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Un rompecabezas es diseñado para ser armado de una manera específica. No puede armarse de dos maneras. Cada pieza existe para ser colocada en un lugar, no en otro. Cualquier otra pieza, por muy parecida que sea, sencillamente no pertenece al rompecabezas y debe descartarse. Una figura forzada no corresponde.
Hablando figuradamente, la Biblia es semejante a un rompecabezas. Sus piezas, es decir, su historia, principios, doctrina, obra, plazos, fechas, paralelos, parábolas, profecías cumplidas y profecías por cumplirse, son códigos sencillos por sí mismos, pero para que tengan sentido deben discernirse y armarse de la manera correcta si queremos obtener la imagen que Dios quiere que tengamos de su Reino. (Daniel 12:10)
Dios diseñó la vida en la Tierra para ser vivida de una manera llena de satisfacción y belleza. La armonía reinaría por doquier y los seres humanos sería nada sino felices. La sonrisa sería un gesto habitual, y la generosidad, la actitud dominante. La ley del amor regiría hasta los cuatro confines y no seríamos nada sino creativos y expansivos como el universo mismo. Dios no retendría nada que fuera bueno de sus hijos, y toda la creación estaría en paz. (Salmos 84:11)
Desgraciadamente, el hombre decidió usar su libre albedrío egoístamente, y los resultados son obvios. Las noticias nos muestran las consecuencias del proceder humano. Los milenios acumularon malestar sobre malestar hasta que finalmente nos saturamos de dolor. El uso egoísta del libre albedrío solo ha producido sufrimiento y desesperanza. La vida que debía ser maravillosa terminó resquebrajándose y romìéndose en pedazos como si fuera un verdadero rompecabezas difícil de entender.
Si buscamos orientación para ser felices, averigüemos dónde dice la Biblia que hay que poner cada pieza. Porque si la colocamos en el lugar que no corresponde, obtendremos una figura forzada que no cuadrará con la mentalidad de Dios.
Por eso, ante la debilidad del hombre para atar cabos en un asunto tan serio, Dios vio por conveniente inspirar con su espíritu santo a hombres y mujeres de integridad que impartieran guía a las generaciones futuras. Si las personas se dejaban guiar, les iría bien; pero si se resistían, les iría mal. No es por casualidad que muchos pueblos aborígenes sean tan celosos por las tradiciones relacionadas con los cultivos, adorando al sol, la luna y las estrellas, hasta derramando sangre inocente en rituales terribles que supuestamente agradan a los dioses, quienes son responsables, según ellos, del rendimiento abundante de las cosechas. Colocando las piezas a su manera, el resultado tiene más que ver con la casualidad que con la voluntad de Dios.
Jesús dijo: "He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia." (Juan 10:10) También por eso era tan importante que las buenas nuevas del reino se llevaran a todas partes. (Marcos 13:10) Necesitábamos que alguien nos ayudara no solo a armar el rompecabezas en que la humanidad rebelde había convertido la vida, sino que nos rescatara de la tendencia a morir. Como dice la Biblia: "Ustedes estaban muertos en sus ofensas y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo, conduciéndose según el gobernante de las tinieblas, según el espíritu que controla a los desobedientes." (Efesios 2:1-2)
No es que fuera la voluntad de Dios que la vida resultara como un rompecabezas, ni que la Biblia se volviera tan difícil de entender, como un rompecabezas, sino que el hombre en su obstinación causó tal resultado negativo, de modo que solo los que realmente desearan hacer Su voluntad podrían ver cómo armarlo. (Daniel 12:8-10
Por lo contrario, Dios nos tendió una mano mediante enviar a Su hijo Jesucristo a fin de rectificar todas las cosas. (Lucas 19:10) Pero nos tocaba a nosotros utilizar nuestro libre albedrío para obedecer voluntariamente Su voz, para no desviarnos a la derecha ni a la izquierda de sus instrucciones, según la época que nos tocara vivir. Obedecer fue la norma al principio de la humanidad, y siguió siendo la norma siempre. Hoy se es la norma para la salvación. (Juan 3:35-36)
¿Tiene que ser tan estricta la cosa?
Si uno quiere abrir una caja fuerte, tiene que ser estricto en cuanto a las instrucciones. Si un médico quiere salvarle la vida a alguien que está en peligro, tiene que ser estricto en cuanto a los procedimientos. Si un aviador quiere llegar a su destino, tiene que seguir al pie de la letra sus cartas de navegación aérea. Si un estudiante de derecho quiere recibir su certificado de estudios al final de la carrera universitaria, tiene que responder cuidadosamente a la evaluación de sus maestros. Si un automovilista quiere que su vehículo le dure muchos años, tiene que usar el combustible y el lubricante a propiado. No hay vuelta que darle, por donde miremos, la vida nos instruye: La obediencia es la clave. Cualquiera que se sale de ciertos límites, paga una consecuencia. Es una ley de la vida.
La obediencia, por tanto, se convirtió en la norma para que la vida no se convirtiera en un rompecabezas; y después de que la humanidad la convirtiera en un rompecabezas, sigue siendo la norma para evitarnos más problemas. Incluso, es imprescindible para quienes quieran alcanzar la salvación prometida por el Cristo.
Por ejemplo, en la antigüedad, las medidas que Dios le dio a Noé para construir el arca de salvación no dejan lugar para diseñar una forma de bote, como se muestra en las películas o en los libros para niños o historietas. Son las medidas de una enorme caja rectangular. Y si preguntas a un experto en navegación, corroborará que dichas medidas reflejan principios de flotación.
O sea que, si Noé hubiera usado cualquier otra medida, el arca se hubiera hundido. Aquellas medidas resultaron ser como piezas fundamentales del rompecabezas de la salvación de aquel tiempo. Si Noé quería salvarse, debía fabricarla exactamente con esas medidas. (Génesis 6:15-16) ¿Tuvo dudas Noé? ¿Se le hubiera ocurrido hacer como Eva y modificar a capricho la Palabra de Dios? No, hizo tal como Dios le había mandado. (Génesis 6:22; 1 Pedro 3:20)
Por supuesto, si hoy alguien quiere diseñar el arca de Noé con forma de bote y usar su dibujo para enseñar a los niños la Biblia, es libre de hacerlo, el papel aguanta todo. Pero que no se atreva a afirmar que esa es la interpetación correcta de la Biblia, porque la Biblia no da pie para semejante disparate. Y si una persona es capaz de afirmar que "no importa si el arca era alta, baja, redonda o triangular, grande o chica, con forma de caja o de bote", y que "lo importante es que Noé salvó al mundo", esa persona no está enseñando la Biblia, sino sus propias ideas, como solían hacer los fariseos del tiempo de Jesús, que hacían dudar a las personas. (Mateo 22:29)
No fue por gusto que Dios inspiró a Noé a poner por escrito medidas exactas. Dicha información nos da a conocer un rasgo muy importante de la personalidad de Dios, su infinita e insondable sabiduría, que es uno de los pilares de la fe. No dudamos de la Palabra de Dios, porque reconocemos que Dios es infinitamente sabio. ¿Pero realmente la entendemos como Él quiere que la entendamos?
Por ejemplo, Jesús dijo a Pedro: "Te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".(Mateo 16:19) Y después dijo a todos: "Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo". (Mateo 18:18) ¿Tenemos dudas acerca de lo que quiso decir? ¿Suponemos que Jesús esperaba que entendieran que podrían hacer y deshacer caprichosamente todo lo que quisieran, como lo harían reyes capriochosos que ostentaran plenos poderes, y que aun así Dios les daría su aprobación? ¡Ni hablar!
Lo que estaba diciendo era que sus discípulos debían tener mucho cuidado de sujetarse lo más posible a las instrucciones del espíritu santo, tal como él mismo había hecho durante su vida y obra, para que cualquier decisión que ellos tomaran en la tierra se ajustara -o armonizara- lo más posible con la voluntad de Dios expresada en las Santas Escrituras. En pocas palabras, debían tener cuidado de decidir en la tierra lo que Dios hubiera decidido en el cielo, que no es otra cosa que lo mismo que se da a entender en Apocalipsis 22:18-19.
Entender que Jesús estaba dándole plenos poderes a Pedro para hacer lo que le diera la gana hubiera contradicho el contexto de su enseñanza y las instrucciones del espíritu santo. (Juan 7:16; Juan 12:49) ¿Cómo lo sabemos? Porque ellos no habían sido autorizado a pedir a Dios cualquier cosa que se les ocurriera, sino solo aquello que armonizara con Su voluntad. (1 Juan 5:14)
Cualquiera que lee la Biblia cuidadosamente se daría cuenta de que Jesús siempre demostró ser muy cuidadoso en hacer solo lo que su Padre le había indicado que hiciera. Sería lógico que enseñara a sus discípulos a hacer lo mismo. ¡Sin duda hubiera sido un disparate pensar que estaba diciéndoles que hicieran cualquier cosa que se les ocurriera, y Dios estaría de acuerdo! ¡Nada que ver!
Desde el comienzo de la humanidad, la duda ha sido un instrumento de investigación que los enemigos de Dios han sabido esgrimir astutamente, no para hallar la verdad, sino para socavar la lealtad del hombre a los valores divinos. Si los profetas de Dios decían: "No", ellos respondían: "¿Y por qué no? ¿Qué tiene de malo?"; y si decían: "Sí", contestaban: "¿Por qué? ¿Qué tiene de bueno?". (Génesis 3:1-5)
La duda en sí misma no es mala, sino una indicación de falta de seguridad respecto a las nociones que se supone uno debería tener. Por ejemplo, si alguien dice: "Como dijo Marx: 'La religión es el opio del pueblo', pero otro dice: "¿No lo dijo Lenin?", entonces el otro ahora tal vez diga: “Ya me hiciste dudar”. Pero ¿por qué duda? Porque no está seguro de sus conocimientos. ¿Cómo hubieras salido de la duda tú? ¡Buscando una enciclopedia confiable! Y una vez asegurados tus conocimientos, nadie podría rebatir tus argumentos.
Pero ¿qué hay si la duda se levanta respecto de ti? Dos personas están conversando a tus espaldas y, de repente, una de ellas comienza a hablar mal de ti. ¿A quién crees que debería recurrir la otra persona por información para asegurarse? ¿A tus enemigos? No, ¿verdad? Sería mejor que fueran directamente adonde ti y te lo preguntara. Nadie puede aclarar mejor los asuntos que tú.
Lamentablemente, la gente rara vez recurre a la fuente. Se va por el camino fácil de preguntarle a la persona menos indicada y confiar en su palabra. (Jeremías 2:13) Por alguna razón, la mayoría de las personas prefiere creer en los extraños que en quienes pueden ayudarlas; apoyan al ignorante, en vez de al experto. (Juan 10:12-13) Eso fue lo que pasó en el paraíso original. Eva prefirió seguir los dictados de Satanás, que le habló tras una serpiente, en vez de creerle a su esposo, que había recibido el mandato directo de Dios. Finalmente, Adán prefirió seguir a Eva, en vez de mantenerse firme en la Palabra de Dios, la cual le había advertido que, si desobedecía, moriría.
¿El resultado?
¡Murió, pues! La Palabra de Dios siempre se cumple. El resultado no fue ni más ni menos que lo que Dios le había advertido que ocurriría si usaba mal su libertad. (Génesis 3:13) Adán no prolongaría sus días. Viviría hasta donde le alcanzaran las fuerzas, enfermaría, envejecería y volvería al polvo de cual había sido formado. Sí, sería sepultado sin esperanzas de volver a vivir. (Génesis 3:19) Permitió que los argumentos de Satanás minaran su confianza en Dios y se dejó caer, es decir, dejó de cumplir con el propósito para el cual había sido creado. (Efesios 6:11; Gálatas 5:7-8)
Actualmente, la duda continúa causando el mismo problema entre la humanidad en muchos campos, especialmente el espiritual. Aunque por un lado sirve como incentivo para investigar y asegurarse uno de las cosas, algo que no debería incomodar a nadie, desgraciadamente suele causar tropiezo, socavando la confianza ganada en Dios, alejando a la persona de la mismísima fuente de la vida.
Cuando no se la maneja apropiadamente, la duda suele causar más daño que bien, y en el colmo de los colmos, puede arrancar del corazón hasta el último vestigio de amor a la verdad. En vez de aferrarse a Dios y pedirle su ayuda para entender y discernir su obra, la persona termina enfriando sus sentimientos de humildad y cariño, y estrechando amistad con quien menos le conviene. El resultado: muerte espiritual. (Santiago 1:5-8)
¿Qué es la muerte espiritual?
Muerte espiritual es la condición en que uno se encuentra debido a una ruptura de su relación con Dios. Al dejar de ser consciente de su necesidad de permanecer en el amor de Dios, sus sentimientos se vuelcan hacia el mundo, el dinero y la diversión (1 Juan 2:15), y su celo por Dios es cambiado por la pasión de llevar a cabo su propia idea egoísta, imitando a aquel que desde un principio utilizó la duda como un instrumento para alejar y finalmente destruir a Adán y Eva.
¿Cómo salir de dudas?
Hemos visto, por tanto, que para salir de dudas uno debe consultar la única enciclopedia capaz de responder a las preguntas más complicadas: La Biblia. Pero ¿cóm hacerlo, siendo que es como un rompecabezas?
La Biblia tiene la particularidad de ser el único libro que se interpreta a sí mismo. Es decir, ella misma indica cómo encontrar y armar las piezas (Génesis 40:8) Para lograrlo contiene dramas proféticos, paralelos históricos y doctrinas consecuentes, además de incontables puntos de referencia y cifras confiables. Además, no existe ningún otro libro tan difundido en la Tierra. ¡Siempre está al alcance!
Pero ¿por qué Dios lo hizo tan complicado?
No hay nada complicado. Jesús dijo que hasta simples niños podrían captar las verdades relacionadas con el reino de los cielos, y hasta proclamarlas, dando a entender que no era tan difícil. (Mateo 11:25-26; Mateo 21:15-16; Salmos 8:2)
Por lo tanto, Dios no fue quien complicó las cosas. De hecho, cuando le dio a Noé las medidas del arca, no fue necesario que Noé estudiara ingeniería naval ni le diera otra interpretación que no fuese la sencilla verdad que estaba frente a sus ojos. Dios se la puso fácil, y Noé simplemente obedeció por fe. Por eso tuvo éxito. Pero si Noé hubiera cuestionado a Dios, exigiéndole explicaciones acerca de ingeniería, ¿quién hubiera complicado las cosas? ¿Dios, o Noé?
Esa es la razón por la que hoy en día no podemos entender la Biblia si no examinamos cuidadosamente los detalles. Nosotros no somos como Noé, que obedeció por fe, sino pecadores rebeldes que cuestionamos a Dios, dudando de Su palabra. Por tanto, Él quiere que tomemos las cosas con pinzas y armemos el rompecabezas como es debido siguiendo sus instrucciones, no nuestra interpretación privada de los asuntos.
Es Satanás y su simiente quienes complican y oscurecen el entendimiento de la Biblia, no Dios. (Eclesiastés 7:29) Por ejemplo, Dios le dijo a Adán que, si desobedecía, moriría y tendría que regresar al polvo de donde había sido tomado; pero Satanás le dijo a Eva: "No morirán". ¿Quién complicó las cosas? ¿Dios? La Biblia dice que Dios es amor (1 Juan 4:8) y que es rico en misericordia. ¿De quién crees que es la idea de que Él tortura por toda la eternidad a los malos en el infierno? Nuevamente, ¿quién complica las cosas?
Sin embargo, tal complicación es ideal para que solamente las personas sinceras sintonicen con la voluntad de Dios y la entiendan plenamente. Por ejemplo, la Biblia indica claramente que al final del plazo señalado, ocurrirá una confrontación final que finiquitaría los asuntos mencionados en la primera profecía de la Biblia: Génesis 3:15). ¿Y qué pueblo no codifica sus mensajes en tiempos del guerra, para que al enemigo no le resulte fácil enterarse de su estrategia?
Por eso, cualquier complicación en la que el hombre se ha metido al interpretar caprichosamente la Biblia ha servido a los propósitos de Dios, quien declara la verdad abiertamente y con sencillez. (Juan 18:20-21) En otras palabras, la sencillez de la Biblia hace que las interpretaciones del hombre conviertan la verdad en un rompecabezas. Dios no es quien complica las cosas ni despierta dudas, sino el hombre.
Por ejemplo, es cierto que la Biblia dice que 'el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta' y que 'allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 20:10). Pero siendo que el contexto de la Biblia indica que Dios es amor (1 Juan 4:8) y que el Diablo no puede vivir para siempre (Romanso 6:23; 1 Juan 3:15), deja en evidencia que dicho pasaje es figurado, no literal. Quien lo tome literalmente, está complicando las cosas, está desordenando las piezas del rompecabezas.
Por lo tanto, para salir de dudas, no hay mejor manera que pedirle entendimiento a Dios en oración y luego indagar en las páginas de la Biblia siguiendo los puntos de referencia que Jesucristo y sus apóstoles dejaron. (1 Corintios 4:6) De hecho, si uno sigue los puntos de referencia que él dejó, está andando en los pasos de Cristo. (1 Pedro 2:21)
Por ejemplo, en Mateo 24:15 quedaron registradas estas palabras de Jesús: 'Al ver el horrible sacrilegio en el lugar santo, mencionado por el profeta Daniel (el que lee, que entienda), los que estén en Judea huyan a las montañas'. Por lo tanto, la cita de Daniel acerca de el horrible sacrilegio sería un punto de referencia para investigar y averiguar lo que Jesús quiso decir. En otras palabras, si no indagamos detenidamente en los escritos de Daniel, tampoco entenderemos, ni siquiera remotamente, lo que quiso decir, mucho menos si pertmitimos que alguien nos haga dudar de que los escritos de Daniel son inspirados por Dios.
Otro ejemplo. ¿De qué manera el relato de Moisés sobre la zarza debió servirles a los israelitas para ejercer fe en la resurrección? (Éxodo 3:1-6) Cualquier lector ocasional ni siquiera se percataría de ello, porque no vería ninguna relación entre dicho relato y la resurrección. Sin embargo, Jesús lo dejó como un punto de referencia, al decir: ‘En el pasaje sobre la zarza, Moisés mismo dio a entender que los muertos resucitan, pues llama a Yahveh "el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob". Él no es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos ellos viven. Algunos maestros de la ley respondieron: "¡Bien dicho, maestro!", y ya no se atrevieron a hacerle más preguntas’. (Lucas 20:37-40)
Otro ejemplo. En vez de escandalizarse y cerrar sus oídos cuando Jesús dijo que muchos escribas, fariseos y saduceos de su tiempo eran una 'camada de víboras' y 'sepulcros blanqueados que por fuera se veían hermosos pero por dentro estaban llenos de huesos de muertos y podredumbre', la mayoría de sus oyentes debió abrir su mente y pensar: "¿Por qué lo dirá?". (Mateo 3:7; 23:27-28; Génesis 3:15)
Antes de expresarse de esa manera, Jesús había tenido la precaución de dar muchas pruebas contundentes de que era un hombre inteligente y equilibrado que amaba intensamente a Dios y al prójimo, y que siempre hablaba la verdad, que no era un advenedizo que hacía disparates. De hecho, los que lo conocían sabían que toda su vida había sido ejemplar. (Juan 8:46) Por tanto, cuando se expresó de esa manera, sus oyentes debieron razonar así: "¿Por qué se refiere a ellos en términos tan duros? ¿Será que es cierto? ¡Investigaremos!". Entonces, hubieran investigado más a fondo y hubieran concordado con Jesús. Pero en vez de investigar, cerraron sus ojos y oídos y prefirieron resentirse.
Cierto día, Jesús curó a un hombre, pero los fariseos, en vez de dar gloria a Dios y alegrarse por la recuperación del hombre, se indignaron porque lo había curado en sábado, el día de descanso. Se supone que nadie debía trabajar en sábado. Pero ¿acaso Jesús estaba trabajando? Simplemente había curado al hombre, diciendo: "Extiende la mano". Eso fue todo lo que hizo.
Entonces, ¿por qué dijo Jesús que eran unos hipócritas? Porque si una oveja de propiedad de los fariseos caía en un hueco en sábado, este la rescataba inmediatamente y no permitía que permaneciera en ese estado todo el día y toda la noche. Jesús razonó con ellos diciéndoles que, ante Dios, un hombre valía más que una oveja. ¿Cómo no iba a curar a ese pobre hombre en ese momento?
Dios había decretado el sábado como un día de descanso para que dejaran de trabajar y se concentraran en cosas espirituales, no para que dejaran de hacer el bien y se volvieran insensibles al dolor humano. (Mateo 12:9-14)
De modo que para salir de dudas, la palabra de Dios y de Cristo son medios confiables por excelencia. De hecho, la Biblia contiene una maldición sobre todo aquel que pone la palabra del hombre por encima de la Palabra de Dios, y la confianza en los hombres que la confianza en Dios. 'Así dice Jehová: "¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón de Jehová! Será como un arbusto en un desierto: No se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita. Pero bendito el que confía en Jehová, y pone su confianza en Él. Porque será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no temerá que llegue el calor, y sus hojas estarán siempre verdes. En época de sequía no se angustiará, y nunca dejará de dar fruto."' (Jeremías 17:5-8)
La Biblia es como un rompecabezas que ha sido diseñado para ser armado de una manera específica. No puede entenderse de dos maneras sin que una lleve al desvío. Cada pieza de información existe para ser entendida dentro de su propio contexto y en armonía con toda la Biblia, no con lo que caprichosamente cualquiera desee imaginar.
Si sientes que tu vida es un rompecabezas, solo hay una persona que puede ayudarte a armarlo correctamente: Tu Creador. Y las páginas de la Biblia afirman que Él la ha provisto precisamente para ayudarnos a entender la vida y cómo funciona. Además, nos dice cómo alcanzar la salvación prometida por Cristo Jesús, quien dio su vida en sacrificio por la humanidad. (Juan 3:16-21)
Por lo tanto, para salir de dudas, la Palabra de Dios es el mejor lugar al cual recurrir. (Hebreos 4:12) Está a tu alcance, es segura, confiable, firme, específica y siempre se cumple. Solo cuídate de no resentirte cuando no entiendas algo. ¡Date tiempo, investiga y pídele a Dios más entendimiento para armar las piezas de la manera correcta! Si te dejas enseñar, Él hallará sus propios medios para dártelo. (Salmos 119:27; Juan 6:45)
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