¿Qué es un cristiano?



 
"Hijitos, no amemos de palabra y solo de labios afuera, sino en verdad y con hechos." -1 Juan 3:18 

En un mundo que rebosa de maldad y en el que se necesita más que nunca el amor de Dios, es solo natural que uno se pregunte dónde está el verdadero rebaño del Señor, a fin de acudir a él y estar con los que verdaderamente reciben la alabanza de Dios para proclamar su venida. (Romanos 2:29) Es solo natural preguntarse: "¿Cómo identificar a los cristianos que verdaderamente lo son? ¡Es tan confuso!".

No es confuso. Si amas la verdad, deseas saber la verdad y quieres juntarte con los que verdaderamente se esfuerzan por practicarla, pon a un lado tus preconceptos, tradiciones y rituales, y Dios se encargará de ponerse en contacto contigo cuanto antes. Es solo cuestión de prestar atención cuando Él te extienda su mano delante de ti.

Porque el apóstol Pablo dijo con referencia a los judíos de su tiempo: "Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal que uno se pone sobre el cuerpo. El judío verdadero lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón, que realiza el espíritu, no un mandamiento escrito. A ese Dios lo aprueba, no la gente". (Romanos 2:28-29; Juan 5:44, 7:24) Y ese es un principio básico que aplicaría por igual a los cristianos de hoy. Por decirlo así: Lo exterior no hace a uno cristiano, ni consiste su conversión en una marca que uno se ponga en el cuerpo. El cristiano verdadero lo es por dentro, y su conversión es la del corazón, por el espíritu santo. Dios acepta a ese, y a ese le interesa poco que la gente lo alabe.

No es la cantidad de nuestras oraciones ni las señales que llevemos en el cuerpo lo que nos identifica como discípulos del Señor, sino el esfuerzo que ponemos en aprender a ser buenos conforme a las instrucciones del Señor. Porque Isaías dice: "Cuando extienden sus manos, escondo de ustedes mis ojos, y cuando hacen muchas oraciones, no oigo nada. Porque sus manos están chorreando sangre. Lávense y límpiense, retiren su maldad y su odio de enfrente de mis ojos, dejen de hacer lo malo y aprendan a hacer lo bueno". (Isaías 1:15-17)

En las noticias suelen verse notas periodísticas en las que se dice que "unos 'cristianos' se enfrentaron a golpes con sus opositores", o que "los 'cristianos' se alzaron en una ola de protesta" contra los miembros de otra religión, o que ciertos "clérigos 'cristianos' fueron llevados a juicio por encubrir actos de corrupción". Y la gente consume la propaganda como si tales declaraciones fueran exactas. ¿A qué nos referimos?

Nos referimos a que si verdaderamente se tratara de cristianos, no estarían haciendo tales cosas. Así de simple. Jesucristo, el fundador del cristianismo dijo: "Por sus frutos los reconocerán". Los actos de rebelión, protesta y corrupción no son -ni pueden ser- marcas del cristianismo. Son frutos podridos provenientes de árboles podridos.

Concretamente, la Biblia indica que "cristiano" es aquel que hace la obra de Cristo. (Hechos de Apóstoles 11:26) Eso se refiere a que estarían ocupados hablando de la buena nueva y bautizando a nuevos seguidores, no dándoles una pateadura, sino suplicándoles sobre la base del amor de Dios.

¿Nos imaginamos a Jesús emprendiéndola a golpes contra los fariseos, escribas y saduceos de su tiempo? ¿O al apóstol Pablo instando a las congregaciones a rebelarse contra las autoridades de Roma? ¿O al apóstol Pedro encubriendo algún acto de corrupción de parte de otro apóstol? ¡De ninguna manera!

Ser cristiano no es un asunto de decir "soy cristiano" o "voy a la iglesia" o "yo siempre doy testimonio de que Cristo me curó (o curó a mi hijo, mi hermano o mi amigo)", sino de vivir el cristianismo a la manera de Cristo, es decir, promoviendo la paz y sufriendo por llevar su mensaje, no por recibir una pedrada en el ojo debido a haber participado en una revuelta seudocristiana. Un cristiano que la emprende a golpes contra su prójimo no es verdaderamente un cristiano. Un cristiano que encubre actos corruptos no es verdaderamente cristiano. Tampoco lo es cualquiera que expresa odio hacia alguien. Porque Jesús dijo: "Amen a sus enemigos" (Mateo 5:43-45).

Por lo tanto, un cristiano no es una persona que lleva a cabo actos violentos ni que expresa odio o animadversión hacia alguien. Tampoco es una persona que permanece como cómplice en una religión cuyos miembros, en especial sus líderes, realizan actos de corrupción.

Entonces, ¿qué hacer si un miembro de la religión de uno lleva a cabo violencia o cualquier otro acto contrario al ejemplo que dejó Jesucristo? La Biblia advierte claramente que debe separarse de la grey a tal persona, y si esto no se lleva a cabo, uno debe separarse de esa grey, por ser una que está contaminada con la práctica del pecado.

Si uno verdaderamente es cristiano, no debe estar del lado de quienes practican actos corruptos. Jesús nos indicó que podíamos evaluar al árbol por sus frutos. No estaba hablando de botánica ni agricultura, sino de las organizaciones religiosas y personas que afirmarían representarlo.

Uno no debe defender ni apañar a nadie que practicara actos de corrupción. Al contrario, debería seguir las instrucciones que dejó Jesús cuando ofreció las siguientes opciones: 1) llamarle la atención y procurar que se enmiende, tal vez dándole una oportunidad en la forma de tiempo para restablecerse. Eso estaría en armonía con la misericordia. 2) desafiliarlo como miembro hasta que se reforme, en caso de no haber aceptado la oportunidad de cambiar. (Mateo 18:15-17)

Esas son las únicas opciones que ofreció Jesús para quienes caían en una práctica del pecado. Si una religión hace la vista gorda cuando uno o más de sus miembros hacen cosas malas, o en términos generales sus miembros no siguen el modelo que Jesús dejó, esa religión está podrida o en curso de podrirse, como ocurriría con un árbol si no separan de él los frutos contaminados. Así de simple.

Por lo tanto, "¿Qué es un cristiano?". Es alguien que procura imitar el ejemplo de amor que dejó Jesús, lo cual incluye 'amar a los enemigos'. Si uno no puede llevar a cabo ese amor, sino que desprecia a sus congéneres, tampoco debería ostentar su denominación de "cristiano".

Si alguien procura hablarte de Dios o de Jesús o de la Biblia, y le cierras la puerta en la cara diciéndole: "¡Yo soy cristiano!", en realidad, no lo eres. Porque ese no es un comportamiento cristiano. El cristiano ama a sus hermanos cristianos y siente amor por la humanidad en general. Le gusta hablar de Cristo y de la Biblia, la Palabra de Dios. No es una persona capaz de insultar, ofender ni mucho menos odiar a sus semejantes. No menosprecia a quienes vienen a hablarle de Dios.

Al contrario, si alguien viene a hablarte de Dios, dile: "¡Bendito es el que viene en el nombre del Señor!". Porque Jesús dijo: "Les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: '¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!'". (Mateo 23:39) Aquí Jesús estaba citando del Salmo 118:26. La única manera de volver a ver a Cristo es aplicando el Salmo 118:26.

Por eso, si observas que en tu religión sus miembros manifiestan indiferencia, odio y desprecio unos para con otros, o hacia personas que son de otras religiones, piénsalo bien en cuanto a si verdaderamente estás en el redil correcto. Porque según Jesucristo, ninguno que no siga su ejemplo verá a Dios. El amor es expansivo y es el sello del cristianismo de verdad. No tiene nada que ver con ninguna manifestación de odio o desprecio. Esas tendencias son precisamente lo que permitiría a cualquier observador analizar si el árbol (el rebaño, la iglesia, la grey) estuviera sano o podrido. ¿Sobre qué base? Jesús dio esa advertencia para que se cumpliera lo que escribió el profeta Malaquías, cuando dijo:


"Ustedes volverán a distinguir entre los buenos y los malos,
entre los que sirven a Dios y los que no le sirven".
Malaquías 3:18