¿Quién es La Gran Ramera?



"Páguenle con la misma moneda.
Háganle el doble de lo que hizo. 
Denle a beber dos medidas 
en la copa en que ella vertió una." 
(Apocalipsis 18:6)

¿Suena duro? ¡Definitivamente! Según el registro en Mateo 5:38-42 Jesús enseñó que no se debía pagar a otros con la misma moneda, pero cuando comunicó a Juan el Apocalipsis, dijo que a cierta enemiga se le retribuiría con la misma moneda, aun con el doble. ¿Se estaba contradiciendo? ¿De quién estaba hablando?

No se estaba contradiciendo. La aplicación de los principios bíblicos no debe entenderse caprichosamente según lo que nos parece, sino según el marco de circunstancias y el contexto. 

En Mateo 5:38-42 se estaba refiriendo a un acto de provocación entre personas, pero en Apocalipsis 18:6 no estaba refiriéndose a un acto de provocación, tampoco a un lío entre individuos, sino a una figura simbólica o alegoría relacionada con el juicio de Dios al final de los tiempos.

Por ejemplo, Jehová esta dispuesto a ayudarnos en toda circunstancia por amor, pero no está dispuesto a ayudar a Satanás ni a sus demonios en ninguna circunstancia. 

Jesús dijo claramente que su Padre celestial perdonaría nuestras ofensas si nosotros perdonábamos a otros las suyas. Pero aclaró que no seríamos perdonados si no perdonábamos a otros. (Mateo 6:14-15) No obstante, también dejó en claro que el que hablara contra el espíritu santo no tendría perdón nunca. (Mateo 12:32)

Un cristiano debe dar una respuesta a todo el que le exija una explicación relacionada con la fe, pero Jesús no le respondió ni una palabra al rey Herodes cuando este lo interrogó.

Por eso, antes de precipitarnos a pensar que en Apocalipsis 18:6 se trata de una contradicción o de una condena muy severa, es importante sopesar el grado de responsabilidad de quien se trata. En cada relato de la Biblia hay un contexto, un estilo de escritura, personajes y, sobre todo, una lección. 

En primer lugar, tengamos en cuenta que el libro de Apocalipsis está lleno de lenguaje figurado y se expresa en términos muy enérgicos respecto a ciertas cosas acerca de las cuales otros profetas escribieron con anterioridad.

Es cierto que unos interpretan sus simbolismos de una manera, y otros, de otra. Pero ¿cómo saber cuál interpretación es la mejor, o dicho de otro modo, cual es la interpretación que mejor coincide con la realidad y con el cumplimiento de las profecías de la Biblia. 

No es cuestión de tomar cualquier simbolismo y darle un enfoque caprichoso según el sentir del lector, como una bibliomancia, sino de verificar si realmente concuerda con el contexto de toda la Biblia.

Por ejemplo, en la profecía de Oseas se explica que Dios consideraba en el mismo nivel que la prostitución el que su pueblo adorara a dioses falsos, porque estaban dando a otros dioses el honor que solo le correspondía a él, el Dios verdadero. 

Ese concepto se ha mantenido vigente a través de los milenios. Dios nunca cambió de parecer respecto a ese asunto. Por eso es de vital importancia que el cristiano nunca adore o rinda culto a símbolos ni imágenes. 

En segundo lugar, la Biblia afirma ser Palabra de Dios. Por tanto, el único autorizado a dar una interpretación correcta es Dios. ¿Y cómo lo hace? A veces usando lenguaje figurado que ya se encuentra en otros pasajes de la Biblia. 

Por ejemplo, Apocalipsis habla de ciertos jinetes que cabalgan unos caballos al comienzo del día del Señor. Pero en otras partes de la Biblia se indica que el caballo es un animal preparado para la batalla. Por lo tanto, ¿qué deberíamos entender? No que se trata de caballos, sino de un enfrentamiento definitivo entre un ejército ganador y un ejército perdedor. Por lo tanto, los jinetes del Apocalipsis solo refuerzan la idea de que se llevaría a cabo una guerra entre las fuerzas del mal y del bien.

Por eso, lo que estamos considerando aquí es uno de los simbolismos que más discusiones ha despertado a través de los tiempos: Las relaciones inmorales de una mujer seductora y hermosa con amantes que la colman de regalos. Ella envejece con los años, y ellos se cansan de su melosidad. Acaban detestándola y matándola de una manera terrible. 

Bueno, no se trata de una mujer ni de sus amantes en una relación sexual.

Apocalipsis es el último libro que compone el canon de la Biblia. No se considera como uno de los cuatro evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) ni como una de las tres cartas apostólicas escritas por Juan (1ª, 2ª y 3ª de Juan). Y, dicho sea de paso, aunque el canon lo ubica al final, no fue el último libro escrito por Juan, sino el primero. Juan escribió posteriormente el evangelio y sus tres epístolas.

Hecha la aclaración: ¿A quién representa esa mujer? ¿Por qué se cansan de ella sus amantes? y ¿Cómo nos afecta esto a nosotros que vivimos en estos tiempos difíciles?

La gran ramera no es una persona. Es un símbolo que representa algo.
Pero tiene un nombre: "Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de abominaciones de la tierra". (Apocalipsis 17:5) No solo se la pinta como una ramera, sino borracha y montando una bestia salvaje que posteriormente se vuelve contra ella y la despedaza. Muchos escatólogos han especulado en cuanto a la verdadera identidad de la ramera y de la bestia. 

No especularemos. Pero aquí reconocemos que no puede tratarse de una persona. Solo afirmaremos algunas cosas, pero basándonos estrictamente en el contexto. En este artículo no nos concentraremos en la bestia, sino en la ramera.

Ya antes algunos de los más prominentes profetas bíblicos que vivieron antes de Cristo habían proclamado fuertes condenas contra la Babilonia de la antigüedad, sobre todo después de que los babilonios destruyeron la ciudad de Jerusalén y su templo y se llevaran cautivos a sus habitantes. Pero nadie se había referido a Babilonia en términos tan drásticos como los que usó Juan en el Apocalipsis.

Por eso, muchas de las figuras del Apocalipsis solo pueden entenderse cabalmente si primero se analizan y entienden las profecías precristianas, porque prácticamente constituyen una parte importante de los elementos de juicio para lograr la revelación mencionada por Juan. (Daniel 12:10)

La Biblia presenta por primera vez a la nación de Babilonia en el libro de Génesis con el nombre de Babel, y se dice que fue el principio de los reinos de la tierra. (Génesis 10:10) 

Su fundador fue un tal Nimrod, que, según indica la Biblia, fue "el primer poderoso de la tierra". Era un cazador, no solo de animales, sino de seres humanos, un gobernante opresivo que hizo sus caprichos en todo sentido. (Génesis 10:8)

Construyó Babilonia oponiéndose abiertamente a la voluntad expresa de Dios, de que la humanidad se esparciera y poblara toda la tierra. (Génesis 1:28; 9:1)

Nimrod se rebeló y construyó ciudades que llegaron a ser los primeros reinos del mundo y de la historia [parentemente su propósito fue juntar a la gente para poder controlarla mejor]. (Génesis Cap. 11)

Babel o Babilonia significa "confusión", y su nombre fue muy apropiado porque fue en Babilonia donde Dios confundió el idioma de sus habitantes, agrupándolos según nuevos lenguajes, y, por tanto, obligándolos a esparcirse y poblar la tierra. Fue así como no solo nacieron los principales idiomas de la antigüedad, sino caprichosas ideas religiosas que, además de enquistarse posteriormente por todo el mundo, contribuyeron a la confusión. 

Para muchas personas sinceras, no hay nada más confuso ni enredado que hablar de religión. Es interesante que, a fin de cuentas, Nimrod terminara siendo adorado como el dios principal, y que el símbolo de su divinidad pareciera haber sido la T.

Por eso, para los primeros cristianos siempre fue una de las abominaciones más grandes que falsos representantes del cristianismo, llamados apóstatas, propusieran una imagen distorsionada del Hijo de Dios, desangrado y muerto, es decir, como un fracasado, impotente, clavado y colgando nada menos que de una T

Los cristianos originales nunca usaron símbolos de ninguna clase para arrodillarse ante ellos ni rendirles culto. (1 Juan 5:21) La T se implantó mucho después de la muerte de los apóstoles. Ellos jamás lo hubieran consentido. De hecho, el último sobreviviente de los 12 fue Juan, y él dijo que muchos anticristos ya se estaban manifestando.

Volviendo al principio, después de Nimrod, Babilonia se convirtió en un imperio aguerrido y famoso que sometió a los demás reinos, pero seguía siendo el pueblo religioso que se había caracterizado por el politeísmo y los rituales extraños, cultos totalmente diferentes de la forma de adoración que practicaron Noé y su familia antes de construir el Arca, en los tiempos del Diluvio.

Pasaron los siglos y algunos pueblos se fortalecieron para la guerra y se convirtieron en imperios que dominaron las creencias y la vida de los demás pueblos. Babilonia también tuvo su turno. Llegó a ser famosa por sus ideas alejadas de las creencias de los hebreos. Si investigas las creencias antiguas, lo confirmarás. Sin embargo, Dios se encargó de que se registrara una enérgica advertencia en su Palabra, la Biblia, respecto a los cultos de los países que rodeaban a Su pueblo. (Levítico 18:1-5)

En Apocalipsis se utiliza a Babilonia la Grande como la promotora de las abominaciones o corrupciones de la tierra. Señala a un poder corruptor dominante, semejante a una madre que da a luz hijos corruptos. 

Babilonia la Grande es señalada en la Biblia como moralmente responsable de todas las corrupciones y cosas horribles que se han hecho en la tierra, una entidad que confunde a la humanidad. De hecho, en Apocalipsis se dice figuradamente que 'emborracha' a los que habitan la tierra.

Por eso la Biblia dice que su destino era terminar quemada por completo con fuego, refiriéndose a una desaparición total. Quien dude, solo tiene que esperar para verlo registrado en la historia... cuando se cumpla. (Apocalipsis Cap. 18)

La próxima vez que veas acciones horribles o corruptas, no exclames: "¡Por qué Dios mío!", como si Dios tuviera la culpa. En realidad, es Babilionia la Grande la responsable de las cosas asquerosas que pasan en la tierra. 

Ten presente que hace muchos siglos que Babilonia no existe como nación. Es solo un símbolo o representación. La Biblia se refiere a ella como la madre de las cosas corruptas de la tierra. Ella es quien ha causado todo el dolor que vemos alrededor, no Dios.

Por lo tanto, definitivamente, no se refiere a una mujer ni tampoco a ningún país llamado Babilonia, porque se la menciona en conexión con el juicio final. Babilonia desapareció del mapa hace mucho tiempo y solo quedan ruinas y montículos arqueológicos que dan testimonio de su inexistencia. 

Tampoco se refiere a ninguna organización en particular, sino en general. No está focalizada en un país específico, sino difundida en toda la tierra.

También entendemos que no se refiere a ningún poder comercial ni político, porque el contexto inmediato muestra que cuando es destruida, los comerciantes y políticos se mantienen de pie, a lo lejos, lamentándose por ella. 

Es definitivo que la Biblia no solo la describe ejerciendo una tremenda influencia sobre los reyes de la tierra, sino con ingentes riquezas y lujo desvergonzado, además de una actitud descarada de éxito. 

Babilonia cree que jamás se lamentará de nada, ni que nadie podrá llamarla jamás a rendir cuentas. ¡Qué equivocada está! Tarde o temprano terminaría sentada en el banquillo de los acusados en el tribunal de Dios, condenada y finalmente ejecutada.

Si lees la profecía de Isaías, notarás que Juan utilizó una terminología semejante a la de Isaías para referirse a Babilonia. Nos preguntamos: "¿Por qué el espíritu santo inspiraría a Juan a usar términos y nombres acerca de cosas que con el paso del tiempo ya no existirían? De hecho, Babilonia ya casi no existía en el cuarto siglo de nuestra era. 

Por eso, meditemos: ¿No se refería más bien a las creencias y prácticas religiosas que caracterizaron a Nimrod, que eran opuestas a la adoración del Dios de la Biblia? Si eso fuera cierto, tendríamos que volver la mirada a la religión organizada, en general, no solo a una o dos religiones por separado, sino a todas aquellas cuyas doctrinas y parafernalia se originaron de aquellas primeras religiones que tuvieron características semejantes a las de Babilonia.

Por lo tanto, para discernir la simbología, tenemos que prestar atención a los fuertes indicios que nos llevan por descarte a pensar en una corriente religiosa. Y si eso es cierto, entonces 'la madre de las abominaciones de la tierra' tendría que referirse al tipo de religión que deviene de los comienzos de la rebelión de Nimrod hasta nuestros tiempos, es decir, a muchas de las costumbres, dogmas, doctrinas, enseñanzas, tradiciones y parafernalia que trascendieron el tiempo, desde de las formas de adoración más primitivas que se practicaban en la antigua Babilonia hasta los rituales sofisticados de nuestros tiempos. 

En pocas palabras, diríamos que la atractiva y seductora joven Babilonia de ayer no es nada menos que la vieja, decadente y corrupta Babilonia la Grande de hoy, pero con cirugía plástica, maquillaje y vestuario de nuestra época (además de estar borracha de confusión hasta más no poder). (Isaías 21:9)

Es interesante que la Biblia diga que Babilonia la Grande está borracha, porque pocas cosas exponen a tanta vergüenza a las personas como cuando se han emborrachado hasta el límite. Sabemos que una característica de los borrachos o consumidores de drogas es que suelen perder el control en todo sentido, sobre todo en el campo moral, haciendo toda clase de tonterías. Y los que los rodean aprovechan la situación para hacerles cosas que jamás hubieran imaginado. Solo cuando despiertan logran darse cuenta de su error. (Proverbios 23:29-35)

Tal característica pinta de cuerpo entero el estado en el que se encuentra la humanidad en general en sentido espiritual. A simple vista muchas personas parecen sobrias, pero por dentro, es decir, espiritualmente, andan como borrachas, cometiendo toda clase de barbaridades (inmundicia, apetitos desordenados, deshonra, mentiras, deshonestidad, culto al cuerpo, pasiones contranaturales, injusticias, pornografía, pedofilia, pederastia, perversidades, avaricia, maldades, envidias, homicidios, parricidios, filicidios, toda clase de excesos, contiendas, engaños, perversidades, murmuración, chismes, calumnias, injurias, soberbias, vanidades, rebeldías, necedades, deslealtades, traiciones, frialdad, egotismo, avaricia, codicia, soberbia, blasfemia, ingratitud, impiedad, crueldad, enemistades, engreimiento, y podríamos seguir). No solo es tema de la mayoría de las noticias de la noche, sino de impactantes películas  y documentales de las principales compañías productoras de programas de cable.

Miembros de cierto culto religioso considerado piadoso y espiritual, salen en las noticias por haber violado sexualmente a inocentes, degollando gente y cegando la vida de medio mundo y de las maneras más horribles. ¿Es eso religión? ¿Así adoran a Dios?

Algunos acaban diciendo "soy agnóstico" o "soy ateo" solo para tener una excusa para continuar transgrediendo las normas de Dios sin que nadie los cuestione (si Dios no existe, y si descendemos del mono, ¿quién tiene derecho de establecer lo correcto o incorrecto?)

Pero el daño avanza por dentro, carcomiendo la bondad y las buenas costumbres. Figuradamente, como cuando una persona que está pudriéndose por dentro rehúsa ir al médico. Tarde o temprano comenzará a supurar y a manifestar su deterioro, solo para terminar reconociendo que estaba posponiendo lo impostergable: Hacerse un examen.

No exageramos cuando decimos que el estado en que se encuentra la Tierra, incluido el daño colateral (corrupción política, descontento general, guerra, narcotráfico, terrorismo, hambruna, desequilibrio climático, quebrantamiento del orden y del ecosistema, contaminación ambiental, etc.), no es otra cosa que el resultado del accionar de Babilonia la Grande. ¿Por qué?

Basta buscar "borrachos" Internet para ver la seriedad del asunto y abrir los ojos a las razones que tuvo Dios al inspirar a Juan a usar tan drástica simbología. Es porque ella ha emborrachado espiritualmente a los habitantes de la tierra y el resultado ha sido que gran parte de la humanidad se ha desbandado cometiendo toda suerte de atrocidades. (Apocalipsis 17:2)

Se supone que la religión tiene la responsabilidad de encauzar la mentalidad y la moralidad de los pueblos, no solo la de las grandes ciudades, sino hasta de las tribus más remotas. Pero ¿qué es esto que ha hecho? No hace falta convocar a expertos para evaluar pragmáticamente los efectos que ha producido toda la confusión espiritual. ¡Salta a la vista!

Generalmente se echa la culpa a los políticos y a los comerciantes despiadados, a los psicólogos y psiquiatras, a los padres, maestros y catedráticos, a la publicidad y al periodismo, pero pocos tienen la perspicacia de voltear la mirada y posar un rato la vista, cara a cara, sobre la verdadera responsable de todo el daño que se ve en la tierra: "Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra". Es a ella a quien señala el dedo de Dios. Éxodo 8:19; Apocalipsis 17:5; Romanos 1:21-32; 2 Timoteo 3:1-7) ¡Ella es la clave del acertijo! ¡Dios la llamará a rendir cuentas!

Más significativo aún es aquello con lo que Babilonia la Grande se ha emborrachado. Porque no es con vino ni licor ni cerveza, sino con la sangre de los santos. Eso no quiere decir otra cosa que ella ha sido la causante y responsable directa de la persecución y martirio de los verdaderos mensajeros de Dios a través de la historia, hombres y mujeres piadosos cuyo único delito fue proclamar la Palabra de Dios. 

Al perseguir despiadadamente a los verdaderos mensajeros de Dios, la gente los ha tomado como enemigos y no les ha prestado atención. Les han cerrado la puerta de su corazón y no se han dejado ayudar. (Mateo 13:14-15

Por eso la profecía de Apocalipsis dice que ella sin falta pagará todas sus culpas en relativamente corto tiempo... cuando le llegue la hora. Quien piense que es una exageración, solo tiene que esperar para verlo. Las profecías de la Biblia siempre se han cumplido al pie de la letra.

Hay quienes se han preguntado si el simbolismo se refiere al Vaticano o a la religión católica, pero eso es imposible. Si uno es un estudiante acucioso de la Biblia no puede llegar a una conclusión tan superficial e inexacta. 

Si uno presta atención al contexto, notará rápidamente que Dios condena a Babilonia la Grande no solo por el derramamiento de sangre de los cristianos que fueron fieles a la verdad, sino de TODOS que fueron fieles a Dios, desde Abel hasta el último de los santos a quienes ella llevaría al martirio antes del juicio final. "En ella se halló la sangre de los profetas y de los santos y de TODOS los que han sido muertos en la tierra". (Apocalipsis 18:24) En los tiempos de Abel no existían muchas de las religiones que ahora existen. Así que no puede referirse a ninguna denominación religiosa en particular.

Por eso, al referirse a los santos a quienes ella causó suplicio y/o muerte, se incluye a los profetas fieles de la antigüedad, es decir, a los que existieron mucho antes de la fundación del cristianismo. De modo que el simbolismo de Babilonia la Grande y su reinado no se limita a una organización religiosa en particular, sino más bien parece referirse a todo el conjunto de organizaciones que promueven ideas inventadas por el enemigo de Dios y que perduraron a través de los siglos para desprestigiar a Dios, motivando a malos elementos a tratar injusta y cruelmente a quienes verdaderamente proclamaban los mensajes de Dios, especialmente a Su enviado principal, su amado Hijo Jesucristo. (Mateo 23:29-36; Apocalipsis 6:9-11; 17:6; 18:24; 19:2)

De hecho, tanto la persecución como las expresiones de odio contra los cristianos parece haber sido siempre su marca registrada. (2 Pedro 2:1-3) Así Babilonia la Grande no solo se convirtió en un símbolo de confusión, sino de falsedad, asesinato e hipocresía a lo largo de toda la historia. (1 Juan 3.10 ) Pero su fin estaría a la altura de lo que ella misma le haría a otros.

Un ángel profetizó que aunque ella se sentaba como reina sobre pueblos, multitudes, naciones y lenguas, todos terminarían odiándola y arruinándola totalmente. La desnudarían, es decir, en el sentido de exponer su vergüenza en toda su magnitud. Se la comerían, y la quemarían por completo. (Apocalipsis 17:15-16)

 Lo importante no es saber lo que le ocurrirá, sino saber qué debemos hacer para no involucrarnos con ella y terminar como ella? La Biblia no deja lugar a dudas. Dice en tono imperativo y urgente: "¡Salgan de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices de sus pecados, ni les contagie ninguna de sus plagas! Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios le pedirá cuentas por todas sus injusticias". (Apocalipsis 18:4-5) Es interesante mencionar que todo el capítulo 18 de Apocalipsis está dedicado a su repentino final.

Finalmente, una aclaración: No es el "Apocalipsis, de San Juan", como la gente se ha acostumbrado a decir, sino de Dios. Porque eso es lo que dice en las palabras de apertura del libro:

"Ésta es una revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin falta va a suceder sin demora. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan, quien por su parte da fe de ello poniendo por escrito todo lo que vio, a saber, la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento ha llegado". (Apocalipsis 1:1-3)

Con esas palabras, Juan no se atribuye a sí mismo los derechos de autor. Humildemente dirige todos los reflectores hacia Dios, el Padre de Jesucristo. (Juan 17:18) Es Él quien da origen a dicho mensaje y se lo entrega a Jesucristo, quien a su vez se lo entrega a su ángel, quien se lo transmite a Juan, quien a su vez se lo entrega, no al mundo, sino a los siervos de Dios. Ellos son quienes en última instancia lo transmiten al mundo mediante la predicación de las buenas nuevas del Reino. (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8)

Esperamos que esta respuesta te haya estimulado a ahondar en el tema y te haya servido para profundizar tu invaluable relación con el Dios verdadero, a quien Babilonia la Grande deshonró desvergonzadamente durante tanto tiempo con su conducta liberal y sus mentiras satánicas. (Mateo 24:37; 6:9; Hebreos 11:7; 1 Pedro 3:20)

Ahora puedes enfocar toda tu atención en la advertencia que aparece en pocas palabras de manera clara e insoslayable respecto a Babilonia la Grande: "¡Salgan de ella!" (Apocalipsis 18:4-8), que aparentemente tiene el mismo tono enérgico que los ángeles usaron cuando ordenaron a Lot que saliera de Sodoma (Génesis 19:15-22) y el mismo que usó Jesús cuando ordenó a sus discípulos: "Huyan a las montañas" (Mateo 24:15-22) El concepto "huir" está siempre relacionado con la prisa y la velocidad, no con la parsimonia ni la lentitud.

Cuando uno se acerca rio abajo a una catarata, existe lo que se conoce como "punto de no retorno", que ocurre cuando la corriente alcanza una fuerza irresistible, de la que es prácticamente imposible regresar. El resultado solo puede ser caer con la catarata y sufrir las consecuencias. Por eso, en todos los casos en que Dios trajo un acto divino de rescate, anunció previamente con toda claridad la importancia de salirse o escapar lo antes posible de la zona de peligro como única oportunidad de salvación. Sería una lástima que uno o su familia quedaran entrampados en el último momento por haberse demorado en tomar la firme decisión de escapar.

El mandato de huir de la zona de influencia de la simbólica Babilonia la Grande está registrado en la Biblia desde hace casi 2000 años, y la Biblia ha sido -y es- el libro más traducido y distribuido del mundo. ¿No ha sido tiempo suficiente como para tomar medidas apropiadas? Además, la potencia con que las buenas nuevas del Reino de Dios se han proclamado en los últimos diez, cincuenta o más años no deja lugar a dudas de que la humanidad ahora está peligrosamente más cerca del punto de no retorno. (Marcos 13:10; Mateo 24:14)

La Biblia contiene muchas advertencias de que Dios nunca rescató a última hora a quienes se demoraron más allá de la zona de no retorno por falta de fe, como les ocurrió a los yernos de Lot, en Sodoma. (Génesis 19:14; Mateo 24:39) Todos recibieron advertencia e instrucciones precisas antes del acto de salvación. (Sofonías 2:2-3) Dios no los tomó de sorpresa.

A quienes tomó de sorpresa fue a quienes se demoraron y de ese modo respondieron con falta de fe. Por eso, lo que le corresponde a una persona responsable que entiende la seriedad de este asunto es investigar la Biblia a fondo y sin prejuicios a fin de identificar la zona de peligro y escapar inmediatamente, es decir, antes de que llegue el día, para tener siquiera una oportunidad de evitar todo el sufrimiento, dolor y destrucción que están destinados a venir sobre quienes no hicieron caso. (Lucas 21:36)

Por tanto, queda claro que el simbolismo Babilonia la Grande no se refiere a un lugar físico ni a cierto país ni religión en particular, sino a una peligrosa zona de influencia espiritual que ha estado diseminada por todo el mundo y a través de toda la historia. De ahí la importancia de investigar la Biblia a fin de identificarla y tomar medidas urgentes. Es responsabilidad de cada uno asumir dicha investigación lo antes posible.

"¡Ayayay de la gran ciudad, 
de Babilonia, la fuerte ciudad
Porque como en una sola hora 
habrá recibido su merecido." 
(Apocalipsis 18:10)