¿De qué me sirve la Biblia?


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¿De qué te sirve la Biblia? La Biblia te ayuda a poner todas las cosas en la debida perspectiva. Además, responde preguntas como "¿Cuándo vendrá el fin?" y otras preguntas interesantes.

¿Qué significa poner las cosas en la debida perspectiva?

Poner las cosas en la debida perspectiva significa entender cómo funcionan las cosas que nos atañen y por qué muchas veces nos equivocamos y no logramos dar en el clavo de la voluntad de Dios. Las personas que hacen la típica y angustiante pregunta: "¿Por qué Dios mío?" son personas que demuestran que no han puesto las cosas en la debida perspectiva. Por eso no logran entender por qué sucede lo que sucede, y la falta de respuestas, sobre todo cuando preguntan a los líderes de su religión, que a veces tampoco les dan una respuesta convincente, las sume en angustia, desesperación, impotencia y frustración, lo cual las impulsa a cometer nuevos males que los sume más profundamente en más angustia, desesperación, impotencia y frustración. (2 Timoteo 3:13)

Dios tiene todas las respuestas y por tanto es el único que puede ayudarnos a poner todas las cosas en la debida perspectiva. ¿Cosas como qué?

Nuestra posición con relación a Él

La Biblia explica que es imposible que el hombre adquiera la sabiduría verdadera si no reconoce y acepta humildemente sus limitaciones humanas, sobre todo cuando tiene ante sí la aplastante evidencia del diseño de todas las cosas, las cuales muestran claramente que un universo físico tan absolutamente intrincado y hermoso no pudo haber surgido por sí mismo casual ni espontáneamente.

Sería más que absurdo afirmar que las propias leyes física y biológicas y los sistemas que sostienen el universo, los cuales evidencian propósitos muy específicos, surgieron sin que existiera una idea previa. ¿Realmente puede alguien creer que los pájaros desarrollaron alas por decisión propia, sin que reflexionaran en un propósito específico y en todas las variables y márgenes de seguridad que implicaría tan elaborados diseños de ingeniería, no solo de las plumas, sino de la estructura de todos sus huesos y sistemas de navegación? Si ese hubiera sido el caso, el ser humano hubiera desarrollado alas, branquias y sistemas de navegación innatos hace mucho tiempo. Porque ganas de volar y nadar no le faltan.

De modo que el primer paso hacia la verdadera sabiduría consiste en aceptar nuestra pequeñez, luego viene el acceso intelectual al entendimiento de la existencia de un Creador extraordinario que merece nuestra admiración, quien es el Único que puede abrirnos las puertas del entendimiento de todas las demás cosas. (Salmos 100:3; Proverbios 1:7; Hebreos 11:6; Mateo 11:25-26)

Las respuestas a todas las preguntas

No hay respuesta que la Biblia no abarque, ya sea mediante un principio o ley, o mediante una ilustración o discernimiento. Trata de historia con tanta exactitud que muchos expertos tuvieron que agachar la cabeza humillados al descubrir y corroborar relatos, hechos y personajes que durante siglos habían permanecido solo en las páginas de la Biblia. (Isaías 30:8; 48:8-11)

Aunque Jesucristo desplegó una sabiduría muy elevada, siempre afirmó que la obtuvo de su Padre (Juan 7:16-18), jamás dijo que era un conocimiento inalcanzable. De hecho, ordenó a sus discípulos que lo diseminaran por todas partes. (Mateo 10:27) Pero el requisito era asumir una postura humilde, semejante a la de un niño dócil y enseñable, no terco y rebelde. (Marcos 10:15)

La esperanza del reino de Dios

Otro asunto que tenemos que poner en la debida perspectiva es nuestro entendimiento acerca del Reino de Dios abandonando la idea novelesca y tradicional de que el Reino de Dios es solo un lugar bonito donde todos los buenos serán felices.

Es cierto que en el Reino todos serían felices, pero Jesús no se había referido simplemente a un lugar bonito, sino a un sistema de gobierno, una administración celestial que asumiría funciones de autoridad. (Lucas 22:28-30>; Apocalipsis 1:6>) De hecho, puso las cosas en su debida perspectiva explicando y proclamando el derecho de Dios de tomar el control de los asuntos en caso de que desobedecieran y no cumplieran con dicho acuerdo. (Éxodo 19:5-6; Jeremías 31:31-34; Mateo 21:43; Romanos 10:21; Hebreos 8:7-13)

Desde Génesis hasta Apocalipsis, todo en la Biblia apunta al Reino de Dios como la esperanza de Dios para la humanidad. Por eso Jesucristo pudo decir que el reino de los cielos se había acercado, en el sentido de que él, como rey de dicho reino, estaba allí mismo entre ellos, presentándose exactamente a tiempo para el cumplimiento de todas las profecías mesiánicas. (Mateo 2:3-6; Mateo 4:12-17; Juan 7:50-52; Gálatas 4:4-5)

Mientras mucha gente se desvive especulando e indagando cuándo vendrá el Armagedón y el inicio del reino de Cristo, la Biblia lo explica claramente y con sencillez en (Mateo 24:14). También dice quiénes verían su inminente establecimiento. (Apocalipsis 1:7) De modo que no es difícil entender lo siguiente: Lo importante no es saber el día y la hora, sino estar preparados para cuando el momento llegue.

¿Cuál será la visa y el pasaporte de ingreso, por decirlo de alguna manera? La Biblia no nos deja en ascuas. Dice que todo el que haga la voluntad de Dios será salvado. (1 Juan 2:17) De modo que nadie debe confiarse suponiendo que está haciendo la voluntad de Dios sin asegurarse de que realmente la está haciendo, por muy elogiosos que sean sus actos, porque llegado el momento no habrá lugar a reclamos ante Él. (Proverbios 1:22-33; Apocalipsis 3:14-18)

Allí reside la tremenda importancia de abrir la Biblia y averiguar exactamente cuál es la voluntad de Dios, porque nadie va a salvarse por hacer lo que le dé la gana, sino por hacer lo que Dios dice en Su Palabra que tiene que hacer. Jesucristo dejó claro ese punto al explicar que aunque uno afirme ser cristiano, aun efectuando milagros en el nombre de Cristo, no entrará al reino de Dios si sus obras no armonizan con la voluntad perfecta de Dios. (Mateo 7:21-23; Romanos 12:1-3)

¿Cuál es la voluntad de Dios?

Por tanto, otro asunto que tenemos que poner en la debida perspectiva es lo que entendemos por la voluntad de Dios. Aunque Jesús fue un ejemplo perfecto de amor, haríamos mal si confundiéramos su cariño con mero sentimentalismo, ya que de ello depende que nos vea con aprobación. Jesús no tuvo ningún reparo en poner las cosas en su debida perspectiva cuando alguien trató de malinterpretar su amor y afecto por los demás. (Marcos 3:31-35)

El apóstol Pablo lo dijo así: "Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad." (1 Timoteo 2:4) Por eso Jesucristo dijo: "Lo que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteas." (Mateo 10:27) ¿Y qué era lo que debían proclamar? Él dijo: "Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo para testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin." (Mateo 24:14; Gálatas 1:6-9)

Esa es la respuesta perfecta para quienes curiosamente preguntan "¿Cuando viene el fin?". La Biblia es muy clara al decir que el fin viene cuando sean predicadas las buenas nuevas en todas las naciones. No dice. "todas las personas", sino "todas las naciones". Es decir, cuando el testimonio llegue a todos los estados soberanos de la tierra... y eso ya parece haberse cumplido. Por lo tanto, el fin ha de estar cerca y lo que nos debe preocupar, según Jesús, no es la fecha y la hora, sino si realmente estamos listos para salir bien parados ante el juicio de Dios. (Mateo 24:36; Lucas 21:25-32)

Otra pregunta interesante es: "¿El evangelio será predicado, por quiénes?". Antes de irse al cielo, Jesús ordenó a sus apóstoles: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que hagan todas las cosas que os he mandado". (Mateo 28:19-20) De modo que la misión del cristiano no consistiría en cantar, bailar, saltar, pedir dinero, realizar extraños y elaborados rituales de fe ni arrastrarse de rodillas hasta la cumbre de una montaña, sangrando y dándose golpes de pecho, sino predicar el evangelio del reino tal como él lo enseño, sin adornos ni maquillaje.

Por eso el apóstol Pablo advirtió: "¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!". (1 Corintios 9:16) La predicación sería la voluntad de Dios, y los que quisieran salvarse tendrían que llevarla a cabo. No nos referimos a predicar cualquier cosa bonita que se nos ocurra, sino las buenas nuevas que están en la Biblia. Recaería sobre cada quién la responsabilidad de asegurarse, Biblia en mano, de que realmente estuvieran trayéndole las buenas nuevas. (Gálatas 1:8-9; 1 Juan 4:1; Hechos 17:11)

Dios ha establecido un orden para todas las cosas

Por donde lo miremos, el universo físico (tanto el cosmos como el macrocosmos y el microcosmos) refleja un orden y equilibrio asombrosos. Por eso, no debería sonar extraño que Él tuviera pensado un orden para la vida que llevarían los seres humanos. (1 Corintios 14:33; Efesios 4:21-24; Jeremías 29:11-12)

Por tanto, cuando uno pone las cosas en su debida perspectiva, logra entender los detalles que se conectan entre sí logrando una visión panorámica tanto de los principios que hay tras el funcionamiento del universo físico, así como del funcionamiento de todas las cosas en el marco del propósito de Dios. Entonces su entendimiento se abre y se expande hasta entender todas las cosas. (1 Corintios 2:11-16)

Por ejemplo, si alguna vez te preguntaste cómo controla Dios el vasto universo? La respuesta está en 1 Corintios 11:3. Él ha dispuesto que Jesucristo dirija todo y que el hombre obedezca a Cristo. Mediante tal orden la familia humana puede someterse con confianza y humildemente a las leyes de Dios y alcanzar la armonía con el resto del universo.

Ahora entendemos por qué en la última cena, Jesucristo ordenó: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En eso conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros." (Juan 13:34-35) Al decir como yo elevó la aplicación del amor al prójimo, que ya se había indicado en la ley de mandamientos, a un nivel muy particular. (Levítico 19:18) La ley mandaba amar al prójimo, pero no exigía que uno entregara la vida en sacrificio por su prójimo. Jesús lo hizo al morir por la humanidad. (Juan 4:42)

Jesús no dijo: "Vayan a las academias de karate y aprendan a defenderse y agredir al prójimo". Mucho menos dijo: "Tomen las armas y arremetan contra su prójimo y desángrenlo hasta que muera. Tienen mi bendición". Tampoco dijo: "Bueno, no tienen que ir a la guerra, pero pueden ponerse el uniforme y obedecer al sargento y ayudar a cargar los cañones y preparar el armamento. Y si derraman sangre, no importa, Dios comprenderá. Y si se equivocan y matan a los buenos, no se preocupen, arriba Dios los recibirá a ellos con los brazos abiertos y a ustedes los perdonará. Él es bueno". No, él no dijo eso, ¿verdad?

Por lo tanto, predicar el reino de Dios y expresar amor al prójimo son dos requisitos fundamentales de la voluntad de Dios para la humanidad. Esa es la voluntad de Dios, y, como vimos más arriba, Dios dice que solo los que hagan Su voluntad serán salvados. Jesucristo tomará eso en cuenta cuando traiga el Armagedón. (Apocalipsis 2:23; 16:15-16)

¡Sí! La Biblia te sirve para poner las cosas en su debida perspectiva. Entenderás la voluntad de Dios, te sentirás en armonía con el resto del universo y lograrás entender cómo funciona realmente la felicidad, el espíritu santo te embargará y sentirás el impulso natural de proclamar el reino de Dios por todas partes. ¡Sí! La Biblia te sirve para entender todas las cosas.

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