Una de las parábolas de Jesús se refirió al reino de los cielos 'como un comerciante que andaba buscando perlas finas, y cuando encontró una de mucho valor, se fue y vendió todo lo que poseía y procedió a comprarla'. (Mateo 13:45-46)
Notemos que habla de un comerciante, es decir, una persona que sabía valorar las cosas que adquiría. Notemos también que estaba dedicado a buscar cierto tipo de producto, se había concentrado en ello, o sea, tenía un interés especial en ello. Y notemos que cuando encontró lo que buscaba, tomó una decisión trascendental que envolvía su futuro, porque se trataba de invertirlo todo a cambio. Y no tuvo la menor duda de haber encontrado lo que estaba buscando y que su valor equivalía a todo lo que poseía.
Toda persona que encuentra la verdad coincide con los sentimientos que abrigó aquel hombre de la parábola de Jesús. Su vida se vuelca a hacer la voluntad de Dios y todo lo que tiene y todo lo que representa algo de valor para él no puede compararse al placer de haber encontrado el Camino.
Aquí Jesús pinta un cuadro perfecto del aprecio, la perseverancia, la entrega, la dedicación, el desprendimiento, la decisión y el amor por el objetivo. Aquel hombre había encontrado el tesoro de tesoros.
Ahora, tengamos en cuenta dos cosas: Por un lado, la Biblia dice: 'Haz tuyas mis palabras, hijo mío. Conserva en tu mente mis mandamientos y presta oído a la sabiduría. Entrega tu mente a la inteligencia. Pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio; entrégate por completo a buscar estas cosas como si se tratara de buscar un tesoro escondido. ¡Entonces sabrás lo que es honrar a Jehová y descubrirás lo que es conocer a Dios! Pues Jehová es quien da la sabiduría. La ciencia y el conocimiento brotan de sus labios, que dan su ayuda y protección a quienes viven rectamente y sin tacha. Porque él cuida de los que se conducen con justicia, y protege a los que le son fieles. Entonces aprenderás la rectitud y la justicia, y estarás atento a todo lo bueno'. (Proverbios 2:1-9)
Pero en otro lugar dice: 'En él están encerradas todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento' y luego advierte: 'Digo esto para que nadie los engañe con palabras seductoras'. ¿A qué se refería con la frase 'en él están encerradas todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento'? ¡A Jesucristo! Porque un momento antes había dicho: 'Reciban ánimo en su corazón para que permanezcan unidos en amor y enriquecidos con un perfecto entendimiento que les permita comprender el secreto sagrado de Dios, que es Cristo mismo' y luego dijo: 'Pues en él están encerradas todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento'. (Colosenses 2:2-4)
De modo que la parábola del comerciante que vendió todo su patrimonio a fin de comprar aquella perla valiosa representa a la persona que encuentra a Cristo, se despoja a sí misma de su orgullo y de su anterior manera de pensar, y mediante estudiar la vida y obra de Cristo, alcanza la sabiduría de Dios. Por eso Jesús dijo: 'Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo quisiste. Mi Padre me ha entregado todas las cosas, y nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer'. (Mateo 11:25-27)
El 'tesoros de todos los tesoros' está escondido en el sentido de que se requiere humildad para abrir uno su corazón y permitir que la paz de Cristo controle su corazón (Colosenses 3:15-16)) Porque es fácil dejarse uno llevar por cualquier corriente de entendimiento, a menos que realmente permita que Cristo controle su corazón.
En otras palabras, no es un asunto emocional, sino intelectual. Las emociones son importantes, pero más lo son las piezas del conocimiento a los que la Biblia se refiere como tesoros. Jesucristo no basó su ministerio en cantar, bailar, contar chistes o hacer milagros, sino en la Palabra de Dios, que fue la base de toda su predicación. Él no fue astuto en procurar llegar con las buenas nuevas mediante un despliegue escénico que tuviera la única misión de cautivar a sus seguidores emocionalmente para que pagaran un diezmo, sino en explicaciones basadas estrictamente en las Santas Escrituras.
Por ejemplo, cuando dijo: 'Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo', no estaba refiriéndose a un reino que él había inventado recientemente, sino al reino de que había hablado el profeta Daniel. (Daniel 2:36-44) Siguiendo paso a paso el desarrollo histórico de los reinos previos mencionados en dicha profecía, puede llegarse a la conclusión de que el reino de Dios era el que culminaba la marcha de todos los reinos. Simples emociones no pueden llegar a dicha conclusión, sino un conocimiento basado en hechos.
Las emociones son importantes porque la Biblia dice que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón; pero la mente, es decir, nuestros pensamientos y deducciones no son menos importantes. Porque la ley también nos manda amar a Dios con toda la mente, es decir, nuestros razonamientos. (Mateo 22:37-38) Por eso, el apóstol Pedro dijo: 'Esta es, queridos hermanos, la segunda carta que les escribo, que, como en la primera, he querido, con mis consejos, hacerlos pensar' (2 Pedro 3:1) Antes les había dicho: 'Por eso les seguiré recordando siempre todo esto, aun cuando ya lo saben y permanecen firmes en la verdad que les han enseñado. Mientras yo viva, creo que estoy en el deber de llamarles la atención con estos consejos'. (2 Pedro 1:13)
'Pensar', 'recordar', 'consejos' son cosas que envuelven la mente más bien que el corazón. Jesús mismo hizo hincapié en la necesidad de prestar atención a lo que uno escuchaba (Lucas 8:18) Y el apóstol Pablo dijo: 'Por esta causa debemos prestar mucha más atención al mensaje que hemos oído, para que no nos apartemos del camino'. (Hebreos 2:1)
Cantar, bailar y alabar a Dios de otras maneras que envuelven las emociones son parte del culto a Dios, pero no son más importantes que prestar atención. Porque Jesús advirtió que prestáramos atención, no que cantáramos y bailáramos o diéramos un pago a cambio de lo que se nos enseñara.
De modo que el tesoro de los tesoros no consiste en bailar, cantar, beber ni comer, sino en prestar atención al contenido de lo que se nos enseña. Es nuestra propia responsabilidad asegurarnos de que todo lo que se nos explica está realmente apoyado por todo el contexto de la Biblia.
Por ejemplo, tal vez se nos haya enseñado que no debemos obedecer la ley ritual de la Biblia, pero sí la ceremonial, porque la Biblia habla de una ley ritual y una ley ceremonial. Pero ¿dónde en la Biblia se menciona esa división de la ley? ¿Es verdad que la ley se dividía en dos? ¿O lo aceptamos solo porque alguien nos lo dijo? O tal vez alguien nos dijo que, aunque Jesús enseñó: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo", de todas maneras, algún día la tierra será destruida. Pero ¿es eso lo que realmente dice la Biblia sobre el destino de nuestro planeta? O quizás se nos haya enseñado que 'Dios es amor', pero que 'Dios recompensa a los que van a la guerra, o a los que pelean por un bando en conflicto'. Pero ¿es eso cierto? ¿Es así como entendemos lo que significa 'la paz de Cristo' o 'el amor de Cristo'?
Se sabe que hay fabricantes de joyas de fantasía que producen objetos preciosos que lucen maravilosos, pero que no tienen un gran valor económico. Igualmente podría suceder en sentido espiritual si no ejercemos cautela al oír una enseñanza. Tal vez cramos haber hallado un tesoro maravilloso, pero de fantasía, y que sea tan deslumbrante que no nos demos cuenta sino cuando sea demasiado tarde. No queremos que eso nos suceda, ¿verdad? La única manera de evitarlo es corroborando que todo lo que se nos enseña tenga el respaldo de la palabra de Dios, porque la palabra de Dios es la verdad. (Juan 17:17)
Por ejemplo, aquí no decimos que copiamos los textos de la Biblia exactamente como aparecen en cierta traducción, pero advertimos que le toca al lector corroborarlos. Lo mismo ocurre con todo lo que aquí está escrito. Corresponde al lector confirmarlo.
Porque el tesoro de todos los tesoros está en la Biblia. Ningún otro libro se atribuye a sí mismo todas las cualidades que la Biblia se atribuye a sí misma como un documento que verdaderamente ha sido inspirado por el Creador para nuestra salvación. (Deuteronomio 30:19-20; 2 Pedro 1:20-21)
Notemos que habla de un comerciante, es decir, una persona que sabía valorar las cosas que adquiría. Notemos también que estaba dedicado a buscar cierto tipo de producto, se había concentrado en ello, o sea, tenía un interés especial en ello. Y notemos que cuando encontró lo que buscaba, tomó una decisión trascendental que envolvía su futuro, porque se trataba de invertirlo todo a cambio. Y no tuvo la menor duda de haber encontrado lo que estaba buscando y que su valor equivalía a todo lo que poseía.
Toda persona que encuentra la verdad coincide con los sentimientos que abrigó aquel hombre de la parábola de Jesús. Su vida se vuelca a hacer la voluntad de Dios y todo lo que tiene y todo lo que representa algo de valor para él no puede compararse al placer de haber encontrado el Camino.
Aquí Jesús pinta un cuadro perfecto del aprecio, la perseverancia, la entrega, la dedicación, el desprendimiento, la decisión y el amor por el objetivo. Aquel hombre había encontrado el tesoro de tesoros.
Ahora, tengamos en cuenta dos cosas: Por un lado, la Biblia dice: 'Haz tuyas mis palabras, hijo mío. Conserva en tu mente mis mandamientos y presta oído a la sabiduría. Entrega tu mente a la inteligencia. Pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio; entrégate por completo a buscar estas cosas como si se tratara de buscar un tesoro escondido. ¡Entonces sabrás lo que es honrar a Jehová y descubrirás lo que es conocer a Dios! Pues Jehová es quien da la sabiduría. La ciencia y el conocimiento brotan de sus labios, que dan su ayuda y protección a quienes viven rectamente y sin tacha. Porque él cuida de los que se conducen con justicia, y protege a los que le son fieles. Entonces aprenderás la rectitud y la justicia, y estarás atento a todo lo bueno'. (Proverbios 2:1-9)
Pero en otro lugar dice: 'En él están encerradas todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento' y luego advierte: 'Digo esto para que nadie los engañe con palabras seductoras'. ¿A qué se refería con la frase 'en él están encerradas todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento'? ¡A Jesucristo! Porque un momento antes había dicho: 'Reciban ánimo en su corazón para que permanezcan unidos en amor y enriquecidos con un perfecto entendimiento que les permita comprender el secreto sagrado de Dios, que es Cristo mismo' y luego dijo: 'Pues en él están encerradas todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento'. (Colosenses 2:2-4)
De modo que la parábola del comerciante que vendió todo su patrimonio a fin de comprar aquella perla valiosa representa a la persona que encuentra a Cristo, se despoja a sí misma de su orgullo y de su anterior manera de pensar, y mediante estudiar la vida y obra de Cristo, alcanza la sabiduría de Dios. Por eso Jesús dijo: 'Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo quisiste. Mi Padre me ha entregado todas las cosas, y nadie conoce realmente al Hijo, sino el Padre; y nadie conoce realmente al Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer'. (Mateo 11:25-27)
El 'tesoros de todos los tesoros' está escondido en el sentido de que se requiere humildad para abrir uno su corazón y permitir que la paz de Cristo controle su corazón (Colosenses 3:15-16)) Porque es fácil dejarse uno llevar por cualquier corriente de entendimiento, a menos que realmente permita que Cristo controle su corazón.
En otras palabras, no es un asunto emocional, sino intelectual. Las emociones son importantes, pero más lo son las piezas del conocimiento a los que la Biblia se refiere como tesoros. Jesucristo no basó su ministerio en cantar, bailar, contar chistes o hacer milagros, sino en la Palabra de Dios, que fue la base de toda su predicación. Él no fue astuto en procurar llegar con las buenas nuevas mediante un despliegue escénico que tuviera la única misión de cautivar a sus seguidores emocionalmente para que pagaran un diezmo, sino en explicaciones basadas estrictamente en las Santas Escrituras.
Por ejemplo, cuando dijo: 'Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo', no estaba refiriéndose a un reino que él había inventado recientemente, sino al reino de que había hablado el profeta Daniel. (Daniel 2:36-44) Siguiendo paso a paso el desarrollo histórico de los reinos previos mencionados en dicha profecía, puede llegarse a la conclusión de que el reino de Dios era el que culminaba la marcha de todos los reinos. Simples emociones no pueden llegar a dicha conclusión, sino un conocimiento basado en hechos.
Las emociones son importantes porque la Biblia dice que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón; pero la mente, es decir, nuestros pensamientos y deducciones no son menos importantes. Porque la ley también nos manda amar a Dios con toda la mente, es decir, nuestros razonamientos. (Mateo 22:37-38) Por eso, el apóstol Pedro dijo: 'Esta es, queridos hermanos, la segunda carta que les escribo, que, como en la primera, he querido, con mis consejos, hacerlos pensar' (2 Pedro 3:1) Antes les había dicho: 'Por eso les seguiré recordando siempre todo esto, aun cuando ya lo saben y permanecen firmes en la verdad que les han enseñado. Mientras yo viva, creo que estoy en el deber de llamarles la atención con estos consejos'. (2 Pedro 1:13)
'Pensar', 'recordar', 'consejos' son cosas que envuelven la mente más bien que el corazón. Jesús mismo hizo hincapié en la necesidad de prestar atención a lo que uno escuchaba (Lucas 8:18) Y el apóstol Pablo dijo: 'Por esta causa debemos prestar mucha más atención al mensaje que hemos oído, para que no nos apartemos del camino'. (Hebreos 2:1)
Cantar, bailar y alabar a Dios de otras maneras que envuelven las emociones son parte del culto a Dios, pero no son más importantes que prestar atención. Porque Jesús advirtió que prestáramos atención, no que cantáramos y bailáramos o diéramos un pago a cambio de lo que se nos enseñara.
De modo que el tesoro de los tesoros no consiste en bailar, cantar, beber ni comer, sino en prestar atención al contenido de lo que se nos enseña. Es nuestra propia responsabilidad asegurarnos de que todo lo que se nos explica está realmente apoyado por todo el contexto de la Biblia.
Por ejemplo, tal vez se nos haya enseñado que no debemos obedecer la ley ritual de la Biblia, pero sí la ceremonial, porque la Biblia habla de una ley ritual y una ley ceremonial. Pero ¿dónde en la Biblia se menciona esa división de la ley? ¿Es verdad que la ley se dividía en dos? ¿O lo aceptamos solo porque alguien nos lo dijo? O tal vez alguien nos dijo que, aunque Jesús enseñó: "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo", de todas maneras, algún día la tierra será destruida. Pero ¿es eso lo que realmente dice la Biblia sobre el destino de nuestro planeta? O quizás se nos haya enseñado que 'Dios es amor', pero que 'Dios recompensa a los que van a la guerra, o a los que pelean por un bando en conflicto'. Pero ¿es eso cierto? ¿Es así como entendemos lo que significa 'la paz de Cristo' o 'el amor de Cristo'?
Se sabe que hay fabricantes de joyas de fantasía que producen objetos preciosos que lucen maravilosos, pero que no tienen un gran valor económico. Igualmente podría suceder en sentido espiritual si no ejercemos cautela al oír una enseñanza. Tal vez cramos haber hallado un tesoro maravilloso, pero de fantasía, y que sea tan deslumbrante que no nos demos cuenta sino cuando sea demasiado tarde. No queremos que eso nos suceda, ¿verdad? La única manera de evitarlo es corroborando que todo lo que se nos enseña tenga el respaldo de la palabra de Dios, porque la palabra de Dios es la verdad. (Juan 17:17)
Por ejemplo, aquí no decimos que copiamos los textos de la Biblia exactamente como aparecen en cierta traducción, pero advertimos que le toca al lector corroborarlos. Lo mismo ocurre con todo lo que aquí está escrito. Corresponde al lector confirmarlo.
Porque el tesoro de todos los tesoros está en la Biblia. Ningún otro libro se atribuye a sí mismo todas las cualidades que la Biblia se atribuye a sí misma como un documento que verdaderamente ha sido inspirado por el Creador para nuestra salvación. (Deuteronomio 30:19-20; 2 Pedro 1:20-21)