, mediante una revelación especial o mediante un don divino o milagro. ¡Nada de eso! Simplemente citamos pasajes de la Biblia que concuerdan con otros, comparándolos o contrastándolos con la realidad del día a día, tanto del mundo antiguo y el mundo actual. El lector saca sus propias conclusiones.
Es cierto que, a veces, cuando los apóstoles querían saber más, Jesús los apartaba para darles el significado específico, o bien les mostraba amorosamente que no tenían derecho a saber más de lo que se les concedia entender, o les decía que aún no era el tiempo para que lo entendieran. (Mateo 13:3; 20:17; 24:3; Marcos 4:34)
Por eso, para saber algunas de las respuestas que nos gustaría escuchar tenemos que aceptar que no debemos ir más allá de lo que está escrito y que hay cosas que no tenemos derecho a saber. No es cuestión de interpretarlo como quisiéramos, de usar bibliomancia o esperar que Dios imparta algún conocimiento especial a cierto individuo que se autoproclamadra vidente.
Por último, tenemos que ser humildes para darnos cuenta de que solo es cuestión de usar discernimiento y recibir la aprobación y bendición del Padre y del Hijo. El profeta Daniel indicó que quien no tuviera esas credenciales no entendería nada. (Daniel 12:8-10; Romanos 12:3) De hecho, Jesús hizo mucho hincapié en mantener un estado de alerta al cumplimiento de sus palabras. (Mateo 24:15)
Por tanto, cuando en nuestra mente surjan estas interrogantes: "¿Volveremos a ver a Jesús? ¿Iremos al cielo algún día para verlo allá? O ¿vendrá él otra vez a la tierra para verlo acá? Y si lo vemos, ¿será físicamente, en espíritu o en una visión sobrenatural? ¿Dice algo la Biblia al respecto?", confiemos en que las respuestas están en la Biblia. Pero hay que analizarla despacio y sin el prejuicio de las costumbres y tradiciones locales. "Mis padres y abuelos creían eso" no es siempre una argumento sólido. (Mateo 15:3; Juan 4:20; 2 Tesalonicenses 3:6)
¿Volveremos a ver a Jesús?
Ante todo, "volveremos" es el plural del futuro simple del verbo "volver". Si nunca hemos visto a Jesús, no se ajustaría a la verdad preguntar si volveremos a verlo. Además, cuando Jesús habló de volver a ver a sus discípulos, dijo que no todos lo verían. (Juan 14:19-20)
Recordemos que después de resucitar no se reunió con sus enemigos judíos ni con los soldados romanos, sino solo con sus discípulos. Pero después dijo que en el futuro, cuando viniera en su Reino, 'todo ojo lo vería'. (Apocalipsis 1:7)
Cierta vez Jesús dijo: "Se preguntan qué quise decir cuando dije: “Dentro de poco ya no me verán”, y “un poco después volverán a verme”? (Juan 16:19)
Sin embargo, al referirse al asunto de 'verlo nuevamente', citó del Salmo 118:26 cuando dijo las palabras de Jesús que Mateo registró en Mateo 23:39 (compara los textos). Jesús les dijo a los rebeldes de su tiempo: "Les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. De modo que, al citar el Salmo 118:26 estaba dejando en claro la condición o requisito indispensable para que volvieran a verlo.
¿Iremos al cielo para verlo allá?
Es cierto que Jesús dijo: "En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar". (Juan 14:2) Pero en esa ocasión ¿acaso estaba hablando con sus enemigos, con extraños o con sus innumerables discípulos? No. Estaba hablando con sus apóstoles, aquellos que reinarían con él por mil años. (Apocalipsis 20:4)
¿Y para hacer qué les dijo que irían al cielo?
No les dijo que merecerían ir al cielo por ser bien parecidos o solo para disfrutar de la vida, sino para realizar una labor específica como jueces en el juicio final. El les dijo: "Ustedes son los que estuvieron siempre a mi lado en mis pruebas. Por eso, les concederé un reino, tal como mi Padre me lo concedió a mí, para que coman y beban a mi mesa, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel". (Lucas 22:28-30)
Estar al lado de Jesús en su reino no era un asunto que le competía decidir a Jesús. Dijo que esa era una prerrogativa exclusiva de su Padre. (Mateo 20:23) De hecho, los apóstoles no tomaron a la ligera que Judas se quitara la vida y dejara vacío su puesto. Siguiendo la orientación del espíritu santo, discernieron que debían reemplazarlo. (Hechos de los apóstoles 1:23)
Jesús aclaró que la transición al cielo no sería de color de rosa, sino un asunto muy difícil.
¿Vendrá él otra vez a la tierra para que todos lo veamos?
Jesús prometió que 'todo ojo lo vería' y que sería 'como el resplandor del relámpago' (Mateo 24:27-20) Pero no lo dijo en conexión con la felicidad de verlo, sino con la angustia y el desconsuelo de aquellos que recibirían su desaprobación.
¿Desaprobación? Efectivamente. Jesús lo explicó en la parábola sobre el juicio final, es decir, el juicio sobre la separación de las ovejas y las cabras. Es muy interesante que tanto la respuesta de las ovejas como la de las cabras, es decir, de los que recibirían su aprobación o desaprobación, demuestra que no verían a Jesús cuando él estuviera separándolas y juzgándolas. (Mateo 25:31-46)
Jesús explicó claramente que ellas mismas, las ovejas y las cabras, constestarían varias veces con énfasis y asombro diciendo: "¿Cuándo te vimos...?", ¿Cuándo te vimos...? ¿Cuándo te vimos...?"
En caso de que lo veamos, ¿sería físicamente, o en espíritu?
Eso nos lleva la última pregunta. ¿Lo veremos físicamente, o en espíritu? Acabamos de razonar que ni las ovejas ni las cabras verían a Jesús al momento de recibir su aprobación o desaprobación. Eso lo dejó muy claro.
Además, el juicio sería absolutamente sorpresivo, de modo que nadie tendría tiempo ni modo para maquillarse, es decir, para prepararse o tomar precauciones y fingir que estaban obrando conforme a la voluntad del Padre.
Hemos leído en la Biblia que tanto las ovejas como las cabras serían sorprendidas in fraganti, ya estuvieran haciendo la voluntad del Padre o la del mundo. Este sorprendente hecho encaja como anillo al dedo con otra explicación registrada por Mateo, en el capítulo 7, versículos 21 al 23.
En conclusión, Jesús no dejó cabos sueltos para que hagamos una interpretación privada, personal o caprichosa al final de los tiempos. Como dijo el profeta Daniel: los únicos que no entenderían serían los que no usaran discernimiento. (Daniel 12:10)
Está claro que 1) el juicio final para las ovejas y las cabras tomaría por sorpresa a ambos grupos, 2) que la sentencia se les comunicaría después del juicio, y 3) que dicha sentencia sería irreversible e irrevocable, por haber sido dictada con justicia perfecta.
¿Y dónde estaría sentado Jesús, el juez, al momento de juzgar y dictar sentencia contra las ovejas y las cabras? ¿En el cielo o en la tierra? Una lectura reflexiva de los siguientes pasajes de la Biblia no puede dar lugar a más de una interpretación: Hebreos 1:8-9; 8:1; 12:2.
Ninguna persona desaprobada por el Padre recibirá permiso del Hijo para entrar al reino de Cristo, tampoco al cielo ni a ninguna otra parte. Por tanto, no verían a Dios. O sea que ninguna de "las cabras" ni de "las ovejas" habrá visto con ojos literales a Dios ni a Jesús antes, durante ni mucho menos después del juicio mencionado en el capítulo 25 de Mateo. Porque, como vimos, al tiempo de la sentencia el juez ya tendría listo el veredicto. El habría observado el comportamiento de todos y habría tomado una decisión.
¿Entonces qué nos queda? ¿Qué podemos hacer para recibir el juicio aprobatorio de Dios? ¿Y cómo y en qué sentido le damos de comer y beber a Jesús, ya que dijo que nadie lo vería cuando eso sucediera?
Es tiempo para meditar profundamente. Depende de cada uno esforzarse por entender.