¿Cómo se estudia la Biblia?

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¿Cómo se prepara una pizza? Si es tu primera vez, sabes perfectamente que una persona inteligente no se aventuraría sin tener la más remota idea de cómo hacerla. ¿Por qué? 

Porque tienes hambre, te ha provocado una y no quisieras improvisar. Quizás fracasarías y terminarías comiendo en un restaurante y después regresarías a casa y te pasarías dos horas limpiando el desastre que dejaste en la cocina. Y lo peor sería que probablemente nunca más volverías a intentarlo.

Tu razonamiento te dicta tomarte un momento para obtener una receta simple y seguir las instrucciones, luego conseguir los ingredientes apropiados, seguir los pasos al pie de la letra, y prestar atención a la temperatura y tiempo de cocción. ¡Listo! Te das el gusto de comer una rica pizza.

Claro, si quieres una pizza extraordinaria, es decir, si no quieres correr ningún riesgo, podrías optar por un delivery. Pero hay tantas opciones... El mundo está literalmente lleno de recetas, ingredientes, restaurantes y precios. Hay tal variedad que parece infinita. Imposible decidirse entre tantas alternativas. ¿Cómo tomar una decisión? 

Bueno, no es muy difícil cuando se trata de satisfacer tu apetito con una pizza. Después de todo, solo parece un enorme y súper elaborado pan con queso. Pero tratándose de algo tan importante como estudiar la Biblia requiere más que pensarlo bien. ¿Por qué?

Alguien dijo una vez que 100,000 personas no pueden estar equivocadas. Pero ¿crees tú  eso? De hecho, miles de millones podrían estar equivocadas en este mismo momento respecto a muchas cosas. 

Por ejemplo, el COVID19 sacudió al mundo. Al principio, ¿cuántos creyeron que no era para tanto? Después, ¿no empezaron a ponerse mascarillas de fabricacion artesanal, suponiendo que evitarían un contagio? ¿Cuántos creían que Cristóbal Colon fue el primero que descubrió América? Después ¿cuántos cambiaron de parecer, creyendo que fueron los vikingos? ¿Cuántos han jugado al azar por lo menos una vez en la vida porque creyeron que ganarían? ¿Cuantos han ido al médico porque creyeron que serían curados con un simple tratamiento y la cosa resultó mucho peor?

¿Cuántos creyeron que el plástico, los combustibles fósiles y el electromagnetismo serían la solución a muchos de nuestros problemas? ¿Pero qué se piensa hoy? No es una exageración decir que lo plausible, creíble o que se conforme a nuestra concepción del mundo muchas veces resulta ser falso.

En Mateo, capitulo 24, Jesucristo dio instrucciones específicas para los últimos días. Lo primero que advirtió fue esto: "Cuidado de que nadie los engañe". Eso significaba: "Cuidado [o estén alerta] de que nadie los engañe". Una frase que no es muy difícil de entender, ¿verdad?

Lejos de estimular una postura dogmática, estaba invitando a sus seguidores a pensar críticamente acerca del sentido común, y a reflexionar sobre lo que la mayoría dejaba a la intuición y después ponía en un pedestal como verdad indiscutible. No era por oponerse y nada más. Quería evitarles un desastre. Y siempre se apoyaba en las Santas Escrituras. De hecho, sus discípulos evitaron el desastre del año 70 por mantenerse alerta.

Una palabra, una frase, un párrafo, un artículo, un simbolismo, una interpretación, una obra, un discurso, un estímulo, una declaración, una noticia, un acontecimiento, es decir, cualquier cosa, por pequeña que parezca, puede marcar una diferencia y llevarnos al desvío. Solo hay una manera de llegar a la verdad: reconociendo la verdad.

¿Pero les hubiera dado una advertencia tan seria sin haberles dicho cómo protegerse del engaño. Si observas, después de decir: "Cuidado de que nadie los engañe", añadió: "Muchos vendrán usando mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos".

Habría "muchos" que usarían su nombre (es decir, Jesús, Cristo o Jesucristo) como característica sobresaliente para predicar en su nombre o hasta para suplantar su identidad. En otra palabras, vendrían en nombre de Cristo o se atribuirían a sí mismos poderes y una labor como la de Cristo. Se presentarían en nombre de Cristo. ¡Jesus advirtió que esa sería una clave!

Jesús no vino para convertirse en el centro del espectáculo. Su misión era poner a su Padre primero. Siempre habló  de su Padre en conexión con su reino. No buscó  gloria o alabanza para sí. 

De hecho, en otro momento mencionó otra característica: Los falsos profetas darían señales o harían milagros en su nombre, es decir, por el uso de su nombre. De modo que sería un error pasar por alto tal advertencias.

De hecho, el apóstol Pablo hasta previno a los discípulos contra supuestos seguidores del Señor, inclusive ángeles que se hicieran pasar por enviados celestiales. (2 Corintios 4:4; Gálatas  1:6-9) El estado de alerta debía tener alta prioridad. 

El conocimiento exacto de la Biblia y no la pericia ni la experiencia personal debían usarse para apoyar la predicación y las enseñanzas acerca del reino de Dios. (2 Corintios 1:9)

Tener "cuidado" significaría poner mucha atención para no cometer un error ni correr peligro o contingencia innecesarios. No significaba cerrar la mente dogmaticamente, pasando por alto los errores, para afianzarse en ellos, ni las señales de peligro, para pasarlas por alto. Ante cualquier advertencia, el proceder correcto consistiría en agudizar sus sentidos, percepción y cualidades esenciales para descifrar el significado de los acontecimientos, como el discernimiento y la perspicacia.

Por ejemplo, más adelante, en el mismo capítulo 24 de Mateo, Jesucristo dijo lo siguiente con respecto a una profecía de Daniel: "El que lee, que entienda". Eso significaba que, el que leyera, tenía que aplicar sus facultades de entendimiento a fin de discernir el significado.

Por eso tenemos "cuidado" cuando prestamos más atención que de costumbre y nos esforzamos por notar los detalles importantes. Queremos entender lo mejor posible el significado de lo que sucede en el mundo en cumplimiento de las profecías. No nos basta con unos cuantos datos, tampoco con la cita de un supuesto experto. ¡Buscamos respaldo confiable!

El apóstol Pablo instó a los discípulos a comprobarlo todo antes de aceptarlo. "Hermanos, no le crean a cualquiera que dice tener inspiración del espíritu. Pónganlo a prueba para ver si realmente está de parte de Dios. Porque muchos falsos profetas van por el mundo. (1 Juan 4:1)

Pero ¿cómo lo podrían a prueba sin adquirir un conocimiento exacto [epignosis] de la Palabra de Dios? Sabía que Satanás sacaría partido de la ignorancia, no del conocimiento exacto. El conocimiento exacto los libraría del desastre y del temor a corregir cualquier error de interpretación o equivocación involuntaria. En ocasiones los apóstoles entendieron mal algunas cosas. Pero reconocieron su error y siguieron progresando. Y Dios los bendijo por eso.

A veces basta con un buen razonamiento o una evidencia sencilla. ¿Necesitaríamos realizar grandes estudios y análisis para creer en la utilidad de un paracaídas? Podemos realizar exámenes para aumentar su eficacia y control, pero su utilidad simplemente salta a la vista. Hasta un ignorante puede entender eso.

Igualmente, a veces Jesús se valió de una lógica simple para desarmar los argumentos equivocados de sus opositores. En otras oportunidades, les recordó datos históricos, y en otras, citó de las Santas Escrituras inspiradas por su Padre. (Juan 18:22-23; ; Lucas 13:1-5; Mateo 22:41-46)

Si defendemos de la verdad, corregiremos nuestra postura tan pronto como nos percatemos de información adicional que nos ayude a ver más claramente un asunto. No nos avergonzaremos de reconocer que se exige una modificación. Pero si nos mostramos reticentes e inflexibles, resultaremos dogmáticos, es decir, creyentes que no toman en cuenta la verdad, la evidencia y los hechos, sino solo las suposiciones, dogmas y paradigmas de la humanidad.

Si estamos seguros de tener un billete de $100, no necesitamos que alguien venga con un sermón sobre billetes falsos. Pero si nos muestra evidencia clara de su falsedad, haríamos mal en no prestar atención a las características del verdadero. Eso fue lo que precisamente muchos eruditos hicieron con Jesucristo. Despreciaron su labor sin haber investigado. (Mateo 4:12-17; Juan 7:47-52; Isaías 9:1-2)

La gente suele usar el razonamiento para reforzar sus creencias, no para enfrentar la verdad. En las universidades se enseña la evolución como una teoría comprobada. Ya ni siquiera la llaman teoría. Pero, ¿es así? ¿Podrían mostrar alguna evidencia siquiera en el registro fósil? Lo que se ha comprobado hasta ahora es variedad, no evolución es decir, un salto o paso, de un género en otro.

Por ejemplo, se dice que el fundamento de la Medicina Basada en la Evidencia se basa en la necesidad de examinar las evidencias disponibles y no solo en aquellas cosas que confirman las creencias o suposiones de algunos. Pero no solo ocurre en el campo de la medicina. Ante la discrepancia entre expertos respecto al tiempo en que fueron destruidos la ciudad de Jerusalén y el templo edificado por el rey Salomon, no hay consenso. Entonces, surgen dudas en la mente del estudiante. ¿A quién creerle? ¿Se puede desentrañar la verdad?

El desacuerdo se debe a que muchos no tuvieron en cuenta el contexto que ofrece la Biblia. Pasaron por alto profecías de Jeremías y Daniel que se cumplieron paralelamente con exactitud y con cuyas fechas todos los expertos sí concordaban sin discusión. De hecho, la concordancia era tan exacta que llevó a que todos consideraran una "fecha eje", es decir, punto de partida y de destino confiable en el tiempo histórico.

Entonces, ¿cuál es la verdad? Lógicamente, no concordaríamos con los expertos cuya interpretación no encaja con todas las profecías relacionadas. No por ser dogmáticos, sino porque las profecías relacionadas con la destrucción de Jerusalén cuadraron exactamente en el tiempo como piezas de un rompecabezas, y al encajar todo en su lugar, la evidencia arrojó luz sobre el año de la destrucción. Fue irrefutable para quienes respetaron la Biblia como Palabra de Dios.

Entonces, ¿cómo se estudia la Biblia? ¿Cuál sería la receta o el procedimiento para disfrutar de hacerlo? ¿Cómo evitar el peligro de aceptar falsedades como si fueran verdades? ¿Cómo seguir la advertencia de Jesucristo de tener cuidado o estar alerta?

El primer paso consiste, como en todas las cosas, en hacer una oración sincera pidiendo sabiduría. El siguiente, abrir la Biblia y tomar la decisión de leerla todos los días, un poco cada día. El tercero, seguir un procedimiento. Por ejemplo, preguntas y respuestas. Piensas en una pregunta, buscas la respuesta en la Biblia, y no cambias de tema hasta hallar la respuesta.

¿Por qué usar la Biblia misma? ¡Porque dice ser Palabra de Dios! Esa es una afirmación tan seria que nadie debería tomar a la ligera. En vista de los tiempos en que vivimos, es urgente que se utilicen filtros confiables y criterios de selectividad que tomen en cuenta el riesgo de hacer interpretaciones erróneas.

Lógicamente, puedes buscar ayuda de personas que sepas que leen o estudian la Biblia. Pero no aceptes respuestas que no tengan apoyo en la Biblia. Las respuestas "de palabra" no son confiables. ¿Alguna vez jugaste al 'teléfono malogrado'? El mensaje se deforma al pasar de persona a persona. Alguien que entiende bien la Biblia debería ser capaz de sustentar sus respuestas y explicaciones mostrando claramente por qué responde como responde. 

Otro recurso consiste en establecer un orden de temas.  Comienza por analizar pasajes que explican cómo es Dios. Jesús enfatizó el conocimiento y la sabiduría de Dios como lo más importante. (Juan 1:18; 7:28; 17:26) Sigue por averiguar cómo es Jesucristo realmente. 

En el mundo hay mucha desinformación acerca de Jesús. En Juan 8:19; 10:14; 14:7 se muestra por qué investigarlo es fundamental. Entonces puedes examinar los temas acerca de los cuales más versó Jesús: El amor del Padre, el reino de Dios, la obediencia, la justicia, la misericordia, la fidelidad, la salvación y el perdón de los pecados, etc. (Mateo 23:23)

El Sermón de la Montaña sirve también como esquema de temas para investigar, por ejemplo, cómo sentar las bases de la verdadera felicidad. Después podrías ahondar en las profecías sobre el juicio final, la vida eterna y otros interesantes ángulos del conocimiento.

Con franqueza, puedes leer y estudiar todo lo que quieras. Pero si no entiendes claramente quién y cómo es Dios, el Padre, no entenderás nada. (Proverbios 9:10) ¿Por qué? A ver ¿cómo entiendes los siguientes pasajes? Medita en ellos y luego verás cómo fluye mejor tu entendimiento.

Proverbios 2:6; Jeremías 9:23-24; Exodo 3:15; Mateo 3:17; 17:5; Apocalipsis 1:1-3.

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta "¿Cómo se estudia la Biblia?" es: Haciendo una oración, pensando en preguntas interesantes y usando la Biblia para responderlas. Pero comenzando por lo más importante: aclarar cualquier desinformación o duda que tengas sobre Dios y su hijo Jesucristo. (1 de Juan 2:23; 5:9-12) 

Suena simple, pero es lo que recomienda la Biblia misma. Esta no dice que uno tenga que inscribirse en una escuela especial o necesite ponerse una vestimenta impactante, pagar cuotas mensuales ni hacer un voto de castidad o pobreza ni cosa semejante. Jesús no dijo: "Para conocer al Padre deben inscribirse en una universidad". 

La Biblia es clara al indicar que Dios es el que da la sabiduría y capacita a toda persona que sinceramente quiere aprender. (Proverbios 2:1-9) Dios es Dios. No necesita ayuda para enseñar su Palabra a quien Él atrae. (Juan 6:44) Su Palabra la Biblia contiene toda la información. Lo que nos corresponde es hacer el esfuerzo de entenderla.

Como resultado o efecto, no solo sentirás el placer de conocer la voluntad de Dios, sino el impulso de retransmitir tu conocimiento a otras personas, lo que significa buscar a quienes sienten el mismo respeto por la Biblia.

Hay quienes afirman que la Teoría del Todo, de Einstein, serviría para conocer la mente de Dios. Pero Jesucristo nos dejó varias claves sencillas que no requerirían estudios de física. Una de ellas fue: "Tu palabra es la verdad" (Juan 17:17) Se refería a las Santas Escrituras, más conocidas como La Biblia. En esta podemos conocer todo lo que por ahora necesitamos saber sobre Dios.

Juan, uno de los discípulos allegados de Jesús, escribió: "A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Jesus Dios[d] y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer". (Juan 1:18) Claro, si alguien prefiere ir por el camino de la física cuántica, es su derecho. Pero para los discípulos de Cristo, la tarea es mucho más simple: "Dios es amor". (1 Juan 4:8) ¿Es eso muy difícil de entender? ¿Quien preferiría estudiar todas las leyes físicas y matemáticas para llegar a la misma conclusión?

Por amor Jesús curó milagrosamente a todas las personas enfermas que lo buscaron. Aún así nunca lo reconocieron como médico, sanador ni curandero, sino como Maestro. ¿Maestro de qué?

Así como la medicina no tiene como finalidad el conocimiento en sí mismo, sino el alivio del sufrimiento humano a través del conocimiento científico y otras habilidades humanas, el conocimiento y la experiencia humana no constituyen el propósito del estudio de la Biblia, sino el conocimiento del Padre y de su Hijo Jesucristo, lo cual resulta en el verdadero conocimiento del amor, el perdón, la justicia, la misericordia y la esperanza de la vida eterna en el reino de Dios.

El hombre estudia al hombre para conocer al hombre. El cristiano estudia la Biblia para conocer a Dios y dejar que Él le diga cómo debería ser el hombre, es decir, el ser humano (Génesis  5:2; Efesios 4:24; Colosenses 3:9-10; Romanos 6:6; 12:2).