"¡Mira allá! ¡Un pozo!"

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Cuando alguien habla acerca de querer morir, no necesariamente significa que desearía quitarse la vida. De hecho, hay quienes piensan que las personas que hablan así más bien desearían seguir viviendo, pero seguramente se sienten tan presionadas por sus circunstancias que suponen que lo mejor sería morir.

Un problema es que, a pesar de no quitarse la vida conscientemente, la persona podría programarse sutilmente para hacerse daño a sí misma. Es decir, no se quita la vida bruscamente, pero sí de a pocos, por decirlo así. Eso sería igualmente perjudicial, aunque menos notorio. O querer vengarse de otro(s) de alguna manera drástica. Sin embargo, sea como sea, aparentemente se relaciona con pensamientos y sentimientos negativos que la consumen interiormente, lo que algunos llaman karma. Hablando en parábolas, probablemente necesite remodelar un poco su vida interior. (2 Corintios 4:16)

Al respecto, ten en cuenta que lo que más necesita tu amigo por ahora es un oído paciente y compasivo, no consejos superficiales o soluciones simplistas que en realidad no desea escuchar. (Proverbios 17:17) Dedícale tiempo y no lo interrumpas. Deja que te diga todo lo que necesita decir. (Proverbios 20:5) Luego puedes hablarle confortadoramente, no expresando condena por sus puntos de vista. Y sobre todo, usa discreción. (Proverbios 15:22; Proverbios 25:11)

En todo caso, quitarse la vida es una decisión personal, y como toda decisión, resulta de pensamientos basados en una escala de valores. (Gálatas 6:5) Pero esto de ninguna manera significa que decimos que la persona tiene derecho de hacerlo. Porque evidentemente no es dueña de su vida. La vida pertenece a Dios. Él nos ha obsequiado el don del libre albedrío, pero no nos ha concedido el derecho que quitarnos la vida. No es una prerrogativa que Dios nos haya dado. Quitarnos la vida es un acto que, si bien es cierto depende de nuestra decisión, dejamos en claro que es contrario la voluntad de Dios. Porque toda la Biblia en su contexto apunta hacia la vida como la meta hacia la cual deberíamos tender, no hacia la muerte.

Por eso se nos insta vigorosamente a tomar consciencia de nuestra relación con Dios y a esforzarnos por entender lo que Él piensa acerca de todas las cosas, a fin de modificar nuestra escala de valores y conformarla a la escala que Él propone, la cual es perfecta y sublime. (Isaías 48:17-19) Entonces producimos mejores decisiones, decisiones acertadas que nos reportan satisfacciones. (Efesios 5:17)

Los malos se resisten a modificar y corregir su escala de valores, por eso continúan tomando decisiones que los llevan vez tras vez a más y más frustración. (Proverbios 4:19 No obstante, no te corresponde cargar con esa responsabilidad. Cada persona es libre de tomar sus propias decisiones, y eso incluye la decisión de seguir viviendo o no. (Proverbios 14:12)

En la Biblia se menciona el caso de personas de diferentes condiciones, circunstancias y épocas que a veces se sintieron tan asediadas por pensamientos negativos que desearon morir, pero finalmente corrigieron su modo de pensar y lograron seguir adelante, después de lo cual tomaron conciencia de que su vida sí tenía mucho sentido e hicieron contribuciones notables al desarrollo del propósito de Dios. (Génesis 27:46; Jueces 16:16; 1 Reyes 19:4; Job 3:11; Jonás 4:3)

En todo caso, tomar uno la decisión de quitarse la vida es una decisión drástica que resulta de la propia escala de valores. Si los padres de uno u otras personas han contribuido notablemente a la formación de una escala de valores equivocada, la investigación sincera de la Biblia puede ayudar a la persona a modificar estructuralmente dicho sistema de valores al punto de incorporar en su mente el punto de vista de Dios, extrayendo, descartando y reemplazando el suyo propio, lo cual resulta en renovar su amor por la vida. (Romanos 12:1-2; Efesios 4:22-24) Puedes leer más sobre este tema en el artículo "El software de la Biblia".

Por ejemplo, en Génesis 21:14-19 se muestra el caso de cierta mujer que, andando por los desiertos, tomó la fatal decisión de poner fin a su vida y a la de su hijo porque se les había acabado el agua. Estaban muy sedientos, cansados de caminar sin rumbo y a punto de morir. Entonces, aunque Dios no le hizo ningún milagro, sí le dio discernimiento para tomara conciencia de que su situación no era tan desesperanzada como ella pensaba. ¡Estaba a un paso de un pozo de agua y no se había dado cuenta! Estaba tan ensimismada en sus pensamientos negativos que no lo había visto. Pero ahora vio el pozo, bebieron toda el agua que necesitaban y lograron continuar adelante. Con el tiempo, aquel hijo llegó a ser padre de una gran nación cuyos descendientes llegan hasta nuestros tiempos.

Poco después del Éxodo, el pueblo de Dios cedió a la murmuración cuando vieron que se les acababa el agua. No tuvieron en cuenta que Dios era el que los había salvado de Egipto, dirigiendo a Moisés por el desierto. Al murmurar, no solo mostraron una gran falta de respecto, sino de confienza en Su poder salvador. En vez de esperar en Él, repudiaron a Moisés y exigieron dar media vuelta y regresar para servir nuevamente como esclavos, algo de lo cual estaban hartos. ¡Qué falta de paciencia e inteligencia!

No tuvieron en cuenta que Aquel que los había salvado era más inteligente que ellos. Él sabía por dónde estaba llevándolos con seguridad a través de aquel grande e imponente desierto. A solo 6 kilómetros de donde empezaron a murmurar hallaron nada menos que un inmenso oasis con doce manantiales de agua y setenta palmeras (Éxodo 15:27) Jehová sabía por dónde los estaba llevando bajo el acaudillamiento de Moisés. Sabía que había un oasis cerca, donde saciarían su sed, pero le causaron dolor expresando desconfianza en su capacidad de amarlos hasta el fin. En sus corazones, prefirieron volver a la esclavitud de un gobierno injusto y opresor. (Salmo 78:40-43; Hechos 7:39)

Hoy ocurre algo similar. Muchas veces tomamos decisiones imprudentes más porque no vemos una solución al problema, no porque no exista una solución. Y la mayoría de veces solo se trata de modificar uno su punto de vista acerca del problema, a fin de sacarle provecho a las desventajas. Nunca olvidemos el pozo que la mujer no vio, sino que, desesperada, se abandonó a sí misma y a su hijo pensando que la muerte era su única opción; o como el oasis de setenta palmeras y doce manantiales que los israelitas ignoraban que había a solo unos pocos kilómetros más al sur.

Sin embargo, más que la satisfacción que produce beber agua física, ¿por qué mejor no tomar en cuenta estas interesantes palabras de Jesús: 'Todo el que beba de esta agua [física] volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré [agua espiritual], no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna'? (Juan 4:14) ¿A qué se refería?

Por 'agua de vida' Jesús se refería tanto a la información exacta que les proporcionaba acerca de la voluntad de su Padre como al fuerte estímulo que les impartía con su ejemplo y al calor de su compañerismo estrecho. (Juan 14:6-7; 14:13-14; 1 Juan 5:14-15)

Jesús no solo comparó la información acerca de la verdad de las buenas nuevas del Reino a un vaso de agua refrescante, sino, por qué no decirlo, a un oasis de setenta palmeras y doce manantiales. Porque cuando la persona incorpora en su vida los elevados valores morales de la Biblia, sus decisiones adquieren más sentido, su vida da un giro notable y logra ver mejor sus opciones para seguir adelante. El resultado es que se regocija tanto que no puede menos que compartir las buenas nuevas con los demás.

Por eso, si quieres ayudar a tu amigo, ¿por qué no seleccionas algunos pasajes confortadores, promueves un clima agradable de conversación y le lees con apacibilidad de las páginas de la Biblia? Eso podría actuar como un bálsamo refrescante más que como un duro sermón. (Proverbios 3:5-6; Isaías 41:13; Hebreos 13:5-6)

Eso puede tener un efecto más poderoso que un imán; más poderoso que todo lo que personalmente se te podría ocurrir. Porque 'la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y evalúa correctamente todos los pensamientos y las intenciones del corazón'. (Hebreos 4:12) Y, en vez de seguir sintiéndose atraído hacia la muerte, tal vez se deje atraer hacia la vida verdadera (1 Timoteo 6:19)

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