Prepárate para lo que se viene

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Cuando uno tiene un negocio, llega un momento en que tiene que revisar sus cuentas, es decir, calcular cuánto dinero entró y cuánto salió. La Biblia menciona el tiempo en que Dios pediría cuentas a los seres humanos. Pero no se trataría de dinero, sino del uso que dimos a nuestra vida y a las oportunidades que nos dio para usar nuestros recursos.

Un pasaje de la Biblia que resonó en el antiguo Israel fue el que registró Amós en su libro, capítulo 4, versículo 12: "¡Prepárate, Israel, para encontrarte con tu Dios!". Pero ¿en qué circunstancias y en qué contexto dijo eso Amós? ¿Tendrá una aplicación parecida en nuestros tiempos? A juzgar por lo que se está viendo en el mundo, los que analicen la profecía de Amós podrán sacar sus propias conclusiones.

Es cierto que los cristianos deben esforzarse por averiguar y luego hacer la voluntad de Dios, pero ¿por qué parece ser hoy más urgente que nunca? ¿Qué tienen de especial estos tiempos ?

Según se lee en la Biblia, el antiguo pueblo de Israel fue liberado por Jehová de las garras de la esclavitud en el Egipto antiguo. El orgulloso, osado y terco faraón se habia enfrentado a Moisés, y su fin llegó a ser un desastre completo, tanto para él  como para su familia y para todos sus súbditos.

Muchas películas de Hollywood han ilustrado las diferentes maneras como dicho gobernante se burló de Dios, ¡hasta nueve veces! Muestran que la provocación finalmente llevó al tope la paciencia de Dios para con los desafiadores y rebeldes. De hecho, Moisés le dijo que hablaba en nombre de Jehová.

Una tras otra, nueve plagas dieron más que suficiente tiempo y oportunidad a los egipcios para que se dieran cuenta de que estaban resistiendo a Dios, y de arrepentirse y comenzar a reconocer que estaban equivocados al perseguir de manera cruel a Moisés y su pueblo. Pero una y otra vez siguieron mofándose del profeta. Despreciaron abierta y desafiantemente la misericordia de Dios.

Por último, la décima plaga alcanzó a todos los primogénitos de Egipto, y el hijo del faraón no fue una excepción. No fue una muerte indiscriminada, como quien esparce un virus, sino selectiva. Eso les permitiría reconocer, de una vez por todas, que el asunto no se debía a una casualidad, a una intervención humana, a un acto de brujería ni a una pandemia cualquiera. ¡Con sus acciones desafiantes contra Moisés provocaron nada menos que a Jehová, el Dios verdadero!

Lamentablemente, a pesar de que Dios los liberó  de la esclavitud, la mayoría de los israelitas resultaron desobedientes hasta el punto de volverse hediondos a los ojos de los países que los rodeaban. Los pueblos los despreciaban. Ya no eran esclavos, pero se volvieron infieles. La Biblia registra con total franqueza y transparencia el comportamiento desobediente de la nación. 

En los tiempos del profeta Amós eso quedó muy claro, y también está quedando muy claro en nuestros tiempos, con la diferencia de que hoy en día, no uno, sino todos los que defienden el nombre y la reputación de Dios están en el centro de la controversia. Por decirlo así, es como si estuvieran en el centro de todas las miradas, como si muchos se preguntaran: "¿Y ahora qué hará al respecto Ese que ustedes que dicen que es Dios?". 

En el capítulo 4 de su profecía, Amós recalcó cómo se amontonaron los errores del pueblo hasta caer en desgracia. Adoraron a dioses falsos, robaron, sobornaron y defraudaron e hicieron muchas cosas malas a los ojos de Dios. Con profecías claras Amós les suplicó arrepentirse, pero no hicieron caso. Prefirieron adorar animales y objetos y seguir en su mal proceder.

Cuando Amós fue nombrado profeta y apareció en el cuadro diciendo que venía y hablaba en nombre de Jehová, rogándoles que cambiaran de actitud, se mofaron de él y lo condenaron. El capítulo 7 detalla cómo lo resistieron y ofendieron, aunque era un hombre que había desarrollado un buen corazón.

El principal instigador, un sacerdote falso de nombre Amasías, afirmó que Amós era un don nadie. Lo despreciaba mucho, hasta el punto de que le exigió expresamente que se retirara del lugar y que se fuera a predicar a otra parte. Le contó mentiras al rey a fin de que tomara medidas enérgicas contra 'ese falso profeta' Amós. ¿Pero lograría amedrentarlo? ¡Todo lo contrario! Amós estaba tan seguro de que Dios cumpliría su profecía que la persecución, la burla y la opresión lo fortalecieron. ¡Añadieron potencia su mensaje!

Amós le entregó un mensaje personal de parte de Jehová al fanfarrón Amasías. Profetizó en su cara que, como consecuencia directa de su desobediencia, los soldados del ejército enemigo convertirían a su esposa en prostituta y que sus hijos morirían por la espada. Además, él mismo moriría fuera de su pueblo y todos sus siervos serían llevados al destierro. ¡Todo se cumplió al pie de la letra!

De modo que cuando Amós le advirtió al pueblo: "¡Prepárate para encontrarte con tu Dios!", no estaba hablando de parte de sí mismo, sino de parte de Jehová. Tampoco se trataba de que se preparara como cuando alguien se arregla para salir a comer y disfrutar de un agradable momento con una persona importante. No sé trató  de una invitación como para recibir en casa a un invitado muy especial. 

Se trataba nada menos que de enfrentarse a Dios mismo. ¡Fue una declaración de guerra! Les había llegado el fin. (Amós Cap. 8) Se había terminado la paciencia y tolerancia del Dios verdadero, el Creador de los cielos y la tierra, Aquel a quien Jesucristo se refirió muchas veces como "mi Padre que está en los cielos". Había llegado el tiempo para que las consecuencias de los errores, la idolatría, maldad e injusticia del pueblo llegara a su fin. En pocas palabras Jehová estaba diciéndoles: "¡Basta! Fue suficiente. No más oportunidades".

¿Y luego qué? El mensaje de Amós concluyó con palabras de esperanza, tal como se lee en el capítulo 9: ¡Tenía profecías de restauración! 

En estos tiempos también sucede algo parecido. Se cumple casi exactamente lo mismo: Muchas personas hacen cosas malas y desprecian el mensaje de la Palabra de Dios. Por eso Él se verá obligado a retirarlas de su vista. La esperanza de vivir en un mundo restaurado por Cristo Jesús se cumplirá solamente en quienes declararon tenían fe en el Señor pero además actuaron con valor y decisión llevando el mensaje de restauración en medio de la burla, oposición y apatía de los incrédulos. (Mateo 7:21-23; 23:39; Hechos de Apóstoles 3:19-21)  

¿Los que llevaron el mensaje? Sí. Eso es lo que dice Apocalipsis cuando Juan se refiere a la victoria contra Satanás:

"Y ellos vencieron gracias a la sangre del Cordero y al mensaje que dieron como testimonio. Ni siquiera valoraron su vida para evitar la muerte. Por eso, ¡alégrense, cielos y sus habitantes! ¡Ay de la tierra y del mar, porque el Diablo está furioso y ha bajado a ustedes, reconociendo que ya no le queda tiempo". (Apocalipsis 12:11-12)

Por tanto, al decir: "¡Prepárate para encontrarte con tu Dios!" no estaba dando una bienvenida. El Creador estaba haciendo una declaración de guerra. Una de la que solo saldrían ilesos los que lavaran simbólicamente sus prendas de vestir en la sangre del Cordero, Cristo Jesús, y proclamaran su mensaje

¿Y los que se burlaran y tomaran a la ligera el mensaje de Amós? Que sigan burlándose. Con tal proceder no les quedará escapatoria, tal como no hubo escapatoria en los tiempos de Moisés para el faraón de Egipto y su impotente ejército. No quedará ni uno. (Éxodo 14:13; Apocalipsis 22:11)

Así que preparémonos para lo que se viene, porque no será una sorpresa agradable cuando Dios finalmente intervenga. Cada quien recibirá con justicia lo que le corresponda según haya sido su comportamiento para con sus mensajeros. Amós fue muy claro en el pasado, y no hay nada que indique que no ocurrirá lo mismo. La maldad, la burla, el abuso y la opresión han colmado la tolerancia de Dios.

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