Lo de mayor importancia

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Hoy casi todo se puede pagar de manera virtual. Pero desde que se inventó el sistema bancario, siempre se ha usado un cheque o pagaré. 

Este artículo se basa en algo que le sucedió a alguien que se había distanciado de su iglesia, según el relato de una persona que conoció al protagonista de la anécdota.

Pero antes, una pregunta: ¿Cuál dirías que es la sección más importante de un pagaré o cheque bancario al momento de efectuar un pago o cobranza? La respuesta es: imposible decir que hay una sección que sea más importante. Absolutamente todas son importantes. Basta que falte llenar una de las secciones para que el banco lo rechace. ¿Verdad?

Bueno, un día, dos pastores visitaron a un miembro de su iglesia. Este se había distanciado por algún tiempo. No solo dejaron de verlo en sus reuniones, sino que ya no recibían su diezmo. El hombre siempre había sido puntual y generoso. Les extrañaba un cambio tan radical.

Vale decir que el hombre había estado sufriendo por un terrible suceso inesperado en su vida. Se había distanciado debido a que, por un lado, se había sentido muy desmotivado, y por otro, extrañado de que transcurriera tanto tiempo sin que sus pastores preguntaran por él, lo cual agravó su malestar. Pero había algo más.

Cuando los pastores llamaron a su puerta, el hombre se alegró muchísimo de verlos, y ellos también. Los invitó a tomar asiento y conversaron largo y tendido. Ellos le expresaron su pena y empatía por todas las cosas que le habían ocurrido, y por supuesto, también le transmitieron todo el cariño de sus correligionarios.

El hombre de sintió consolado. Pero había llegado el momento de tocar el delicado asunto que parecía preocuparles más a los pastores: el diezmo atrasado. Le leyeron varios pasajes pertinentes de la Biblia. El hombre se preguntaba por qué tanto interés en el pago estricto del diezmo y de las maldiciones divinas en caso de no cumplir.

Le explicaron con cariño las muchas bendiciones que había recibido del Señor durante el tiempo en que pagó puntualmente su diezmo, y que aparentemente empezó a tener problemas y dificultades cuando se distanció de la iglesia, dejando de cumplir con el diezmo. Los pastores hicieron una oración y luego se quedaron mirándolo, esperando su reacción.

El hombre lo lamentó mucho y les pidió perdón por su descuido. Trajo su chequera y empezó a llenar su cheque. Pero entonces, les confesó un pecado y les hizo una pregunta. El pecado era que no les había dicho toda la verdad. Los pastores sonrieron y se miraron el uno al otro, complacidos.

Les confesó que la verdadera razón de su alejamiento había sido que había notado que en la iglesia nadie mencionaba el nombre de Dios. Dijo que en su anterior traducción de la Biblia el nombre de Dios aparecía en todas partes, pero en la traducción de la iglesia decía "Señor" en todos los casos. Su pregunta era ¿por qué? Pero nadie le había dado una respuesta coherente o satisfactoria.

Añadió que había leído muchas veces el nombre de Dios en Isaías 42:8* y que también se había enterado de que en la antigüedad Moisés profetizó que dicho nombre sería proclamado en toda la tierra. Proclamar significa "decir algo en voz alta, públicamente y de manera solemne. (Éxodo 9:16)

Y lo que más le preocupaba era que en Apocalipsis 22:18-19 había leído que recaía una maldición sobre quienes se atrevieran a quitar o remover alguna parte de las Escruturas. Su pregunta era: "Si el nombre de Dios es lo más importante, ¿por qué no aparece en ningún caso en la traducción de la Biblia que usa la iglesia?". Sentía como si lo hubieran suplantado o borrado.

Entonces los pastores lo consolaron diciéndole que no había problema, que no se preocupara por ese detalle, que con su pago puntual del diezmo el Señor le perdonaría todos sus pecados y lo colmaría de bendiciones. 

Insistieron en que el nombre no era tan importante. Lo importante era que fuera sincero en su corazón y que dirigiera sus oraciones y pensamientos solo al Señor, pero sin olvidar cumplir con su diezmo. Eso era todo. No debía preocuparse. Dios lo perdonaría. "El nombre no es importante", reiteraron.

El hombre suspiró y dijo: "Mmm, ya entendí. Me han quitado un peso de encima. Ahora todo ha me quedado claro. Ustedes dicen que el nombre no es importante". Y agradeció muchísimo su visita.

Acto seguido, terminó de llenar el cheque, añadiendo que, para compensar por todas las molestias, no solo se pondría al día con su diezmo atrasado, sino que les daría un poco más, porque últimamente le había ido muy bien en sentido económico. Y vieron que escribió una cifra larga. Se puso de pie, les entregó el cheque y los acompañó a la puerta.

Mientras se retiraban, los pastores miraron la enorme cifra y se miraron el uno al otro, asombrados y muy complacidos. Pero entonces notaron un detalle. Había olvidado poner su firma. "¡Ups! Falta su firma", le dijeron.

El hombre les respondió sonriendo: "No hay problema. No se preocupen por ese detalle, pastores. El Señor sabe que ustedes son sinceros y que el nombre no es importante. ¡Muchas bendiciones!". Sarcásticamente certero.

Ellos recibieron el mensaje fuerte y claro. ¡El nombre de Dios era para él lo más importante!
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*El profeta Isaías registró el nombre del Dios de los hebreos más de 470 veces en su libro. En español se translitera como un  tetragrámaton o conjunto de cuatro letras: YHWH. Y aunque se sabe que Moisés lo registró más de 2380 veces en su Pentateuco, no se sabe qué vocales usó originalmente cuando lo proclamaba al pueblo hace más de 3500 años.

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