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Desde que los animales fueron creados Dios les dio un cerebro preprogramado para realizar tareas específicas. No esperamos que los gatos ladren ni que los perros relinchen. Cada criatura tiene una función y está diseñado para realizarla con la más alta eficiencia. Pero Adán fue creado por Dios con la extraordinaria capacidad para elegir entre dos o tres opciones, lo cual le conferiría el maravilloso privilegio de tomar decisiones, algo que no poseían los anteriores.
Esa visión intelectual de dos o tres opciones se conoce como dicotomía o tricotomía, que significa dividir, bifurcarse o clasificar en dos o tres. Por ejemplo, decidir entre "sí" o "no" nos pondría ante una dicotomía. Pero si existiera la posibilidad de que la respuesta dependiera de ciertos factores que no necesariamente forzarían a uno a responder "sí" o "no", podríamos contestar: "depende". En tal caso, sería una tricotomía.
Hoy el mundo de los negocios y la toma de decisiones políticas se basan en dicotomías y trictomías, y lo que alumbra a las personas para llegar a la mejor opción es el conocimiento. Lógicamente, un conocimiento rudimentario, parcializado, prejuicioso o equivocado llevará indefectiblemente a decisiones inapropiadas o inconvenientes, y estas, a consecuencias correspondientemente inapropiadas e inconvenientes. El desastre es el resultado ulterior.
Por eso el conocimiento actualizado basado en los principios inmutables de la lógica y la razón son cada vez más acequibles mediante Internet y otras herramientas científicas. Porque es fascinante saber más. Cuanto más puntual, fiel y cabal sean las pruebas y evidencias, más exactos serán los paradigmas y las teorías, lo cual llevará a consecuencias o resultados cada vez más edificantes, constructivos y provechosos, tanto a corto como a largo plazo.
Siempre ha resultado en un descalabro total y una enorme pérdida de tiempo basar las teorías en ideas preconcebidas que no tenían ningún asidero. Corregir muy tarde las doctrinas religiosas es lo mismo que haber vivido una mentira, por muy sinceras que sean las intenciones. La única manera de lograr beneficios duraderos es partiendo de la verdad y del conocimiento disponible. Tomar una decisión a partir de una falsedad es propiciar una hecatombe. El mundo como lo conocemos es el resultado de un registro histórico de malas decisiones, las cuales a su vez se tomaron con base en nociones torcidas.
Hasta algunos científicos corruptos han quedado al descubierto cuando la verdad ha salido a flote. Recurrieron a falsificaciones, enredos y ocultamiento de evidencias con la única finalidad de obtener figuración, dinero y poder. Lamentablemente, hubo víctimas que lamentar. Un caso famoso fue el de Charles Dawson y Smith Woodward con El Hombre de Piltdown, una farsa que desprestigió a la comunidad científica. Y como ese, no hay pocos casos.
Los resultados y consecuencias arrojan luz sobre las teorías y los paradigmas. Si en estos tiempos hay que ser escépticos respecto a algo es respecto a las doctrinas y teorías que no tienen ningún asidero que resista la prueba. Un puente de madera que ha sido carcomido por los insectos, o uno de fierro que ha sido corroído por el óxido son comparables. Igualmente, una organización religiosa que ha producido mala hierba no puede resistir por mucho tiempo. Tarde o temprano sus engaños quedarán al descubierto y no podrá superar el análisis de las consecuenicias.
"Cierto" o "Falso"
Sí o no, arriba o abajo, cerca o lejos, rápido o lento, grande o chico, ahora o más tarde, frío o caliente, apto o inapto, rico o pobre, torpe o hábil, mucho o poco, lo hago o no, dulce o amargo, escrito o hablado, placentero o doloroso, verde o amarillo, la humanidad toma decisiones a cada rato respecto de todo asunto. Y busca pautas, sugerencias, normas, leyes y principios para obtener una imagen más clara de lo que serían las consecuencias de una decisión u otra. modificando constantemente su concepción de lo que interpreta como realidad.
Es cierto que hay un código legal, pero también reconocemos que los códigos legales se basan en principios. Estos últimos son los que a veces nos permiten o no insertar la palabra "depende" o la frase "más o menos". Sabemos que existen los colores blanco y el negro, y el agua fría y caliente, pero también hay un tono gris y un término medio llamado tibio. En unos casos no se admiten medias tintas, y en otros se puede seleccionar algo intermedio.
Por ejemplo, en gustos y colores, a unos les gustaría tomar un café tan caliente que parezca extraído de un volcán, y a otros, frío y con hielo. Es una decisión que depende de lo que uno prefiera o más le convenga. Sin embargo, hay leyes de tránsito que deben respetarse o se podría ocasionar un accidente. Si un conductor decide que la luz roja no es tan importante, la pasará por alto cada vez más a menudo. Y si a eso añadimos que cree, supone, piensa y alucina que beberse unos tragos antes de conducir no tiene nada de malo, tarde o temprano le llegará su día. Causará un accidente mortal que le abrirá los ojos y le hará ver su estupidez.
Algunos delincuentes se amparan en el principio de las "libertades individuales" para hacer de las suyas durante mucho tiempo. Pero, llegado el momento, la realidad los confronta con su insensatez y salen perdiendo más de lo que ganaron. No hay peor idiota que el que dice que "la tierra es plana". Tal vez le hubieran creído en el siglo quince. Con la misma lógica, ¿de qué provecho es que se le pidan disculpas a Galileo después de robarle su vida? ¡De nada! Declararlo insano fue una estupidez perpetrada por gente de mente cerrada y corazón fatuo.
Desde el principio la verdad ha sido combatida por la mentira y no al revés. Pero al final de los tiempos, la verdad ha flotado como un corcho, exponiendo a todos al juicio de Dios. Jesucristo dijo una vez: "Yo no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo. Pero el que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: La palabra que he hablado es lo condenará en el último día". (Juan 12:48) La verdad es lo que muchos quisieran esconder, pero no pueden. Porque la verdad es en sí misma lo que en el fondo todas las personas sinceran quieren saber.
El dicho "no se puede tapar el Sol con un dedo" significa precisamente lo mismo. La luz es tan brillante que ciega a los corruptos y no les deja ninguna opción para defenderse, ya se trate de líderes del comercio, la política o la religión. Todos quieren figurar. Pero cuando se destapa la verdad, buscan las piedras para esconderse debajo.
¿Sí o no? ¿Cierto o falso? ¿Es o no es? ¿Se están cumpliendo las profecías o no están cumpliéndose? ¿Viene el fin del mundo o no? ¿Defenderemos a los corruptos o a los incorruptos? Ya han pasado casi dos milenios desde que Jesús dijo las palabras arriba citadas, y todas las cosas se han cumplido al pie de la letra tal como él dijo que sucedería. Todos estamos en el llano, por decirlo así, desde el punto de vista de Dios, y él espera que tomemos una decisión final. O estamos con los corruptos o con los incorruptos, o morimos con el mundo o morimos por Cristo, o damos nuestra voz por la verdad o la damos por la mentira.
Pero ¿cómo saber si algo es verdad o es mentira? Lo dijimos al principio: Conocimiento. No hay otra forma. Tenemos que absorver conocimientos hasta que no nos quepa ninguna duda. Debemos ponernos valientemente de parte de la verdad haciendo a un lado doctrinas, costumbres y tradiciones absurdas que, aunque parezcan hermosas a los ojos de todos, en realidad no tienen ningún asidero en la Palabra de Dios.
"¿Conmigo o contra mí?" fueron palabras que Jesús expresó en imitación de Moisés y Jehú. Moisés las dijo poco después de descender del Monte Sinaí con los Diez Mandamientos, y Jehú poco antes de sentenciar y ejecutar a la arrogante y malvada Jezabela. (Éxodo 32:25-26; 2 Reyes 9:32-33; Mateo 12:30)
Al cabo de tantos años de espera, se ha acercado el momento en que Jesús ajustará cuentas con todos, especialmente con los que dicen ser líderes religiosos. (Santiago 3:1; Lucas 13:26-28)
Jesús tiene que tomar una decisión
Como hemos visto, Moisés tuvo que tomar una decisión y ejecutar a los rebeldes; Jehú tuvo que tomar una decisión y ejectuar a los rebeldes, y Jesús tendrá que tomar una decisión y ejectuar a los rebeldes. La Biblia es consecuente en eso.
Pero la decisión basada en la dicotomía de si uno sobrevivirá o no para ver el Reino de Dios no dependerá tanto de Cristo como de nosotros mismos. Nuestra propia fe, esperanza y amor servirá de base para tomar la decisión. Si tenemos fe, esperanza y amor sobreviviremos, si no, no. La Biblia ha sido muy clara al advertirnos respecto a lo que es malo y bueno ante Dios. Depende de nosotros demostrar que lo entendemos así.
El aprecio que sentimos no es lo que determinará nuestra salvación, sino el aprecio que manifestemos tanto por Dios y por el prójimo. Porque para el Padre no cuentan las palabras, sino las acciones. Por eso Jesús puso tanto énfasis en los frutos, es decir, en los resultados o efectos que sus palabras tendrían en nuestra vida. Una forma de culto que no tuviera poder sobre uno demostraría ser incorrecta, o lo que equivale a decir que si nuestro comportamiento no concuerda con la palabra de Cristo, tampoco sería válido a los ojos del Padre. De hecho, esa sería precisamente una característica de que habríamos llegado al final de los tiempos. (2 Timoteo 3:1-5; Lucas 3:7-9)
La dicotomía más importante de todas
La dicotomía más importante de todas es si creeremos en una mentira o en la verdad. El problema con la verdad no es que duele como si fuera una inyección o una bofetada. ¡Es como una pedrada en la frente! David así lo dejó en claro cuando Goliat desafió a los ejércitos del Dios verdadero. (1 Samuel 17:26) David demostró que el reino de Dios merecía un profundo respeto. Y es precisamente lo mismo que el profeta Daniel dijo que ocurriría en los últimos días. Dios le daría una pedrada simbólica a todos los reinos de este mundo mediante la proclamación de la verdad.
Jesús dijo que él hablaba la verdad, y, como vimos anteriormente, la palabra que él había hablado sería lo que nos juzgaría en el último día. De modo que la verdad sería la piedra de toque para dictar juicio, y dicho juicio implicaría el aprecio, la fe, la esperanza y el amor. (Hebreos 10:38)
¿Amor vs odio?
¿Aprecio, fe, esperanza, amor? ¿Cuál de estas cosas determinará si uno realmente es alguien señalado para la salvación final? Bueno, tanto el aprecio como la fe y la esperanza son requisitos. Pero ningún requisito puede reflejar mejor la vedad respecto al discipulado como el amor. (Juan 13:35)
El apóstol Juan aclaró el punto al decir: "Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna". (1 Juan 3:15) De modo que el odio y el amor se repelen en el sentido de que será el factor decisivo para demostrar que uno pertenece al Padre. Si uno expresa o siento odio hacia las personas, causándoles daño agrediéndolas, insultándolas, escupiéndolas o despreciándolas de otras maneras, estaría demostrando que no es del agrado del Padre. Porque esto es lo que Juan explicó: "Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del Diablo: El que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano. Porque éste es el mensaje que han oído desde el principio: Que nos amemos los unos a los otros y no seamos como Caín que, por maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus propias obras eran malas pero las de su hermano buenas".
El odio recalcitrante que Caín le tuvo a Abel es un sentimiento profundo de desprecio por el prójimo, que lo descalificó rotundamente a los ojos de Dios mereciendo el castigo de muerte eterna, tal como advirtió Juan. Odiar a las personas, despreciarlas y causarles daño va contra el amor de Dios y no recomienda a nadie como discípulo de Cristo. Lo contrario es lo que nos recomienda: el amor.
¿Qué clase de amor?
El amor que demostraría que uno es un cristiano genuino sería el ágape, por supuesto, pero aunado a lo que el apóstol Pablo se refirió como "bondadoso y compasivo" (Efesios 4:32)
Alguien que dijera "yo soy cristiano", pero que al mismo tiempo está cultivando odio en su corazón hacia las personas, o peor, levantando la mano contra ellas, o enviándole a otros que les causen hostilidad, estaría mintiendo ante Dios. Los fariseos del tiempo de Jesús se lavaron las manos cuando Judas traicionó al Maestro, y también cuando Jesús compareció ante Pilato, diciendo que ellos no podían ejecutarlo (de hecho, lo ejecutaron los romanos). Pero eso no los eximió de culpa ante Dios. Por eso Jesús le explicó a Pilato: "El que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande" (Juan 19:11).
Dios no eximiría de culpa a ningún hipócrita que con un lado de la boca alabara a Dios, y con el otro, dijera maldiciones contra otros. (Romanos 12:14; Mateo 5:44-45) El amor sería la clave.
De modo aunque existen muchas dicotomías, ninguna será tan significativa para Jesús al momento de tomar una decisión que la del amor/odio.
El único odio que Dios tolera
"Pero la Biblia dice que hay cosas que Dios odia", tal vez diga alguien. (Proverbios 6:16-19)
El único odio que Dios tolera es el odio hacia las cosas malas. No tolera el odio hacia las personas. Dios mismo ha odiado siempre la maldad, la mentira y el derramamiento de sangre. Pero condena con firmeza el odio hacia las personas. El cristiano verdadero es un ejemplo de amor al prójimo. Nunca se le vería alzando la mano contra su prójimo, como hizo Caín, que se convirtió a sí mismo en un hijo de Satanás.
Por lo tanto, el cristiano usa su libre albedrío en consonancia con la palabra de Dios, siempre escogiendo la mejor parte de las dicotomías, cuando se trata de decidir entre lo bueno y lo malo. Y si hay lugar para una tricotomía, es decir, para una decisión personal basada en su conciencia, una decisión que no tuviera que ser ni "sí" ni "no", sino "depende", procuraría que fuese una que agradara al Padre. Porque solo así podría decir que la fe, la esperanza y, sobre todo, el amor que hay en él es de buen agrado a Dios.
La verdad no admite medias tintas. No hay tricotomías entre la verdad y la mentira. O es verdad o es mentira. Por eso es tan importante la investigación profunda y seria de la Palabra de Dios, para no estar desagradando a Dios con una creencia que no armoniza con su Palabra. Debemos ser muy cuidadosos al declarar: "Esto es verdad" basándonos tan solo en un par de versículos de la Biblia, La verdad armoniza con toda la Biblia y se somete al escrutinio de la historia, de la ciencia y de la sabiduría. Y siempre sale airosa.
Cuando llegue el fin de los tiempos, cuando Cristo tome una decisión respecto a la salvación final, que usted haya estado del lado de los buenos, no de los malos.
"Anda por el camino de los buenos y sigue la senda de los justos. Pues los íntegros y los perfectos habitarán la tierra y permanecerán en ella. Pero los malvados y los impíos serán desarraigados y expulsados de la tierra." Proverbios 2:20-22