Apocalipsis

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¿Qué emociones y sentimientos te provocan el libro de Apocalipsis? ¿Temor? ¿Ansiedad? ¡No lo permitas! Todo lo contrario. Si lees con cuidado el primer capítulo, verás que se dice que los que leyeran [y entendieran] su contenido serían felices. Veamos por qué.

"Apocalipsis" es el nombre griego que identifica al último libro de la Biblia, y su significado es lo contrario de 'mantener secreto'. Y siendo que dice que leerlo y entenderlo nos haría felices, por lógica también nos aportaría esperanza y consuelo.

El problema es que las personas suelen fijarse más en aquello que les suena mal, y se angustian y alarman. Sin embargo, aunque es cierto que debemos alarmarnos con el fin de prestar atención, los que más deberían alarmarse son los que desafían conscientemente las leyes de Dios.

Por ejemplo, en un entorno donde prima el respeto y el amor, no se necesitan muchas reglas ni restricciones porque todos cooperan por el bien común. Pero si hay quienes faltan el respeto y no quieren cooperar, la comunidad se ve en la necesidad de imponer normas. (1 Timoteo 1:8-10)

Por lo tanto, en vez de resentirnos, nos alegrmos de que se restablezca el orden y podamos vivir en paz y armonía. Es una cuestión de enfoque, de ver la cuestion de fondo, no sólo nuestros intereses personales. (Filipenses 2:4)

Es muy interesante que el libro de Apocalipsis dé a entender la urgencia de descifrar sus símbolos, porque en el primer capítulo da a entender que es un mensaje encriptado sobre algo que 'va a suceder dentro de poco'. 

¿Dentro de poco? ¿A qué se refiere, y a partir de cuándo? Si no lo averiguamos, ¿cómo entenderemos todo lo demás? Por lo tanto, es vital colocar en su lugar la primera pieza: a partir de cuándo debemos entender la frase: "Dentro de poco"?

Un Enigma resuelto

Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis desarrollaron un avanzado sistema de encriptación para enviar y recibir mensajes al frente de batalla. Parecía indescifrable. Lo llamaron Enigma.

Para contraatacar eficazmente era necesario descubrir cómo lo hacían. Convocaron a los mejores matemáticos y estos calcularon que dicho sistema tenía unos 160 trillones de configuraciones, que los nazis reajustaban cada 24 horas. ¿Cómo podrían comprobar cada una?

Lamentaron que, aunque 10 genios matemáticos se dedicaran a revisar cada configuración a razón de una por minuto las 24 horas, 7 días a la semana, ¡requerirían nada menos que 20 millones de años! En otras palabras, para evitar los bombardeos de los nazis y contraatacar, debían analizar aproximadamente unos 20 millones de probabilidades cada 20 minutos. ¡Una locura! Era una misión imposible.

Contra el escepticismo de todos, uno de los genios matemáticos convocados discernió una manera diferente de enfocar el dilema. Resolvió el enigma y logró descifrar los códigos sin tener que realizar tanto esfuerzo. No fue imposible, sino una cuestión de criterio.

Apocalipsis, ¿un secreto?

¿Pero qué podríamos decir del mensaje del Apocalipsis? ¡Estuvo a la vista en las páginas de Biblia desde los tiempos de Juan! Pero nadie pudo discernirlo antes de los últimos días. ¿Por qué?

Porque así lo había dispuesto su autor, Dios. Algunas piezas del enigma serían acontecimientos históricos que ocurrirían precisanente en los últimos días, no antes. 

Era como un rompecabezas solo se podría armar cabalmente cuando sucedieran ciertos acontecimientos historicos. Un mensaje encriptado imposible de resolver antes de tiempo. ¿No es fascinante? 

¿Recordamos que Jesús solía repetir la frase: "Estén alerta"? Igualmente, aunque Apocalpsis contenía un mensaje que cualquiera podía leer, nadie podría descifrarlo por completo a menos que supiera cómo hacerlo. 

Además, se cumpliría coordinadamente con las profecías Daniel, y ese dato no aparece en el libro de Apocalipsis. Sin embargo, Jesús dejó una pista para los que obedecieran su mandato de estar alerta. (Daniel 12:9-10; Mateo 24:15-16)

No obstante, como ocurre con todo rompecabezas, a pesar de no haber terminado de armarlo, nos vamos emocionado y alegramos cada vez más a medida que progresamos en un 70, 80 y 90%. 

Y siendo que no se trataba de un juego, sino de la embestida del Armagedón, sería un margen más que suficiente para poner a todos en modo alerta para estar preparados. (Lucas 21:28-36; 1 Tesalonicenses 5:2)

El matemático que derrotó a Enigma le dejó al mundo la lección de que, 'a veces, las personas que todos piensan que son menos capaces de solucionar un problema son las que resuelven problemas que nadie pudo resolver'. 

Eso precisamente ocurriría con el libro de Apocalipsis, con la diferencia de que ningún matemático podría dilucidarlo por medio de ningún algoritmo o enfoque personal. Solo podrían resolverlo aquellos a quienes Dios ayudara a discernir el momento histórico y luego entendieran la frase "dentro de poco" o "el tiempo está cerca:.

Mataron a Jesús sus detractores porque lo odiaban, pero resultó ser quien transmitió a Juan el libro de Apocalipsis, un enigma que nadie podría resolver sin la aprobación de su Padre, simbolismos que solo podrían resolverse en los últimos días por medio de estudiar a fondo los Santos Escritos, observando atentamente el curso de la historia. 

Un enigma de Dios

Si leemos con cuidado, el mensaje lo originó Dios, que lo entregó a su Hijo Jesucristo, que a su vez lo entregó a su ángel, que lo entregó a Juan, quien finalmente lo distribuyó, no a todo el mundo, sino a los hermanos espirituales de Cristo. (Apocalipsis 1:1-4) 

Por otro lado, la palabra "Apocalipsis" no es el título de ningún libro del "Antiguo Testamento", tampoco del Talmud, ni se encuentra como título en ningún otro libro de la Biblia. 

Es una palabra que solo se menciona una vez en el libro de Apocalipsis. ¿Cómo pudo una palabra levantar tanto revuelo? Dios la escogió sabiamente para lograr el efecto que se propuso.

Ahora, sería necesario comenzar por descifrar cuál sería el punto de partida del cumplimiento final de la profecía. Solo así se podría definir cuándo comenzaría a contar el tiempo que indicaba la frase: 'dentro de poco', y solo entonces se podrían descifrar los símbolos del mensaje, es decir, a la luz de los acontecimientos mundiales, puesto que se relacionarían con cosas que ocurrirían en un período determinado y en toda la tierra.

Felizmente, el propio libro indica cual sería el punto de partida para empezar a descifrarlo. (Apocalipsis 1:10) Y también provee suficientes indicios para seguirle la pista a todos sus simbolismos. 

Se pueden encontrar referencias en otros lugares de la Biblia, teniendo presente el desenvolvimiento de los acontecimientos mundiales, registrados en la historia.

Por ejemplo, si observamos la profecía de Daniel respecto a ciertas bestias salvajes, notaremos que traza claramente una corriente histórica sin la cual sería imposible visualizar el final. A su vez, dichos símbolos y acontecimientos engranan con los de Apocalipsis. No son hechos aislados, sino complementarios.

Distinguir las diferencias y discernir la simbología sería un desafío imposible para cualquier matemático, pero no para su Autor, que podía ayudar a descifrarlo y revelarlo a quienes quisiera y en el momento más oportuno. (Mateo 11:25-26)

Sabemos que un símbolo es una representación o figura, no la realidad exacta, y que no todo en la Biblia se presenta en metáforas ni en lenguaje figurado. Por otro lado, debemos tener en cuenta que el Apocalipsis no trata de varias profecías, sino de una profecía, tal como se especifica en su introducción.

¿Un asunto de discernimiento?

Entonces  ¿dónde y cómo conseguir un discernimiento capaz de ayudarnos a descubrir su contenido? La respuesta está en la propia Biblia. 

Por ejemplo, cuando los apóstoles de Jesús no entendían una metáfora, le preguntaban a Jesús en privado lo que significaba, y Jesús respondía con base en las Escrituras. (Mateo 13:10-15, 36) 

Hoy la Biblia está completa y contiene todas las respuestas y principios. (Proverbios 1:1-7)

Sin embargo, a pesar de ser un extraordinario maestro, Jesús advirtió con franqueza que no todos le entenderían. (Mateo 13:10-17) Y no era una advertencia poco usual en las Escrituras. Leemos algo parecido en la conclusión de las profecías de Isaías y Daniel. (Isaias 6:9; Daniel 12:4, 8-10) 

A veces, Jesús simplemente reiteraba o aplicaba algo que ya habían mencionado otros escritores de la Biblia. Por eso sus discípulos debían esforzarse por estudiarla con fe y humildad de corazón. (Isaías 6:9-10; Ezequiel 3:8-9) Los apóstoles también lo reiteraron. (Hechos de Apóstoles 28:26-27)

El mensaje en cuestión era más abarcador de lo que un lector casual podía notar, ya que una parte no solo tendría un cumplimiento en el primer siglo, sino mucho después. (Apocalipsis 1:19) 

Las profecías de Daniel solo se podrían entender durante el tiempo del fin. De modo que discernir cuándo empezaría el tiempo del fin sería un factor clave para empezar a descifrar su mensaje. Dios no permitiría que se revelara antes.

Otro detalle interesante es que el libro de Apocalipsis recoge simbología y conceptos vertidos en la Ley y los Profetas. De manera que, si alguien estudia la Biblia respetuosamente, se percatará de la familiaridad y armonía entre los libros de Ezequiel, Daniel y otros.  

Ahora bien, cuando Jesús se refirió al tiempo del fin, dijo frases clave que no debemos obviar. Por ejemplo: "El que lea, que entienda [o se esfuerce por entender] lo que lee". (Mateo 24:15)  "Cuando vean suceder estas cosas, sepan que se acerca el reino de Dios".  (Lucas 21:28-33)

Por tanto, quien quisiera entender tendría que respetar al Padre, ser humilde y prestar muchísima atención a los acontecimientos, comparándolos con las profecías. Dios fue el originador de la simbología  y lo hizo de forma tan magistral que ninguna persona no autorizada por Él la entendería, aunque fuera un genio matemático. (1 Corintios 1:19; 2:14; 3:18-19)

Además, Jesús advirtió: "Cuidado que no los engañen, porque muchos vendrán en mi nombre [...] y engañarán a muchos".  (Mateo 24:4-5) Eso significaba que usar el nombre de Jesucristo, incluso haciendo milagros, no sería una garantía de seguridad, sino todo lo contrario. (Mateo 7:21-23) Dicho sea de paso, una particularidad de fines del siglo 20 y comienzos del 21 es que la ciencia de la agnotología llegó a estar muy avanzada.

Entonces, ¿cómo y en quién confiar? Jesús dio una clave que se puede leer en Mateo 23:28-29. Allí cita el Salmo 118:26 haciendo referencia, no a sí mismo, sino específicamente a su Padre, el Dios de los hebreos. (Juan 8:54) Y muy apropiado porque el Apocalipsis es un mensaje del Padre. Su Padre era el único que podía proveer la explicación más acertada. (Mateo 24:35; Juan 12:49-50; Apocalipsis 5:1-10)

¿Quién podrá descifrarlo?

Por eso, todo el que desee entender el mensaje que contiene el libro de Apocalipsis debe aceptar humildemente que Dios mismo es el único que concede el entendimiento mediante los canales que Él aprueba y dispone, tal como dispuso un canal de transmisión cuando lo comunicó a Juan. Todo fue mediante el espíritu de Dios, no por computadoras, calculos matemáticos ni sabiduría humana. 

Entonces  ¿qué emociones y sentimientos debería provocarnos la lectura del Apocalipsis? ¡Una inmensa felicidad y esperanza! Pero solo si lo leemos con mucho interés, ya que también da a entender que los que no lo leyeran [ni entendieran correctamente] serían consumidos por el temor y la ansiedad.

Jesús dijo a sus discípulos que no se preocuparan, porque todos los secretos serían revelados en su momento. Y ellos lo entendieron así. (Mateo 10:26; 1 Corintios 4:5)

Por lo tanto, quedemos claros: el contenido del libro de Apocalipsis hace felices a quienes lo descifran. Jesús siempre vinculó el entendimiento correcto con la felicidad. (Mateo 13:14-16)

¿Y qué se requiere para descifrar los secretos? Humildad, paciencia y un interés sincero, no arrogancia, prejuicio ni espíritu de contradicción. Hay que reconocer que es del Padre de quien procede la sabiduría y las instrucciones. (Génesis 40:8; Proverbios 1:1-7; 2:1-11; Mateo 11:25-26)

De hecho, nadie puede seguir a Cristo si el Padre no se lo concede. Ni siquiera los apóstoles pudieron predicar dónde ellos querían. Tenían que esperar y seguir instrucciones.  (Juan 6:65; Lucas 8:38; Hechos de Apóstoles 16:6-9)

En caso de que desees leer el interesante libro de Apocalipsis y experimentar la felicidad de entenderlo, no será cuestión de tocar campanitas, darle un like a nadie, suscribirte ni pagar diezmos. (Mateo 10:8; Apocalipsis 22:17)

Solo acércate en oración a Dios en el nombre de su Hijo Jesucristo y suplícale humildemente que te conceda el favor de discernir y entender más. (Lucas 8:16-18)  Él sabrá ayudarte y guiarte al conocimiento mientras exista esperanza. (Salmo 118:26; Daniel 7:15-18; Juan 17:3) 

Biblia es clara al explicar que, cuando llegue el fin, Dios cerrará sus oídos y no escuchará las oraciones de quienes no aprovecharon las oportunidades disponibles. No los ayudará ni salvará en el último momento. (Proverbios 1:23-33)

No es que sea cruel. El problema es que llegará un punto en que ya no dependerá de Él, sino de cada uno. Llegará el momento en que, al igual como ocurrió con Jesús, la fe y la confianza absoluta en Dios será el factor clave. (Filipenses 2:12; Hebreos 10:38; 1 Pedro 4:18)

A lo largo de sus páginas, toda la Biblia ha enfatizado que quienes no prestan atención a las advertencias, atraen sobre sí mismos consecuencias desastrosas. No es así para quienes se esfuerzan por hacer la voluntad de Dios. (Sofonías 2:3; Romanos 6:23)

En pocas palabras, el libro de Apocalipsis es la última llamada para quienes deseen sobrevivir cuando el Creador de los cielos y la tierra, diga: "¡Basta!". Eso será cuando los reyes de la tierra provoquen y desencadenen el Armagedón. (Apocalipsis 16:13-21)

El mensaje del libro de Apocalipsis ya no es un secreto. Es un llamado para los buenos, para que hagan un autoexamen y se aseguren de estar del lado vencedor, y para los malos, como última oportunidad para recapacitar y pasarse al lado vencedor. (Apocalipsis 6:2)

Definitivamente, el lado vencedor no es el de los que no sienten ningún remordimiento por arruinar la tierra. (Ezequiel, cap.7; Lucas 21:36; Apocalipsis 11:18-19)

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