ÍNDICE
La representación de arriba es un pequeño fragmento de una obra del famoso pintor Rembrandt inspirada en una parábola mencionada por Jesús y que el cristiano Lucas registró en su evangelio. (Lucas 15:11-32) La Biblia enseña que Dios es amor (1 Juan 4:8), y que, como tal, puede ejercer misericordia y pasar por alto cualquier pecado y blasfemia siempre y cuando la persona se muestre sinceramente arrepentida y haga todo esfuerzo posible por mantener una conducta basada en el modelo de Cristo. (Juan 13:15)
Pero también aclara que Dios no ve con misericordia la blasfemia contra el espíritu santo, y que, aunque podría extender su perdón a cualquiera que hablara contra Jesús, no le sería posible perdonar a quien hablara contra el espíritu santo, es decir, dijera o enseñara doctrinas que no armonizaran con lo que el espíritu santo señala en las Escrituras. La Biblia es tan enfática en este asunto que dice que no le sería perdonado ni en el mundo presente ni en el venidero, es decir, el reino de Dios. (Mateo 12:31-32)
Sin embargo, hay que tener en cuenta dos cosas: Una es que quien finalmente decide si alguien ha llegado a ese punto es Dios, no uno mismo ni ningún hombre, y otra, que Satanás, el enemigo de Dios, se vale de todo medio a su alcance para convencer a las personas de que Dios no es justo. Por lo tanto, debemos entender lo que significa blasfemar contra el espíritu santo. (1 Juan 5:19)
Lo que revelan tus palabras
Ahora bien, el contenido y tono de las palabras de una persona pueden darnos un indicio del estado en que se halla. (Job 12:11; Proverbios 20:27; Mateo 12:36-37). Una característica del que peca contra el espíritu santo es que rehúsa tercamente reconocer la obra de Dios, se rebela contra la ayuda del espíritu santo y no enmienda sus equivocaciones. (2 Corintios 7:11) Pecar contra el espíritu santo implica apostatar del cristianismo, es decir, rebelarse tercamente contra el mensaje y el consejo claramente expuesto en las Escrituras.
Por ejemplo, Caín vio claramente la bendición de Dios sobre Abel, su hermano menor. Por los resultados y efectos que pudo ver en la vida y las obras de Abel, y a juzgar por los resultados y efectos negativos que se veían en su propia vida y en sus propias obras, no tenía dudas de que Dios estaba aprobando y bendiciendo a Abel, lo cual debía de ser un testimonio suficiente para respetarlo y reconocerlo. Pero desoyó la voz de su conciencia y tomó la decisión de ir contra él e intentar aplastar su vida y obra. (Génesis cap. 4; Hebreos 11:4)
Otro ejemplo data de los tiempos de Moisés. Después de haber puesto a prueba a Dios rebelándose contra Él diez veces, el pueblo de Israel llegó a enardecer a su Salvador. La Biblia dice: "El Señor le dijo a Moisés: '¿Hasta cuándo esta gente seguirá menospreciándome? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos? Voy a enviarles una plaga que los destruya, y permíteme hacer de ti un pueblo más grande y fuerte que ellos.'" (Números 14:11-12)
Nota la expresión "a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos". Ese es el factor clave para el pecado contra el espíritu santo: Ver la obra de Dios y negarla, o rebelarse contra sus verdaderos representantes. Nota también lo que dijo después: "Jehová respondió: Los perdono. Pero juro por mí mismo, y por mi gloria que llena toda la tierra, que aunque todo ellos vieron mi gloria y los milagros que hice por ellos en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me desobedecieron y me pusieron a prueba estas diez veces verá jamás la tierra que, bajo juramento, prometí dar a sus padres. ¡Ninguno de los que me despreció la verá jamás! (Números 14:20-23)
Moisés era el verdadero representante de Dios, pero el pueblo lo menospreció vez tras vez rebelándose contra cualquier evidencia de que él era realmente Su representante. En otras palabras, habían visto con sus propios ojos que la bendición de Dios estaba sobre Moisés, pero lo negaron y se rebelaron poniéndose en su contra. Eso es pecar contra el espíritu santo: Estar consciente de la bendición de Dios sobre sus representantes y rebelarse contra ella. Eso fue lo que hizo Caín, eso fue lo que hicieron muchos del antiguo pueblo de Israel, eso fue lo hizo Judas al traicionar a Jesucristo, y eso es lo que hacen los que persiguen a quienes dan testimonio de Jehová y de Jesús en la tierra. Ven el testimonio, pero lo niegan y pretenden acallarlo. Es la característica principal del anticristo (1 Juan 2:18:21)
Por eso, si una persona enseña una doctrina que no está claramente expuesta en la Biblia, pero no enmienda su proceder, es decir, se mantiene en sus trece, a pesar de que la doctrina no tiene asidero, estaría pecando contra el espíritu santo, porque está yendo contra lo que el espíritu ha inspirado que se escribiera. Si no se arrepiente, es decir, si no enmienda el error, no recibirá el perdón de Dios. Las mismas Escrituras la condenan. (Juan 12:48)
Cualquiera puede equivocarse debido al pecado, porque todos somos pecadores, Dios puede comprender y perdonar, tal como mencionó más arriba. Pero lo que cuenta para Dios es que la persona enmiende su error tan pronto como descubre que está equivocada. Si no lo hace, estaría pecando contra el espíritu santo. Porque ve el error pero no lo rectifica. Entonces, para con él se cumple el dicho: Aunque tiene ojos, no ve, y oídos, no oye. (Marcos 8:18) Caín no se rectificó, los rebeldes del antiguo Israel no se rectificaron, Judas el traidor no se rectificó. Los apóstatas no se rectifican.
Por ejemplo: La Biblia indica claramente que la vida eterna es exclusivamente extensible para los que ejercen fe en Cristo y manifiestan dicha fe por medio de bautizarse en el nombre de Dios, de su Hijo y del espíritu santo. Satanás no cuadra en esa categoría y, por tanto, no puede tener derecho a la vida eterna. Dicho claramente, no podrá prolongar su vida para siempre. Por lo tanto, si alguien enseña que Satanás vivirá para siempre, ya sea en el cielo, en la tierra o en el infierno, está pecando contra el espíritu santo, porque el espíritu santo enseña que solo pueden vivir para siempre los que tienen fe en Cristo. ¿Cierto o falso? (Romanos 6:23) Es clarísimo que Dios no prolongará la vida del Diablo en ninguna parte del universo, en ninguna dimensión y en ninguna forma de vida. Si alguien enseña que el Diablo vivirá para siempre, está manipulando y torciendo las Escrituras. (Apocalipsis 20:10; Hebreos 2:14)
Por eso, si una persona se arrepiente de sus pecados y pide y acepta ayuda para entender y mejorar su conducta, está demostrando que no se ha puesto a sí misma en la categoría de alguien que ha pecado contra el espíritu santo. Por ejemplo, en el ejemplo mostrado en el párrafo anterior, tendría que reconocer que, a su debido tiempo, Satanás será destruido, es decir, borrado del mapa, y no seguirá viviendo en ninguna parte. (Hechos 16:20; Hebreos 2:14; 1 Juan 3:15) Compara 1 Corintios 15:26 con Apocalipsis 20:14, donde se muestra que "la muerte" y "el Diablo" tienen exactamente el mismo destino final: Destrucción, no eternidad.
Si pides ayuda para entender, enmendar tu conducta y procurar la bendición de Dios, estarías dando evidencia más que contundente a tu favor de que no has llegado al punto de pecar contra el espíritu santo. Por el contrario, tu actitud penitente demostraría que estás en vías de recibir la misericordia de Dios, y en adelante, esforzarte por hacer Su voluntad por el resto de tu vida. (Mateo 7:21-23)
Entonces, ¿qué es pecar contra el espíritu santo?
Pecar contra el espíritu santo es mantenerse intencionalmente en la condición de pecado, a pesar de reconocer la verdad. Por eso, el sacrificio de Cristo solo puede cubrir los pecados que quienes enmiendan su error, no los de los que se mantienen en sus trece. Corregir uno un error o equivocación, enmendar cierta conducta, mejorar su entendimiento o procurar una lectura más clara de lo que significa el reino de Dios no tiene nada de malo, sino todo lo contrario. Lo malo sería ver el error y no querer cambiar, o ver la obra de Dios y no querer reconocerla.
¿Ahora entiendes por qué Jesús calificó de hijos de víboras a ciertos líderes religiosos de su tiempo? Lo hizo porque estaban viendo con sus ojos y oyendo con sus oídos todo lo que Jesús estaba haciendo con relación al cumplimiento de las profecías y la obra de Dios, pero, en vez mostrar arrepentimiento por sus malas obras, se mantuvieron en sus trece atribuyéndolo al poder del Diablo. (Mateo 23:33-36)
¿Ahora entiendes por qué Caín, el hijo de Adán, pecó contra el espíritu santo? Fue porque a pesar de que veía que Dios estaba bendiciendo a Abel, porque hacía las cosas que agradaban a Dios, no quiso reconocer sus sacrificios. Cuando mató a su hermano y Dios lo llamó al orden, respondió con desprecio y falta de arrepentimiento. (Génesis 4:8-9)
Por la misma razón también Judas pecó contra el espíritu santo. Porque aunque durante más de tres años vio la obra de Dios en manos de Jesús, reconociendo que era un hombre justo, lo traicionó y vendió al enemigo por unas cuantas monedas. (Mateo 27:3-4)
Y de igual modo, los únicos que recibieron autoridad del espíritu santo con base en la ley de mandamientos para cobrar el diezmo fueron los sacerdotes levitas, para el sostenimiento del templo ubicado en Jerusalén y para sostener su pesada labor sacerdotal. (Números 18:21-29) En ningún lugar de la Biblia el espíritu santo autorizó jamás a nadie más para pedir, ni mucho menos exigir, un diezmo. ¿Por qué?
Porque a partir de Cristo, el espíritu santo constituyó al Hijo de Dios en sumo sacerdote de una nueva nación espiritual cristiana, que adoraría en el nuevo templo espiritual de Dios, el cual estaba ubicado, no en la tierra de Jerusalén, sino en el cielo, y cuyas obras serían principalmente espirituales. (Gálatas 4:26; Hebreos 7:23-28; 9:24)
Cualquiera que exija el pago del diezmo en el tiempo presente está violando las claras instrucciones del espíritu santo. Porque en el primer concilio cristiano realizado en Jerusalén, el espíritu santo dejó zanjadas por inspiración las exigencias de la ley que seguirían vigentes en la recién formada nación espiritual tras la muerte del Señor Jesucristo. En el edicto resultante no se incluyó el pago del diezmo. (Hechos 15:28-29) A partir de entonces, toda contribución a la obra cristiana debía ser voluntaria, no como parte de un requisito legal. (2 Corintios 9:5)
¿Qué les espera a los que pasan por alto las instrucciones del espíritu santo?
La Biblia dice que los que pasan por alto las instrucciones del espíritu santo sienten en el fondo de su corazón una desagradable expectación de condena. Perciben que algo así como un fuego los consumirá finalmente, por haberse constituido en adversarios de Dios, sobre todo por enriquecerse a costa de la pobreza de las ovejas. (Mateo 12:30; Ezequiel 34:1-31)
Porque si a cualquiera que violaba la ley de Moisés, se le juzgaba sobre la base del testimonio de solamente dos o tres testigos, ¿de cuánto mayor gravedad sería la pena para el que se burlara de la reputación del Hijo de Dios y ultrajara al espíritu recibido nada menos que gratis de parte de Dios? ¿Acaso fue por gusto que Dios dijo: 'Mía es la venganza, yo pagaré'. Y después: 'El señor juzgará a su pueblo'? ¡Qué cosa horrenda sería caer con las manos en la masa y comparecer ante el juicio del Dios vivo!
Pero en Su gran misericordia, Dios todavía pide a aquellas personas que recuerden su pasado, cuando fueron iluminadas por primera vez, cuando soportaron valientemente una gran lucha de padecimientos, por una parte, como espectáculo público lleno de oprobio y aflicción, y por otra, poniéndose de parte de quienes fueron tratados así; cuando tenían verdadera compasión de los prisioneros y cuando perdieron con gusto todo lo que poseían, cuando aceptaron la promesa de que después recibirían una posesión mejor y más duradera.
Dios los estimula a cultivar confianza en Él y en la recompensa que tiene lista para los que ejercen fe y obedecen la ley de Cristo, cuyo fundamento es el amor, no la codicia. Y los exhorta a tener paciencia, para que después de haber hecho la voluntad de Dios, reciba el cumplimiento de sus promesas. (Hebreos 10:26-39)
Características básicas de quienes pecan contra el espíritu santo
La característica básica de alguien que peca contra el espíritu santo es que no se arrepiente sinceramente de su pecado, sino que persiste en el error. No modifica su postura cuando se da cuenta de que está errado. Mantiene y sostiene el error doctrinal.
Por ejemplo, la Biblia indica que Jesús vino para salvar al mundo, pero no a salvar a los que se creían justos, sino a los que reconocían sus pecados. Y las curaciones que efectuó tenían como propósito salvar el alma, no el cuerpo. (Mateo 10:28). Sus apóstoles igualmente hicieron curaciones milagrosas, pero ¿a cuántos curaban, y cuánto tenían que pagar los enfermos? El espíritu santo dice que curaban a todos, es decir, sin excepciones, y libre de costo. (Mateo 10:7-9) Además, por el mismo espíritu no solo curaban a las personas, sino ¡resucitaban a los muertos!
Es interesante notar que Jesús advirtió que muchos a quienes Él rechazaría cuando finalmente juzgara a la humanidad serían personas que harían milagros y obras grandiosas en su nombre. (Mateo 7:21-23) Por lógica, si hoy alguien afirma que puede curar enfermos por el poder del espíritu santo, entonces también, por el mismo espíritu, debería poder resucitar muertos.
Otra característica fundamental de quien peca contra el espíritu santo es que no reconoce la obra de Dios aunque la evidencia señala claramente hacia ella.
Por ejemplo, Jesús no solo dijo que se podría reconocer a los falsos profetas por sus frutos, es decir, por sus obras, sino a los verdaderos. Por eso, cuando algunos expresaron duda de que Jesús estaba haciendo sus obras por el poder del espíritu santo, les dijo: "¿Dicen: "¡Blasfemas!" al que el Padre santificó y envió al mundo, solo porque dije: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean en las obras, para que se den cuenta y crean que el Padre está en mí y yo en el Padre.” Entonces, nuevamente intentaron prenderlo, pero él se escapó de sus manos”. (Juan 10:35-39)
La principal obra y característica de Cristo fue su amor, y de la misma manera los discípulos de Cristo tendrían que amarse entrañablemente entre sí para demostrar claramente la diferencia. (Juan 13:34-35; Juan 17:26)
En cambio, los que no son discípulos de Jesús tal vez se muestren amor entre sí cuando todo parece libre de presiones; pero cuando surgen dificultades, tales como guerras, terremotos o revoluciones, se dejan arrastrar por el orgullo, el egoísmo, el odio étnico o racial, el desprecio, la violencia, la codicia y el deseo de causar daño, que son las mismas características que exhibieron los escribas y fariseos que odiaron a Jesús y a sus discípulos en el nombre de Dios.
¿Cómo saber entonces quiénes tienen o no la aprobación de Dios?
No nos corresponde a nosotros determinarlo, sino a Dios mismo. ¿Cómo? Por ejemplo, los escribas, fariseos y saduceos que odiaron a Jesús y creyeron que Dios los bendeciría ricamente por haber exigido a gritos la ejecución de Jesús, liberando a cambio al delincuente Barrabás, fueron obligados a ver la respuesta final de Dios cuando les retiró su protección y dejó que los romanos destruyeran el templo y quemaran todos sus registros públicos sin dejarles manera alguna de mostrar, nunca más, su genealogía desde Aarón, requisito esencial para mantener y confirmar la línea sacerdotal.
Hoy el pueblo judío no tiene manera legal de probar quién proviene de la línea de descendencia de Aarón, de modo que pueda oficiar como sumo sacerdote un descendiente directo; ni de probar que proviene de la línea de Leví, para cobrar el diezmo (ya que los levitas eran los únicos autorizados a cobrar el diezmo); ni de probar quién proviene de la línea de descendencia de Judá, para afirmar que es el Mesías prometido. Las únicas genealogías que Dios permitió que se conservaran como testimonio son las que figuran en los evangelios. (Lucas 1:1-4) Lamentablemente, la mayoría de los judíos continúan rechazándolas porque creen que son falsedades. Diríamos que se trata nada menos que del eslabón perdido de la madre del Cordero.
Otro ejemplo. Moisés puso por escrito esta palabra de Dios claramente: 'Presta atención, Israel: Jehová nuestro Dios es único Señor. Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas'. Y añadió la siguiente advertencia: Grábate en el corazón estas palabras. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades'. (Deuteronomio 6:4-9) Y Jesucristo reafirmó la misma palabra inspirada por el espíritu santo cuando cierto maestro de la ley se le acercó y le preguntó: 'De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?'. Jesús dijo: 'El más importante es: "Oye, Israel. Jehová nuestro Dios es único Señor. Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". (Marcos 12:29) Por lo tanto, cualquiera que enseñe que Dios no es único Señor, como dijo Moisés y después corroboró Jesús, está pecando contra el espíritu santo, y el espíritu santo mismo advierte que no se modifique la doctrina. (1 Corintios 4:6; Gálatas 1:7-9; Apocalipsis 22:18-19)
Ten en cuenta que el espíritu santo no solo inspiró la escritura de la Biblia, sino que veló por su conservación y distribución a través de los tiempos. (Salmos 12:6-7; Con mayor razón abarcaría nuestra época. (Isaías 30:8-11)
Por eso, el arrepentimiento sincero es la única base por la que se puede pedir perdón a Dios en el nombre de Jesucristo para recibir Su espíritu santo y aferrarse a la esperanza del reino de Dios. (Hechos 2:38) Jesucristo propuso a los líderes religiosos de su tiempo (y los apóstoles posteriormente hicieron lo mismo) pidiéndoles que recapacitaran y enmendaran sus errores doctrinales y se acogieran a la misericordia de Dios, pero muchos de ellos prefirieron aferrarse al error antes que agachar la cabeza y reconocer sus excesos. La verdad que Jesús predicó fue contundente, pero ellos corrieron el riesgo y lo negaron como Mesías dándole muerte, suponiendo que el pueblo no despertaría ni abriría los ojos. (Juan 11:47-50; Hechos 2:38; 2 Tesalonicenses 2:11-12)
Pecar contra el espíritu santo es negarse a reconocer la evidencia que señala a la obra del espíritu santo y/o mantener una posición de falta de arrepentimiento respecto al pecado o al error doctrinal. (Hebreos 6:4-6; 2 Pedro 2:21) Si uno no ha llegado a ese punto, no debería pensar que ha pecado contra el espíritu santo.
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